sábado, 23 de diciembre de 2017

Ceguera transitoria

Era por los primeros años sesenta y yo estudiaba en Barcelona. Un amigo, sabedor de mi afición por los romances, me regaló un libro titulado “Flor nueva de romances viejos” una recopilación, comentada, por D. Ramón Menéndez Pidal. 


En la página 3 del libro aparecía, y aparece, la siguiente dedicatoria: “A Jimena, que Antígona de mi ceguera transitoria, recreó mis días de tedio… Siempre me impresionó aquella “ceguera transitoria” sin saber  que yo tenía una cita con ella, fijada para final del año 2017. Llegó puntual y aún no se ha ido.

La dedicatoria

Me explico. Siempre tuve los ojos débiles. Eso se empieza a notar con los años. Desde hace tiempo ando con gotas y similares, como rayos láser. En 2016 todo cambió y comenzó a sonar una alarma sorda, de modo que en noviembre de 2017 me operaron de un ojo esperando que tal actuación fuese el remedio, pero fue un problema. Dejé de ver bien, todo eran bultos más o menos definidos y así pasaron los días a la espera de algún tipo de cambio. A las seis semanas de la operación todo seguía igual, los bultos no se habían definido mejor y las cuestión era alarmante, pues se trataba de salvar el nervio óptico deteniendo su deterioro, que era constatable. Se desencadenó la segunda operación y estoy en sus secuelas, no sé cómo saldré de ella. Espero que bien, para eso me han operado.

Yo mismo, en la azotea de mi casa de Alozaina,
Con toda la vida por delente
El tiempo que medió entre las dos operaciones, me dio ocasión para pensar y pasar revista a cosas pasadas, vividas. Poco a poco me fui aislando del entorno, tal vez muy pocos tenían cosas interesantes que decirme, o mejor dicho, cada ver me interesaban menos las cosas que me pudiesen decir. Empecé a vivir un mundo interno, muy mío, en el que me llegué a encontrar cómodo. En el fondo, siempre tuve la certeza de que esta situación revertiría, de que estaba viviendo una “ceguera transitoria”. Claro que eso de certeza es un decir…


La víspera de mi segunda operación la viví de un modo íntimo. La tarde se me hizo larga, hasta que puse una película. Difícil opción. Empecé con Testigo de Cargo, pero esta vez me aburrió, lo mismo que Al este del Edén. Puse Canciones para después de una guerra y en ella encontré el acomodo que estaba buscando. La película me sirvió para evocar mil cosas. Las canciones llegaban como parte de la banda sonora de mi vida y, al escucharlas, veía a mi madre joven,  a mi padre también joven, me veía a mi, niño jugando. Veía mil escenas y escenarios de mi vida. Fui feliz evocando todas esas circunstancias mientras pasaban las imágenes de la película y recordaba algunos hechos de los representados en las imágenes. Muchos de aquellos niños vencidos, desheredados eran de mi edad, muchos más jóvenes. ¡Cuánto dolor, cuánta miseria en aquellas imágenes! Y yo, con mis amigos de entonces, sin enterarnos del hambre, ni del frío, ni del miedo, porque nuestros padres hicieron lo impensable para conseguir que tal ambiente no nos alcanzase. En aquel momento pensé que mis padres, y muchos otros, habrían pasado privaciones con tal de que no nos faltase nada. Las canciones seguían y seguían trayéndome recuerdos de una vida pasada, pero que en muchos casos configuraban mi vida actual. Canciones y secuencias de películas que nos habían divertido, hecho sufrir e, incluso, adoctrinado. Todas ellas las veía en vísperas de una operación en la que las alternativas consistían en detener el deterioro del nervio óptico o perder su actividad de modo irreversible.


Mientras, Manolo Morán, Pepe Isbert y otros tantos volvían a ensayar la canción de bienvenida a los americanos (siempre me ha emocionado esa escena), o Amparo Rivelles (entonces Amparito) se sentía humillada porque el rey, su esposo se hubiese enamoriscado de Sarita Montiel, una infiel y Agustina, en Zaragoza (otra vez Amparito), arengaba a sus paisanos para conseguir que los franceses no entrasen a profanar el Pilar. Si, mucha emoción viviendo todos aquellos estímulos que me llegaban desde el televisor. Canciones sabidas de memoria, recordadas como un marco inefable de mi infancia y adolescencia.

Al día siguiente, el médico decidió que no había otra alternativa que la operación y todo se desarrolló rápido, como con un protocolo previsto y apuntalado al mínimo detalle. Luego vinieron las curas, la primera revisión, las pruebas y a esperar los resultados que se suponen satisfactorios de modo que mi ceguera sea eso, transitoria.

No hubo dolor ni soledad, que viene a ser como un duro castigo. En todo momento me he sentido acompañado, querido, rodeado por personas para quienes lo mio no les es indiferente. Pero hay un punto, una barrera, que hay que cruzar sólo, nadie nos puede acompañar. Es cuando uno se puede sentir solo. Por suerte, no fue mi caso.

Como he hablado varias veces de la banda sonora de mi vida, quiero terminar con una frase que también forma parte de esa banda, la que pronuncia un viejo amigo, Mario Cavaradossi, el amante de Floria Tosca, momento antes de morir: E non ho amato mai tanto la vita¡ (¡y jamás he amado tanto la vida¡)



jueves, 21 de diciembre de 2017

Cumpleaños (6) Escudos no pintan escudos. Leyenda urbana compostelana.

