viernes, 21 de abril de 2017

Lo misterioso

El Diccionario de la Real Academia Española, nos dice que la ciencia es un: “Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente.”

Yo me pregunto qué espíritu mueve a la Ciencia y a sus profesionales, los científicos. Desde el siglo V a.C., los filósofos jónicos, desafiando a sus sacerdotes, dijeron que los fenómenos naturales se podrían explicar mediante causas también naturales. Hoy llamamos Ciencia al afán de encontrar esas causas y guardarlas como un patrimonio de todos. En este blog, la he definido varias veces como un intento de explicar el entorno, utilizando para ese empeño los diferentes recursos de que disponemos.

Es curioso, para los señores de la Academia, la Ciencia es algo ya hecho. Otros, sin embargo, la consideramos en constante formación. Por eso, la definición que nos aporta el Diccionario la completamos con esta idea “utilizando para hacerlo los diferentes recursos de que disponemos”.


Alguien puede preguntar que, si acaso aparecen nuevas técnicas de estudio, ¿qué ocurre con los supuestos conocimientos previos? Pues simplemente, se comprueban a la luz de esas nuevas técnicas. Pueden ocurrir dos cosas, o bien las técnicas rechazan los anteriores teorías, como ocurrió con los resultados obtenidos por Hubby y Lewontin y que he comentado, con lo cual hay que replantearse muchas hipótesis, o bien esas nuevas técnicas confirman lo anteriormente supuesto que, de este modo, va robusteciendo su veracidad.

PIEDRAS BEZOAR
Así, poco a poco, la Ciencia avanza y explica así como ayuda a predecir. En cuanto sabemos las variables que rigen un fenómeno, podemos estudiarlas y, cuando se dan esas condiciones que conocemos, podemos predecir. Desde enfermedades a tormentas. Cuando estamos ante procesos desconocidos, no hay modo de predecir. ¿O sí?

Es cuando entra en juego el misterio, lo misterioso y múltiples variables que vienen de lejos en el tiempo. Muchas de ellas están superadas, como la piedra bezoar, el flogisto o el vitalismo. Ideas que tuvieron una fuerte incidencia en el mundo científico y hoy son puro, y respetado, recuerdo. Otras, como los horóscopos o el tarot inciden en la vida de las personas en tanto seres particulares. Aunque respeto esas opciones, no las creo en absoluto. Recuerdo a un muchacho que me explicaba su incompatibilidad con una chica debido a sus diferentes signos zodiacales. Vaya, qué desgracia.

ES POSIBLE PREDECIR LA OCURRENCIA DE
TORMENTAS
Algunas cosas son ciertas y tienen su fundamento. Los niños nacidos en abril y mayo, suelen ser fuertes. Lo dice su horóscopo. Claro, a los pocos días de edad ya están respirando aire libre y recibiendo el efecto del sol. Por la contra, los nacidos en noviembre o diciembre, pasan sus primeros meses con estufas, cuando las tienen,  y sin ver el sol, haciendo que sean niños enfermizos o no muy fuertes, como suele decir su horóscopo.

No sé mucho de esto, pero hay algo que me duele y quiero comentar. La gran cantidad de personas que reniegan de la Ciencia y se acogen a los misterios, ya superados, del pasado. Parece como que esas muletillas conceptuales les ofrecen una seguridad que les niega la ciencia.

Vuelvo a lo de otras veces. ¿Desde cuándo la ciencia ofrece seguridad? Pidámosle veracidad, métodos de cálculo, procedimientos para conocer, pero nunca le podremos pedir seguridad, pues es algo que no es posible que nos ofrezca. En todo caso, nos ofrecerá una probabilidad de que ocurra un hecho concreto: una curación, una cosecha, un vendaval. Pero, el hecho de que haya quienes prefieren “lo misterioso” es algo que siempre me ha llamado la atención. No dudo de que muchas personas acuden a la Ciencia como a un refugio, buscando en ella seguridad y resguardo, y no es eso.

Hay muchos fenómenos que atribuimos al azar. Para mí, hacer eso es un modo falsamente elegante de asumir que desconocemos sus causas. Hay fenómenos que hasta hace poco fueron atribuidos al azar, y hoy conocemos su naturaleza, sus variables, y podemos predecir su ocurrencia. Espero que sigamos acorralando al azar en casos similares, conforme vayamos conociendo las causas de los fenómenos.

Pero hay quienes prefieren ver lo misterioso en todo. Las grandes magnitudes les resultan increíbles, como los millones de años, así como las pequeñas, como las millonésimas de milímetro. A mí, personalmente, tal vez por mi tipo de estudio, los millones de años son cantidades a los que estoy conceptualmente acostumbrado y tres millones me parece un lapso corto de tiempo. En ese plan, a lo que no me acostumbro, es a las cantidades infinitesimales, tanto en el tiempo como en las dimensiones, aunque sé que esas cantidades nos miden distancias de estructuras celulares o moleculares, o nos informan acerca de velocidades de reacciones biológicas. Lo admito, lo respeto, no lo comprendo, pero lo creo.

¿TRAE MALA SUERTE ESTE POBRE?
No entiendo que haya personas que, al no entender algo, y por eso mismo, lo rechacen plenamente. Como resultado de su rechazo, suplantan la información por “el misterio” y quedan tan conformes. No lo sé, pero lo mismo que la Ciencia no está para darnos tranquilidad, sí creo que una de sus funciones es imbuirnos de humildad al indicarnos cuál es nuestro sitio en el mundo, en el Universo.

jueves, 6 de abril de 2017

Mil peregrinos, mil motivos

En el Evangelio de San Juan, (20: 18) Jesús dice a Pedro: “Cuando eras joven, tú te ceñías e ibas a donde querías; cuando envejezcas, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”.


BUEN CAMINO...

No tengo duda de que se trata de un programa vital, resumido, de cualquier persona, pues frente a la libertad que representa la juventud, “te ceñías e ibas a donde querías”, Jesús contrapone la rigidez de la vida adulta, “otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras”. Indudablemente, es una interpretación mía del texto y hay muchas más, posiblemente más ortodoxas.


HA VALIDO LA PENA

Esa libertad de decidir por parte de los jóvenes se mantiene dos mil años después de haber sido escrito ese Evangelio. Lo veo en mí mismo, cuando comparo las vacaciones que programaba en mis tiempos de estudiante, que para cumplirlas habría necesitado veranos de medio año de duración, con lo que preveo hacer ahora durante el mes de agosto. Ya he hablado de eso


Para viajar conviene estar sano. He visto que muchos aficionados a trotar por esos mundos, han perdido su empeño cuando les han puesto regímenes alimenticios concretos. El quitarles un tipo de comida ya es un motivo para no viajar (“vete a saber con qué aceite cocinan…”). 

