sábado, 6 de agosto de 2016

Ese perro abandonado...

Estamos en tiempo de abandono de mascotas. Por miles de causas, o tal vez por una sola, lo que comenzó siendo un episodio feliz en el hogar, ha pasado a ser un molesto incordio. Hoy se abandona al perro sin pararse a pensar que, también, es un ser con sus propios sentimientos. Tal vez esa crueldad sea signo de un fracaso doméstico.
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La verdad, es que me molestan esas fotos de perritos abandonados, acompañadas de comentarios que me suenan a ñoños: “mi hijo”, “para comérselo”, “un angelito”… Y me molestan esas frases, porque un perro abandonado no es, creo yo, ni un hijo, ni está para comérselo ni es un angelito. Es eso, un perro cruelmente abandonado. Ni más, pero tampoco menos.



Para mi forma de pensar, representa una ilusión del cachorro, de un ser vivo, cruelmente truncada. Un proyecto roto de vida conjunta con una familia, porque “las cosas” no vinieron bien en su casa de acogida y, claro, si es preciso cambiar algo, se hace cortando por la parte más débil. Se abandona al perro y haya paz y después gloria. Es entonces (es ahora), cuando, previniendo ese desastre, aparecen campañas intentando que la gente no los abandone. Las fotos de las campañas son descorazonadoras, mostrándonos cachorros con dolor, sentimientos a flor de piel y con la desilusión por un mundo perdido, pero que llegaron a adivinar lleno de encanto y cariño. Sólo lo han podido vislumbrar, pues se les ha roto de la noche a la mañana.

Los textos de las campañas son acertados. Que no maltratemos a los animales, que el abandono es el maltrato más intenso y que, casi seguro, les lleva a una muerte lenta. El perro que llega a la calle procedente de un hogar, no está preparado para vivir en soledad, ni en el monte ni en la ciudad. No sabrá integrarse en una manada, será excluido de cualquiera de ellas y sucumbirá más o menos pronto. 

Hay que saber que el perro en una casa no es un objeto de consumo. No es un móvil de última generación ni un juego electrónico maravilloso. Tampoco es un adorno o un capricho hecho regalo. Un perro no es nada de eso, es un ser vivo y, como tal, capaz de sentir del mismo modo que sentimos nosotros. Por eso no se puede (no se debe) jugar con sus sentimientos. No sé hasta qué grado sienten otros animales también utilizados como mascotas, pero el perro siente hasta niveles insospechados. Un perro quiere, protege, ofrece lealtad y abnegación, acompaña y, con la misma intensidad, sufre cuando se ve menospreciado y, en el grado máximo, abandonado. 

Sí, el perro no es una cosa que sólo requiere un sitio en la casa. Precisa un cuidado diario, hay que proporcionarle cariño, comida, atención médica. Tiene que sentirse seguro y, de modo especial, saber que forma parte de la familia con la que vive. No sé si un niño, muchas veces su propietario en el ámbito familiar, es capaz de proporcionarle todo eso, pero con la ayuda de los mayores, claro que puede y el perro se sentirá feliz y transmitirá felicidad a su familia de acogida.

Creo que tener un perro es una buena escuela en la que desarrollar un montón de cualidades humanas. Estoy seguro que para muchos es una fuente inagotable de múltiples compensaciones afectivas. Pero también estoy convencido de que es preciso un buen acopio de cariño y de saber lo que se quiere cuando se está dispuesto a mantener un perro cerca de uno y, por tanto, se acoge en la propia casa. 

Tal vez por no haber previsto los cuidados que requiere su presencia en una vivienda, es posible que sus habitantes se cansen pronto de él, de la novedad que supone su presencia y su compañía en la casa. Incluso se arrepienten de haberlo acogido. A partir de ese momento, su cuidado pasa a ser una carga. Para que esto no ocurra, es preciso que todo esté muy hablado y previsto antes de dar el paso, siempre serio, de traer un ser vivo a casa. Llegado un punto de cansancio, alrededor del perro se puede generar un ambiente adverso. También el perro se dará cuenta que ya no hay tanto juego a su alrededor, ni tanto cariño. Lo nota, comprende que molesta. Hasta que llega un día en el que se le abandona. En todo ese proceso, que comenzó por no prever los problemas que podrían aparecer, es donde veo un asomo de fracaso familiar.

Las estadísticas hablan de mayor frecuencia de abandono en los meses posteriores a navidad, cuando el cachorrito fue un regalo bienvenido, pero atolondrado. Pasados unos días y con ellos la novedad, adquirió el rango de estorbo. También los meses de verano son proclives al abandono, cuando hay que ir de vacaciones, pero en muchos sitios no admiten mascotas. La solución al problema ni se discute: se abandona al perro cuando no se le quita la vida de cualquier forma. 

La verdad es que no entiendo esos niveles de profunda crueldad que mantenemos con muchos animales. En no pocas ocasiones los hemos matado simplemente por diversión, sin que por su parte exista otra causa a tanto dolor que eso, ser incapaces de defenderse. Por eso mismo, los perros abandonados me duelen mucho, porque se les ha defraudado en lo mejor que han podido darnos, su cariño y su lealtad. 

El abandono de perros no es algo de este tiempo. Muchos cazadores los matan al terminar la temporada de caza. También en las aldeas se abandonan perros, donde el espacio no es problema. Creo que detrás de esta actitud, maldita actitud, campea el sentirse dueños de la creación, aquel falso sentimiento de propiedad hacia todo el entorno, incluyendo a los seres vivos y, por tanto, no sentirse responsables de nada que les pueda acontecer. A veces, en no pocos casos, tal sentimiento de propiedad llega hasta matar a las mujeres. 

Cómo añoro un buen sistema educativo que haga ver a nuestros estudiantes, adultos dentro de poco, que compartimos espacio y propiedad con el resto de seres que nos rodean.

Yo no puedo tener perro, y me apena admitirlo. Se me van los ojos llenos de envidia cuando veo a alguien tranquilamente paseando con su mascota. Sé que entre ellos se han establecido múltiples corrientes afectivas recíprocas. He conocido amigos que mantenían una intensa relación con su perro, casi una camaradería, y siempre la admiré.