Vaya por delante que toda la historia es falsa. Inventada por mí alrededor de un escudo vacío en una fachada de la Plaza de la Quintana. La fachada es obra de Domingo de Andrade, el resto es consecuencia de jar volar mi imaginación. Lo curioso es que muchos han tomado la historia como real y casi se han sentido decepcionados cuando les dije que era falsa. Incluso hubo quien se enfadó conmigo.


POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXX)  ESCUDOS NO PINTAN ESCUDOS

LEYENDA URBANA COMPOSTELANA

Esta historia es conocida por todos en Santiago, aunque nunca se comenta. Es algo que se transmite de padres a hijos en las noches de invierno. Se suele contar en vos baja, por aquello de que las paredes oyen.

Vayamos al caso. Cuando se remató el adorno de la Torre del reloj y se completó el cierre del ábside de la Catedral, el Cabildo encargó a Domingo de Andrade cerrar la plaza de la Quintana por su parte sur. Debería ser algo digno, pero que no llamase mucho la atención, dada la monumentalidad que había adquirido la plaza. Domingo de Andrade dijo que ya tenía cierta idea para construir allí algunas viviendas particulares, lo cual generó un revuelo entre las clases pudientes ciudadanas y de la comarca, pues había familias de procedencia rural que querían venirse a la ciudad.


ASPECTO ACTUAL DEL EDIFICIO
CON SUS CHIMENEAS

Se puso a la venta el solar y lo compraron los Marqueses de la Santa Espina, unos antiguos moinantes de Bergantiños venidos a más, que con sus dineros hicieron buenos los versos de Luis de Góngora (tahúres muy desnudos/con dados ganan condados). En su caso, compraron el título de marqués hacía relativamente poco tiempo, de modo que aún no se habían acostumbrado a las maneras que se esperaban de tan nobles señores. Eran cuatro hermanos casados y los cuatro ostentaban indistintamente el título.

Lo de marqués de la Santa Espina corresponde a un período de fervor en la Corona, que fue cuando creó títulos relativos a motivos de la fe cristiana. En el valle del Ulla, sin ir más lejos, creó otro marquesado, el de Santa Cruz, y en otras partes del reino, otros títulos con nombres tan curiosos como estos dos. 

Domingo de Andrade acababa de salir de un período constructivo pleno de florituras, y andaba con incursiones mas austeras en lo que a ornamentación se refiere. Imaginó una casa de planta baja porticada y primer piso con balcones y ventanas. Pero no de manera anárquica, no. Ideó un módulo (así le llamaríamos hoy) que se repetiría cuatro veces. Cada uno de ellos sería la vivienda de cada hermano. Estos módulos estarían separados entre sí por fajones verticales llenos de relieves dispuestos de modo vertical. Sobre la parte alta del central, se esculpiría el escudo familiar.




DETALLE EN QUE SE APRECIA LA
CONSTRUCCIÓN POR MÓDULOS


El módulo consistía en tres arcos sobre esbeltas columnas. En la parte superior, sobre el arco central se abriría un balcón y sobre los laterales, sendas ventanas. Puesto que la fachada quedaba abierta al norte, no convenía mucho vano para guarecerse del viento. (Los moinantes marqueses estaban más que ilusionados escuchando al maestro constructor estas disertaciones).



El fajón central esculpido conferiría simetría a la totalidad de la casa (los moinantes miraban atónitos sin entender nada, pero encantados). Para mayor simetría, se construiría una sola chimenea, muy aldeana, justo en el plano central. Una chimenea era suficiente para la familia, que quería tener servicios comunes, como bien avenidos que estaban. Zaguán, cocina y salón compartidos por las cuatro familias. Si no había problemas al compartir el título nobiliario, menos habría al compartir el fuego de la lareira, o el caldo de todos los días, decían las marquesas consortes. Y no les faltaba razón a las tales.



Al poco, los marqueses y el maestro constructor se hicieron frecuentes paseando o tomando unos vinos. Ellos allegados al saber, del que carecían, él cerca del dinero, que necesitaba. Bonita pareja que siempre ha sido fructífera a lo largo de la historia.

POR  TANTAS VENTANAS ENTRÓ EL FRÍO
DE LA DISCORDIA



Pero, nunca puede faltar un pero, cuando se sortearon los módulos, le tocó a la marquesa más friolera el correspondiente a la Plaza de Platerías. Visitas que realizó a su futuro hogar, visitas que se tornaron en elemento de disgusto, pues la marquesa quedaba muerta de frío por el aire que se colaba por las ventanas y sus rendijas. 

ESCUDO SIN ESCULPIR
Aquel frío solo se podría remediar con una chimenea en el
dormitorio. El maestro de Andrade se negó a construirla por aquello de la ruptura de la simetría en el edificio, pero los marqueses, que de simetría seguían sin saber nada, insistieron mucho, desembolsaron algo, y consiguieron su chimenea que, al fin, contribuyó a calentar sus noches.

Pero la simetría estaba rota. A no ser que se construyese otra en el ala que daba al convento de San Pelayo. Ahí sí que se negó en redondo el maestro Domingo de Andrade. Pero las demás consortes querían su chimenea en sus alcobas. El desencuentro con los marqueses fue en aumento hasta que ellos, siempre nuevos ricos, se negaron a abonarle el último plazo que le debían por la construcción de la casa.

Ante esta inusual afrenta, el maestro de Andrade (¡qué vergüenza!), se puso a su altura y no les esculpió el escudo familiar en la fachada.

Para interpretar lo del maestro de Andrade, recurro al dicho de una amiga mía, que recuerda que quien anda con patos, al final hace cuá, cuá. Así hizo el maestro constructor, orgullo de Compostela. Y esto que aquí se relata no ha mermado en nada su gloria, que es mucha.




lunes, 18 de diciembre de 2017

Cumpleaños (5) El recelo a los transgénicos.