TAMBIÉN HA VALIDO LA PENA
Todas estas consideraciones las tengo presentes cuando veo a los peregrinos que pueblan el Camino, que cada vez encuentro mas jóvenes conforme pasan los años. (Realmente, siempre tienen la misma edad, soy yo quien va sumando). 

Junto a caminantes mayores, hay una mayor proporción de jóvenes que van haciendo su Camino y sólo coinciden en los albergues. Cada uno tiene sus ritmos propios de caminar, sus modos de comer y descansar. Eso no quita que entre los grupos haya solidaridad no programada y un buen tener cuidado unos de otros. Recuerdo, hace años, que mis sobrinos pasaban por Palas de Rei y fuimos a verles desde Lugo. Aquel día hubo una tormenta tremenda en el Norte Peninsular (fue el día del desastre en el camping de Biescas). En el albergue, unas personas mayores comentaban que “los chicos de Sevilla también habían llegado…” Mis familiares no habían notado que había quienes se preocupaban por ellos, pero el Camino es así.

HAY QUIEN VIENE EN SOLEDAD

A veces, siempre lo digo, cuando veo grupos heterogéneos de peregrinos. me pregunto que cuáles habrán sido sus respectivos motivos para caminar. Cada uno tiene el suyo propio, válido para quien camina por su impulso. Los jóvenes a su aire, los mayores de modo más reposado, pero todos con su particular motivo que, al llegar a Compostela, demostrará haber sido válido. Y cuánto respeto me inspiran quienes, después de un duro Camino, no saben decir qué les motivó a caminar, como quienes llegaron a Santiago hace días, cuando teníamos vientos de mas de 150 km/h y lluvias que superaban los 100 l/m2 pero que, en vez de cobijarse donde fuese, siguieron caminando porque había que llegar. 

SIEMPRE ACOGEDORA
Todos quieren ver al Apóstol en el Pórtico de la Gloria, no sé lo que sentirán. Tampoco se lo he preguntado a ninguno, pues eso entra en el terreno de lo personal e inefable. 

Pero sí, el Camino, el de ir a pie y mortificado, se ciñe al perfil del joven que va donde quiere. El caminante mayor, en más de una ocasión puede que más de una vez haya tenido la tentación de abandonar ("quién me habrá mandado venir"... "esto no es para mí"...). Si llega a Compostela es porque venció la tentación de abandonar y también abrigará sentimientos especiales al contemplar la fachada del Obradoiro o adentrarse por las naves de la catedral compostelana.

EL FINAL YA SE VE
Sentimientos diferentes para una misma sensación sensación en todos. Ha valido la pena. 

Para cada uno de los que llegan, se ha cumplido el saludo de “Buen Camino…

viernes, 31 de marzo de 2017

La acción del ambiente en la herencia de humanos

Para los especialistas de la genética, siempre es una tarea pendiente explicar con detalle la relación genotipo-ambiente. Desde hace tiempo, se está de acuerdo en que el genotipo determina unas condiciones fenotípicas de respuesta ante un amplio abanico de condiciones ambientales. Esta variedad de respuestas es lo que se conoce como "norma de reacción" del genotipo de la que he hablado hace poco. Muchas de las características consideradas como específicas del ser humano parecen tener este tipo de comportamiento en que los valores ambientales modulan las respuestas fenotípicas.


Actualmente son diversas las técnicas de estudio de estas relaciones y existen publicaciones especializadas en estos temas. No obstante, este tipo de estudio no es exclusivo de biólogos, más bien lo realizan sociólogos, sicólogos, pedagogos y otros estudiosos del comportamiento humano. Muchos se realizan teniendo como base a hermanos gemelos, mono o bivitelinos, criados en el mismo o en diferentes ambientes. Los gemelos monovitelinos tienen el mismo genotipo. En estos casos, las diferencias fenotípicas que se puedan encontrar en ellos, serán atribuibles a las diferencias ambientales, y es lo mismo que hayan sido criados juntos o separados. Por otra parte, los gemelos bivitelinos tienen en común el nacimiento y el ambiente en que crecen. Las diferencias que se poden encontrar en ellos serán fundamentalmente genotípicas.



UN MISMO GENOTIPO

En caracteres muy específicos, cualidades innatas tocantes a la conformación del complejo que conocemos como "personalidad", tales como estabilidad emocional, amigabilidad, responsabilidad, apertura a nuevas experiencias o introversión, se encuentran datos muy avalados, tanto por los tamaños de las muestras como por los métodos de estudio, que nos hacen pensar en un fuerte componente hereditario con toda la complejidad consiguiente. Pero las diferencias encontradas tanto en gemelos monovitelinos criados juntos (hermanos con el mismo genotipo y desarrollados en el mismo ambiente) como en gemelos monovitelinos criados separados (con el mismo genotipo pero criados en diferentes ambientes), proporcionan una base sólida a la idea de que el resultado final de una personalidad es producto del esfuerzo intelectual del mismo individuo, tal vez como consecuencia de razonar los estímulos recibidos.


DEMUESTRA QUE LA CONDUCTA POSEE
BASE GENÉTICA 

No viene mal recordar aquí que la herencia de caracteres conductuales ya fue conocida desde muy antiguo gracias a datos obtenidos con animales domésticos seleccionados de manera eficaz por su comportamiento: pensemos en las diversas razas de perros y toros bravos. En estos casos no es preciso comentar cómo una selección en búsqueda de un comportamiento concreto dio el resultado pretendido, lo cual nos permite decir que ese comportamiento tiene base genética, es decir, que hay genes responsables de esas conductas. Conviene no olvidarnos que esos animales son mamíferos igual que nosotros, pero que, a diferencia nuestra, nunca cuestionan su propio comportamiento.

DOS MODOS DE HERENCIA EN HUMANOS

Por otra parte, conviene que seamos sumamente prudentes al hablar de herencia en el hombre, ya que puede ser biológica, que tiene su base en los genes, siendo estudiada por los biólogos, y cultural, que se transmite mediante la educación y es estudiada por los profesionales de las ciencias llamadas sociales. Es preciso tener presente que en el hombre, al tener capacidad de aprendizaje, de incrementar sus conocimientos y, también, de transmitir todo ese caudal de información a las sucesivas generaciones, a veces resulta difícil discernir qué características son genéticas, es decir hereditarias en sentido biológico, y cuáles son transmitidas culturalmente en las casas, en las escuelas y en muchos otros lugares en los que se realiza el traspaso de información de una generación a la siguiente. No somos la única especie con capacidad de aprender, pues muchos cachorros aprenden de sus padres las técnicas de caza y muchos polluelos aprenden a hacer sus nidos. También en insectos existen mecanismos especiales para transmitir información sobre temas concretos. Pero en esos casos cada generación aprende lo mismo. Nosotros somos la única especie que en cada generación incrementa sus conocimientos de manera que éstos pasan a formar parte del fondo cultural que tienen que aprender los hijos. En este sentido, todos sabemos cómo cada vez es mayor la cantidad de conocimientos que se transmiten mediante los diversos planes de estudio a los muchachos.


