viernes, 23 de octubre de 2015

Una pregunta

MODELOS FLAMENCOS EN RETABLOS
COMPOSTELANOS
En estos días pasados, lluviosos, compostelanos típicos, he enseñado mi ciudad a un amigo visitante. Gracias a él he tenido ocasión de volver a pasear por mis lugares de siempre, evocando mil cosas y dejando volar la imaginación. Con mi amigo, culto, he recorrido lugares que considero importantes en la historia compostelana. Le enseñé lo que está a la vista de todos, pero que pocos ven y, mucho menos, analizan con su trascendencia histórica.

Como la tarde invitaba a hacerlo, visitamos los lugares y vimos las obras que nos permiten hablar de influencias de la naciente Europa en la también naciente Compostela: los tocados del relieve de S. Benito permiten pensar en un escultor flamenco, los adornos de armiño en las capas de los magos en el tímpano de la misma iglesia, no hacen ver que en aquel tiempo se estaba en la vanguardia de los símbolos heráldicos. Hay quien opina, y es una autoridad en esto, que en el tímpano de S. Fiz de Salovio aparece por primera vez un rey negro, como representante de África adorando al Niño. En el pórtico de Sta. Ma. Salomé, la Virgen recibe la visita del Ángel, ya está embarazada y acaricia su vientre como aceptación de su destino. En el Pórtico (cuál va a ser… el de la Gloria) Daniel sonríe, Moisés sueña y en aquel lado, los cuatro personajes del Antiguo Testamento figuran vivir, nos manifiestan sus sentimientos.
En más lugares gallegos tenemos obras que nos permiten pensar lo mismo, que nos
MOISÉS SUEÑA, DANIEL SONRÍE
evocan situaciones similares. En Santiago pasamos y paseamos entre éstas que acabo de comentar y casi no les damos importancia. Como casi son de la familia, ya se sabe. (En plan de menospreciar lo propio, un patán venido a más, me dijo que la iglesia de su pueblo es muy antigua, él siempre la recuerda allí. Hablábamos de la iglesia de Meira, del siglo XII)
No nos damos cuenta, tal vez nadie nos ha llegado a decir que estamos ante primicias en el arte. Es la primera vez que ocurre tal cosa, que se representa al rey negro, que la virgen aparece embarazada, que las esculturas manifiestan no sólo su presencia, también sus sentimientos.
EL ARMIÑO SIMBOLIZA
 LA REALEZA
Eso de representar sentimientos ya es propio del estilo gótico. ¿Nació en Compostela? Estaba yo en Ginebra, una tarde compré un libro sobre arte gótico y la primera figura que aparece en él es la correspondiente a nuestro Pórtico y a Daniel sonriendo. Si digo que el gótico nace en el Pórtico es porque lo he leído a maestros afamados. Las estatuas góticas representan a personas vivas. En ese sentido, ya lo he dicho, me gusta la Virgen Blanca, del parteluz  de la puerta principal de la catedral de León. La Virgen tiene en brazos a un Niño que nadie duda de que sea su hijo, pues físicamente se le parece. También en Santiago, bajo la fachada del Obradoiro, el Maestro Mateo construyó un lugar abovedado para servir de soporte al Pórtico de la Gloria y su porche. En la ciudad se le conoce como “La catedral vieja” Tal vez pocos sepan que en aquellas bóvedas, Mateo utilizó por vez primera la de crucería. Es el gótico que llega y todo cuanto quiere expresar, claro. Llega de la mano de Mateo.
Pienso, evoco, aquella época en la que Compostela y el Camino que conducía a ella, era una vía de penetración de corrientes culturales y artísticas que iban y venían regando al Continente con novedades en el campo de la expresión. La Virgen reza junto a un ánfora con azucenas, el Apóstol se representa ya en la época gótica con su vieira en el alero de su sombrero, Símbolos que vinieron y que marcharon. Y el norte de la península sentando cátedra en eso de vanguardias artísticas. La figura del hombre joven con barba recortada es propia de todo el arte europeo de una época concreta. ¿Dónde nació esa representación? Vaya uno a saber. Hay quien insinúa que en Francia, pero sin mucha convicción.
FLAUTISTA EN LA FACHADA DE S.MARTIÑO
DE NOIA
En Santiago no hay mucha obra gótica, salvo la erigida por órdenes mendicantes. Tal vez la hubiese impulsado el obispo Berenguel de Landoire, pero no se le quiso en la ciudad y tuvo que refugiarse en Noia. Alli se construyó lo que se hubiese construido en Santiago, no lo sé. Pero también se aprecian influencias clásicas en las obras noiesas realizadas en aquel período. En el rosetón de la iglesia de San Martiño, hay un flautista con túnica, que siempre me ha parecido venido de algún relieve clásico griego. La postura, los ropajes, el tema, me llevan a la Grecia clásica con más facilidad que a cualquier templo del Camino. ¿Cómo se inspiraría el escultor que hizo esta figura?
Y yo me pregunto, ¿qué se hizo de todo esto? ¿Dónde marchó ese espíritu vanguardista que ilustró nuestra tierra en esas épocas? Porque, la verdad, yo lo añoro, pero no veo su continuidad actual, ni nada que dentro de nuestro mundo creativo nos permita reconocer esa tradición que viene desde tan lejos y que tan fecunda nos muestra haber sido.
LA EMBARAZADA DE SALOMÉ ACARICIA
AL HIJO QUE VENDRÁ
¿Qué fue del ambiente artístico de entonces? Pienso, por ejemplo, en Leboreiro, una aldehuela que aún hoy parece minúscula, con una iglesia también a escala del lugar, pero con un tímpano en el que aflora el gótico de modo sorprendente, esculpido en una pieza de granito que tuvo que ser traída de lejos. A mayor abundamiento, diré que en el interior de esa iglesia, íntima como pocas, podemos ver un fresco que ocupa parte del lienzo derecho, con personajes renacentistas, nuevamente sorprendentes en aquel sitio. Y en O Cebreiro, en Santa María de Melide, o en cualquier sitio. La corriente artística llegó a todas partes, lo impregnó todo, se desparamó por completo. Sus huellas están ahí para quienes quieran verlas.
Pero, y vuelvo a preguntar, ¿Y hoy? ¿Se mantiene ese ambiente, esa tradición? ¿Se estimulan las capacidades creativas de los nuestros? ¿Hay efecto llamada a los de fuera, para que vengan a enseñarnos lo que hacen y nos dejen pruebas de su obra?
Lo sé, los tiempos han cambiado y con ese cambio han venido sus consecuencias. Pero en otras partes, cuando vemos sus producciones artísticas, comprobamos que esa forma de ser viene de lejos. Aquí también vino de lejos, pero parece como si se hubiese truncado.