El debate sigue abierto teñido por una profunda desconfianza y un deseo de pasar desapercibido. Como si la ocultación fuese remedio al problema, que sigue pendiente de respuesta.


El recelo a los transgénicos

Desde siempre, nuestra cultura receló
de los seres monstruosos, aquellos cuyos cuerpos eran mezclas definidas de los de otros, bien definidos. Las esfinges, las quimeras, las gorgonas o las sirenas eran seres que, en la mitología griega, jugaron continuamente papeles malvados: mentirosos, criminales, vengativos o traicioneros. Siempre estuvieron del lado de la falsedad y la traición.


En nuestros billetes hay algodón transgénico

Con estos planteamientos previos, no es raro que hoy, y de manera inconsciente, exista un manifiesto rechazo a los seres surgidos como consecuencia de mezclas de caracteres de otros, previos, que pudieron no ser malos ni perniciosos: la maldad intrínseca radicaba en la misma mezcla.

Recordemos que las sirenas, con la mitad inferior del cuerpo en forma de pez y la superior como una mujer hermosa, habitaban arrecifes y lugares marinos peligrosos y, mediante sus cantos, atraían a los marineros para que acercasen a ellas sus embarcaciones, haciéndolas naufragar. La esfinge, con cabeza y pechos de mujer, cuerpo de león y alas, mataba a los que no podían resolver un enigma que les proponía, cuya solución acertó Edipo. Quimera era una cabeza de cabra implantada en un cuerpo de león y con cola de serpiente. Despedía fuego por la boca. No es preciso seguir con este desagradable catálogo.





Durante la Edad Media se siguió creyendo en seres monstruosos (niños con cabeza de perro o de ave, nacidos de relaciones ilícitas entre mujeres y otros seres, animales o el mismo demonio). En tales casos, los monstruos, al igual que sus madres, eran condenados a muerte. Recientemente, y ya con medios actuales de creación y transmisión de mitos, Frankenstein representa, una vez más en la historia de nuestra cultura, ese ser fallido cruel y pernicioso que está hecho, no obstante, de partes buenas de seres previamente existentes, también buenos de por sí.




Vemos que en todos estos casos, los seres que contribuyen a formar el monstruo son buenos. Lo intrínsecamente malo es el monstruo mismo. Aparece entonces un comportamiento anormal y dañino por parte del ser anormal, que solamente se podrá resolver destruyéndolo.



A veces, los temas culturales son recurrentes. Van apareciendo a lo largo del tiempo, siempre con visos de novedad. Ahora estamos en un momento en que los mercados se van llenando de nuevos seres, consistentes en individuos de especies bien definidas a los que se han introducido genes de especies afines para mejorarlos de acuerdo con criterios preestablecidos y hacerlos, de este modo, más rentables en términos de economía o de utilidad para el hombre. Estos seres, por ser producidos luego de un paso de genes desde un ser donante a otro receptor, se denominan genéricamente "transgénicos" y es sobradamente conocida la polémica que han originado.

Ha surgido el recelo nuevamente. Parecía desaparecido, pero sólo estaba dormido en nuestro subconsciente colectivo. Bastó que apareciesen los transgénicos para que, sin saber siquiera que por nuestra parte era atávico su rechazo, muchos se echasen a la calle protestando contra ellos y sembrando entre muchos esa total desconfianza que genera lo desconocido.

Dicen los enemigos de los transgénicos que, al comerlos, comemos genes de otras especies. Pero siempre ha sido así: ingerimos partes de seres que nos sirven de alimento, sean animales o vegetales. Cuando ingerimos esos alimentos, tomamos también sus genes. Luego, en la digestión, estos genes ajenos se descomponen en sus unidades bioquímicas elementales (nucleótidos) y, como tales, son absorbidos a nuestro medio interno donde comienzan un proceso de integración en nuestra propia bioquímica. Le llamamos digestión, mediante la cual los componentes moleculares presentes en los alimentos pasarán a ser componentes moleculares de quien los ha ingerido. No tiene sentido habar de “comerse genes”.

De todas formas, dentro del recelo a los transgénicos, encuentro que existen lagunas, serias lagunas de información, en espera de respuesta. En primer lugar, un individuo transgénico cualquiera, con un metabolismo perfectamente ajustado, se encuentra con genes nuevos que determinan procesos bioquímicos nuevos en él. Debemos pensar que su metabolismo se enriquece con la presencia activa de estos genes, (para eso se ha manipulado genéticamente). Pero, ¿qué ocurre con los productos de desecho generados a partir de esa novedad metabólica? Porque ésta es una cuestión importante para nosotros y cuya respuesta aún no está claramente definida.

En el metabolismo celular, es muy importante el destino de los productos de desecho originados del correcto funcionamiento bioquímico. Normalmente, ese destino es la excreción que en animales termina en forma de orina o de sudor. No obstante, hay ocasiones en que esos productos pueden ser depositados en órganos concretos, como pueden ser los cuerpos grasos de insectos. En vegetales, los productos destinados a la excreción suelen ser depositados o bien en órganos especiales de almacenamiento (vacuolas), o bien en las paredes celulares. En ambos casos, los productos de desecho, que pueden ser tóxicos, permanecen en las mismas células, aunque de manera inocua para ellas.