EN EL FONDO, LA VARIABILIDAD DE CONDUCTAS RESIDE EN VARIABILIDAD MOLECULAR 

Pensar, en este plan, que nuestros actos están determinados por alguien externo a nosotros, resulta ajeno al pensamiento científico actual, pues no se dispone de un modo de estudio riguroso para utilizarlo con eficacia. Pero merece ser considerado con respeto por ser exponente de culturas pasadas. La ciencia ha demostrado con rigor que nacemos propensos a determinados comportamientos: coléricos, envidiosos, cobardes o temerarios. De acuerdo, pero una buena educación, como indican los resultados obtenidos por las ciencias sociales, permitirá que, en la medida de lo posible, cada persona module suas tendencias e llegue a ser dueño de sus actos y, por tanto, responsable de ellos.






viernes, 24 de marzo de 2017

Genes dominantes

Una vez escuché a un alumno decir que él era “como un gen dominante”. Por la manera con que lo decía, pensé que aún tenía mucho que aprender. Claro que, en último caso, para eso estaba en la Facultad de Biología y yo estaba encargado de hacerle  comprender la fatuidad de su comentario.


Porque, vamos a ver, ¿qué quiere decir “dominante”? Este concepto se lo debemos a Mendel. Antes de él, ya se habían realizado cruzamientos experimentales con animales y plantas, pero habían estado mal planteados y, por tanto, no habían aportado información ninguna. Mendel siguió un protocolo muy cuidado en sus cruzamientos, utilizando líneas puras con alternativas morfológicas bien definidas, y vio que en la primera generación filial, a la que llamó F1, uno de los dos caracteres paternos parecía desaparecer, pues los miembros de esa generación mostraban de modo uniforme el rasgo de un solo progenitor. Hasta aquí habían llegado los experimentos anteriores de cruzamientos, pero Mendel siguió con los individuos de la F1, dejando que se cruzasen entre ellos. En su descendencia reaparecieron individuos con el carácter desaparecido en la generación anterior. Es decir, el “factor hereditario” determinante de este carácter, estaba presente en los individuos de la F1, si bien no se mostraba. Los individuos de la F1 habían recibidos un “carácter hereditario” de cada uno de sus progenitores, aunque sólo mostraban el efecto de uno de ellos. Al factor que se mostraba, Mendel llamó dominante y, de modo similar, al oculto llamó recesivo. No había daño ni efecto negativo de algún tipo por parte del factor dominante hacia el recesivo. Simplemente, lo enmascaraba cuando estaban juntos.

Tal vez el término dominante haya dado lugar a un error conceptual en personas sin muchos conocimientos de genética, de tal modo que equiparan “dominante” con “ideal”. Pero conviene aclarar alguna cosa. En primer lugar, no existen genes dominantes. Los genes, formados por ácido nucleido, son los responsables de regular funciones concretas, mediante los enzimas de cuya síntesis son responsables. A mediados del siglo XX se acuñó el aforismo.”un gen-un enzima”, que posteriormente se modificó por “un gen-un polipéptido” debido a que hay enzimas formados por más de una cadena peptídica.

POLIDACTILIA EN HUMANOS
DEBIDA A UN ALELO DOMINANTE

Pero que un gen sea responsable de regular una función, por ejemplo color de pelo en conejos o grupo sanguíneo en humanos, no quiere decir que siempre se regule del mismo modo. Lo mismo que hay diversos grupos sanguíneos humanos (A, B, AB, 0), existen diversos tipos de colores de capa en conejos: gris, negro, chinchilla, canela, Himalaya, albino y algunos más. Los responsables de estas alternativas funcionales se llaman alelos. Si un individuo tiene los dos alelos iguales, decimos que es homocigoto. Si los tiene diferentes, es heterocigoto.

Y cuando es heterocigoto, ¿cuál es el aspecto del individuo, cuál es su fenotipo? Es ahí donde entra en juego el concepto de dominante y recesivo, pues puede ser que se manifieste un alelo y el otro quede enmascarado, llamando dominante al que se manifiesta, o bien que se manifiesten ambos alelos, como es el caso de nuestro grupo sanguíneo AB, cuyos individuos son heterocigotos para los alelos que determinan el grupo A y el grupo B. En este caso, puesto que en el heterocigoto se manifiestan los dos, ambos cumplen la definición de dominante y decimos de ellos que son codominantes.

Muchos piensan que los alelos dominantes son los mejores. Bueno, no tanto. Hay un mutante dominante en el hombre, llamado sindactilia, que provoca que los dedos estén unidos entre ellos y es un alelo dominante. También es dominante el alelo que determina la polidactilia, que determina que haya más de 20 dedos en un individuo. Supongo que a nadie le apetece tener estos dominantes.

LOS FENOTIPOS SALVAJES SUELEN ESTAR DETERMINADOS
POR ALELOS DOMINANTES

Una cosa es alelo dominante y otra, diferente, alelo favorecido por la selección natural. En otro lugar he dicho que los alelos que determinan los fenotipos salvajes y silvestres son dominantes, pues confieren a sus poseedores el aspecto favorecido por la selección natural. Color, época de floración, olor, etc. Todos estos fenotipos están muy fijados, si bien existen muchos recesivos que pueden provocar un cambio de morfología si acaso ocurren cambios ambientales. Es lo que llamamos “variabilidad encubierta”. Pero la aparición de un alelo dominante en circunstancias actuales, modificaría el aspecto de su poseedor y tal vez la selección natural lo eliminase en una sola generación. Muchas veces, a los mutantes que modifican la morfología de los individuos, se les ha considerado como curiosidades de laboratorio, pues en la naturaleza no habrían sobrevivido. Sobreviven gracias a cuidados en jardines o granjas.

La dominancia (y la recesividad) la debemos entender a nivel bioquímico. He dicho antes que la acción primera de un gen es regir la síntesis de un polipéptido con función enzimática. Esa enzima actuará sobre un substrato llevando a cabo una acción concreta.

En homocigosis hay un solo enzima en la célula, pues son iguales los dos alelos, pero en heterocigosis hay dos enzimas diferentes, cada uno de ellos regido por cada uno de los dos diferentes alelos del gen presentes en la célula, y los dos enzimas deben actuar sobre el mismo substrato para llevar a cabo una reacción diferente. ¿Qué alelo será el dominante? El que consiga llevar a cabo la reacción en el sentido que él determina.

