martes, 5 de enero de 2016

Jóvenes rompiendo la consanguinidad

Existe consanguinidad en una pareja cuando ambos miembros comparten algún progenitor. En principio, no es mala. Pero si en esa familia existen alelos causantes de malformaciones, los dos miembros de la pareja pueden haber recibido ese alelo del progenitor común, existiendo un alto riesgo de que tengan algún hijo con la tara determinada por dicho alelo.

Se rompe la consanguinidad cuando, habiéndola, se forman parejas entre personas no emparentadas. Entre los humanos, existen instintos que llevan a la ruptura de la consanguinidad, y voy a comentarlos. Pero, antes, quiero indicar que dichos instintos se han manifestado siempre y en todas las culturas de las que tenemos datos.

En tribus humanas africanas, existen mecanismos sociales con este fin. Los muchachos procedentes de otras tribus que se integran en alguna debido a que se van a emparejar con alguna chica perteneciente a ella, ven rebajados sus deberes laborales en la comunidad que lo recibe, a lo largo de todo un ciclo anual. Las tribus que siguen esta costumbre, desconocen el beneficio genético que representa la inmigración del muchacho. Pero el beneficio a largo plazo, siempre de índole biológica, es más importante que el que se pueda producir a corto plazo, sumando el esfuerzo de un hombre más a los trabajos tribales de la comunidad.


Hay datos procedentes del siglo XIX y principios del XX, que nos hablan de poblaciones humanas con graves defectos hereditarios, debidos a consanguinidad generada en poblaciones pequeñas residentes en lugares de difícil acceso. En esos lugares, con inviernos largos y duros, las parejas consanguíneas se formaron del modo más natural. Por ejemplo, en montañas de Galicia, León o Cantabria o en las Hurdes. Pero también ocurrió algo similar en Noruega, en pueblos situados en vertientes de fiordos de difícil acceso y en algunos lugares de Norteamérica. Todas esas taras genéticas desaparecieron mediante causas curiosas. Por ejemplo, en Norteamérica desaparecieron cuando se popularizó el uso de la bicicleta y la gente joven iba de un pueblo para otro a conocer a otros jóvenes, costumbre que arraigó entre ellos, pues les gustaba conocer personas de otros lugares. Con estos paseos se generaron noviazgos que terminaron en bodas, rompiendo la costumbre de los matrimonios consanguíneos.

En Noruega se construyeron embalses hidroeléctricos inundando diversas aldeas. Los habitantes de esos núcleos fueron reunidos en grupos de población más grandes. En ellos, los matrimonios se realizaron entre jóvenes de diferente procedencia, que no tenían vínculo de parentesco, eliminando la consanguinidad en una sola generación. En nuestro país pudieron ocurrir casos similares.

Los jóvenes, ellos y ellas, cuando se trasladan a otras localidades, suelen tener mayor atractivo para establecer parejas con personas pertenecientes a las poblaciones receptoras. También en núcleos de estudios, por ejemplo, donde suelen coincidir jóvenes de diversa procedencia, es normal que se establezcan relaciones entre personas de orígenes geográficos dispares. Son pautas reiteradas que contribuyen a la pérdida de consanguinidad en poblaciones.

Todos tenemos en nuestras mentes las imágenes de enormes discotecas situadas en zonas rurales, alejadas de las poblaciones, pero situadas entre varias, más o menos equidistantes. Los jóvenes procedentes de esas localidades constituyen su principal clientela. Entre ellos, el conocer a “gente nueva” es un gran aliciente para acudir a dichos establecimientos. Está claro que al hablar de gente nueva, se refieren a chicos o chicas de otras localidades que, por tanto, representan la posibilidad del rompimiento de la consanguinidad que pudiese existir en sus respectivos lugares de origen.
Pensemos en un autocar con una excursión de estudiantes. Si aparca en medio de una plaza, antes que bajen quienes llegan, ya hay personas del sexo opuesto paseando por las cercanías del autocar, como quien no quiere la cosa.En estos días pasados, con motivo del cambio de año, en muchos lugares se celebraron fiestas en las que, de modo mas o menos subliminal, andaba el aliciente de conocer "gente nueva".

Es curioso. Hasta donde yo sé, y aunque no existen muchos datos, parece (digo “parece”, ¿eh?) que en una población cualquiera, los machos inmigrantes tienen mayor éxito sexual que los machos residentes. Esos machos inmigrantes traen genes ajenos a la población receptora y, por tanto, aportan novedades biológicas. Cuantas más hembras fecunden, más presentes estarán sus genes en la siguiente generación. 

Pero no pensemos que esto que comento, tanto en humanos como en otros animales, son actuaciones premeditadas. Son comportamientos que se realizan de modo inconsciente, yo diría que instintivo, sin saber su significado biológico, y que tienen un saludable efecto en las poblaciones. Me gusta observar algunos comportamientos humanos, que consideramos muy elaborados, pero que tienen un fuerte componente biológico. Comentaré mas.

jueves, 31 de diciembre de 2015

Darwin frente a Platón

La ley más general de la Biología nos viene a indicar que “toda ley cuenta con sus excepciones”. No es una ley escrita y surge como consecuencia de conocer los seres vivos y sus procesos. Realmente me gusta mucho, pues ese mundo es tan complejo, que salvo los hechos relativos a los procesos básicos moleculares, aquellos que implican a ácidos nucleicos y síntesis de proteínas, todos los demás ya son reflejo de la tremenda diversificación que poseen esos mismos seres. Dentro de esa diversidad, aunque los procesos sean similares, (nacer, crecer, morir, reproducirse, etc.), cada grupo tiene un modo peculiar de llevarlo a cabo. Y siempre, siempre, con excepciones.