ESTE PERRO, CON SU HATILLO DE VAGABUNDO,
ME PARECE UNA BURLA CRUEL

DE LOS AUTÉNTICOS ABANDONADOS.

Me avergüenza reconocer que somos los primeros de la Unión Europea en abandono de perros. En esto, sí somos líderes.





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viernes, 29 de julio de 2016

Nombres en biología: 5 Cromosoma X

A veces, de modo inconsciente, se asignan nombres transitorios que,  no obstante, llegan a consolidarse. Uno de ellos es el de Cromosoma X, pues lo que empezó como un juego casi juvenil, terminó definiendo un cromosoma con un elevado significado conceptual y genético.

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Ya en un escrito de 17 de septiembre de 1870, Mendel había sugerido que la proporción sexual de muchas especies equivalía exactamente a la proporción fenotípica que cabría esperar en la descendencia de un heterocigoto Aa cuando es cruzado con un homocigoto aa. 

Hoy sabemos que no existe mucha diferencia entre la estructura del cruzamiento al que se refería Mendel y el que determina el sexo. En un caso se trata de genes y en éste de cromosomas, pero en ambas situaciones tenemos un individuo (o un sexo) formador de un solo tipo de gametos, todos con el mismo carácter genético, que transmitirá a todos sus descendientes y que no será fundamental al determinar diferencias, y otro individuo (o sexo), que genera dos tipos diferentes de gametos en relación a ese mismo carácter, formados los dos con la misma frecuencia y que serán los que determinen las diferencias genéticas que aparezcan en la descendencia.


ESQUEMA DE LA DETERMINACIÓN DEL SEXO
EN HUMANOS
Teóricamente se pensó que el sexo (algo tan complejo con componentes morfológicos y fisiológicos), dependería no de un solo gen, más bien de muchos que podrían residir en un mismo cromosoma concreto. Un sexo tendría dos cromosomas y el otro sólo uno. De este modo se cumpliría lo que, también de manera teórica, había pensado Mendel. Un sexo formaría todos los gametos iguales, portadores de ese cromosoma. A este sexo se llamó homogamético, que quiere decir formador de “gametos iguales”. El otro sexo formaría gametos diferentes, pues la mitad de ellos llevaría ese cromosoma particular, mientras la otra mitad no lo llevaría, llamándosele, por tanto, sexo heterogamético, formador de “gametos diferentes”. Para que esto fuese así, el sexo homogamético tendría dos cromosomas determinantes del sexo, mientras que el heterogamético sólo tendría uno.
Para comprobar la veracidad de la hipótesis, en algunos laboratorios de citología se comenzaron a estudiar cariotipos de machos y de hembras, por si aparecían diferencias en el número de cromosómicas. Miss Nettie Stevens y Wilson buscaban un cromosoma relacionado con uno u otro sexo, al que, por desconocido, y con el desparpajo de la juventud, denominaron cromosoma X. De ser cierta la hipóteis, ese cromosoma y dentro de una misma especie, determinaría diferentes cariotipos, según el sexo del individuo estudiado. Además de jóvenes, eran rigurosos investigadores. 
La Dra. Stevens, al comentar con compañeros la naturaleza de su trabajo, decía que buscaba un cromosoma misterioso, un "cromosoma X". También sus amigos le preguntaban cómo iban sus perquisas acerca del "cromosoma X".

MS. NETTIE STEVENS CON UN ESQUEMA DE LOS
CROMOSOMAS X E Y 

En 1905, estudiando cariotipos de ortópteros, estos investigadores vieron que en algunos casos la hembra posee un numero par de cromosomas, (N pares), mientras el macho posee un número impar. Uno de los cromosomas pares de la hembra sólo tiene un representante en los machos. Miss Stevens indicó que se correspondía con el cromosoma X buscado desde hacía cierto tiempo. Las condiciones teóricas se cumplían, pues cuando la hembra forma óvulos, los miembros de cada pareja de cromosomas se separan uno del otro, entrando a formar parte de cada óvulo, de modo que todos ellos tienen un cromosoma X. Sin embargo, en los espermatozoides, la mitad contendrá un cromosoma X y la otra mitad carecerá de él. Cuando un óvulo es fecundado por un espermatozoide portador de un cromosoma X, el zigoto tendrá dos cromosomas X y determinará una hembra, mientras que cuando es fecundado por un espermatozoide que carece de él, el zigoto tendrá un solo cromosoma X, determinando un macho. El sexo del individuo que se desarrolla a partir del huevo fecundado viene, por tanto, determinado en la fecundación por un hecho casual, por el tipo de espermatozoide que haya intervenido en ella.

EDMUND B. WILSON
En otros insectos, como en el gusano de la harina, Tenebrio molitor, Miss Stevens observó que el macho presentaba un cromosoma que actuaba como pareja del cromosoma X, pero era completamente diferente de él. Puesto que en machos aparecía como pareja de X, era lógico llamarle cromosoma Y, como se llama a la pareja de X en ecuaciones y en trigonometría.  No obstante, el macho seguía teniendo su condición de sexo heterogamético, si bien en este caso la mitad de sus gametos eran portadores del cromosoma X, y la otra mitad del cromosoma Y. El sistema de fecundación determinaba una descendencia de machos y hembras repartidos en una proporción de mitad y mitad.
En pocos años, Miss Stevens, Wilson y otros comprobaron casos similares en muchas especies animales. Lo general era la presencia de un sexo homogamético, no necesariamente el femenino, y otro heterogamético que, en correspondencia con lo anterior, no tiene que ser necesariamente el masculino. Por ejemplo, mamíferos y dípteros, (nosotros y moscas) tenemos este tipo de determinación, pero en aves ocurre que el sexo heterogamético es la hembra. 

Lo que comenzó siendo una denominación casi de argot juvenil, “cromosoma X”, ha terminado por ser de utilización universal para designar a los cromosomas sexuales.