FLOR BLANCA POR AUSENCIA DE PIGMENTO
ACCIÓN DE ALELOS RECESIVOS

Por ejemplo, un alelo puede ser recesivo por no formar enzima. Decimos de él que es un mutante mudo. Es el caso de ausencia de pigmentos y flores blancas o pelaje blanco debido a de la luz al atravesar membranas vacías. En casos en que ambos alelos rigen la síntesis de un enzima, en la célula heterocigótica están presentes las dos enzimas. Aparece una competencia entre ellas para realizar la reacción en la dirección determinada por cada una. Diversos factores bioquímicos influyen en cómo se realice la reacción, pero el alelo dominante es el responsable del enzima que la controla.

Muchos biólogos no creen en la dominancia ni, consecuentemente, en la recesividad. Muchos alelos que a simple vista se comportan como dominantes, con otros métodos de análisis son claramente codominantes. A fin de cuentas, en un gen concreto que está en heterocigosis, hay dos alelos diferentes y ambos están trabajando. Ninguno anula al otro.

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viernes, 17 de marzo de 2017

Vieiras, vieiras

Eran otros tiempos y convenía que hubiese leyendas como medio de atraer gente hasta esta esquina del mundo. Leyendas que hablasen de cánticos celestiales, dragones con princesas presas o emperadores recibiendo en sueños peticiones de auxilios. Leyendas que, fieles a sí mismas, envolviesen todo en un halo de misterio imposible de desvelar.

Leyendas que eran creídas, nunca cuestionadas. Los cánticos los escuchó Pelayo, monje de San Fiz de Salovio quien, relacionando esas voces con las estrellas que había visto caer días antes, (tal vez Perseidas en agosto), se puso a excavar y encontró nada menos que un sepulcro con tres esqueletos antiguos. Avisó al rey, Alfonso II, y al obispo Teodomiro, quienes vinieron desde Oviedo e Iria Flavia y atestiguaron que “por las señas que presentaban” no había duda de que se trataba de los restos del Apóstol Santiago y dos Varones Apostólicos. Era el año 810 y empezó todo, o casi.


EL APOSTOL SANTIAGO PIDE AYUDA A CARLOMAGNO

Los dragones con princesas prisioneras tuvieron menos suerte. Un muchacho llamado Jorge lo mató, quienes lo vieron dicen que en feroz contienda. Por eso, Jorge fue canonizado como santo y hoy es el patrón de varios países mediterráneos. De la princesa no sabemos nada, ni siquiera el nombre, lo cual no deja de ser una manifestación de machismo temprano.
Las leyendas siguieron, era preciso afianzar el milagro. Hubo quienes vieron al Apóstol cabalgando y luchando contra los infieles en una batalla de dudosa existencia. Hizo milagros, pero no muy sonados. Aunque el más sonado es ese reguero de gente que, desde entonces, desde un lejano entonces, no cesa de venir a postrarse ante los restos atribuidos al Santo. Y, curiosamente, muchas cosas atribuidas a leyenda e invención, con el tiempo han ido consolidándose como verídicas pruebas documentales, como ha sido el caso de la existencia de Teodomiro, de quien no existía ni un solo documento, pero en la excavaciones de la catedral de Santiago apareció su sepulcro con un epitafio en el que, perfectamente legible, aparece su nombre y su cargo: “Theodomirus, episcopus iriensis…”

EN LA BATALLA DE CLAVIJO
Lo que sí creo que es una invención de un tercero es el sueño de Carlomagno en el que se le aparece el Apóstol y le pide que venga a liberar su sepulcro. En el cielo le deja señalado el camino para llegar a él. Hoy a la Vía Láctea, también le llamamos Camino de Santiago, pero si sabemos de ese sueño es porque el Emperador lo tuvo que contar, y no me lo imagino como alguien que anda contando sus sueños, digo yo.

LA QUE MÁS ME GUSTA

A veces, cuando voy a la Catedral, bajo hasta el Sepulcro del Apóstol y no dejo de emocionarme una vez más al pensar en cuánta historia mezclada con fantasía se entrecruzan para llegar a donde estamos hoy. Sí, ya sé que hay datos tan fehacientes a favor de otras presencias en esa tumba. ¿Y qué? Lo importante, para mí ha sido la tremenda influencia que ha tenido el camino en la configuración de esto que hoy conocemos como Europa.

LA HE DESCUBIERTO HACE UNOS DIAS

Lenguas, tradiciones, estilos artísticos, relatos, que vinieron y fueron, que habitaron en el Camino de la mano de cualquier juglar de los que iban y venían. Menéndez Pidal, rastreando romances, encontró un vestigio de Gerineldo en Dinamarca. Seguramente llegó allí, dijo nuestro investigador, en el zurrón cultural de algún peregrino que regresaba.

PARA MI GUSTO, LA MÁS ELEGANTE
Yo no sé qué esperan encontrar, aparte de la lluvia de indulgencias, cuando llegan a esta ciudad que, por otra parte, ha cambiado mucho. Abundan las tiendas de camisetas con leyendas horteras (no vale poner un ejemplo), los recuerdos made in china y la comida rápida como en cualquier otro lugar inespecífico. También, sabiéndolo buscar, hay buenos sitios en los que comer pulpo, comprar figas de azabache con las que ahuyentar a las meigas, y saborear sentirse en Compostela.

RÚSTICA

Y la vieira. Otra leyenda en la que resulta muy difícil creer. Pero nadie discute que hubo y sigue habiendo relación entre Compostela y la vieira. Tal vez el peregrino no espere encontrar tanta vieira esculpida en las calles, en paredes de casas nobles y no tan nobles. Relieves rústicos o elaborados, pero ahí están como recordando a todos dónde se encuentran, si acaso lo han olvidado.


LA MÍA. DONDE ESCRIBO. AL ALCANCE
DE MI MANO

Sé que son símbolo de propiedad, por parte del Cabildo compostelano, de los bienes inmuebles que ha ido acumulando a lo largo del tiempo. Ciudadanos generosos los  dejaron para su catedral y su administración. Pero para los más, es un símbolo inequívoco de dónde nos encontramos.


DESTROZADA. COMO SI MOLESTASE
Me gusta encontrarme con vieiras y tengo unas cuantas en mi memoria para recrearme siempre que quiero volver a verlas. Como siempre ocurre y depende de mi estado de ánimo, nunca son iguales a sí mismas.

En estos tiempos de globalización y desconcierto, cuando en Compostela alguien pregunta por dónde se va a la Torre Inclinada, la vieira es el objeto más vendido en las tiendas. Por encima de camisetas con lemas tastimosos o muñecos para ser tirados a la vuelta de la esquina, las vieiras se venden a mansalva. Naturales, de orfebrería, bisutería o azabache, para colgante, broche, pendientes, gemelos, para lo que sea, ahí están las vieiras como oferta de un acertado recuerdo.