Cuando hablamos de leyes en ciencia, las utilizamos como conceptos predictivos, y esto choca frontalmente con quienes piensan que muchos procesos biológicos son hechos únicos, sin ningún otro al que referirse en términos históricos.

Otro tanto puede decirse de la singularidad de los seres vivos, sea cual sea el grupo al que pertenece (salvo casos de reproducción asexual), a diferencia de lo que se pudo deducir al aplicar las ideas de Platón al mundo de los seres vivos, como se hizo durante siglos.
PARA PLATON, LA VARIACIÓN
NO ES HEREDITARIA

El pensamiento de Platón era el de un geómetra: un triángulo, cualquiera que fuese el valor de sus ángulos, siempre tendría la forma de triángulo y, así, sería diferente de un cuadrado o cualquier otro polígono. Para Platón, el mundo cambiante de los objetos no era, para decirlo de este modo, más que el reflejo de un mundo de pocas formas invariables, que él denominó eidos y el mundo tomista medieval definió como esencias. Volviendo a la idea del triángulo, el polígono de tres lados y tres ángulos sería su esencia. Los diferentes tipos de triángulos, no la modifican.

Las esencias constituyen lo que es real e importante en el mundo. Pero son ideas y, como tal, pueden existir independientemente de cualquier objeto. Características suyas son su discontinuidad e invariabilidad. Según este concepto, la variabilidad en los objetos que comparten esencia, se debe a la imperfección de cada uno de ellos para copiar en sí mismo la esencia que lo inspira. Esta forma de ver el mundo estuvo en la base del realismo de los tomistas, pero también en el pensamiento de lo que más tarde se llamaría idealismo o positivismo de filósofos mas recientes, incluso del siglo XX. Fue tanta la influencia de las ideas platónicas en la filosofía posterior, que no faltó quien dijese que “se puede decir con toda seguridad que la tradición filosófica europea se reduce a una serie de notas a pie de página puestas a las obras de Platón”. Muchos lo consideran una alabanza, cuando realmente es un lamento de que la filosofía europea no haya sido capaz de librarse de la influencia de Platón a lo largo de todos estos siglos. En términos biológicos, el sometimiento a esta idea de Platón representó un verdadero desastre científico.

OBTENIDO POR SELECCIÓN
DE CARACTERES VARIABLES
Según Platón, los seres vivos transmitirían a sus descendientes la capacidad de copiar la esencia de su clase, no existiendo, por tanto, mayor variabilidad entre ellos que las imperfecciones provocadas por los errores producidos al copiarla. Puesto que la esencia era invariable, esos errores de copia se producirían en todas las generaciones de modo que la variabilidad en una generación sería igual a la que aparecería en cualquier otra a lo largo de ellas.

No deja de sorprenderme que Platón negase, o no tuviese en cuenta la herencia de la variabilidad. Pero para eso tendría que haber atribuido esta variación a causas biológicas y no a errores de copia de una esencia invariable. Y digo que me sorprende porque, necesariamente, Platón tuvo que conocer diferentes razas de perros, obtenidos por selección y en los que es bien manifiesto que la variabilidad de algunos caracteres morfológicos es hereditaria. También conocería diferentes tipos de aceites y de manzanas y podría haber constatado que las diferencias en sus clases no eran debidas a errores al copiar las respectivas esencias, sino a causas hereditarias.

Pero esto fue ocurriendo a lo largo de muchos siglos posteriores a Platón, hasta que en pleno siglo XIX, Darwin hizo ver la base genética de la variabilidad y, por tanto, la posibilidad de seleccionar sus caracteres responsables. Hasta entonces se habían seleccionado especies, pero sin criterio científico. Existía una separación conceptual total entre científicos y criadores de seres vivos, fuesen ganaderos o agricultores. Hoy creo que tal separación no existe. Digo “creo” porque no rechazo la idea de que esté tan ofuscado por mis criterios actuales, que sea incapaz de constatar lo evidente. Es posible, no lo rechazo, pero conozco a científicos que trabajan en granjas y en cultivos.

OBTENIDAS POR SELECCIÓN
DE CARACTERES VARIABLES
¿Cómo se dio cuente Darwin de esto? Cuando estudió en la Universidad, visitó la granja de algunos amigos, también estudiantes. Allí se familiarizó con diferentes razas de ganado y, tras preguntar y analizar las respuestas, constató la realidad de la herencia de caracteres debido a variabilidad. Algo contrario a lo que creían los científicos del momento, tal vez por no haber realizado trabajo experimental de campo.

Cuando publicó El Origen de la Especies, debía combatir esta idea y lo hizo en el primer capítulo de la obra. Me gusta ver cómo lo hace. Desde dentro, y voy a explicarme. En aquella época, los hombres de una cierta posición social y cultural, a quienes iba dirigido el libro, solían vivir en los que hoy llamamos viviendas unifamiliares, con huerta y jardín, al cuidado de un jardinero. Pero todos ellos pasaban largos ratos con sus palomas, Era una afición peculiar, que hacía que estuviesen horas en los palomares, programando cruzamientos y seleccionando progenitores para obtener descendencias concretas. Esos mismos hechos, a los que los londinenses estaban tan acostumbrados y a cuyos resultados se referían al hablar de sus palomas, sirvió a Darwin para que los lectores comprendiesen algo con lo que trabajaban de modo normal desde hacía tiempo, la herencia de caracteres debidos a variación. Dicho de otro modo, esos caracteres no eran debidos a errores de copia de una esencia ideal, más bien había que admitir que se transmitían hereditariamente y, además, eran susceptibles de ser seleccionados.