NOTA AL MARGEN. 
Años antes, W.C. Röentgen, también había utilizado el calificativo de "rayos X" para referirse a los rayos descubiertos por él, cuya naturaleza desconocía. Tal denominación tuvo éxito, de modo que aunque posteriormente se propuso llamarles Rayos Rôentgen, en muchos países se siguen denominando Rayos X.

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jueves, 28 de julio de 2016

Nombres en biología 4 Proteína

No tengo nada en contra del consenso general acerca del origen del nombre "Proteína", muy acorde con su función estructural en los seres vivos. Pero la evocación al dios Proteus en este nombre también me gusta mucho, la verdad.

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 Cuando se descubrieron las proteínas, casi de inmediato fueron relacionadas con moléculas específicas de los seres vivos. Pronto pasaron a ser catalogadas como “principios inmediatos”, así llamados por ser considerados las piezas fundamentales con las que se construían los organismos.

Esos principios inmediatos son los hidratos de carbono, los glúcidos y los prótidos. A diferencia de los otros compuestos, las proteínas son polímeros de una serie de veinte moléculas diferentes, los aminoácidos, que además de disponer en su composición de una parte constante formada por un grupo ácido, otro amino y un hidrógeno, tienen radicales diferentes, tanto en tamaño como en cualidades químicas. La polimerización de estos aminoácidos genera las proteínas, que, lógicamente, pueden tener secuencias y estructuras casi infinitas.

POSIBLE ESTRUCTURA ESPACIAL
DE UNA PROTEÍNA
Los otros principios inmediatos, como pueden ser los glúcidos, tienen morfologías y estructuras moleculares tremendamente rígidas, por cuanto son polímeros formados por un sólo monómero y, por tanto, las estructuras moleculares derivadas resultan ser muy uniformes, lo cual no deja de tener su importancia biológica. Otro tanto pasa con los lípidos: independientemente de su importancia biológica, hay una gran uniformidad estructural en estas moléculas.
Existen dos hipótesis sobre el origen del nombre “proteína”. Según unos autores, podría derivar del griego, “proteios”, con un significado semejante al término latino “primarius”. El bioquímico holandés G.J. Mulder lo usa en el año 1839 designando con él a los cuerpos albuminoideos para hacer resaltar su importancia básica como constituyentes de los organismos vegetales y animales. Berzelius, en carta dirigida a Mulder el 10 de julio de 1838 sugiere el término proteína para los albuminoides y propone ese término cogiendo como base el mismo “proteios”, pero en este caso en el sentido “de primer rango”.
POSIBLE ESTRUCTURA DE
OTRA PROTEÍNA
En el mismo plan de significado, conviene tener en cuenta otro hecho importante en la biología, como fue el asombroso descubrimiento del microcosmos presente en una gota de agua, invisible a simple vista, pero perfectamente estudiable con la ayuda del microscopio. Eso ocurrió a partir del siglo XVII y cada vez fueron apareciendo nuevas formas. Como los primeros animales que aparecieron estaban presentes en hierbas mojadas (infusiones), fueron llamados genéricamente “infusorios” y son los actuales ciliados. Uno de los primeros descubiertos fue la Ameba, conocida por su movimiento por medio de pseudópodos, llamado “ameboide”, lo cual no le permite tener una forma definida, como ocurre con otros ciliados como Voticela, Paramecium o Ceratium. Todos estos seres recibieron el nombre de Protozoos, y también en este caso no falta quien diga que tal nombre tiene un origen semejante al de proteína, con el añadido “zoo”, animal, y que significaría, más o menos, animales “primeros”, “básicos”.

AMEBA, SIN MORFOLOGÍA CONCRETA
Con este mismo criterio, cuando se descubrió una substancia, aparentemente amorfa y de estructura coloidal, presente en el interior de las células y en la que estaban presentes los orgánulos celulares, se le dio el nombre de protoplasma, “plasma básico”.
Hasta aquí, todo perfectamente lógico y comprensible, pero voy a presentar otra hipótesis acerca del origen de estos nombres. También sería de origen griego, pero en este caso procedería de su mitología. El dios griego Proteus vivía en el fondo del mar. Después de la guerra de Troya es capturado por Menelao, que quiere que lo lleve de regreso a su casa. Proteus se esconde reiteradamente cambiando de forma, y así no presenta ninguna morfología propia suya, adoptando siempre cualquier otra, tanto de ser vivo como de cosa inanimada. Por tanto, no podía ser definido por su forma, que no tenía, pero sí por sus cualidades. En las amebas, seres vivos, como en las proteínas, compuestos bioquímicos, se da esta misma característica: no tener una forma definida pero sí disponer de cualidades concretas.

PROTEUS
No falta quien diga que tanto el nombre de Protozoos como el de Proteínas esté escogido en recuerdo y en honor de ese dios que tampoco tenía forma propia. El nombre que no está de acuerdo con esta explicación es el de protoplasma, pero no por eso vamos a desdeñar la hipótesis, pues sabemos que las palabras cogen vida propia y muchos las usan después sin conocer su origen etimológico. Este pudo ser el caso cuando se dio tal nombre a la sustancia intracelular, al igual que ahora se habla de cementos híbridos, pues el calificativo de híbrido se aplica en este tiempo a cosas que tienen su origen en mezclas, o son intermedios entre situaciones bien definidas, careciendo de cualidades vitales.


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Sobre el origen de "Híbrido"






sábado, 23 de julio de 2016

Nombres en biología 3 Botánica

Durante siglos, el estudio de las plantas estuvo relegado a monasterios y determinados centros culturales. Interesaban por sus cualidades medicinales. Hasta siglos más tarde, no hubo un nombre para tal menester. 
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Desde siempre, las flores han llamado la atención de los hombres. Muchas características de esos órganos vegetales inciden en esa atracción, desde su belleza hasta la misma cortedad de vida que tienen, sin despreciar su olor, los colores e, incluso, sus diversas utilidades. Todos esos caracteres juntos hicieron que no pocas personas dedicasen sus esfuerzos al estudio de las flores. Teofrasto, (371-287 a.C), es el autor de la primera obra conocida sobre descripción y clasificación de plantas, si bien parece que no hizo más que recoger los comentarios de su maestro, Aristóteles.