Creo que no se han realizado los estudios necesarios que garanticen, para cada caso concreto, la ausencia de productos tóxicos de desecho en los transgénicos. Pues, por cuanto he dicho, la manipulación genética ha podido producir un organismo nuevo, intrínsecamente mejor que aquel del que básicamente procede, pero que puede almacenar substancias tóxicas aparecidas como consecuencia de las alteraciones metabólicas que se han generado en él. Estas substancias, perfectamente aisladas y, por tanto, inocuas para el mismo transgénico que las ha generado, pueden ser perjudiciales para cualquiera que lo utilice como fuente alimenticia.

Hasta que no aparezcan esos análisis, realizados por entidades de contrastada honorabilidad en sus procedimientos, seguirá presente el recelo contra esa versión actualizada de los antiguos monstruos. No sé si muchos de los productos actualmente en el mercado constan de los necesarios avales sanitarios que tranquilicen a sus consumidores.

viernes, 15 de diciembre de 2017

Cumpleaños (4): Lo mejor y lo peor

En Lugo tengo múltiples recuerdos asociados a muchos lugares. Uno de ellos, la Catedral y en ella, su Puerta Norte. En ella vemos una muestra de lo bueno y lo malo de nuestras obras, del cariño y del menosprecio.
En su quinto cumpleaños, el paseante Silencioso trae de nuevo esta entrada no sin pena.



Lo mejor y lo peor

A veces, en obras de arte nos encontramos lo mejor y lo peor de que somos capaces los humanos. Y voy a explicarme tomando como ejemplo una que me es muy querida, la puerta del Pórtico Norte de la Catedral de Lugo. 

Muchos opinan que se construyó en tiempos en que el arte gótico servía como vehículo de todo tipo de expresión artística, como atestigua la bóveda que cubre el pórtico. También hay quienes creen que este lugar se enriqueció con piezas procedentes de otras partes que fueron quedando desubicadas por diversas causas.





Voy a ir por partes. Sobre la puerta hay un Pantocrator de elegantes hechuras góticas, amplios ropajes y muy hermoso. Incrustado en un óvalo, es fácil ver que la parte superior se cortó para encajarla en este sitio. Tal vez procediese de alguna fachada anterior, vaya uno a saber cuál. El Cristo está serio, ricamente vestido, coronado de rey y dispuesto a juzgar. Pero aún falta algo de tiempo para hacerlo, pues en su mano tiene un libro cerrado con siete sellos (es fácil verlos y contarlos). Ningún sello se ha abierto todavía y, según el Apocalipsis, entre la apertura de uno y otro transcurrieron amplios períodos de tiempo, y son siete los que se han de abrir. El Juicio empezará tras abrir todos (“cuando el cordero abrió el séptimo sello, se hizo un gran silencio…”). A este Pantocrátor, el que comento, le falta la mano derecha. Por más que he mirado, nunca he visto algo similar a una huella en la piedra que me haga pensar que hubo mano y desapareció. Como en otras esculturas, la piedra utilizada no es de cantera local, induciendo a pensar que se trajo de fuera. Tal vez el mismo escultor la escogió lejos y la trajo. No le esculpió la mano, dejándola para más tarde, pero no tuvo ocasión de hacerla. Ni encaje le hizo para que no pareciese rota, ya se lo haría.



Bajo esta maravilla, una de las piezas más valiosas de la Catedral lucense, hay un capitel que cuelga. Se llama pingante, de pingar. En un hermoso ejemplar, también realizado con piedra de fuera, en el que se representa de modo muy somero la Santa Cena, referencia al tema eucarístico del interior de la Catedral. Entre abreviaturas, se dice que el discípulo amado reclinó su cabeza sobre el pecho del Señor durante esa cena y que, haciendo esto, vio maravillas celestiales.

Azucenas en los herrajes superiores

Las hojas de la puerta las he comentado en otra entrada de este blog. Los herrajes que comentaba en esa entrada, proceden del Siglo XIII y parece que influyeron en otros de templos próximos, como los de Vilar de Donas o de Cruz de Incio. No obstante, quiero comentar que en el tramo horizontal superior, pueden apreciarse azucenas de tamaño natural. Tal vez no se pusieron en los tramos inferiores o tal vez fueron robadas, no me atrevo a inclinarme por una o por otra posibilidad.
Escudete de la cerradura

Está bien añadir, para aumentar este cúmulo de bellezas. que el escudete de la cerradura es también bonito y su figura ha sido utilizada como logotipo de algunas convocatorias de actividades que tuvieron a la Catedral como sede.

Curiosamente, la gente pasa por esta puerta como con prisa, teniendo como meta el exterior o el interior del templo, pero no disponiendo del tiempo necesario para detenerse y gozar contemplando tanta belleza junta. Belleza que, todo hay que decirlo, debemos agradecer a anónimos precursores que tuvieron el cuidado de rescatarlas de algunos sitios de derribo y ponerlas allí, para posterior contemplación y disfrute. El nuestro, por ejemplo.
Herrajes a ras de suelo

No obstante, siempre hay un pero, los herrajes más próximos al suelo, están sufriendo una intensa y cruel destrucción debido a los orines de muchos lucenses que no tienen inconveniente en utilizar esta puerta, cuando está cerrada, como urinario público nocturno. La intensidad del deterioro nos indica que la costumbre, la mala costumbre, viene de lejos y, por lo que yo sé, tal vez es algo desconocido por la mayoría de lucenses y, por desconocido, algo que no preocupa a nadie.

Hablaba al principio de esta entrada y de que en ella es posible encontrar lo mejor y lo peor. Lo mejor es toda la maravilla procedente de otros tiempos. Lo peor, tal vez no sea el que la gente orine allí. Lo peor es que en los tiempos actuales tal agresión al patrimonio, no preocupe a sus custodios. 