El contenido de ese primer capítulo convenció a muchos lectores, intelectualmente honrados, del error conceptual de Platón. Siguieron leyendo el libro con interés. Otros no se quisieron dar por enterados, aún careciendo de argumentos sólidos, pero de esos aún hoy abundan en nuestros foros.


viernes, 25 de diciembre de 2015

Lo mejor para todos

NUESTRA MESA, VACIA.
FUERA HA LLOVIDO
Por este año, se me han terminado las sesiones del Ateneo. Mañana marcho a Lugo para “unas cosas”, esta expresión ambigua tras la que escondemos asuntos privados que, por otra parte, luego ventilamos a los cuatro vientos. Como despedida, hemos estado los amigos en el Silveira, una “casa de xantar”, como reza el rótulo. Desde fuera aún es posible ver cómo queda desordenada la mesa en la que hemos estado. Sí, la primera a la izquierda en la foto.




Bajamos por Orfas y pienso que ya será en 2016 cuando repita con ellos este ritual al salir del Ateneo, cualquier noche de lunes. Viviré de nuevo las charlas, los comentarios, los encuentros de los diferentes criterios pero confluyendo en el cariño, el respeto y el bienestar compartido.

Un año más que se va. Un año que para mí ha sido cruel. Adios, 2015… ¿qué nos traerá 2016? Nunca me ha preocupado el cambio de año, siempre lo he considerado como algo artificial, pero este año se me antoja diferente.

Sí, han ocurrido cosas y entre unos y otros hemos ido salvando los meses,
RÚA DAS ORFAS. 
MOJADA, SOLITARIA
creo que con cierta gallardía. El Ateneo ha servido para muchos como un lugar en el que encontrarnos de modo incondicional. Una pequeña parcela, de esas de las que todos tenemos alguna, en la que las cosas y el modo de verlas son diferentes a como se ven desde fuera.

Bajamos paseando por Orfas, la iluminación navideña, raquítica según mi modo de ver, se refleja en el suelo húmedo y, como ni llueve ni hace frío, andamos despacio, parándonos a veces, viviendo esta despedida por un tiempo. ¿De qué hablamos? De lo que encarta. De cosas de aquí y de allá, sin mayores complicaciones. La verdad es que yo voy en solitario, algo separado de los demás. Pensando...
NUESTRO AMIGO
ESTÁ EN CASA

Esta noche define una atmósfera casi mágica o así quiero imaginar, pues no creo mucho en magias y similares. Pero entre el silencio y las luces, los reflejos hacen como si por algún lugar fuesen a aparecer meigas, de esas en las que no creo, pero de las que sé que habelas, hainas.

Como en cualquier otra noche navideña, las pocas personas que hay en la calle pasan apresuradas por llegar a sus casas. Parece como un cuento de Navidad de Dikens en el que alguien, en algún sitio, plaza, calle o esquina, se encontrará con un bendito espíritu navideño que sabrá sacar de dentro de cada uno el sentir de una navidad especial, que hará que la de este año sea inolvidable para siempre. El espíritu que nos empapará de esa felicidad que cada uno de nosotros lleva dentro, sin siquiera saberlo y que está deseando salir para llenar todo lo nuestro.
LAS MARÍAS, COMO SIEMPRE
DESEANDO FELICIDAD

Comentamos la iluminación, la sigo encontrando tacaña en número, pero de diseños bonitos.  En la plaza do Toural nos paramos bajo un tendido que recuerda un paraguas tranquilo, que infunde serenidad. Allí en lo alto, vemos una ventana encendida en la casa de un amigo nuestro. Tal vez descanse después de un día ajetreado. La luz amarilla de su habitación contrasta con la blanca de la iluminación pública y se nos hace sencillo imaginarlo en su reposo tras el quehacer cotidiano.

Antes de despedirnos vemos que allá, en la Alameda, las Marías, también con su luz propia, nos dedican una sonrisa digna y dignificada. A ellas, maltratadas en épocas políticas recientes, hace poco que el Ateneo les rindió el homenaje que la ciudad les debía desde hacía años. Ahora, generosas ellas, nos desean buena navidad sin rencores.

Un paseo más, unas reflexiones más, y un deseo personal mío, entrañable, de felicidad para todos en un año que me gustaría que fuese especial, el 2016. Pero me doy cuenta que no es posible, que no puedo desear felicidad durante todo un año, porque sé que no es cierto. Los años son largos y la vida es adversa. Si nos han hecho creer que felicidad se entiende como ausencia de hechos aciagos, sé que no es posible la felicidad, pues vendrán esos hechos, claro que vendrán. Lo que deseo a mis amigos es que en esas ocasiones se sientan acompañados por quienes les quieren para que, con su cariño, les reconforten sin límites y les hagan sentirse acompañados. 

Deseo también a mis amigos que comprendan que es la vida misma la que pega esos zarpazos, que pueden ser crueles. Depende de nosotros afrontarlos con la entereza propia de personas curtidas o dejarnos vencer por ellos. Porque con esos vapuleos la vida nos hace madurar. Afrontar los hechos de este modo creo que es una versión adulta de eso que llamamos felicidad, y que deseamos todos. Este año que termina ha sido cruel para mi, sí, pero también me he sentido muy querido en él. 

Para 2016, deseo lo mejor para todos.


La foto de las Marías es del Prof. X. R. Pousa, a quien agradezco que me permita utilizarla aquí.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Pregón de navidad, 2002

Este pregón lo pronuncié en Begonte, un pueblito próximo a Lugo. Era el año 2002, el del Prestige, de ahí vienen algunas alusiones a lo "negro" de Galicia en aquel tiempo. Aunque ya han pasado años, considero que es una de las cosas bonitas que he hecho y le tengo un especial cariño.
Desde entonces, no ha cambiado el concepto que tengo de la Navidad. Lo traigo aquí para desear felicidad en estos días a mis amigos.