Dioscórides, ya en los primeros años de nuestra Era, fue importante en el nacimiento de la ciencia de las plantas. Siendo, como era, médico griego unido a las tropas romanas, viajó mucho y alcanzó amplios conocimientos sobre plantas útiles al hombre. Su obra Materia medica presenta la descripción de más de quinientas plantas con uso medicinal o que podrían aportar aceites, resinas, frutos o ser comestibles. En los cinco tomos que ocupa su obra, las plantas aparecen ordenadas de acuerdo con su uso práctico (raíces de uso medicinal, hierbas utilizadas como condimentos, perfumes, etc.) Este tipo de presentación de las plantas según su utilidad fue importante, y mucho más si tenemos en cuenta que, más tarde, aparecerían ordenadas alfabéticamente, lo cual conduciría a un verdadero desastre conceptual. Dioscórides es particularmente importante en la ciencia de las plantas y su Materia medica fue un texto de referencia a lo largo de 1.500 años. Fue considerado como la suprema autoridad en todos los temas referentes a ellas, sobre todo a sus propiedades medicinales.


A lo largo de toda la Edad Media, y principalmente en los monasterios, continuó la costumbre, transformada ya en tradición, de estudiar las plantas en cuanto a su utilidad. De acuerdo con el nombre griego dado a las hierbas: “botaniqué”, el hombre que las estudiaba, tanto en sus formas como en sus cualidades, se llamaba, de modo general, el “botanicós”. Con el tiempo, y por mayor facilidad fonética, su acentuación se modificó hasta alcanzar la forma actual.


En los albores del Renacimiento ocurrió una fuerte conmoción científica en el mundo europeo. Entre otras cosas, fue debida a los grandes viajes que se habían iniciado en tiempos de Marco Polo. El mundo vegetal aportó a Europa una gran cantidad de nuevas plantas que fueron utilizadas como alimentos, estimulantes, medicinas e, incluso, ornamentación.
Las flores siguieron ejerciendo una fuerte atracción ante la imaginación popular y, como tal, aparecen referencias a ellas en los modos de hablar. En ese plan, “flor” ha llegado a ser sinónimo de “lo mejor”: “Está presente la flor de la sociedad...” “Está en la flor de la vida...” También, significó lo selecto “La flor de su trabajo...”: (Ya en los inicios del siglo IX, Carlomagno había sido calificado como “el Emperador de la barba florida...”). Incluso, el nombre Antonio tiene su raíz en el griego "antos", que significa flor.

DISPUESTO PARA LA FLOR Y NATA...
Con toda esta base conceptual, el vocablo “flor”, pasó a tener un nuevo significado, pues cuando se seleccionaba lo mejor de un autor, se decía, y se dice, que se había realizado una “antología” de ese autor. No sé a quién se le ocurrió ese nombre, lo cierto es que tuvo éxito, lo mismo que un sinónimo pasado a lengua románica, “florilegio”. Lo curioso es que se utilizó el nombre que, en otro caso, debería haber sido utilizado para nombrar a la ciencia de las plantas, pues “Antología” tiene raíces griegas. “Antos” significa flor y “logía” viene de logos, tratado. Es decir, significa “ciencia (tratado), de las flores”, lo mismo que “zoología” (en griego, zoo es animal), significa “ciencia de los animales”.
LA CIENCIA QUE ESTUDIA...

Cando se dieron nombres a las ciencias emergentes que estudiaban a los seres vivos, el nombre de Antología ya tenía un significado bien definido y referido a selecciones, principalmente literarias. No faltó quien propusiera el de “fitología” (en griego “fitos” significa planta), para denominar la ciencia que estudia los vegetales, pero ese nombre non tuvo mucho éxito. Fue cuando se recurrió al nombre griego dado tradicionalmente a los estudiosos de las plantas, “botanicós”, y la nueva ciencia fue llamada como siempre había sido llamada en la tradición herborística monacal.
Por eso quedó este nombre para designar a una ciencia que, comparada con otras de objetos semejantes de estudio, se debería haber llamado Antología (ciencia de las flores) o Fitología (ciencia de las plantas).


lunes, 18 de julio de 2016

Nombres en biología 2 Híbrido

Podríamos decir que los dioses quieren que estemos contentos con nuestra propia condición. No quieren que intentemos emularlos. Si lo intentamos, no lo perdonan.
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En las religiones mediterráneas anteriores a las basadas en la Biblia, los siempre numerosos dioses aparecen como seres humanos que poseen los mismos rasgos conductuales que los hombres. Generosos, altruistas o valerosos, pero también envidiosos, vagos o ladrones sin faltar algún que otro petimetre. 
   Tal vez, lo que se pretendía con esta amplia gama de dioses  era que los hombres encontrasen un cierto consuelo al ver que seres iguales a ellos, con características similares, alcanzaban el grado de la divinidad. En muchos casos, estas religiones pretendían el consuelo de las personas, nunca aportar un sentimiento de culpabilidad, pues hiciesen lo que hiciesen los humanos, siempre existía un dios que se había comportado de manera similar, por lo que no había razón para que en la mente transgresora apareciese algún sentimiento de amargura.
En la religión griega, estructurada también para hacer felices a sus seguidores, sólo había una cosa prohibida a los humanos: que intentasen emular a los dioses mediante una actitud semejante a un desafío. Esta actitud arrogante era considerada falta muy grave, se conocía con el nombre de hibris y estaba castigada con la correspondiente sanción divina, la llamada némesis, que imponía el dios ofendido.
TESEO MATA AL MINOTAURO
Una hibris famosa fue la cometida por Ariadna, abandonada por Teseo en la isla de Naxos. Después de que Teseo hubo matado al Minotauro, gracias a la complicidad e Ariadna, huyeron a la isla de Naxos. Él tuvo que ir a Atenas, pero le juró volver a por ella. Era sincero al prometerlo, pero nunca volvió. Muchos hombres aman de ese modo, pero Ariadna le esperó de por vida, pues muchas mujeres aman así. Mientras Ariadna esperaba el retorno del mozo, la princesa cretense alcanzó una destreza tal en el modo de tejer, que retó a Atenea por ver quién de las dos lo hacía mejor. Por supuesto ganó Atenea, pero Ariadna fue castigada con la correspondiente némesis, siendo transformada en araña y teniendo que tejer constantemente hasta el fin del mundo. En el grupo zoológico de los arácnidos existe un género de nombre Ariadna, puesto en memoria de tan desdichada princesa.