miércoles, 21 de octubre de 2015

Tiempo de castañas

MAGOSTO POPULAR
EN COMPOSTELA, 2015
En Galicia, hablar de tiempo de castañas es dar rienda suelta a multitud de recuerdos del pasado mezclados con hechos actuales, pues la tradición sigue viva.
Estamos en la plenitud del otoño, con sus atardeceres dorados, aunque los días son notoriamente más cortos. Acabamos de vivir los días del San Froilán lucense, soleados pero con fresco en los lugares de sombra, por no hablar de las fiestas de San Lucas, algo después en el mismo mes, en las que ocurre tres cuartos de los mismo, pero algo más acentuado. El verano ya es un recuerdo y las últimas fiestas del año van transcurriendo con la puntualidad que marcan los calendarios. Aún tiene que venir la feria de Santos en Monterroso, con aires de despedida. Después de ella, las celebraciones de San Martiño repartidas por toda nuestra geografía nos llevarán al invierno profundo hasta llegar a San Antón Lacoeiro, ya bien entrado el mes de enero. Que yo recuerde…

En todas estas fiestas hay productos gastronómicos consagrados, como el pulpo en San Froilán, pero no es mi intención hablar de particularidades locales. Prefiero hablar de un producto que en esta época reina en todos los rincones de Galicia, como es la castaña.
LA REINA DE LA FIESTA

Los que saben de eso, nos dicen que fueron los romanos quienes trajeron con ellos estos árboles, que pronto se aclimataron a nuestras tierras. Su fruto, la castaña, fue fundamental en la nutrición humana, hasta que la patata la suplantó de modo mas saludable, aunque tendría que llegar el siglo XVIII para que tal cosa ocurriese.

Los castaños son consustanciales con el paisaje de las provincias de Lugo y Ourense, donde encuentro la flora más autóctona. Los inviernos nos muestran los árboles desnudos y, conforme avanza la primavera y el verano, podemos asistir a su lenta maduración. En marzo y abril se llenarán de hojas. En julio sus flores masculinas, más llamativas que las femeninas (el mismo árbol tiene flores masculinas y femeninas), darán la sensación de que el árbol está cubierto por telas de araña amarillentas, y ya no veremos nada más de su proceso biológico anual, hasta que nos encontremos con los frutos, los erizos, en tierra, maduros con sus castañas brillantes y como ofrecidas, mientras los árboles van adquiriendo una hermosa tonalidad dorada antes de que caigan sus hojas.
COMO OFRECIDAS

Ante esa oferta vegetal, nos llenamos de alegría y comienzan unas fiestas populares con siglos de historia en su haber. Los “magostos”, en los que comemos castañas asadas regadas con vino joven. Son fiestas propias, claro, de lugares con castaños, aunque ahora se quieren extender a lugares huérfanos de estos bosques- En los magostos nos encontramos amigos, vecinos y familiares. Siempre son buenas ocasiones para convivir, actividad que se va olvidando. Las tardes frescas nos obligan a acercarnos al fuego que va asando las castañas.