BELÉN ELECTRÓNICO DE BEGONTE . PREGÓN DE INAUGURACIÓN

Un pregón es un discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se invita a participar en ella.
Me corresponde pronunciar el de Navidad con motivo de la inauguración del Belén de Begonte. Para mí constituye una gran responsabilidad, pues sé bien que hay muchas personas que lo harían mucho mejor que yo. También, porqué no decirlo, es una gran ilusión y un honor que no creo merecer.
Pronunciaré el pregón de una Navidad que para muchos paisanos nuestros, en especial los de la Galicia costera, viene sembrada de profunda tristeza y preocupación debido a desastres que todos tenemos presentes. Me dispongo a pronunciarlo comentando qué es para mí la Navidad, lejos del loco consumismo al que nos quieren llevar y de esos aspectos sensibleros a los que quieren reducirla. Para mí, la Navidad es otra cosa y es lo que deseo presentar ahora ante todos ustedes.
Pero, como siempre me gusta hacer, comentando la celebración desde su inicio, aunque éste se pierda en la noche de los tiempos…

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Durante el año se suceden diversas festividades que nos marcan el paso del tiempo. Los historiadores de las religiones nos dicen que tales celebraciones vienen de lejos, de muy lejos, de cuando fundamentalmente el hombre era agricultor y que le relacionaban con la divinidad. Más tarde, el cristianismo asumió dichos hitos y les dio nueva dimensión, pero en el subconsciente colectivo esas fiestas siguieron teniendo unos significados que iban más allá de los propios de la religión cristiana.
Hablo de fiestas que bien podemos relacionar con el ciclo del sol y su influencia en la agricultura. Así, en el comienzo de cada primavera, cuando los días ya son más largos que las noches, celebramos la Pascua, la plenitud de la promesa divina y la Resurrección de Aquel que se definió como la Luz.

Más tarde, y cuando las cosechas ya son algo más que promesa, celebramos el Corpus Christi, la fiesta del pan y del vino convertidos en Cuerpo y Sangre de Cristo, del alimento corporal transformado en espiritual. Luego, cuando llegamos a la plenitud de los días y entramos en el verano, celebramos el triunfo de la luz, del sol que está en su esplendor y de la vida que revienta por todas partes. En esos días el triunfo del sol se recuerda mediante las hogueras de San Juan. Las cosechas están granadas, la comida del invierno asegurada y la alegría de vivir desborda en todos.
Conforme avance el verano, los días comenzarán a acortarse a la vez que las noches se irán alargando. Parece como si las tinieblas venciesen a la luz. En noviembre llegarán los días de recordar la santa compaña, fantasmas, aparecidos, brujas, difuntos y demás hasta que, al comenzar el invierno, el sol, la luz, que hasta entonces pareció ir a menos, volverá a renacer haciendo que los días comiencen de nuevo a alargarse.
Antes de nuestra era, en este tiempo del renacer de la vida se celebraba el nacimiento de Mitra, el dios de la luz. Fue una celebración muy arraigada en el imperio romano. Cuando, en el siglo IV, la Iglesia Cristianaquiso celebrar el nacimiento de Jesús lo hizo coincidir en la misma época, tiendo en cuenta, además, que en el evangelio de San Juan muchas veces se le equipara con la Luzy Él mismo, en más de una ocasión, también lo hace. Celebramos, en el sentido más amplio, el nacimiento de la luz. Pero también el anuncio del triunfo de la luz sobre las tinieblas que, hasta entonces, estuvieron presentes de modo amenazante en el horizonte espiritual humano.
Es la vida que hierve lo que celebramos. Es la seguridad del bien y su promesa. La luz de nuevo venciendo a las tinieblas, al mal como símbolo de Dios venciendo al demonio. Ésta es la razón de que sea entonces cuando conmemoramos el nacimiento de Jesús como principio de la redención y del cumplimiento de la promesa divina.
Fiesta de la vida. Es eso lo que nos reúne aprovechando el nacimiento del Señor. Fiesta de la vida, de la luz, de la promesa, del futuro. La promesa se hizo realidad, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Las promesas no eran vanas, la esperanza va a ser premiada. La luz iba a menos pero a partir de ahora renace. A Jesús se le pondrá de nombre Enmanuel, Dios con nosotros.

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Indudablemente es ésta la alegría que impregna de modo subconsciente las celebraciones que tenemos en puertas. Cristo nace y comienza el final de un largo período durante el cual el hombre ha ido como peregrinando por un mundo obscuro (Jesús es la Luz que ha llegado), guiado por símbolos y mensajes traídos de modo más o menos encubierto por los profetas. Isaac representó a Jesús, a Abrahán se le dijo que su descendencia sería más numerosa que las estrellas, Daniel predijo el momento en que llegaría el Mesías, el maná cayó del cielo como alimento corporal representando el futuro alimento espiritual de peregrinos atravesando el desierto. Pero todo eso termina con este nacimiento y con él comienza la plenitud de los tiempos. Eso es motivo suficiente para llenar de alegría los ánimos de los hombres de buena voluntad, esos hombres a quienes, en esa noche, los ángeles felicitarán la primera Navidad de la historia. Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.
Pero junto a la celebración puramente religiosa, mezclándose con su misma naturaleza, siempre ha permanecido latente la otra, la que basada en una religiosidad inherente al ser humano, viene hasta nosotros desde los tiempos oscuros en que nuestra civilización balbuceaba sus primeras expresiones. Las celebraciones propias del nacimiento de la Luz se han mezclado de tal modo con las cristianas, que hoy sería difícil discernir cuáles son de un tipo y cuáles de otro. Sabemos que en civilizaciones remotas estas celebraciones consistieron fundamentalmente en reuniones familiares, en concreto alrededor de la mesa, donde comidas ricas en energía ayudaban a luchar contra los fíos imperantes. La gente se intercambiaba regalos y la vida misma era celebraba. En este sentido, niños y ancianos eran los seres mimados de los festejos familiares: unos por tener la vida por delante y otros por casi haber completado ese mismo ciclo. En algunos lugares del norte de Europa se veneraba a los abetos y se les adornaba, como los seres vivos más longevos conocidos. Más tarde, en algún momento de la historia, se hizo coincidir con este tiempo el inicio del año.