Más tarde, cuando los peregrinos marchen de regreso, cada uno por su medio, la mayoría llevará una vieira en su mochila. Bien visible, como un glorioso trofeo que cada uno sabe lo que ha costado ganarse.

viernes, 10 de marzo de 2017

Heredabilidad

Tal vez desde que la Humanidad se dedicó a sacar provecho de otros seres naturales, procuró que éstos rindiesen más productos útiles para quienes los criasen.
Comenzó una labor de selección para incrementar su producción: más leche, más huevos, más carne, más granos, más frutos,.más de todo aquello que justificaba su utilidad para el hombre. Incluso, algunas de las especies sometidas a selección, las agrícolas, modificaron el comportamiento humano, que pasó a ser sedentario para así cuidar sus huertos.
Curiosamente, hablo de caracteres cuantitativos, aquellos que se expresan mediante parámetros estadísticos y no como una cualidad que se tiene o se carece de ella. Me explico, una raza de gallina tiene o no tiene la cresta de una forma, o el plumaje de un color. Son caracteres que se refieren a una cualidad y por eso se llaman cualitativos. Pero los caracteres que eran interesantes para ser seleccionados se refieren a otros que se definen como medias estadísticas en colectivos que se tratan en conjunto. Una media de altura de “tanto” más menos “cuanto”. Esas magnitudes se refieren a individuos con un historial genético determinado. Por ejemplo, son miembros de razas puras, todos ellos poseen el mismo genotipo, sin embargo, presentan variabilidad fenotípica. Al tener el mismo genotipo, entre ellos no hay variabilidad genética y los cambios que existan de unos a otros serán debidos al ambiente, Por eso, en este caso se habla de variabilidad ambiental.
Cuando los criadores se enfrentan a trabajos de selección y mejora en animales y plantas domésticos, han de procurarse razas alejadas geográficamente, suponiendo en ellas historias evolutivas diferentes, y aplicar posteriormente cruzamientos adecuados con el fin de lograr unas razas nuevas que tengan caracteres deseados procedentes de las diversas razas progenitoras. Este tipo de técnica recibió el nombre genérico de hibridación.
No obstante, en las descendencias aparecían unas fuertes variabilidades y se suponía, con razón, que en la variación que se observaba existían dos tipos, diferentes y superpuestas. Una de ellas, era la variabilidad genética, debida a los genes que procuraban magnitudes mayores en los individuos que iban naciendo. Pero, superpuesta a ésta, estaba la variabilidad ambiental, nunca hereditaria, y que venía a ser como una sombra que enturbiase los resultados obtenidos, al no poder asignar a una u otra causa la variación que se observaba.
Resumiendo, en una descendencia concreta, variable en caracteres cuantitativos, la variación podía ser debida a causas genéticas, pero también a causas ambientales.

CAPACIDAD DE ENROLLAR LA LENGUA

De un carácter cualitativo, por ej. grupo sanguíneo o capacidad de enrollar la lengua en humanos, decimos que es heredable siempre que se cumplen las condiciones genéticas. No están influidos por el ambiente y el componente genético es fundamental.
Pero en caracteres cuantitativos, por lo dicho, no podemos predecir cómo será una descendencia, pues desconocemos el modo en que influirá el ambiente en ella. Por eso se habla de “heredabilidad”, la capacidad de mostrar un carácter hereditario que está influido por el ambiente. Dentro de la variabilidad que presente una población, la heredabilidad nos manifiesta el porcentaje de ella que es debida a la herencia.
Hoy existen cálculos complicados, pero no difíciles de hacer, que partiendo de diversas mediciones poblacionales en cepas paternales y descendientes, son capaces de indicarnos la heredabilidad de algunos caracteres interesantes para ganaderos y horticultores.
Por ejemplo, en maíz, la altura de las plantas tiene una alta heredabilidad (70,1%), mientras que el diámetro de la mazorca la tiene baja (14,1%), Repito que en ambos casos, esas cantidades representan la incidencia genética en esas variables.
Caracteres como producción de huevos, leche, número de semilla y otras están definidos por su heredabilidad.
En algunos casos la demanda temporal influye intensamente en los criterios de selección. Por ejemplo, el día 30 de diciembre, en España ha de haber millones de uvas de determinada calidad en los hogares españoles. También por razones comprensibles, sobre el 25 de octubre, habrá millones de crisantemos en posesión de españoles.
En el caso de los crisantemos se sabe que el fotoperíodo influye fuertemente en la floración. Se crían en invernaderos sólo iluminados por luces con período controlado y basta con ir imitando el fotoperíodo adecuado para hacer que florezcan en el momento idóneo para el vendedor.

CRISANTEMOS CRIADOS CON DIFERENTES FOTOPERÍODOS

En la foto que acompaño, se presentan cuatro plantas del mismo genotipo, pues proceden por esqueje una misma planta inicial. Son, por tanto miembros del mismo clon. La planta de la izquierda se ha criado con luz natural. La segunda, ha crecido con un aumento de media hora de luz con luz artificial de 100W. La tercera ha tenido un incremento de una hora, y la cuarta, de hora y media. Vemos la influencia del ambiente sobre cuatro plantas que tienen el mismo genotipo. Las modificaciones de los fotoperíodos, hacen "creer" a las plantas que aún no les  ha llegado la época de florecer.
No todos los casos son así sencillos de conocer. El estudio de la heredabilidad de caracteres variables es uno de los retos de los genetistas dedicados al estudio de caracteres cuantitativos.



viernes, 3 de marzo de 2017

La norma de reacción

Hay quienes no quieren asumir sus responsabilidades y se justifican diciendo que tienen unos genes que les llevan, que les impulsa ,a actuar de determinada manera. Que es así, que no hay vuelta de hoja.