En las ciudades, el tiempo de castañas también se manifiesta por la presencia de carritos que imitan una máquina de tren, no conozco la causa, en cuyo interior hay un brasero que asa castañas, que serán vendidas a los viandantes. En las zonas antiguas de nuestras ciudades, no es raro ver colas de personas esperando para comprar su cartuchito.
DA GUSTO VERLAS ASÍ

Comento esto, supuestamente alejado de la biología, porque es una fiesta basada en una cita inexorable de la Naturaleza. Todos los otoños nos ofrecerá, generosa, sus frutos. No es anárquica en sus ciclos y en sus manifestaciones y nosotros nos acomodamos a esas citas. Son múltiples las fiestas que en Europa se hacen con motivo de la aparición anual de productos naturales, en cada sitio los suyos, pero siempre a punto. A lo largo del año tenemos los “tiempos” de productos vegetales, siempre puntuales a sus citas: tiempo de los cerezos en flor, de las manzanas, de las cerezas, de la vendimia, de las castañas, de las setas, Esto es así porque todos los individuos de cada una de esas especies viven sincronizados entre ellos y van al unísono con las condiciones climáticas. De ese modo es factible realizar, por ejemplo, la fecundación cruzada. Todos florecen a la vez y todos maduran y fructifican a la vez. Es cuando lo celebramos con fiestas y reuniones.

COMPRANDO CASTAÑAS EN SANTIAGO
Me resulta muy bonito comprobar cómo hemos ido adaptando sus ciclos a nuestros calendarios. Muchas veces casi sin darnos cuenta. Del modo más natural. Nuestros calendarios, también los religiosos, se han sincronizado con los ciclos de nuestros vegetales más familiares.

domingo, 18 de octubre de 2015

Por el bosque...

Siempre he considerado que el olvido es una de las mayores formas de marginación, si no la mayor. Mientras se hable de algo, aunque sea mal, ese algo está presente en el pensamiento de la gente. Lo malo es cuando ni se habla de eso, pues pronto cae en el olvido. Y de ahí al menosprecio hay un camino fácil, pero de difícil retorno. ¿Porqué digo esto? Porque dentro del mundo de muchos poderosos, ocurre que nunca se olvidan de lo que consideran importante. Si han olvidado algo, es por no serlo. Olvido justificado.

Me apenan muchas cosas actuales relativas al mundo de los seres vivos. Una de ellas es la capacidad de dogmatizar sobre temas que se desconocen. Lo observé con motivo del 150 aniversario de la publicación de El origen de las especies, de Darwin. Muchos hablaban del libro, pero me di cuenta de que pocos lo habían leído. Al menos, en este caso, nadie menospreció ni al libro ni su contenido. Hoy se dogmatiza sobre medicina, ecología, genética, lo que sea. Todos son doctores en el tema de que se trate. Como buena tropa de ignorantes, nadie pregunta nada a quien le podría responder.
A propósito de esto, recuerdo cuando en nuestro país aparecieron las primeras posturas ecologistas. Al principio, se tomó a sus defensores como unos chicos simpáticos, que decían cosas igualmente ingeniosas. Cuando las reivindicaciones subieron de tono, aquellos que antes les habían tomado como algo agradable, pasaron a compararlos a las sandías: “verdes por fuera, rojos por dentro”. En aquella época, llamar rojo a alguien era algo muy fuerte, pues cualquier rojo era considerado “enemigo de España”. Así se plantearon las cosas, con la incomprensión y la injuria. Tampoco es que las cosas hayan cambiado mucho desde entonces.
Para muchos mandamases de hoy, ser ecologista consiste en poner unas cuantas jardineras en los rincones de las calles. De ese modo, nadie orinará allí. El ecologismo es algo mucho más serio que, hay que aclararlo, poco tiene que ver con la ecología.
La ecología es ciencia, el ecologismo, actitud. Para mí es una forma de enjuiciar el entorno con criterios que pretenden protegerlo y conservarlo. En la mayoría de las ocasiones, son acertados. Creo que a veces esos criterios son inamovibles, y tal vez estaría bien que estuviesen más adaptados a una realidad cambiante.
Estamos abocados a una globalización. Pero ésta llega a diferentes velocidades. Por ejemplo, en temas relativos a Internet, la velocidad con que avanza es rápida. En sanidad y educación, no tanto. Incluso se retrocede.
Hablando de globalización, tenemos que hoy en día, en muchas partes del planeta, se abren vías de comunicación roturando selvas importantes y necesarias para el equilibrio biológico global. Ecológicamente, esas obras como otras muchas, son un desastre a medio y largo plazo, pero pueden contribuir al progreso humano y al incremento de la calidad de vida de muchos pueblos. La pregunta que yo me hago es si la ciencia puede negar su ayuda a quienes más necesitan de ella. Creo que no.
En ese caso, convendría formular procedimientos que garantizasen un progreso que fuera coherente con la conservación del planeta. Porque ambas cosas no son contrapuestas, aunque la economía hace que muchas veces  lo parezcan.