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Ya tenemos definidas las pautas de nuestra fiesta y de sus momentos claves. Nace el Hijo de María, y en él celebramos a todos los niños. Comienza la época en que las promesas se harán realidad, y con motivo de esa visión de futuro, celebramos la continuidad de la vida. Navidad, fiesta del nacimiento de Cristo y fiesta de la vida celebrada en el entorno más íntimo, en el familiar. Fiesta de la familia. Por eso, a lo largo de la Navidad, también se celebrará a la Sagrada Familiacomo símbolo de las demás. Asistimos a la celebración de un conjunto de sucesos que, refiriéndose a la infancia de Jesús, nos sirven de pauta para nuestra misma vida. Pero cada uno lo hará a su manera.
Nos vamos acercando de modo inexorable a la Navidad, pues aunque no queramos, o queriéndolo, las Navidades vienen y se van. Recordemos aquel villancico "La Nochebuena se viene, la nochebuena se va. Y nosotros nos iremos y no volveremos más". Este es uno de los sentidos de la Navidad. Su perennidad cíclica frente a nuestra transitoriedad. Hay cosas de siempre, la Navidad es una de ellas, mantenidas por seres perecederos: nosotros. Y somos quienes ahora estamos aquí los que celebraremos la Navidad un año y otro y otro, hasta que venga una Navidad en la que ya, definitivamente, no estaremos. Pero la Navidad seguirá viniendo y comenzaremos a estar en los recuerdos, ojalá que de muchos y durante mucho tiempo. No obstante aquí estamos, dispuestos a celebrarla de nuevo, como una vez más de las muchas que se celebrarán hasta el final de los tiempos. En esta ocasión nos corresponde ser los depositarios de una tradición que viene desde quién sabe cuándo y que se proyecta hacia un futuro también muy remoto.

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La vida sigue, sigue y sigue y celebramos que siga contando con nosotros. Porque la vida es un regalo que se nos ha dado sin mérito alguno por nuestra parte. Porque todos los beneficios verdaderos que disfrutamos nos han venido así, por regalo: la vida es el mayor de ellos. Y eso celebramos, junto a los que vienen, los niños y junto a quienes nos la transmitieron, los mayores. Entre esos extremos estamos nosotros, que hemos recibido unos modos, que los ejercemos y que los transmitimos. Tradición pura, así funciona y así es como conviene entender muchas de las cosas que vamos a vivir dentro de unos días, o que comenzamos a vivir hoy, aquí, en Begonte, cuando estamos inaugurando el Belén correspondiente a este año.
Porque la Navidad, como celebración antigua que es, está cargada de tradiciones, muchas de las cuales vienen ni se sabe desde cuándo. Tradicional el turrón, las doce uvas, el árbol, el belén. Hoy es un conjunto de costumbres adoptadas a nivel mundial que configuran un modo universal de celebrar la Navidad. Pero cada una de estas cosas tuvo su origen y fuimos nosotros quienes las aceptamos y elevamos al rango de símbolos por tener un significado especial, como Noche de Paz, o como el Belén de Begonte que se inició tímidamente hace treinta y un años y hoy forma parte substancial de la Navidad de todos nosotros.
Cada cosa que hagamos en Navidad vendrá cargado de una doble vertiente: lo hacemos para nosotros mismos y, también, para que a nuestro lado vayan aprendiendo los niños, sin que nadie les tenga que decir nada. A veces pensaremos en las muchas Navidades que hemos vivido y posiblemente las recordaremos habiendo sido nosotros protagonistas diferentes de ellas, según nuestras edades. Las más remotas en nuestros recuerdos las vemos a través de los ojos del niño que fuimos, con unos hermanos también niños, temerosos ante la visita de los reyes o ilusionados ante el nacimiento que para nosotros habían hecho nuestros padres o nuestros hermanos mayores. Luego, con el tiempo, fuimos nosotros los que hicimos los belenes y quienes adornamos las casas. Más tarde hubo niños a nuestro lado que aprendieron de nosotros y, ahora, ya casi son ellos los que hacen las cosas y a nosotros nos corresponde ayudar, opinar y orientar. ¿Es la vida la que está pasando? ¿Acaso somos nosotros los que pasamos a lo largo de estas celebraciones anuales? "La nochebuena se viene… y nosotros nos iremos…" Es la vida que fluye y, mientras, nosotros que la disfrutamos casi sin darnos cuenta del enorme beneficio que representa.
Tradiciones y tradiciones navideñas: villancicos cantados con ritmos populares pero rebosando dogmas como aquel que dice que "San Gabriel bajó del cielo para anunciar a María el misterio y la grandeza de ser madre del Mesías", o con alusiones a la Eucaristía "y si quieres tomar pan más blanco que la azucena, en el portal de Belén la Virgen es panadera". Ángeles que tocan campanas "Belén, campanas de Belén que los ángeles tocan…" Villancicos que nos definen muy bien, como aquel que habla de la muertre a un Niño recién nacido "pastor, ¿dónde quieres ir? Voy a Belén por si el Niño con Él me deja morir…" Villancicos que non llevan a ambientes de las mil y una noches: "La Virgen se está peinando entre cortina y cortina, los cabellos son de oro, los peines de plata de plata fina". Villancicos que derrochan ternura con el Niño: "El Niño se duerme con dulce acunar. Cantar pastores que se duerma el Angelito, cantar pastores a este Niño tan bonito. Cantar pastores, pero fuera del portal, que está dormido y se puede despertar…"
Ternura, también es cierto, con un Niño que, por muy Dios que sea, ahora está encarnado en el ser más indefenso que pueda haber. Ese Niño ha nacido indefenso y morirá quejándose a Dios del abandono en que se encuentra. Entre uno y otro hito, pasará haciendo el bien, como dirá San Pedro en su alocución a los gentiles el día de Pentecostés, y hablará de soledad y solidaridad: "bienaventurados los pobres, los tristes, los que lloran" "venid, benditos de mi Padre, porque tuve hambre, porque tuve sed, porque estuve triste…" "cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, conmigo lo hicisteis".