Custodios de toda índole, religiosos, políticos, culturales…

martes, 12 de diciembre de 2017

Cumpleaños (3): Sobre el legado de Charles Darwin

En este año de 2009 celebramos el doscientos aniversario del nacimiento de Charles Darwin y el 150 de la publicación del “Origen de las especies” Este doble aniversario hace que por todas partes aparezcan actos y más actos de conmemoración y glosa de la efeméride.
Podríamos preguntar cuál es la importancia de la obra de Darwin, su contribución al mundo del conocimiento y, entonces, deberíamos reflexionar antes de ponernos a hablar. Pues son muchos los que lo critican, lo menosprecian e, incluso, lo maldicen sin conocer en absoluto nada de cuanto dijo. Somos así, tan sabios que podemos descalificar trabajos ajenos sin siquiera conocerlos.
He aquí nuestra constante alternativa: el corazón o la mente, la fe o la razón, los mitos o la ciencia. En estos dilemas siempre ganaron la mente, la razón y la ciencia, pero siempre después de largas y dolorosas batallas. Los impulsores del conocimiento mediante novedades que podían alterar el orden establecido, sistemáticamente fueron apartados del mundo oficial con fórmulas más o menos ruines, formando de este modo una lista de nombres malditos, conocida por todos nosotros: Galileo, Copérnico, Kepler, G. Bruno, Servet y una amplia nómina en la que también, y por derecho propio, está Darwin. ¿Que quién hizo esa lista? Los defensores de los mitos, los autonominados depositarios y defensores del conocimiento, del saber y de su docencia.


¿Qué hizo Darwin? En primer lugar, se dio cuenta de que la variabilidad de los seres vivos puede ser hereditaria, y esto abrió conceptualmente las puertas a la biología moderna. También se percató de que los individuos interactúan con su medio y, por tanto, pueden estar más o menos adaptados a él. Puesto que los seres vivos interactúan con su ambiente, sus procesos dependen de dos variables: los factores conocidos actualmente bajo el nombre de intrínsecos (propios del individuo y de sus posibilidades) y los externos, los ambientales, los extrínsecos. De acuerdo con esa relación surge el concepto de adaptación para explicar la adecuación de tales individuos a las posibilidades que les ofrece el entorno en que viven. Darwin habla de los más y de los menos adaptados. La adaptación es un valor variable y, por tanto, no a todos los individuos les irá igual en su lucha por la vida. En esa lucha resultarán beneficiados los más adaptados a su ambiente, que no tienen que ser los más fuertes como ahora dicen que dijo. Cuando esa situación de ventaja es debida a caracteres hereditarios, dice Darwin, esos individuos beneficiados en la lucha por la vida tendrán más hijos, de modo que los caracteres confieren mayor adaptación pueden aparecer con mayor frecuencia en la siguiente generación, originando, por consiguiente, una descendencia modificada. De este modo, los seres se van transformando y diversificando a lo largo del tiempo en un proceso que sigue actuando.


Estas ideas las expuso en el libro del que en este año celebramos el 150 aniversario de su primera edición. Es uno de los pocos casos que marca claramente un antes y un después en la historia del conocimiento, no solo en el terreno biológico. Por vez primera se habla en él de seres vivos en conjunto y por eso, siempre que puede, Darwin emplea ejemplos de animales y vegetales, para indicar que los procesos descritos vienen a ser los mismos en los dos reinos entonces conocidos. Al final, y de modo tímido después de hablar de herencia con modificación, sugiere el posible origen común de todos los seres vivos. Lo dice como de pasada, pero allí queda dicho. Hoy en día, gracias a pruebas moleculares, niadie discute esa posibilidad. Es curioso, pero a mi no me deja de asombrar toda la clarividencia biológica de Darwin en un momento en el que se empezaban a poner las bases científicas y conceptuales de la biología moderna. A lo largo de la obra no deja de sorprender lo acertado de sus comentarios sobre temas tan actuales como colonización, extinción, competitividad y otros. En este plan, muchos criterios y conceptos biológicos cotidianos se los debemos a Darwin.


He ahí parte de su legado. Entonces, ¿por qué entró a formar parte de la nómina de los malditos? Es sencillo de comprender: rompía un reducto de los mitos explicativos del mundo. Darwin decía que todos los seres vivos teníamos el mismo origen, ¿Dónde quedaba, entonces, la idea del hombre como supuesto Rey de la Creación? ¿E, incluso, dónde la labor creadora de Dios? Esto era algo imperdonable para aquellos que mantenían la capacidad de juzgar las obras del pensamiento. La maldición que cayó sobre Darwin perdura todavía, pues no son pocos aquellos que prefieren el mito a los hechos científicamente probados, tal vez porque esos mitos dan una seguridad que no da la ciencia. Es muy posible que aún no se hayan enterado de que entre las finalidades de la ciencia no está la de conferir seguridad.

Publicado en Xornal de noticias, de Vigo, en febrero de 2009

sábado, 9 de diciembre de 2017

POR EL CAMINO DE SANTIAGO (vii) o CEBREIRO

Con motivo de su quinto cumpleaños, el Paseante Silencioso sigue trayendo de nuevo aquí aquellas entradas que, por  un motivo o por otro, más le han gustado




POR EL CAMINO DE SANTIAGO (vii) o CEBREIRO        

 Es el lugar del Camino que más veces he visitado en Galicia.
EL SANTUARIO
Siempre me ha impresionado estar allí y me ha provocado miles de sensaciones el andar de nuevo por su calle o entrar en su Santuario. La aldea está situada sobre la cresta de una montaña que allí hace las veces de límite de Galicia. Hacia el oeste vemos valles bercianos y hacia el este, los valles son gallegos.  