ARIADNA ESPERA A TESEO
Isabel Pantoja tiene en su repertorio una copla, llamada “Marinero de luces”, compuesta por J.L.Perales, que siempre me ha recordado a Ariadna esperando a Teseo. (I.Pantoja, Marinero de luces)
Parece que la manía de parecerse a los dioses siempre fue algo consustancial a los humanos. Puede que por comparar las excelencias de la divinidad con la ruindad humana. Cuando Eva es tentada en el Paraíso, el argumento esgrimido por el demonio es clarísimo: "Seréis como dioses". Incluso en este tiempo, cuando un joven envalentonado se encuentra a gusto, tal vez pretende ser original diciendo que está "como dios", sin saber que su actitud representa un eslabón más de una cadena de deseos presentes a lo largo de la historia de la humanidad.

ARIADNA TEJE...

Desde épocas muy remotas, existieron razas puras de animales domésticos. Esto quiere decir razas con generaciones en las que non aparecían miembros con caracteres indeseables, pues todos los presentes en las camadas, o en las nidadas, compartían las mismas buenas características propias de la raza. Hoy decimos de esas razas que son homocigóticas y que, por lo tanto, tienen fijados esos caracteres como resultado de una selección hecha por el hombre y llevada a cabo a lo largo de muchas generaciones, con sus éxitos y sus fracasos.

EL MAÍZ HÍBRIDO CONSTITUYÓ EL PRIMER ÉXITO
CIENTÍFICO DE LA GENETICA
No era muy sencillo mezclar razas, pues en las descendencias podían aparecer caracteres buenos y no tan buenos, ya que en la antigüedad aquellos cruzamientos eran hechos un tanto al azar.  Pero gracias a tales prácticas, se consiguieron múltiples razas de perros, por citar algún caso. Cuando se comenzaron a aplicar criterios prácticos a los programas de cruzamientos, se persiguió generar nuevas razas puras, poseedoras de muchos caracteres beneficiosos  presentes en las diversas razas que se habían seleccionado previamente y que intervenían en diferentes fases de los cruzamientos. Para conseguirlo, se programaron cruzamientos con todo rigor .
No faltaron quienes vieron en estos afanes de generar nuevas razas, un intento de reto a la actividad creadora de los dioses. Como en la mitología, conforme a lo que he dicho, este afán de emulación era conocido como hibris, el resultado de sus trabajos fue llamado “híbrido”. Y así hasta hoy. 

miércoles, 13 de julio de 2016

Nombres en biología 1 Sauce llorón


Tal vez muchos crean que los nombres que les damos a los seres vivos son cosa de hoy, o algo puesto al tuntún. Indudablemente, hay denominaciones locales, como “zapatitos del Niño Jesús” o “Pendientes de la Reina”, sin mucha trascendencia geográfica. Pero incluso en esos casos los nombres tienen su razón de ser. En general, vienen de lejos y tienen una carga histórica y cultural que en algunos casos me resulta conocida. En próximas entradas intentaré explicar varios. Comienzo con el de un árbol conocido por todos.
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ELEGANTE, ¿VERDAD?
Para muchas personas, el nombre de este sauce hace referencia a sus ramas que, saliendo de lo alto de los troncos, caen hasta llegar incluso al mismo suelo. Esta creencia está muy extendida. Verdaderamente, el origen del calificativo “llorón” tiene su origen en su aspecto, pero su causa es muy diferente a la que comúnmente se cree. Para intentar conocerla, lo mejor será ir por partes. 

Este árbol tiene como nombre científico el de Salix babilonica, que le fue dado por Linneo en el siglo XVIII. Salix es el nombre del género y Linneo utilizó el nombre que ya los romanos habían dado a los sauces, tal como hizo en muchos otros casos. Lo de babilonica corresponde al nombre de la especie y, como en la mayoría de las ocasiones, el naturalista sueco reflejó en él alguna característica específica del ser en cuestión, como su uso cotidiano en antiguas culturas o, incluso, su origen geográfico. Lo que despierta curiosidad en este caso es tanto la causa de llamarle “babilonica” en la terminología científica como “llorón” en la vulgar.

Vayamos en primer lugar a considerar el calificativo de babilónica que se toma como nombre específico. El árbol procede de Asia, no estando muy claro que sea precisamente de Babilonia. Es una planta ornamental y, como tal, fue utilizada en primer lugar en Italia y después en toda Europa. Su introducción pudo haber tenido lugar o bien con ocasión del viaje de Marco Polo o bien de mano de los cruzados al volver de regreso a sus casas. Con independencia de cuál haya sido su vehículo de introducción, ya en frescos italianos del Renacimiento aparecen sauces llorones como árboles ornamentales en jardines palaciegos, nunca como árboles silvestres. Es muy posible que, al igual que más tarde ocurriría con la flora ornamental de los pazos gallegos, esta utilización en palacios italianos diera un tinte de distinción a estos árboles, detalle que propiciaría su posterior utilización en jardines públicos.

A VECES ENIGMÁTICO

Una vez considerado el nombre científico de la especie, babilónica, vamos a ver la posible explicación del calificativo popular que recibe, "llorón". También fue conocido como "sauce triste" pero este nombre nunca tuvo mucho arraigo (Parece que al principio, el mismo Linneo le llamó Salix tristis). 