Las fotos de esta entrada son de mi amigo Guillermo Díaz Aira, a quien agradezco su disponibilidad. Corresponden a fotos hechas en la Serra do Caurel, Lugo.


viernes, 16 de octubre de 2015

Miedos recurrentes

Si hablo de miedos, (“Los hombres no tienen miedo…” me dijeron a menudo), debo decir que hay uno, pasajero, que no me preocupa mayormente, como el producido por un ruido no identificado. En una casa solitaria, o con muchos aditamentos envueltos en nocturnidad, los miedos llegan pronto. Por muy intensos que sean, los considero temas de película que se disuelven en los amaneceres. Me refiero a un miedo más connatural a nosotros, una sensación que acompaña a la Humanidad desde que la cultura nos ofrece datos de vida intelectual. Por ejemplo, el miedo al más allá. Me podrían decir que esto ya no se lleva, que es un tema superado. Claro que sí. Superado, por eso precisamente, el número de peregrinos a Compostela aumenta de año en año, o en las UVIs renacen los fervores religiosos de los internados en ellas.

CARPETA DE MI DISCO CON
LE DERNIER REPAS
Hay gente que vive en un continuo ir y venir, múltiples cosas llaman de modo inaplazable su atención y yo me pregunto si tienen tiempo para reflexionar acerca de sí mismos, de los que pretenden, de sus fines. A veces me parece que tanto ajetreo personal no es más que un telón tras el que ocultar sus propios desasosiegos. No es malo vivir con ellos, es una opinión, ni pactar con ellos. Para mí, lo malo es callarlos, ocultarlos como si no existiesen, porque están ahí.
Tal vez sea un tema del que no se quiere hablar, pero está ahí a la espera de una respuesta que sabemos que no llegará y que consolida su misma naturaleza. Para mí, una de las mejores expresiones de este miedo nuestro lo expresa Jacques Brel en una canción que encuentro estremecedora, Le dernier repas. La última cena.
Sobre Jacques Brel, para quien no lo haya conocido, diré que fue un cantautor belga de mediados de siglo XX. Heredero en cierto modo del espíritu satírico y burlón de los goliardos medievales, habitó un campo intelectual de cantantes solitarios, fundamentalmente franceses, como Georges Brassens o Leo Ferré.  Tal vez el último de ellos haya sido Georges Moustaki. No sé si hay posteriores.
J.Brel, aparte de una hermosa colección de canciones costumbristas, dedicada cada una
EN UN CONCIERTO
de ellas a un oficio concreto, (como más tarde haría nuestro Juan Manuel Serrat), tiene canciones que nos hablan de sus sueños de adolescente, de su ciudad, de su familia y, también de lo que desea para su última cena, concretamente para después de ella.
Ya he dicho, la letra de esta canción me resulta sobrecogedora, pues al comienzo, cantada en primera persona y simulando un gran cinismo, nos presenta a un frívolo vividor que sólo quiere ver a sus perros, sus gatos, el borde del mar y, con esa compañía, quiere que se le lleve a lo alto de su colina, a ver los árboles durmiendo con los brazos cerrados. Entonces, todavía quiere volver a tirar piedras al cielo gritando “Dios ha muerto” por última vez.
En la segunda estrofa nos sigue presentando al mismo frívolo insolente, el que quiere ver, después de su última cena, a sus ganados, a sus vacas y a sus mujeres. Quiere ver a aquellas mujerzuelas de las que fue dueño y rey, (las que fueron sus maestras) y, cuando tenga en la barriga con qué nutrir la tierra, levantará la copa para imponer silencio y cantará, cara a cara, a la muerte que llega aquellas cancioncillas ridículas que metían miedo a los críos. Luego, desde lo alto de su colina, verá cómo camina la tarde, lentamente sobre la llanura, y entonces, aún de pie, volverá a insultar a los burgueses sin temor ni remordimiento una última vez.
En la última estrofa, Brel se vuelve íntimo, muy íntimo. Tal vez sienta que le queda
¿TAL VEZ DESDE ESTA COLINA VIVIRÍA
SUS SENTIMIENTOS POR ULTIMA VEZ?
poco espacio para contarnos qué siente. Cambia la orquestación, aparece un timbal muy tenue y una flauta que me hace pensar en el viento de un atardecer. El autor desea que se le siente en un sillón, sólo, como si fuese un rey asistido por sus vestales. Para vestir su alma no querrá más que la idea de un rosal y un nombre de mujer. En su pipa quemará sus recuerdos de niños, sus sueños inacabados, sus restos de esperanza. Después mirará la cima de la colina, que danza entre las tinieblas, que termina desapareciendo, Y entre el olor de las flores, que pronto notará, sabe que sentirá miedo, una última vez.
A lo largo de mi vida me he encontrado con múltiples manifestaciones de este miedo tan humano, tan sin respuestas, pero es esta canción de Jacques Brel la que hace que sienta más mío este sentimiento.