Solidaridad o caridad, es bueno actualizarla en estos días, cuando encontramos tantos necesitados a nuestro lado. Necesitados de nuestro cariño, de nuestra ayuda, de nuestro dinero. Cuántos y cuántos que están llamando a las puertas de esta prosperidad nuestra y muchos olvidando que no hace mucho tiempo éramos nosotros quienes íbamos a los cuatro puntos del mundo para conseguir lo que ahora ellos buscan en nuestro entorno.
Solidaridad con los nuestros, con los marineros gallegos que han visto cómo en un instante se les vino abajo toda una historia hecha con trabajo, ilusión y empeño. Una negra sombra, siempre cruel, les ha dejado sumidos en la desesperanza y con una tremenda sensación de orfandad. También ellos vivirán una Navidad diferente, ojalá que pronto dispongan de los medios necesarios para que desastres como el que se ha vivido no pasen de ser meros contratiempos.

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Y después, cuando estemos tranquilos con nosotros mismos, con quienes nos quieren y con aquellos a quienes queremos, vivamos con avidez estos días que son un regalo más que nos hace la vida sin nosotros merecerlo. Vivamos la alegría de volver a ver ese Niño indefenso colocado sobre pajas "le llevaré el corazón que le sirva de pañales" hemos cantado más de una vez en un villancico. Estemos más atentos que nunca con los nuestros y dejemos que la alegría llene nuestros corazones mientras contemplamos a los que hoy estamos y recordamos de modo entrañable a quienes estuvieron en otro tiempo y que no volverán a estar.
Pues éstas son unas fiestas que, aunque siempre fueron las mismas, constantemente nos obligan a replantear el modo de vivirlas. Porque hubo años en que se iniciaron ausencias, y qué ausencias, y hubo también años en que se estrenaron presencias. Faltó alguien, apareció alguien. Y siempre se trató de personas importantes en la historia familiar, la nuestra. Con todos ellos acerquémonos a lo más nuestro, lo más íntimo. Dejemos que aflore ese montón de agradecimiento que debemos de sentir hacia quienes nos pusieron en esta vida y con quienes hacen que nuestro transcurrir por este mundo sea más sencillo. Con ellos celebramos estas fiestas del modo más íntimo posible, de manera sencilla pero colmada de momentos que llenarán nuestros días de un significado diferente. Charlaremos con los parientes que están lejos, visitaremos a los amigos de siempre para pasar un rato sosegado con ellos y compartir las alegrías y las penas, que de todo hay y, en algún momento, desearemos estar solos para encontrarnos con nosotros mismos. Porque la Navidad también es un buen momento para hacer balance personal. Termina el año y no viene mal mirar cómo van nuestras cosas, las personales. Qué conviene mejorar, que hay que modificar, qué cuestión es mejor dejarla zanjada.

Durante esos días, dejemos que vuelva a salir a la luz el niño aquel que fuimos y que llevamos dentro como adormecido. Dejemos que se asombre ante el belén, que se maraville ante el árbol o que se ilusione ante el paquete que encierra un regalo. Vengamos a Begonte para encandilarnos con el Belén más bonito que hayamos podido ver, ese Belén que ya forma parte de nuestra Navidad, pues hemos venido tantas veces a verlo que ya no sabríamos qué hacer si no fuese una referencia más en nuestra navidad.
Navidad del año 2002, ésta que está en puertas y a la que nos vamos acercando casi sin notarlo. El espíritu de la Navidad ya casi ha florecido en las calles, en las casas y en los corazones. Cada día encontramos más detalles que nos van metiendo en ella y cuando menos lo pensemos estaremos celebrando la Nochebuena. La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va… Pero es posible que ésta de 2002 siga siendo nuestra. Una Navidad más, ojalá que nos llene de vivencias para recordar más tarde, ojalá que sea la Navidad más importante de nuestra vida. Y ahora, a punto de terminar este pregón, quiero expresar mi profundo agradecimiento a quienes me dieron la oportunidad de ser de los primeros que les felicite la de este año:
Señoras y Señores, Feliz Navidad.
Felices Pascuas, amigos.


El presente Pregón de Navidad lo pronuncié en Begonte (Lugo), el día 14 de diciembre de 2002, con motivo de la inauguración de su Belén Electrónico



domingo, 20 de diciembre de 2015

Regalo de Esther González.

La amistad con Esther González viene de lejos en este mundo del blog. Al Paseante silencioso siempre le ha gustado lo que hace Esther, y siente mucho respeto por su trabajo. Por eso, este regalo tiene para él un significado especial. Gracias, Esther.





sábado, 19 de diciembre de 2015


Los 3 años de un “Paseante”

Para nuestro blog amigo, "PASEANTE SILENCIOSO", en su tercer año de vida... ¡felicidades!


¡Tres años!
¿Os acordáis de cuando teníais tres años?
No, claro que no.

Charles Darwin  © English Heritage (izq.)
Ludwig Wittgenstein

El “Paseante Silencioso” lleva 3 años caminando entre las singularidades de nuestra cultura, nuestra historia y la biología que nos ha llevado hasta aquí, a encontrarnos en las redes sociales, en esta cosa que llamamos Internet.