Existe una leyenda explicativa del origen de este calificativo, "llorón", asignado a estos sauces, y para que la comprendamos conviene recordar algo de la llamada Historia Sagrada. En la Biblia, en el Libro de Daniel, se cuenta cómo Nabucodonosor, rey babilónico, invadió Israel, esclavizó a sus habitantes, y los llevó consigo a Babilonia, donde se les prohibió mostrar cualquier rastro de nostalgia de su patria. Se dice que durante este tiempo, al no poderse lamentar por su patria perdida, los judíos se escondían bajo las ramas de estos árboles para llorar, ocultos a su amparo. Desde fuera se oían quejidos y lamentos que parecían salir de los sauces, pereciendo que eran ellos los que lloraban y se lamentaban.

BUEN ESCONDITE PARA LLORAR 

Es éste, según la leyenda, el origen del calificativo de "llorón" y también el de "triste" que, de ser cierto, no tienen relación ninguna con el hecho de que le caigan las ramas. Mas bien este detalle fue el que amparó a quienes lloraban escondidos bajos ellos.













viernes, 8 de julio de 2016

Hermano lobo - 2 / Pirámides tróficas

Hay un importante concepto ecológico que nos auxilia en esto de comprender la armonía entre las poblaciones en los hábitats naturales. El concepto se centra allí, donde coexisten seres de diferentes especies coordinadas entre ellas, sin que para definirlas sea preciso recurrir a adjetivos lastimeros propios de otros modos, como la cruel culebra, el zorro astuto, el indefenso cervatillo o milongas de hadas entre nubes, geniecillos de monte o sapitos de la fuente cantarina que, al besarlos, se transforman en príncipes, siempre azules. La vida en la naturaleza es dura, muy dura para quienes habitan en esos territorios, y siempre muy alejada de tintes bucólicos, pero con un premio, dejar descendencia fértil.

Pero, a lo que voy. El concepto importante, como decía, es el de las pirámides tróficas, que nos indica las relaciones de los diferentes grupos de especies desde un punto de vista predador-presa y a través de las cuales se transmite la energía desde que los vegetales la captan del sol y la acumulan en la materia orgánica, a la vez que se va consumiendo.

PIRÁMIDE TRÓFICA

Los grandes grupos de seres vivos pueden clasificarse en autótrofos y heterótrofos. Los primeros son capaces de autoabastecerse de materia orgánica, gracias a la función clorofílica. Son los vegetales. Los heterótrofos, necesariamente han de tomar la materia orgánica en su dieta y según lo que coman los podemos clasificar en herbívoros, carnívoros y carroñeros. En una pirámide trófica, cada uno de estos grupos forma un estrato y se nutre del situado baje él. Además, los vegetales constituyen el único grupo de productores de materia orgánica y captadores de la energía que nos llega a partir del sol. Esta energía acumulada en los vegetales pasa a los restantes grupos conforme los van comiendo. Los carnívoros se nutren de herbívoros, obteniendo de ellos la correspondiente materia orgánica y energía. Cuando mueren los carnívoros, sus cadáveres son aprovechados por los carroñeros, que extraen de ellos la materia orgánica y la energía que aún mantienen de modo residual.

POR ELLAS ENTRA LA ENERGÍA
 EN LOS SERES VIVOS

Siempre ha sido así y sobre estas relaciones se construyen los equilibrios naturales. La verdad es que este esquema es simple, pero en general, el esquema es válido. Muchos vegetales sostienen una buena población de herbívoros, que a su vez sostienen algunos carnívoros. Los tamaños de las poblaciones van disminuyendo, de modo que el reflejo de las poblaciones en una pirámide es adecuado. La cúspide de la pirámide es pequeña (pocos carroñeros) y precisan de una buena base de vegetales. Por eso, en islas de tamaño mediano, no suele haber grandes carroñeros ni grandes carnívoros.

ASÍ PASA LA MATERIA ORGÁNICA DE UNOS GRUPOS A OTROS

Cualquier estrato necesita a los demás, y cualquier fallo en uno de ellos repercute en su conjunto. Cada especie de un ecosistema tiene su especie limitante, estableciéndose entre ellas las relaciones predador-presa, que mantiene equilibradas las cantidades relativas de ambas. Todas se necesitan a todas, todas equilibran a todas. Darwin, en el Origen de las especies, habla de las especies invasoras de un territorio. Dice de ellas que, al estar en hábitat nuevo y sin sus especies limitantes, se transforman en expansivas, peligrosas en esos nuevos hábitats por no tener especies que limiten su número. En nuestro país tenemos sobrados de ejemplos de especies invasoras. Tal vez hable de ellas en otra ocasión.

UN HECHO BIOLÓGICO

Hoy quiero hablar de un carnívoro que casi está en vías de extinción por causa de gente obcecada, que no sabe más que lo que le dictan los intereses inmediatos. Hablo del lobo, claro. En una pirámide trófica tiene un sitio concreto, pues es un carnívoro. Limita, con su actividad, las poblaciones de herbívoros y será alimento de los carroñeros. Su factor limitante lo constituye el tamaño de las poblaciones de herbívoros, ciervos y jabalíes entre otros. Pero en las poblaciones de lobos, el hombre se ha entrometido con fines no biológicos, siempre encaminados a diezmarlas sin ningún otro tipo de consideración. Hoy se matan lobos, sí. Tal vez en algunos territorios se hayan extinguido, no hay datos fehacientes, pero las poblaciones de herbívoros, sin su factor limitante natural, están adquiriendo dimensiones alarmantes. En toda España los jabalíes comienzan a incrementar su número de modo preocupante, lo mismo que los ciervos y otros herbívoros, dependiendo de las zonas. Ahora se pide remedio a esto.