Quiero hablar de una planta. Una planta que tenemos en casa y, la verdad, no iba muy bien. La compramos hermosa, con ese aspecto que se define como que “da gusto verla”. Pero nada más llegar a casa, comenzó a estropearse. Se le cayeron hojas, estaba como arrugada e intentamos regarla más. Como no respondía al incremento de riego, decidimos escatimarle el agua, pero tampoco respondió a ese nuevo estado de su minúsculo suelo. Ya que, por lo visto, no era cuestión del agua, la cambiamos de sitio y la pusimos junto a una ventana. Fue entonces cuando la planta recuperó su inicial aspecto, hermoso. El que nos había gustado en ella.
¿Qué ocurrió? Pues realmente, poca cosa. En la tienda, la planta estaba en un ambiente apropiado para que su genotipo desarrollase un fenotipo agraciado. Al traerla a casa, le modificamos su ambiente y aunque la planta no murió, dio muestras de no estar en lugar adecuado. Al final, necesitaba más luz para desarrollarse con plenitud. Es decir, fuimos poniendo un individuo concreto en ambientes diferentes por ver en cuál de ellos generaba un fenotipo adecuado.
Podemos preguntarnos si los genotipos actúan siempre de este modo, y la respuesta es afirmativa. No hay duda de que muchos genes actúan de modo independiente a las condiciones ambientales, pero muchos otros generan un aspecto exterior, que conocemos como fenotipo, muy influenciado por las condiciones ambientales. Mientras escribo esto, recuerdo que al pie de muchas plantas ornamentales se suelen poner objetos viejos de hierro, para que las flores sean rojas. En animales, la dieta influye en su peso y no digamos del modo en que inciden otras condiciones ambientales en todos los individuos, animales o vegetales.
Para dilucidar la influencia del ambiente en el aspecto de los individuos, a principios del siglo XX se realizó un experimento que ya es clásico. Se realizó en California y se tomaron esquejes de un solo arbusto, Potentilla. Puesto que procedían de una sola planta, todos los esquejes poseían el mismo genotipo, constituyendo lo que llamamos clon. Se plantaron esquejes a nivel del mar, a 1500mts de altitud y a 3000mts. Se realizaron varias pruebas para posteriores análisis de resultados.
Se encontró que las plantas que crecían al nivel del mar presentaban aspecto arbustivo con las ramas bien esparcidas. A 1500mts los portes eran más achaparrados y a 3000mts, las plantas eran como rosetas pegadas al suelo. Si se hacían cambios, que se hicieron, de esquejes entre las plantas crecidas en una u otra altitud, los aspectos que desarrollaban las plantas que crecían a partir de ellos eran del tipo que he comentado, siempre correspondientes a la altitud en que se desarrollasen.
Repito que todos los individuos poseían el mismo genotipo. Las diferencias observadas correspondían solamente a la interacción de ese genotipo con el ambiente en que crecía la planta. A nivel del mar, el aire era templado y suave, mientras que a 3000mts era muy frío y fuerte. El mismo genotipo se adaptó a esas diferencias, generando plantas viables, pero de aspecto diferente.
El genotipo no determina una sola respuesta ante los diferentes ambientes, más bien existe una norma de reacción de los genotipos ante ambientes diversos. Dentro de esos rangos ambientales, el ser vivo crece y se reproduce, pero no tiene por qué presentar el mismo aspecto. Lo importante, desde el punto de vista biológico, es que los individuos vivan y se reproduzcan en esos diferentes ambientes, generando hijos fértiles y evitando, de este modo, la extinción de la especie de la que forman parte.
Fuera de esos rangos ambientales, un genotipo puede ser incapaz de interactuar con ellos, y se produce la muerte del individuo.
Nadie debe sorprenderse si digo que desconocemos los rangos de viabilidad de la mayoría de genotipos. Es cosa de estudiarlos y conocerlos. Eso requiere tiempo, métodos específicos y financiación adecuada. Hay genes que influyen en rasgos conductuales nuestros, pero nunca actúan de modo inexorable. Siempre podemos modular su influencia, de modo que no seamos sus esclavos.


viernes, 24 de febrero de 2017

No es un saco de judías

A lo largo del siglo XX aparecieron varios modelos que pretendieron explicar la actuación del genotipo. Según avanzaron los conocimientos en genética, cada modelo mostró estar equivocado.


Wilhelm Johansenn fue un botánico danés que a principios del siglo XX estudió casos de herencia en judías. Seleccionaba semillas por su peso y plantaba las más y menos pesadas, buscando conseguir líneas puras productoras de semillas con determinados pesos.

Pero como la judía se desarrolla en el interior de una vaina rígida, las semillas no disponían de todo el espacio que podrían necesitar para desarrollarse. El espacio, exiguo en los extremos de las vainas, limitaba sus posibilidades de crecimiento, independientemente de su capacidad de tener mayor o menor tamaño. 

NO TODAS TENDRÁN EL MISMO PESO

El investigador se dio cuenta de que una cosa era la capacidad de mostrar un aspecto, o de poseerlo, y otra el realizar dicha capacidad. A raíz de sus trabajos definió varios conceptos genéticos que siguen siendo utilizados. Una cosa son los genes que posee un individuo, a cuyo conjunto denominó genotipo, y otra la manifestación exterior de estos mismos genes, que llamó fenotipo. El concepto de genotipo ha variado e los últimos años y será objeto de otra entrada.

El genotipo, salvo mutación, es invariable a lo largo de la vida de cada individuo. Sin embargo, el fenotipo puede variar mucho, pues en diversos aspectos depende del ambiente. Nosotros mismos, podemos variar de peso o de coloración de piel. El fenotipo está muy influenciado por el ambiente y existe un amplio debate, fecundo, sobre la interacción genotipo-ambiente.
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Estamos de acuerdo en que, funcionalmente, el genotipo representa una potencialidad amplia de respuestas a los distintos ambientes en que nos desarrollamos. Pero, ¿qué ejemplo podría ilustrar qué es, cómo funciona, un genotipo?

UN SACO, UN PESO, ¿UN GENOTIPO?

El primer ejemplo que se ofreció de un genotipo y un fenotipo es el que hoy conocemos como el del “saco de judías”. Fue un modelo propuesto por un investigador que recibió Premio Nobel por sus trabajos en genética, es decir no era un cualquiera en este campo y sus trabajos siguen siendo respetados. No así su modelo, pues desechamos ese ejemplo. Pero quiero indicar que en su momento, y con los conocimientos de que se disponía, resultó ser un modelo muy útil.

Según el modelo, el genotipo se parecería a un saco de judías, y el fenotipo, a su peso. De este modo, si el saco contenía mil judías, cada una de las cuales pesa diez gramos, el saco en su totalidad pesaría diez mil gramos.

El modelo fue eficaz en aquel momento y ayudó en muchos estudios, que se realizaron, pero pronto, debido a la acumulación de conocimientos sobre genética, el mismo modelo comenzó a mostrar sus errores. Por ejemplo, todas las judías pesaban durante todo el tiempo en que estaban en el saco, pero los genes no actúan todos en el mismo momento. Hay genes que regulan el desarrollo infantil y luego dejan de actuar. Lo mismo ocurre con los que regulan determinadas actividades, o respuestas a estímulos externos. Si no existen esos estímulos, los genes responsables no funcionarán. Se supo de la inducción de actividad en genes relacionados con variaciones ambientales. Se fueron acumulando datos y datos sobre la actuación de los genes en los organismos, de modo que el modelo del saco de judías comenzó a dejar de ser útil por no ser representativo.