Federico García Lorca, en su primer cumpleaños (izq.)
Virginia Woolf y su madre, Julia, en 1884 (centro)
Bertrand Russell

El “Paseante” vive en la ciencia objetiva, en los hechos de la historia, en las leyes de la biología. Y estas sendas se entrecruzan, fotografiando en cada entrada los momentos reales de la vida.

Paseando.


Wilfred Owen (izq.)
Carmen Conde con sus padres, 1911 (centro)
Doris Lessing con su madre, Emily

Puede que haya que ir por la vida con un niño de 3 años (o cuatro, o cincuenta, o cien) cogido de la mano.

Eve, Marie e Irene Curie (de izq. a derecha)

El niño señala con el dedo.
El “Paseante”, sin renunciar a la ingenuidad  pero honesto y curtido, ya sabe lo que ve.

Gracias, “Paseante”. 

viernes, 18 de diciembre de 2015

Regalo que Iñigo Morán hace al Paseante silencioso

Al Paseante silencioso siempre le ha gustado la publicidad. Por eso le gusta mucho el trabajo de este amigo, Iñigo Moran. Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas en la UPV, se mueve muy bien en cosas de su profesión y me gustan mucho sus análisis acerca de temas publicitarios. Al Paseante silencioso le ha emocionado este regalo que le manda por su cumpleaños. Pues además de silencioso, el Paseante también es sentimental...


El spot viral del abuelo que se hace el muerto.
Se acercan las Navidades y pronto llega el momento de reencontrarse con amigos y familiares. Muchos de nosotros estamos inmersos en nuestra planificación navideña y así poder estar con ambos lados de la familia respetando los deseos de parejas, hermanos, padres, tíos…No es un tarea fácil, ya que siempre aparecen nuevas personas con costumbres diferentes que te requieren en una mesa diferente. O en una ciudad que se encuentra a miles de kilómetros de tu hogar.
Quienes más sufren esta planificación son muchas personas de edad avanzada, que ven cómo, poco a poco, se van quedando solas y cada vez tienen menos personas con las que compartir las navidades.
Es lo que le sucede al protagonista de un spot que se ha hecho viral y ha llegado a millones de personas (y de corazones) de todo el mundo.
Llegan las navidades y no tiene nadie con quien celebrar las fechas más señaladas de estas fiestas. Está viudo y sus tres hijos no tienen tiempo para él. Una de las hijas está muy atareada con sus niños. Otro hijo, cirujano, vive por el trabajo y no tiene tiempo para nada más. Y el más joven vive en Pekín, en la otra punta del mundo. 
Este hombre ya se ve sólo escuchando las campanadas, pero tuvo una idea para cambiar su destino… Mira el spot antes de continuar leyendo:





                                                   

Literalmente hablando, este hombre se hace el muerto. Es decir, simula su fallecimiento para que, de este modo, sus hijos acudan a su funeral para darle un último adiós. Envía cartas y SMS donde se comunica “su” fallecimiento.  Obviamente, los hijos acuden a la llamada y esta vez sí hacen el esfuerzo para despedir a su padre.
La sorpresa es que cuando llegan a su casa su padre está vivo, más vivo que nunca, al ver de nuevo a su familia. Te puedes imaginar la cara de sorpresa de sus hijos cuando ven a su padre…Sin duda es el mejor regalo de navidad. Una resurrección como dios manda.

Se trata de una gran iniciativa de una cadena de supermercados para despertarnos la conciencia durante estas navidades.

Visita la web de Iñigo Moran 

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Diosa, no. Mejor, arrendajo.