NO HAY CRUELDAD: ES LA VIDA

Tal vez el remedio venga de retomar la situación natural, la de siempre, con salvedades. No se puede dejar desprotegido al ganadero que vive en zona de lobos, más bien es preciso protegerlo e indemnizarle adecuadamente cada vez que sus rebaños sufran ataques, pero hacerlo sin picarescas y con celeridad. No es plan recibir una indemnización por algún animal muerto cuando han pasado muchos meses desde el ataque de los lobos. No creo que sea difícil establecer un protocolo de actuaciones, incluso con calendarios que marquen plazos y generen confianza. Creo que hay perros que constituyen buenos cómplices en la lucha contra el lobo, pero hasta donde yo sé, no conozco ningún programa que subvencione la posesión de tales perros. Hace tiempo, en algunos lugares se depositaba carne con cierta periodicidad para alimento de lobos. Creo saber que esta práctica se ha abandonado. Tampoco conozco la existencia de medidas educativas que informen en los medios rurales de la necesidad del lobo y de sus efectos en las poblaciones naturales.

 EL VÉRTICE DE LA PIRÁMIDE

Podría citar más medidas efectivas para luchar contra lobos o para tratar de mitigar su acción agresiva. Pero curiosamente, nuestras medidas no se han incrementado, como sería de suponer, inspirándose en las actuaciones de otros países a los que les va bien en este tipo de política en medios rurales. Aquí no ha sido así. Aquí se han desechado todos esos programas y se ha preferido volver a matar lobos, tal vez por contentar al sector menos culto de la población y sin tratar de sacarlos de su incultura.

Mientras, seguiremos presenciando cómo se destruyen las poblaciones de lobos y de qué modo su ausencia incide negativamente en lo que queda de nuestros hábitats naturales. Y sí, seguro que siempre habrá quienes estén contentos de esas medidas, posiblemente el electorado de quienes tomaron tales decisiones.


domingo, 3 de julio de 2016

Hermano lobo...

Conocí al lobo a través de Caperucita, la niña redicha que contaba a todos lo que era propio de la intimidad familiar. Luego, me llegó otra imagen del lobo al ver a San Froilán y conocer su historia. Según ésta, siendo obispo caminaba por el monte con su burro y un lobo se lo comió (al burro). El santo puso al lobo los aparejos del burro y desde entonces le sirvió con docilidad. Nadie resolvió mi duda acerca de los tamaños relativos, pues para compartir aparejos o el lobo debería ser muy grande o el burro, diminuto. Fue más tarde cuando me enteré de su encarnizada persecución.

En nuestra cultura popular, el lobo sufre de muy mala prensa. Cuando digo “nuestra”, lamentablemente me refiero a la española. En este año, 2016, alguna diputación provincial ha declarado libre de lobos a su provincia, y en algunas autonomías se autorizan batidas contra los lobos con un ciego afán de exterminarlos. Empeño en el que son secundados por gente que no tiene inconveniente en degollar lobos y colgar sus cabezas en lugares emblemáticos, como el puente de Cangas de Onís, o en cualquier otro lugar, como trofeos de caza o exponente de una crueldad desmadrada y un espíritu sanguinario, que yo creía erradicados de nuestro suelo.

BELLO, FIERO Y NOBLE

Ignoro qué se pretende conseguir matando lobos, la verdad. Si se piensa que así se protegen los ganados, quienes eso hacen deberían enterarse, y quedar bien enterados para siempre, del desastroso camino que emprenden con sus batidas. Al eliminar a esos carnívoros, dejan vía libre a los jabalíes, que campan a sus anchas por sembrados, sin predador alguno que limite sus poblaciones. 

CABEZA DE LOBO,
COBARDE TROFEO DE ESTOS DIAS

Son muchas las voces, todas ellas ponderadas, que claman ante estas batidas feroces y sin descanso contra el lobo, sin considerar para nada los efectos negativos que tendría en nuestros montes su desaparición a medio y corto plazo. Quienes quieren exterminar al lobo no consideran estos efectos, ni los conocen ni los quieren conocer. Simplemente, los desprecian.

Desde la irrupción de nuestra especie en el mundo de los seres vivos, hemos sido exterminadores. Creyéndonos propietarios del planeta, hemos hecho en él lo que nos ha parecido bien, sin tener en cuenta sus consecuencias biológicas. Hemos sido causantes de muchas extinciones por una u otra causa. Pero estas extinciones se han incrementado notablemente en los últimos ciento cincuenta años. Desconozco qué repercusiones tengan en un futuro, pero la tendrán. También hemos incidido de modo negativo en la superficie del planeta. Por citar un caso, diré que la presa de Aswan, en el río Nilo, no ha significado lo que se esperaba de ella, pues tiene mucha pérdida de agua por evaporación y, además, se ha modificado negativamente la biología del mar Mediterráneo, al perderse el aporte de agua que traía este caudaloso río en su extremo oriental. En España, todo nuestro litoral ha sido agredido por una construcción desmedida que sólo buscaba enriquecimiento a corto plazo, sin importar para nada un mínimo de respeto al entorno y a su historia, también la biológica. Tratando de promocionar paisaje, se destruyó en muchos casos de modo irreversible.

LO HAN HECHO UNOS VALIENTES

Ahora se permite la desaparición de lobos, tal vez para que los ganaderos duerman tranquilos. Serán los agricultores los que a partir de ahora sufran insomnio por temor al jabalí y a sus destrozos. Pues qué les vamos a hacer, no todos pueden dormir contentos en estas tierras. 

No creo que nuestro planeta esté para fiestas con tanta agresión de toda índole. Convendrá enseñar que su conservación equilibrada nos compete a todos, con diferentes grados de implicación según el lugar en que nos encontremos. Me duelen profundamente estas batidas contra lobos y jabalíes. Tal vez no haya maldad en quienes las organizan o las secundan. Sólo ignorancia y un legítimo deseo de defender lo propio. Pero están huérfanos de información. Tal vez entre ellos se hayan propagado bulos, a ver cuáles. Recuerdo cuando por los años cincuenta, en plena plaga del escarabajo de la patata, se decía que por las noches los tiraban desde avionetas pagadas por los fabricantes de insecticidas, para fomentar su consumo entre los campesinos. No faltaban los que lo creían, pues es muy sencillo engañar a ignorantes. Y si el engañador está bien vestido y habla fino, más sencillo todavía. Por eso añoro honrados programas educativos que indique que en este planeta no sólo hay sitio para todos, sino que, además, todos somo necesarios en él.