CADA INSTRUMENTO INTERPRETA SU MELODÍA
CUANDO LE CORRESPONDE. EL DIRECTOR COORDINA


Más tarde, integrando todo cuanto se sabía acerca del funcionamiento de los genes, el fenotipo, que es el resultado de la interacción del genotipo con el ambiente en el que se desarrolla, se comparó con un concierto de música clásica. En él, el conjunto de instrumentos sería el equivalente al genotipo, y la melodía vendría a ser el fenotipo. El director de orquesta coordina la actuación de todos los instrumentos, que no interpretan la misma melodía y que actúan en momentos concretos. Unos instrumentos suenan al principio de la obra, otros lo hacen de modo constante, otros más tarde y dejan de hacerlo cuando corresponde. El concierto resulta un éxito si todos actúan con sus melodías correspondientes y en sus tiempos determinados. Es el director quien coordina esas actuaciones.

Según este modelo, hay un elemento nuevo, el coordinador de actuaciones, representado por el director de orquesta y, además, si bien todos los genes actúan, no lo hacen de modo constante ni desde el inicio de la vida del ser, como actuaban las judías que contribuían con su peso desde el comienzo de la existencia del saco. Ahora, cada gen hace lo que le corresponde y cuando le corresponde.

El modelo fue asumido y aplaudido, pero pronto aparecieron sus críticos, con fundamento. Cuando hay un concierto, se sabe qué obra se va a interpretar. Parece que la orquesta, (el genotipo), sabe de antemano lo que tiene que interpretar. Y lo interpretará ocurra lo que ocurra. Este modelo induce a creer en la existencia de un determinismo genético, idea desechada hace mucho tiempo.

¿A qué se equipara hoy el genotipo? Aunque parezca un tópico, se equipara a un programa informático. En el programa existen muchas actuaciones que se utilizan, los genes que actúan en todos los individuos de la misma especie. Pero hay comandos en ese mismo programa que sólo utilizan determinados usuarios y en determinadas circunstancias. Todos nosotros poseemos genes que no han actuado todavía y que, es muy posible, que no lleguen nunca a hacerlo.








viernes, 17 de febrero de 2017

Un encuentro inesperado

En todos los seres vivos, cada gen interviene en la realización de una función concreta. Muchos seres vivos tenemos dos dotaciones de genes, procedentes de cada uno de los dos progenitores. Por tanto, tenemos dos copias de cada gen. Por eso se dice que somos diploides, que quiere decir “dos juegos”.


De todos modos, las funciones se pueden realizar de modos diferentes. En nosotros mismos, conocemos múltiples tonalidades de color de ojos, de pelo, o diferentes grupos sanguíneos. En vegetales hay variabilidad en el color de las flores, en los bordes de las hojas o en el aspecto general de la planta, por citar tres casos. Los responsables de realizar las mismas funciones, pero de modos alternativos, reciben el nombre de “alelos”, que en griego significa “otro” y son variaciones de un mismo gen. Son alelos del mismo gen los que, por ejemplo, determinan nuestros diferentes grupos sanguíneos, los diversos colores de plantas cultivadas o los diferentes pelajes de algunos mamíferos.

Cuando un individuo tiene iguales los dos alelos de un gen, decimos de él que es “homocigoto”, si son diferentes, decimos que es “heterocigoto”. En griego, “homo” significa igual, “hetero”, diferente y “cigoto”, huevo. Los tiene iguales por haber heredado la misma copia de cada progenitor. Si son diferentes, es por haber recibido copias distintas. 

Estos genes que se han recibido, se transmiten tal cual salvo mutación, (fenómeno infrecuente) a los descendientes mediante los gametos. Los homocigotos forman sus gametos iguales en relación al gen para el que lo son. Los heterocigotos forman dos tipos de gametos, con igual frecuencia y cada uno de ellos con uno de los dos alelos diferentes que posee.

Con esta introducción, que me está resultando larga, quiero sentar las bases de lo que voy a decir. Si representamos a un gen mediante una letra, por ejemplo, T y a su alelo con la misma letra, pero con grafía diferente, t, tendremos dos tipos de homocigotos, TT y tt y un solo tipo de heterocigoto, Tt.

Los primeros estudios rigurosos sobre herencia los realizó y publicó Mendel hace más de un siglo y medio (1866), aunque no fue comprendido más que a partir de 1900. Curiosamente, todo tipo de posible cruzamiento que se realiza con heterocigotos, genera una descendencia con abundancia de homocigotos, hasta un 50% del total de la progenie. Lógicamente, cuando se cruzan homocigotos similares, todos los descendientes son también homocigotos. Esto llevó a pensar a los científicos de entonces que en la Naturaleza, donde los cruzamientos se realizan al azar, debería haber una gran cantidad de homocigotos y pocos heterocigotos. Éstos, los heterocigotos, vendrían a ser como situaciones genéticas inestables, en cuya descendencia aparecían abundantes homocigotos, siendo por tanto difícil de mantener presentes en una población a lo largo de las generaciones. Este planteamiento generó un fecundo cuerpo de conocimientos, que hoy conocemos bajo el nombre de “genética clásica”.

EL GRAN LOGRO DE LA GENETICA CLÁSICA

Lógicamente, puesto que los homocigotos eran los más frecuentes en las poblaciones naturales, tendrían que ser los más adaptados a sus ambientes. Había una excepción inexplicable: el caso de los maíces híbridos. Se les atribuía “superdominancia” sin saber lo que eso significaba, o bien “heterosis”, algo relacionado con la mejor situación de los heterocigotos, concepto que en parte se mantiene en la actualidad.

Cuando nuestras predicciones teóricas están en discordancia con lo que encontramos en la Naturaleza, debemos revisar nuestras predicciones con el convencimiento de que la Naturaleza no se equivoca. Y más convencidos aún si realizamos constataciones en diversas situaciones con similares resultados.

He dicho en otras ocasiones que nuestros conocimientos están en constante revisión. Esa revisión sirve para mantenerlos o rechazarlos si acaso no superan las pruebas que se puedan hacer aplicando nuevas técnicas que se vayan descubriendo.

Eso es lo que, en 1966, hicieron dos investigadores. R. Levontin y J.L. Hubby publicaron unos resultados inesperados, pues rompía todo cuanto se creía según la Genética clásica. Aplicando métodos de electroforesis en seres procedentes de poblaciones naturales, encontraron más heterocigotos de los que cabría esperar según los razonamientos teóricos. Las pruebas se repitieron estudiando otras especies, y los resultados fueron coincidentes. Más heterocigotos de lo esperado. 

Esto presentó ante los investigadores un doble aspecto. Unos, los poco emprendedores, se dejaron vencer por la evidencia sin mayores alicientes, y abandonaron sus estudios. Para la mayoría, no obstante, estos resultados indicaban la falsedad de la teoría anterior, que llevaba a la idea de la alta presencia de homocigotos en las poblaciones naturales. Este hecho se transformó en un reto para la comunidad científica y era precisa la búsqueda de respuestas adecuadas. Se planteaban dos preguntas importantes: 1º, por qué habían más heterocigotos de lo esperado y 2º, cómo se mantenían en altas frecuencias si en sus descendencias aparecían elevadas proporciones de homocigotos.