En estos días últimos de octubre, pensando en que este año tengo un renovado motivo para ir al cementerio cuando estrenemos noviembre, pienso en estas cosas, miedos, soledades, y he querido compartirlas aquí. Tal vez sea bueno pedir disculpas si acaso me metí en temas inapropiados, que he podido molestar a más de uno, pero pienso también que a veces es bueno hacer públicos estos sentimientos. 

Le dernier repas:
http://www.dailymotion.com/video/x196yd_jacques-brel-le-dernier-repas_music
https://www.youtube.com/watch?v=752Z0vIHrMQ

lunes, 12 de octubre de 2015

Preguntas de siempre

PASEANTE SILENCIOSO...
Cuando pienso en las cosas que hacían reflexionar a los antiguos, veo que tampoco es que sean tan distintas de las que hoy nos llevan a hacer lo mismo. El ser humano, en su natural intento de explicar su entorno, ha ido construyendo un edificio conceptual de preguntas y respuestas con las que, en cada momento, ha calmado su afán interpretativo. Naturalmente, para buscar esas respuestas se utilizaron los conceptos de que se disponía, por eso siempre hemos estado en procesos de revisión de las interpretaciones previas. Han sido aquellas ocasiones en que se dispuso de nuevas técnicas de estudio.

Preguntas del tipo ¿Cómo…? ¿Cuándo…? ¿Por qué…? o ¿Para qué…? siempre han sido los alicientes del progreso científico, cuando se han formulado de manera correcta por quienes estaban capacitados para hacerlo debido a sus conocimientos científicos. Aquellas grandes dudas que acerca de la naturaleza tenían los sabios de la antigüedad, hoy en día siguen siendo prácticamente las mismas, si bien planteadas de modos diferentes y desde posturas científicas más sólidamente establecidas. O al menos, eso es lo que pensamos.
 NOS ENSEÑÓ A PENSAR
Es curioso, pero siempre han existido referencias no científicas, míticas, que han sido suficientes para que una mayoría de personas concediesen credibilidad total a todo cuanto se les dijese en su nombre. Y eso ocurrió, ocurre y ocurrirá. Claro que los referentes han ido cambiando.
En la Grecia clásica, sus referentes míticos eran aquellos con los que se construyó todo un sistema explicativo de los procesos naturales. El viento aparecía siempre que el dios Eolo soplaba; la tormenta surgía cuando Zeus se enfadaba con los mortales y, en tales ocasiones, lanzaba sobre la tierra su ira en forma de rayos. A veces, pasada la tempestad, enviaba a su mensajero, Ares, a pactar con los hombres y el enviado bajaba a la tierra utilizando para ello un arco que se ponía a modo de pasarela entre el cielo y la tierra, el arco Iris. Según los mismos mitos, los meses de invierno, sin flores en los campos, eran aquellos en los que Perséfone se iba al fondo marino a estar con Poseidón mientras su apenada madre, Démeter, descuidaba su ocupación de jardinera que embellecía los campos. Luego, la hija regresaría en abril, la jardinera se alegraría, retomando su oficio y los campos volverían a lucir sus flores.
Naturalmente, hoy existen explicaciones científicas para todos esos fenómenos. Sabemos los componentes atmosféricos que, cuando están juntos, determinan que se desencadenen tormentas, lo mismo que sabemos las circunstancias en las que se forma el arco iris o qué factores son los desencadenantes de los bioritmos en los vegetales, que provocan que en invierno casi no haya flores y que en el mes de abril las haya en gran profusión. No obstante, puede ocurrir que para quienes no disponen de muchos conocimientos, las explicaciones míticas resulten más atractivas que las científicas, tal vez demasiado frías. O puede ser que el mito atraiga más que la verdad comprobada.
Conviene no olvidar que fue en la Atenas de Pericles  (Siglo V, a.C.) cuando los filósofos del momento enunciaron su idea de que los fenómenos naturales tenían explicaciones naturales y que era tarea de los sabios el desentrañarlas desterrando ideas de mitos.
PENSAR DESNUDOS,
 SIN PREJUICIOS
Después de la época clásica y de sus correspondientes mitos, apareció el tiempo en que la verdad revelada, contenida en la Biblia, constituyó todo referente de interpretación de la naturaleza. Ocurrió desde la Roma de Constantino en adelante. En aquellos tiempos, decir de algún concepto que tenía su base en los libros sagrados, era consagrarlo como incuestionable. A lo largo de la Edad Mediay, más intensamente, en el Renacimiento, se llegó al conocimiento de hechos científicos que estaban en desacuerdo con postulados bíblicos. Fue entonces cuando, entre los científicos e investigadores del momento, tomó cuerpo la teología natural. Según ella, Dios se manifestaba a través de cuanto dijera de sí mismo, en la Biblia, y a través de su obra, la naturaleza. Entre ambas manifestaciones, no podía existir contradicción alguna y, si acaso aparecía, el error estaba en nuestra forma de interpretarlas. El científico del Renacimiento no quería abandonar la idea de Dios. Es más, los sistemas filosóficos que fueron apareciendo tenían un apartado muy concreto para explicar su existencia y cómo era posible llegar a su conocimiento utilizando el raciocinio.