    
Estamos en una zona de alta montaña con las últimas presencias espontáneas de algunas especies vegetales alpinas, como el capudre (serval de los pastores) o el acibro (acebo). Hay también abundantes bosques de diversos caducifolios, que nos regalan otoños muy coloristas.

VISTA GENERAL DEL LUGAR
El poblado se nos presenta como una sucesión, en cierto modo anárquica, de casas y pallozas (edificaciones de planta mas o menos circular, techumbre de paja y orígenes prehistóricos), muchas de ellas dedicadas a hostelería. Al final de la única calle, ligeramente empinada, encontramos una pequeña explanada, con algunas tiendas de recuerdos y, cerrando todo, el santuario y una hostería que no funciona desde hace algunos años.

PALLOZA
En cuanto al poblado, sabemos que está reconstruido sobre restos anteriores, o incluso sin restos sobre los que reedificar. El conjunto es armónico y tal vez reproduzca con cierta fidelidad al que pudo haber existido en el siglo XIII, por citar un siglo. Pero la sensación de bienestar no se puede improvisar y allí se siente, como la alegría de haber llegado tras una larga jornada de caminata. El ambiente de reposo, la serenidad que confieren los montes, el notar que se empieza a palpar la cercanía de Compostela, todo eso impregna el ánimo de los peregrinos que se mueven por la calle, que van al santuario y que, después de haber repuesto fuerzas, siguen Camino.

INTERIOR DEL SANTUARIO
En el Cebreiro, para el caminante lo más atractivo es su santuario. Es el edificio más antiguo del Camino y nadie me ha dicho si eso es en cuanto a la fábrica del edificio, o en cuanto a lugar de oración. Es un edificio sin lugar a florituras, resto de un antiguo monasterio, fundado por el conde de Aurillac, que disponía de hostelería y hospital anexos para atender a los peregrinos. La leyenda dice que en días adversos, los monjes hacían sonar las campanas para que orientasen a quienes andaban por los caminos. 
El templo, con restos prerrománicos, tiene tres naves amplias, y tres ábsides cuadradas con ventanales pequeños, tal vez debido a los rigores del invierno. Todo recio, no hay lugar para lo estilizado ni lo airoso y sin embargo, en el interior se define un ambiente de profunda quietud y sosiego. Parece hacerse realidad el tópico de estar en otro mundo, pero aquí casi es cierto. En el altar mayor hay un cristo gótico, aunque en lo que a tallas se refiere, la joya es la imagen románica de la Virgen, del siglo XII, que aún los del lugar la sacan en procesión en el día de su fiesta, el 12 de septiembre.

CON MANTO, PARA SALIR DE PROCESIÓN
La leyenda, siempre ella, nos habla del milagro que conmovió a Europa entera en aquellos tiempos oscuros, cuando había dragones que encerraban princesas y culebras habladoras. Cuenta que al cura de O Cebreiro, hombre de poca fe, le resultaba increíble que un lugareño, de nombre Juan Santín, de Barxamaior, subiese al santuario a escuchar misa, solo por ver hacer unas cosas con un trozo de pan y un poco de vino. Lo volvió a pensar un día de fuerte nevada, con el aldeano como único asistente, cuando la hostia se puso de color rojo y se transformó en un trozo de carne, mientras que el vino se transformaba en sangre. Se dice que el oficiante cayó muerto al momento (las leyendas pueden ser así de crueles). En una urna blindada están las ampollas que guardan los restos de la sangre, además del cáliz de plata y una patena, también de plata, ambos del siglo XII.

URNA BLINDADA CON LAS RELIQUIAS

 La leyenda corrió por toda Europa, para eso era, y dicen que Wagner se inspiró en ella para componer Parsifal. Los Reyes Católicos pasaron por el santuario, camino de Compostela y regalaron las ampollas para guardar en ellas los restos de la sangre.
Frente al altar del milagro, hay un reclinatorio con libros de oraciones escritos en muchos de los idiomas más frecuentes entre los peregrinos. Los libros muestran señales de ser muy utilizados. También a los pies de la imagen de la Virgen hay múltiples velas encendidas que nos hablan de devociones y devotos. Esas velas no me gustan mucho, pues generan un aire ascendente cálido, que no creo que sean muy convenientes para la conservación de una talla de madera del siglo XII.

TEMPORADA DE PEREGRINOS
Hoy, O Cebreiro guarda esos tesoros religiosos con devoción. Pero por encima de todo, es una comunidad pujante de vecinos, que atienden a los peregrinos con todas las cualidades (y vicios) que ya el Códice Calixtino atribuía a los mesoneros en lo que al trato a los peregrinos se refiere. Pero el  lugar es tan hermoso, es tan posible el recogimiento entre tanta grandiosidad, que yo, la verdad, me siento privilegiado por vivir cerca de este sitio y poder volver a él con frecuencia. Casi siempre que quiero.
VALLES GALLEGOS
VALLES BERCIANOS



miércoles, 6 de diciembre de 2017

Cumpleaños. Un Mitreo en Lucus Augusti, culto secreto en Lugo

El Paseante Silencioso cumple cinco años en estos días. Los lectores habéis tenido mucho que ver en esto dando ánimos de modo constante, por eso si hay mérito en este cumpleaños no es del blog, es de sus lectores. Para celebrar este aniversario, publicaré unas entradas antiguas  a las que tengo especial cariño. 