Fue una época apasionante aquella de buscar esas respuestas, y otras que fueron surgiendo. También aparecieron nuevos conceptos de selección natural, y se observaron diversos tipos suyos: selección estacional, selección dependiente de frecuencias, selección disruptiva, etc. etc. 

Seguimos en eso, pero he querido relatar, mediante este ejemplo, vivido por mí y recordado con cariño por corresponder a una época fecunda de mi trabajo, cómo la ciencia avanza desechando conceptos obsoletos y buscando respuestas a las constantes preguntas tipo ¿cómo? ¿por qué? Y similares. 

En muchas ocasiones los mismos errores suelen ser muy fecundos en información científica. Su última contribución a la ciencia es mostrar su falsedad. Y, recuerdo, las preguntas han de estar bien formuladas y en sus momentos adecuados.




jueves, 16 de febrero de 2017

El legado de Charles Darwin

Reaparecen con tintes populistas unas doctrinas carentes de base científica, pero con abundante carga de odio e ignorancia. Su diana preferida, Charles Darwin y su libro "El origen de las especies", que nadie ha leído. Vuelvo a traer al blog el artículo que publiqué en 2009, del que ni quito ni pongo nada.



SOCIALMENTE PREOCUPADO
En el año de 2009 celebramos el doscientos aniversario del nacimiento de Charles Darwin y el 150 de la publicación del “Origen de las especies”. Este doble aniversario provocó que por todas partes apareciesen actos y actos de conmemoración y glosa de la efeméride.

A día de hoy podríamos preguntarnos cuál es la importancia de la obra de Darwin, su contribución al mundo del conocimiento y, una vez intuida la respuesta, deberíamos reflexionar antes de ponernos a hablar. Pues son muchos los que lo critican, lo menosprecian e, incluso, lo maldicen sin conocer en absoluto todo cuanto dijo. Es costumbre nuestra ser así, tan sabios que podemos descalificar trabajos ajenos sin siquiera conocerlos. 

UNA CONFERENCIA, UN CONFERENCIANTE

Antes, quiero recordar aquí nuestra constante alternativa intelectual: el corazón o la mente, la fe o la razón, los mitos o la ciencia. En estos dilemas siempre ganaron la mente, la razón y la ciencia, pero nunca de inmediato. Mas bien fue después de largas y dolorosas batallas. Quienes impulsaron el conocimiento con novedades que podrían modificar el orden establecido, fueron sistemáticamente apartados del mundo oficial mediante fórmulas más o menos ruines, pasando de este modo a formar parte de una lista de nombres malditos, conocida por todos: Galileo, Copérnico, Kepler, Giordano Bruno, Servet y una amplia nómina en la que también, y por derecho propio, está Darwin. ¿Que quién hizo esa lista? Los defensores de los mitos, los que se creyeron depositarios y defensores del conocimiento, del saber y de su docencia, sin que nadie les hubiese concedido tal potestad. Pero se la concedieron a sí mismos.

VERSIÓN GALLEGA DEL
ORIGEN DE LAS ESPECIES

En realidad, ¿qué hizo Darwin? En primer lugar, se dio cuenta de que la variabilidad de los seres vivos puede ser hereditaria, y esto abrió conceptualmente las puertas a la biología moderna. También se percató de que los individuos interactúan con su medio y, por tanto, pueden estar más o menos adaptados a él. Puesto que los seres vivos no están aislados de su ambiente, sus procesos dependen de dos variables: los factores conocidos actualmente bajo el nombre de intrínsecos (propios del individuo y de sus posibilidades) y los externos, los ambientales, los extrínsecos. De acuerdo con esa relación, surge el concepto de adaptación para explicar la adecuación de los individuos a cuantas posibilidades les ofrece el entorno en que viven. Darwin habla de los más y de los menos adaptados. La adaptación es un valor variable y, por tanto, no a todos los individuos les irá igual en su lucha por la existencia. En esa lucha resultarán beneficiados los más adaptados a sus respectivos ambientes, que no tienen que ser necesariamente los más fuertes, como ahora dicen que dijo. Cuando esa situación de ventaja es debida a caracteres hereditarios, dice Darwin, puesto que esos individuos beneficiados en la lucha por la vida tendrán más hijos, los caracteres que confieren mayor adaptación podrán aparecer con mayor frecuencia en la siguiente generación, originando, por consiguiente, una descendencia modificada. De este modo, los seres se van transformando y diversificando a lo largo del tiempo en un proceso que, hoy en día, sigue actuando.

Estas ideas las expuso en el libro del que en el 2009 celebramos el 150 aniversario de su primera edición. Es uno de los pocos casos que marca claramente un antes y un después en la historia del conocimiento, no solo en el terreno biológico. Por vez primera se habla en él de seres vivos en conjunto y por eso, siempre que puede, Darwin emplea ejemplos de animales y vegetales, para indicar que los procesos que describe vienen a ser los mismos en los dos reinos entonces conocidos. 

Al final del libro, y de modo tímido después de hablar de herencia con modificación, sugiere el posible origen común de todos los seres vivos. Lo dice como de pasada, pero allí queda dicho. Hoy en día, gracias a pruebas moleculares, nadie discute esa posibilidad. Es curioso, pero a mi no me deja de asombrar toda la clarividencia biológica de Darwin en un momento en el que se empezaban a poner las bases científicas y conceptuales de la biología moderna. A lo largo de la obra no deja de sorprender lo acertado de sus comentarios sobre temas tan actuales como colonización, extinción, competitividad y otros. En este plan, muchos criterios y conceptos biológicos cotidianos se los debemos a Darwin.

He ahí parte de su legado. Entonces, ¿por qué entró a formar parte de la nómina de los malditos? Es sencillo de comprender: rompía un reducto de los mitos explicativos del mundo. Darwin decía que todos los seres vivos tenemos el mismo origen, ¿Dónde quedaba, entonces, la idea del hombre como supuesto Rey de la Creación? ¿E, incluso, dónde la labor creadora de Dios? Esto era algo imperdonable para aquellos que mantenían para sí, la capacidad de juzgar las obras del pensamiento ajeno. La maldición que cayó sobre Darwin perdura todavía, pues no son pocos aquellos que prefieren el mito a los hechos científicamente probados, tal vez porque esos mitos dan una seguridad que no da la ciencia. Es posible que aún no se hayan enterado de que entre las finalidades de la ciencia no está la de conferir seguridad. 


Modificado de una publicación, de la que soy autor, publicada en Xornal de Noticias, de Vigo, en febrero de 2009