Indudablemente, conforme fueron descubriéndose las leyes que regulaban los procesos físicos y mecánicos de los objetos, fueron apareciendo teorías acerca del modo en que Dios los regulaba y as¡, mientras según unos científicos, Dios estaba en todo momento detrás de todos y de cada uno de los procesos, para otros hombres de ciencia resultaba más sabio y poderoso un Dios que en el mismo acto de la creación hubiese promulgado las leyes por las que se regirían los cuerpos, de la misma manera que un rey promulgaría sus leyes en su reino. Una vez hecho esto, Dios habría dejado de mantener un cuidado constante del Universo, pues para eso estaban actuando sus leyes que, como reflejo de su sabiduría, eran perfectas. Buscar esas leyes era buscar la acción creadora, la sabiduría y el poder de Dios. Personas de la categoría de Descartes, Newton o Leibniz se inclinaron por una u otra de estas teorías.
EL SIGLO XIX FUE FECUNDO
EN NUEVOS CONCEPTOS
De todas formas, muchas veces me pregunto si nuestras explicaciones actuales, si las interpretaciones que cotidianamente manejamos como armas conceptuales en nuestros enjuiciamientos, son correctos en todos los sentidos. Naturalmente, la respuesta que me doy a mí mismo es negativa por muchas razones. Por una parte, no podemos suponer que ya lo sabemos todo, y es mucho más lo desconocido que lo que conocemos. En este sentido, nuestras interpretaciones, al no disponer de todos los datos precisos para ser correctas, serán necesariamente incompletas y quiero indicar que, a veces, incompletas suele ser sinónimo de erróneas. Lo malo es cuando creemos disponer de todos los datos para alcanzar una interpretación correcta cuando, realmente, estamos equivocados.
Por otra parte, a veces actuamos como si nuestra interpretación de los datos previos fuese la única correcta, pudiendo ocurrir que no sea así. Por eso, no está mal una postura de escepticismo con relación al cuerpo de conocimientos que utilizamos como herramientas para seguir incrementándolo. Más bien es una postura recomendable, y tal vez la única.
Hubo un tiempo en que no se disponía de un concepto claro de vida, y muchos hombres de ciencia admitían que, puesto que el paso de ser vivo a inerte era sencillo, el paso inverso, de inerte a vivo, debía ser igualmente sencillo. Conceptualmente, no había una separación neta entre una y otra forma de estado de los seres, creyéndose que, por ejemplo, la podredumbre engendraba vida. Por si fuera poco, en la Biblia aparecían casos de generación espontánea.
SOLEDAD DEL ESTUDIOSO
Fue en el siglo XVI cuando, comenzando por Redi y Spallanzani, se pusieron las bases de nuestro conocimiento actual sobre los seres vivos. Estos científicos demostraron que, al menos en los casos que ellos estudiaron, no había generación espontánea y la podredumbre no generaba gusanos. No sería hasta el siglo XIX cuando Pasteur demostraría que tampoco había generación espontánea en bacterias. De este modo, los seres vivos aparecían como poseedores de una actividad, la vida, que no se producía en condiciones actuales y que sólo se podía recibir de otros seres vivos. Esto se resumió en varios aforismos, como omnis vivo ex vivo (todo ser vivo procede de otro ser vivo) o "La vida no se crea, solamente se transmite". Estas sentencias resumían, con no poca carga didáctica, años de trabajos y enfrentamientos científicos, representando las bases conceptuales de una nueva ciencia que se iba construyendo al estudiar los seres vivos de manera rigurosa.
Fue preciso llegar a un mundo de madurez de ideas para que algunas cuestiones pudiesen ser planteadas con cierta precisión. Después del siglo XVIII, y los trabajos de los grandes estudiosos de la naturaleza, como es el caso de Buffón y su Historia Natural, donde ya apunta la posibilidad del origen de las especies a través de procesos evolutivos, el siglo XIX se caracterizó por el rigor en los planteamientos y la emergencia de una serie de conocimientos que son aplicables a todos los seres vivos. Comienza la existencia de la biología como hoy la conocemos. Las preguntas de siempre, las que habían acompañado al hombre desde Aristóteles y sirvieran de estímulo a la mayoría de los estudios de fondo, comienzan a ser respondidas, se asientan los fundamentos de lo que empieza a ser una biología moderna, cada vez más y más alejada de los antiguos mitos explicativos.
Así, del Siglo XIX es la teoría celular, la comprensión de los procesos hereditarios y los de división celular, el conocimiento de los principios inmediatos, la síntesis de la urea y, por tanto, el comienzo de la desaparición del vitalismo como supuesta doctrina, el destierro de las ideas acerca de la generación espontánea, la idea de la evolución causada por selección natural y, en suma, la misma palabra biología.