Gracias a todos por vuestro constante apoyo en estos cinco años.


sábado, 17 de agosto de 2013

 

UN MITREO EN LUCUS AUGUSTI, CULTO SECRETO EN LUGO



MITRA

Cada cierto tiempo tenemos una noticia grata en Lugo. Noticia referida al conocimiento que vamos adquiriendo acerca de nuestra ciudad pues, hasta hace poco, ese conocimiento era muy escaso, cuando no erróneo.

Hace un tiempo, y con motivos de unas obras de restauración en la zona monumental, aparecieron los restos de una domus romana y poco a poco fueron filtrándose noticias sobre ellos a la vez que íbamos conociendo el progreso de las obras de acondicionamiento y los informes que los mismos hallazgos daban acerca de nuestra ciudad y su historia.

Al poco tuvimos la sorpresa, pues entre los hallazgos !había un templo dedicado a Mitra, (un mitreo)¡

Las obras fueron de mayor envergadura que la inicialmente prevista y se modificó el volumen construido, lo cual generó las polémicas ciudadanas que son de prever. Creo que lo encontrado, lo que nos dice de nosotros mismos y el acceso que tenemos a verlo, bien valen el sacrificio, supuesto, del incremento de algunos metros cúbicos de construcción.

 
Patio de la domus. Columnas y losas. El paredón
del fondo es parte de la muralla
He estado visitando los restos, ya preparados para ser visitados. Éramos bastantes quienes allí estábamos, aunque no vi lucenses, (muchos de ellos ya lo saben todo de modo infuso). Las obras descubiertas nos dejan ver una casa de gran envergadura, varias plantas y un lujo que hace pensar en un propietario de clase social elevada, tal vez un militar de la Legio VII. Podemos pasear por diferentes niveles de la domus, contemplar sus pinturas, ver el pórtico con columnas y su patio con suelo de losas rectangulares. Todo eso acompañado e ilustrado con muy buena explicación, pantallas táctiles, un vídeo general y vitrinas en las que se exponen objetos hallados en las obras. Se estudia la posibilidad de un museo para albergar la totalidad de los hallazgos.

El mitreo. El ara votiva
Y, por encima de todo, el templo privado de Mitra erigido en el siglo III d.C. y mantenido en el siguiente. Hay un ara votiva en la que se puede leer fácilmente que está dedicada al dios "nunca-conquistado" Mitra, por su fiel, devoto y leal C. Victorius Victorinus, centurión de la Legión VII Gémina Antoniana. Posiblemente el propietario de la domus.

Mitra... el dios persa representado como un joven que da muerte a un toro abatido en el suelo. Tiene una historia que nos puede resultar conocida, o evocar alguna otra: Nació en la noche más larga del año, en el solsticio de invierno, hoy 25 de diciembre. Su madre era una virgen y su padre un dios. Nació en una cueva de pastores y fueron pastores los primeros en adorarle. Fue comparado con un pastor cuidadoso de sus ovejas.

Ciertamente, en la vida de Mitra hay muchos paralelismos con la de Jesucristo. Mitra era considerado el dios de la luz, y San Juan en su evangelio insiste en homologar a Jesucristo con la luz (Jn 1:9). El mismo Jesucristo dice de sí mismo: "Yo soy la luz" (Jn 8:12).

Lo cierto es que el culto a Mitra, culto jerarquizado y con reglas internas muy estrictas, estuvo prohibido en el Imperio Romano y no fue hasta que el cristianismo adquirió el rango de religión oficial del Imperio, cuando el culto a Mitra dejó de ser perseguido. Aunque ya no tuvo tanta importancia ni significado entre la gente del Imperio.


Otra vista del ara.
Tras ella, una imagen de Mitra (Reciente)
Es curioso, me entero en mi visita que el culto a Mitra anduvo muy de la mano de los ejércitos. Eran militares de cierto rango quienes lo extendían entre las legiones imperiales. No son raras las casas, hoy consideradas como pertenecientes a militares, que poseen mitreos. Junto a ésta, de Lugo, se conoce otras en Astorga, Mérida, Tarragona o Cabra, por decir unas cuantas de la Península Ibérica. Yo pienso que, siglos más tarde, la masonería también anduvo muy de la mano de militares y tampoco me extraña tanto. Ambas instituciones son de rígidas reglas y estructuras jerarquizadas y envueltas en aires secretos. Tal vez a un militar, acostumbrado a sus específicas formas de vida, no deberían extrañarle algunas costumbres y modos ni de la masonería, ni del culto a Mitra. También es cierto que, si estaba acostumbrado a esos rígidos modos, debería gozar de un buen rango dentro de la estructura de que formaba parte. En esta reflexión conviene tener en cuenta que los militares eran gente de bastante movilidad dentro de un área, pero con destinos más o menos duraderos. Es decir, personas adecuadas para servir de soporte a la posible difusión de grupos secretos.

Me gustó encontrarme con estos datos, que me dieron qué pensar. Las religiones, los cultos, siempre anduvieron de unas zonas a otras, a veces llevadas por los mismos, aunque con diferentes vestimentas o uniformes, según las épocas de que se tratase.

Pero volvamos al motivo de mi visita, los hallazgos de la domus. Con el tiempo se construyó la muralla y se expropiaron terrenos de la casa, lo cual llevó consigo su decadencia. Con ella, la propiedad pasó a otras manos, el mitreo se destruyó y todo se transformó en una escombrera. Así ha llegado hasta hoy.

Por mi parte, doy las gracias a quienes, a lo largo de muchos siglos, han tomado las decisiones acertadas que han permitido que hoy disfrutemos de esta joya.