Mucho me temo que esta dinámica seguirá hasta que campañas educativas, seriamente educativas, orienten a la gente del campo acerca de lo que es conveniente hacer y pongan fin a esta locura criminal.Tal vez faltan unas buenas sesiones educativas por parte de personas competentes, que las hay, que sepan generarse la confianza de aquellos a quienes se quieren educar.


miércoles, 29 de junio de 2016

Semejanzas y frecuencias

Al pasear por el campo o por caminos más o menos rurales, podremos encontrarnos con poblaciones de ortigas situadas en taludes o al pie de tapias o de muros. Si nos detenemos a mirarlas con atención, veremos que junto a esas ortigas hay otras hierbas, otras plantas, parecidas a ellas, pero inocuas. Suele ocurrir así, que las masas de ortigas están siempre (es un decir) acompañadas de ese cortejo de plantas inofensivas, pero parecidas a ellas.

LA PLANTA MODELO. LA ORTIGA
¿Tiene esto alguna causa, alguna explicación biológica? Sí que la tiene. Se llama mimetismo batesiano, en honor a H. W. Bates, el científico británico que, en el siglo XIX, describió este comportamiento. Consiste en que varias especies inofensivas se parecen entre sí y a otra que sí es peligrosa o de sabor repugnante. Con esto se consigue eludir la acción agresiva de los predadores. En el caso que comento, la especie agresiva, la modelo, es la ortiga y las demás crecen a su lado careciendo de agresividad, pero simulando poseerla. Lo que ocurre es que si un predador, un herbívoro en este caso, ingiere una hoja de ortiga, se sentirá dañado. Fijará en su memoria el patrón de la hoja dañina y no volverá a intentar comer ninguna planta con ese aspecto. Ahí tenemos el efecto de protección de la ortiga hacia sus plantas parecidas, que se cobijan en su vecindad de modo que casi no crecen en ninguna otra parte.
BRUNELLA  (IMITADORA)

No digo que no crezcan, claro que sí crecen, pero con restricciones, pues cuando las semillas son esparcidas a voleo, llevadas por el viento, caen en todas partes y, si se dan las condiciones apropiadas, germinan y crecen. Es entonces cuando se puede notar el efecto protector de la vecindad de las ortigas. Si las hay donde estas plantas crecen, los herbívoros, caracoles y larvas en su mayoría, se habrán marchado del lugar y las plantas inocuas de las que hablo podrán crecer tranquilamente al amparo del modelo que imitan, la ortiga. Si no hay ortigas, las plantas son comidas, dándonos la sensación de que allí no han crecido, lo cual no deja de ser cierto.

PARIETARIA  (IMITADORA)

También hay casos similares en animales, en los que formas inocuas imitan algún modelo con sabor desagradable.

Se supone que, evolutivamente, primero apareció el comportamiento tóxico o agresivo de la especie modelo, la imitada. Otras especies, compartían hábitat con ella y eran inocuas. Pero si por mutación adquirieron alguna similitud con la planta modelo, encontraron que la selección natural las favorecía. A veces, tal favor llegó a provocar que las formas imitadoras fuesen las únicas capaces de alcanzar el estado reproductor, formando flores y las consiguientes semillas. Repito, si tales morfologías imitadoras estaban causadas por factores de naturaleza hereditaria, los genes responsables fueron pasando a las generaciones siguientes, de modo que en cada generación aparecieron las formas imitadoras de modo repetido. Hoy, todos los miembros de estas especies poseen las morfologías capaces de generar la confusión de los predadores.

MENTA  (IMITADORA)

Insisto en que esta disposición la podemos ver en cualquier camino o campo en que haya ortigas. Las especies acompañantes crecen a su amparo y las veremos sin mayor dificultad por nuestra parte.

No obstante, las cosas pueden no ser tan sencillas. Hay un factor muy a tener en cuenta y son las frecuencias de la forma modelo (la ortiga en este caso) y las imitadoras. Entre las imitadoras hay menta, brunela, parietaria, echium y otras de la misma familia que la ortiga, Labiadas, y de morfologías muy semejantes, como vengo diciendo.
PARIETARIA  (IMITADORA)

Todo el efecto beneficioso del mismetismo batesiano se consigue cuando el herbívoro ingiere una ortiga antes que ninguna otra planta. Es decir, la probabilidad de ingerir la planta tóxica ha de ser más alta que la de ingerir una inocua. Esto ocurre cuando la ortiga es la especie más frecuente en ese lugar. Pero para que los predadores aprendan, las ortigas han de ser comidas. Al menos cada herbívoro la agrede una vez y así aprende desencadenándose en él el reflejo condicionado de no repetir mordisco a esa planta (ni a las formas imitadoras). Quiero advertir que la ortiga sufre la acción agresora del predador. En estos casos, las formas imitadoras quedan resguardadas. Tal dinámica puede hacer que, con el tiempo, las ortigas vayan disminuyendo su presencia en ese lugar, como así ocurre.

Cuando haya menos ortigas, disminuirá la probabilidad de que sean ingeridas en primer lugar y las formas inocuas comenzarán a ser depredadas por falta de abundantes modelos agresivos. No siendo agredidas las ortigas debido a la cantidad de formas inocuas, volverán a ser frecuentes y se restablecerá un equilibrio que será estable cuando haya más ortigas que formas inocuas, amparadas bajo la ayuda de su morfología agresiva.

ECHIUM   (IMITADORA)

Es este un modelo dinámico frecuente en la naturaleza, en el que las formas favorecidas no lo son por motivos inherentes a ellas mismas. Ocurre algo similar en el mundo animal con las relaciones predador-presa. Cuando aumentan los predadores, disminuyen las presas. Esto desencadena una disminución de predadores con el consiguiente aumento de presas. Y así van alternando las frecuencias relativas de una y otra especie.

En estos casos la selección natural no protege formas concretas, más bien en estas comunidades de especies interrelacionadas, se favorecen las formas menos frecuentes. Se genera un equilibrio dinámico que conocemos como “selección dependiente de las frecuencias”.