NOS SIGUE ASOMBRANDO
También es en este siglo cuando los científicos dejan de hablar de Dios en sus escritos, de modo que ya no es posible deducir, a través de ellos, el credo de sus autores. Para muchos, Dios había sido el referente conceptual para explicar lo inexplicable. De nuevo, la escuela de filósofos atenienses ocupaba un lugar en el mundo del conocimiento, para intentar explicar los procesos mediante causas naturales y, cuando no se dispusiese de explicación natural, la pregunta quedaba ahora planteada en espera de su respuesta adecuada, pero ya sin volver a mitos ni a referencias no científicas como hipótesis explicativas.
¿Se dejó de creer en Dios? No digo eso, simplemente no se utilizó su concepto como recurso para explicar lo inexplicable. Y como no hubo necesidad conceptual de creer en la divinidad, esta creencia se ha transformado en un acto de libertad intelectual.

viernes, 9 de octubre de 2015

Cuestiones de biología

Quiero comentar una cosa que casi constituye una falsedad si no se explica con detalle. Se nos ha insistido una y mil veces  en que todos somos iguales, lo cual, desde la óptica de la biología, no solo es falso sino que, de ser cierto, constituiría una tremenda desgracia.


Vayamos por partes. Los defensores de esa pretendida igualdad, tal vez no han visto que la mitad de la Humanidad está constituida por hombres y la otra mitad, por mujeres. Eso, para empezar. Luego vienen los diferentes grupos sanguíneos, las alergias, las predisposiciones, las aptitudes, las habilidades, etc. En fin, ya Aristóteles había dicho que cada ser humano es irrepetible y la biología de hoy confirma tal enunciado.

Podemos preguntarnos que de dónde viene tal error. La respuesta es clara. Procede de los primeros parlamentos democráticos de los siglos XVIII en EE UU y Francia, y de los del siglo XIX. En aquellos parlamentos constituyentes se incluyeron científicos, normalmente químicos o físicos, que manejaban los planteamientos filosóficos de Platón en el momento de enjuiciar el entorno. La filosofía platónica es correcta para enjuiciar los seres químicos o los procesos físicos. Pero cuando se aplica a la biología es un verdadero desastre.

De allí salieron las primeras Constituciones. La de Estados Unidos es de 1787 y que yo recuerde, uno de sus primeros artículos, dice que “Todos los hombre son iguales”. Conviene leer de modo literal. No menciona a las mujeres y es que era una constitución pensada por y para hombres. Ese fue uno de los hondos debates de aquel siglo, el incluir a las mujeres en las Constituciones y definir sus derechos en la sociedad.

El siglo XIX asistió a un notable desarrollo de la biología y su consiguiente
prestigio. Médicos y biólogos aplicaron sus conocimientos al concepto de diversidad humana y se supo que esa diversidad era una de las riquezas biológicas de nuestra especie. No tenía sentido científico hablar de igualdad humana en los términos en que se había hablado en Constituciones anteriores. Fue preciso buscar nuevas fórmulas que, admitiendo la diversidad de los individuos, definiese su igualdad. Creo que fue la Constitución belga la primera que, en 1914, resolvió esta aparente contradicción diciendo que “todas las personas nacen iguales ante la ley”. Desde entonces, es la fórmula que se utiliza para enunciar esta aparente contradicción. Únicos desde un punto de vista biológico. Iguales ante la ley.