DÉMETER, LA DIOSA
Milano, en la entrada que regalas al Paseante silencioso, dices de ti que eres como una diosa. Tal vez como Démeter, encargada del jardín terrenal, no sé. Me encanta que lo digas así, tan a la brava. Humana hasta la médula, sitúas en ti misma el afán perpetuo del hombre, de la Humanidad. Ser como Dios. ¡Qué bien sabía la serpiente que ese argumento sería incuestionable para Eva y Adán! Seréis como Dioses, dijo sutilmente, como quien no quiere la cosa. Y creyeron, claro que creyeron y cayeron. Siglos más tarde, milenios más tarde, diría un cínico genial, Oscar Wilde, que “la mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella”. Y todo se derivó a partir de la caída de Adán y Eva. No fueron como dioses, le tentación es engañosa, pero el afán de ser como Dios ha permanecido latente en la Humanidad. Tú lo revives en la entrada que ahora me inspira.
ARRENDAJO CON BELLOTA EN EL PICO
Siempre han sido codiciadas por los humanos las prendas atribuidas a la divinidad: la eterna juventud, la ausencia de dolor, la omnisciencia, etc. etc. Nunca contentos con lo nuestro, caprichosos por naturaleza, menospreciamos la inteligencia, la capacidad de conocer, de pensar... Todo lo nuestro, como si nada. Gente mimada que desprecia lo que tiene, y lo tiene todo, constantemente añorando lo ajeno. Siempre sabe mejor el caldo en cocina ajena, dice el refrán, y no voy a ser yo quien lo remedie.
Los griegos, tan liberales ellos en sus tratos con los dioses, los tenían para todos los gustos. La conducta más perversa que podamos imaginar, contaba con un dios que la había seguido. Ladrones, borrachos, envidiosos, criminales, lascivos, todos tenían su digno representante en el Olimpo. Por eso nosotros, los mortales, estábamos disculpados en lo que hiciésemos.
Pero había algo que el padre Zeus no perdonaba, era el querer
SIN ESTRUCTURAS
PARA SER LLEVADA POR EL
VIENTO
retarles. Debíamos admitir nuestras limitaciones, acomodarnos a ellas y procurar ser felices de ese modo. Cualquier intento de parecernos a los dioses, en plan igualarlos o, incluso, superarlos, era una ofensa grande, la más grande, y recibía el nombre de Hybris. Llevaba consigo la correspondiente penitencia, la Némesis, que la imponía el dios retado, nunca vencido.
Hoy, Milano, te sientes como diosa y yo te creo. Es algo muy humano, yo diría que es algo que los mortales llevamos en nuestro ADN, si no barruntase en qué consiste ese ácido y qué es lo que lleva y encierra. Te comprendo, pero no me gusta. No quiero verte expuesta a una Némesis mandada por Démeter o por Perséfone. No quiero verte castigada por diosas celosas, mentirosas, armadanzas que disponen del favor de Zeus.
Puestos a compararse, ¿Qué tal si te comparas con un arrendajo? Tengo que ponerte en antecedentes, claro. El arrendajo es un pájaro bonito, de hermosos colores y canto especial. Su plumaje es azul y no presenta dimorfismo sexual. Los campesinos le conocen de lejos. Ruidosos, anidan en árboles y son fundamentalmente omnívoros, aunque prefieren frutos y de éstos, las bellotas.
¿HABRÁ NACIDO GRACIAS
A UN ARRENDAJO?
En otoño recogen bellotas con sus picos y las almacenan en pequeños grupos enterrándolas, para comerlas más tarde, cuando escaseen en invierno. En esto los imitas en cierto modo. Pero, siempre hay un pero, los arrendajos no tienen muy buena memoria. En múltiples ocasiones olvidan los lugares en que escondieron las bellotas, que estando bajo tierra y siguiendo su ciclo propio, llegan a germinar. La verdad es que este modo es uno de los más eficaces en la propagación y el mantenimiento de las poblaciones de robles.
Ya te digo, Milano, es un modo muy bueno de dispersión de semillas de árboles cuando éstas son grandes, pesadas, y carecen de estructuras apropiadas para viajar llevadas por el viento. La bellota no dispone de sámaras como las semillas del arce, esas alas como voladoras, ni posee vilanos, como las del plátano, ni aristas grandes que les permiten girar al viento, como las del eucalipto. Su forma cilíndrica y pesada provocaría que las bellotas cayesen en vertical, a no ser la acción propagadora de los arrendajos.
EN TU TIERRA LA VIDA SIGUE
El pájaro se beneficia del árbol y el árbol del pájaro. Ambos se benefician de ambos. Estas asociaciones son frecuentes en la naturaleza, y consiste en que dos especies se benefician una a la otra, sin causarse daño alguno. Se llaman simbiosis, pudiendo decir que el roble y el arrendajo son simbiónticos.
Viéndote guardar bellotas bajo tierra para que germinen, me recuerdas a un arrendajo hembra, haces como si fueses olvidadiza, y dejas las bellotas dispuestas para su germinación. Con esto, ayudas al mantenimiento de la población. Incluso, gracias a las que te ha regalado tu amigo, simulas una inmigración, que desde un punto de vista biológico, es interesante.
Cuando te veo en las fotos plantando esas semillas, recuerdo que juegas un importante papel previsto en diversas estrategias vegetales.
Deja a los dioses y diosas con sus cosas divinas y no te salgas de esta tierra, ni de tus campos sorianos, Milano Negro, que hay muchas cosas bonitas por hacer, mientras paseas y juegas con Inuki.
VIGILADA POR TU INUKI



martes, 15 de diciembre de 2015

Fantasmas. Minirreseña. Libro Lector

Libro Lector le manda este regalo a Paseante silencioso, que lo agradece por muchos motivos: porque le gusta el buen hacer del autor, riguroso, escueto y con palabras precisas, y porque el terror, como género literario, le gusta. Si acordamos que la literatura, también, tiene como fin sumergirnos en un mundo irreal, pero casi cierto, el terror es capaz de transportarnos a esa ficción de modo casi inmediato, siempre que seamos cómplices y nos dejemos llevar. 
Su blog, es un magnífico referente de buenos libros. El Paseante silencioso agradece a Libro Lector el detalle que ha tenido con él.

Dean Koontz – Fantasmas.

Minireseña:

"Jenny escuchó con atención. El eco de la portezuela del coche se difuminó... y no fue reemplazado por otro sonido que el leve susurro del viento"

 Éste es el paisaje que se encuentran Jenny y Lisa al regresar a su pueblo natal. Su primer encuentro es la asistenta muerta dentro de la casa. Los pocos muertos que encuentran en el pueblo son menos alarmantes que el hecho de que casi todo el mundo haya desaparecido de la faz de la tierra y la única pista sea una frase escrita en un espejo de una habitación vacía y cerrada por dentro.

 "Fantasmas" es uno, sino el libro de terror más conocido de su autor, Dean Koontz.
Partiendo de la premisa de un pueblo en el que parece que la vida se ha extinguido de golpe, dejando sólo unos pocos cuerpos y restos de otros, el autor nos mete en una dinámica de "sombras" que se mueven y que quizá ni siquiera sean sombras, "apariciones" casi sobrenaturales y criaturas que no se comportan cómo deberían y que nunca han sido normales.

 Todo ello con el escenario de un pueblo totalmente vacío de vida hasta la llegada de los protagonistas, en el que el anochecer no sólo trae la oscuridad. Una ambientación magnífica, descripciones desasosegantes y una sucesión de hechos escalofriantes, mantienen una tensión continua hasta llegar al desenlace, que harán que nos cueste bastante despegarnos del libro mientras lo leemos.

 Si hay que elegir un libro de terror entre un grupo de ellos para leer esta noche, "Fantasmas" debería estar entre ellos.