+ + +

NOTA: En navidad de 2002 pronuncié el pregón inaugural del Belén electrónico de Begonte, publicado en este blog con fecha 18-12-12 y localizable en este enlace. En su inicio esbozo un paralelismo entre el significado de Mitra y el de Jesucristo.



viernes, 1 de diciembre de 2017

La luz, divino regalo

Según la Biblia, el primer día, Dios creó la luz. En algunos pasajes del evangelio de San Juan, se relaciona a Jesucristo con la luz. Siempre la luz ha tenido significado divino para las diversas culturas. Así hasta hoy.

Catedral de Santiago de Compostela
Alguien me dice que el rayo presente en una foto mía, publicada aquí, le evoca la divinidad. La verdad es que lamento tal evocación, pues un fenómeno natural, perfectamente predecible, y de periodicidad conocida, no debería evocar nada divino, que suele ser sinónimo de inusual, extraordinario, A los hombres de ciencia no les gusta la idea de un Dios contraviniendo las leyes naturales. “Dios no juega a los dados”, dijo Einstein cuando, admitiendo su existencia, rehusaba la idea de que rompiese las leyes naturales, impuestas por Él mismo, dando paso al azar. Otra cosa es nuestra manía de atribuir al azar aquellos fenómenos cuyas verdaderas causas desconocemos. 

Esto de Dios y las leyes que rigen la naturaleza ha sido objeto de muchas y profundas reflexiones por parte de filósofos y científicos. A la gente de la calle nunca le importó nada, si bien algunas veces persiguió de manera cruenta a quienes, se decía, alteraban el orden establecido diciendo que tal orden era falso y que había otro más certero. También conviene decidir qué entendemos por “orden establecido”, claro, pues el favor popular es algo de lo que conviene dudar.

Hablando de Dios, su Creación y sus leyes, Descartes dijo que al día siguiente de haber creado el Universo, Dios emitió las leyes por las que se regiría, dejó todo funcionando de modo exacto, y se dedicó a otras cosas. A nosotros, decía Descartes, nos corresponde estudiar el modo en que las cosas funcionan y, al hacerlo, estamos estudiando a Dios a través de sus obras. A esto se llamó teología natural desde los tiempos de los Padres de la Iglesia.

El concepto de milagro, como alteración del orden establecido, nunca entró en las ideas de filósofos ni científicos. Jamás se rehusó exponer las propias ideas acerca de la divinidad y todos ellos, hasta el siglo XVIII, indicaron en sus obras sus respectivas ideas de Dios y de su incidencia en el mundo. A partir del siglo XIX, las creencias de los escritores pasan a ser algo personal, privado de cada uno. Por tanto, ya no se exponen en las obras científicas ni filosóficas, ni se pueden deducir a partir de ellas. 

Catedral de Lugo

De todos modos, eso de relacionar la divinidad con manifestaciones inesperadas o de bajísima frecuencia, ha sido una costumbre muy recurrente en la historia de nuestro pensamiento, desde las religiones más antiguas conocidas. Los primeros que se alzaron contra tal manera de pensar, fueron los filósofos jónicos que, ya en el siglo V a.C, dijeron que los fenómenos naturales se tenían que explicar mediante causas naturales, que era preciso encontrar mediante el estudio. Como corroboración de lo que decían, predijeron un eclipse solar y acertaron.

Tierras del Deza

No siempre los diferentes descubrimientos fueron objeto de alabanza. Muchos sabios sufrieron persecuciones de diversa índole. No voy a citar ningún nombre, pues no es ésta mi intención ahora. Pero no fueron pocas las veces en que se creyó que el avance científico atentaba contra la religión.

Es curiosa la dualidad, entre ciencia y creencia (a veces en forma de religión) y sus antagonismos. Las religiones, todas, tienden a tranquilizar a sus seguidores, relatándoles mitos que agradan y que contribuyen a hacer más llevaderas sus vidas. La ciencia se preocupa por explicar el entorno y lo que ocurre, sirviéndose de los conocimientos disponibles en cada momento histórico. Nunca la ciencia busca la tranquilidad ni la felicidad de sus seguidores, eso es cosa de cada cual y de su modo de acomodarse a la realidad. La ciencia, simplemente, ofrece interpretaciones pretendidamente fieles y, siempre, en constante revisión lógica, pues nuevos descubrimientos obligan a replantearse los conocimientos previos.

Hay cosas que las tenemos bien sabidas, y así en invierno el sol está bajo en nuestro horizonte europeo. El rayo de la foto lo vemos gracias al llamado efecto Tyndall, que es el fenómeno físico que hace que las partículas coloidales presentes en una disolución o en un gas, sean visibles al dispersar la luz. Eso es lo que ocurre cuando ese rayo de sol atraviesa el interior de las catedrales. Si bien sólo entra en ellas en días del solsticio de invierno, cuando está bajo sobre el horizonte. Si vemos el rayo es porque hay polvo en suspensión, o humo en el aire de las catedrales y no creo que, en esto, tengan que mediar divinidades. De hecho, es un fenómeno predecible para esos días con la única condición de que no haya nubes y, por tanto, luzca el sol.

Presento fotos de rayos de sol penetrando en las Catedrales de Lugo y Santiago. No hice más fotos de ese tipo, pues tampoco voy fotografiando rayos de sol que atraviesen cristales sin romperlos ni mancharlos.

Nubes en la Chaira lucense

Si a pesar de saber sus causas físicas, uno se siente sobrecogido por la belleza o por cualquier otra causa personal, es algo muy respetable por mi parte, faltaría más. Sentirse emocionado ante algo bello, es una suerte que conviene cultivar, pues produce muchas sensaciones felices.