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Por otra parte, una cosa que me preocupa es que, hoy em día, existen diversos condicionantes sociales que hacen que en Europa se inviertan las pirámides poblacionales. En una población humana normal, hay muchos niños y el número de sus componentes decrece según la edad, como vemos en la gráfica que pongo de la población española de 1900. Muchos niños, pocos ancianos y un gran número de individuos en edad reproductora. Ahora han
POBLACION ESPAÑOLA 1900
cambiado las circunstancias y vemos que, pasado el año 2000, hay personas que superan los cien años, pero nacen pocos niños. Éstos representan la generación siguiente, la que nos va a substituir, que ya están ahí, pero en pequeño número relativo. En la Unión Europea disminuyen los tamaños de las poblaciones, y no se atisban soluciones ni a corto ni medio plazo.

En este plan, desde un punto de vista, incluso, egoísta, pienso en todos esos niños que están a las puertas de nuestra Europa pidiendo paso para entrar. Cuánto me gustaría que se les abriese paso, un paso franco, generoso, pensando que son más los beneficios que los problemas que traen con ellos.

POBLACION ESPAÑOLA 2007
Los biólogos de poblaciones coincidimos en el efecto beneficioso de las inmigraciones, tanto en los aspectos relativos a nuestra actual estructura como población biológica en general, como a un posible incremento de la diversidad genética de las futuras generaciones de europeos. Es posible que muchos de nosotros no lo lleguemos a ver, pero la población europea saldrá beneficiada.

Mientras se toman decisiones, en esta bendita España nuestra, hay pueblos que se han quedado desiertos por falta de brazos. Lo sabemos todos. Ojalá los políticos, tan hábiles en cosas dispares, arbitren modos para su integración en poco tiempo.


martes, 6 de octubre de 2015

Nuevos datos o afianzamiento de conceptos


EL CONCEPTO DE CROMOMA
AUN HA DE TENER MUCHAS
MODIFICACIONES
Para el hombre de la calle no hay discusión en el planteamiento acerca de la prelación entre descubrimiento y concepto. El descubridor es considerado como un héroe, pero bien se puede prescindir del concepto. En realidad no es así, pues el fondo patrimonial de una ciencia está constituido por sus conceptos, a veces formulados a modo de leyes. Los descubrimientos ayudan a reformular conceptos previamente establecidos, a admitir nuevos y a rechazar otros. Cuando no hay base conceptual ninguna para acoger un descubrimiento, decimos del descubridor que se adelantó a su tiempo.

Por lo que respecta a la biología, su riqueza científica está mantenida en sus conceptos, siempre sujetos a ser revisados a la luz de nuevos descubrimientos: Es ahí donde radica la importancia de los nuevos aportes de conocimientos, llegados gracias al tesón de descubridores. Los conceptos de diversos objetos de estudio se han ido modificando a lo largo del tiempo conforme los descubrimientos iban perfilando propiedades suyas. En este sentido, es posible, como hizo Mayr en 1982[1], escribir una historia de la Biología escribiendo una historia de sus conceptos fundamentales.

EL DESCUBRIMIENTO DE LA ELECTROFORESIS
MODIFICÓ Y AFIANZÓ MUCHOS
CONCEPTOS BIOLÓGICOS
Por desgracia, hoy muchos científicos no son muy conscientes de los cuadros conceptuales en que desarrollan sus investigaciones. Raramente exponen, si acaso lo tienen claro para sí mismos, qué conceptos aceptan en su totalidad y cuáles rechazan por principio. También son muchos los que dan gran importancia a sus propios logros relativos a nuevos conocimientos y, en especial, a todo cuanto resulta espectacular. Pero omiten casi siempre decirnos cómo esos mismos logros afectan a los conceptos en que se basan sus estudios. Incluso pueden ignorarlos o considerarlos secundarios, si acaso los llegan a conocer.

No obstante, querer presentar a la ciencia como una simple acumulación de hechos nuevos es completamente erróneo. En las ciencias biológicas –y eso puede ser más cierto para la biología evolutiva que para la funcional-, la mayoría de los grandes progresos se han producido por la introducción de nuevos conceptos o la mejora de los preexistentes. Se progresa en la comprensión del mundo mucho más por la mejora conceptual que por el descubrimiento de hechos nuevos, si bien ambos procesos no se excluyen mutuamente.
A MORGAN DEBEMOS EL
PRIMER CONCEPTO DE
GENOTIPO

Voy a explicar esto con algún ejemplo. Mucho antes que lo estudiara Mendel, los criadores de ganado habían encontrado las proporciones, que hoy conocemos como “mendelianas”, en tipos de descendencia de cruzamientos entre híbridos. El mismo Darwin había encontrado numerosos datos similares en sus trabajos de cruzamientos entre plantas. No obstante, todo eso carecía de sentido hasta que Mendel introdujo los conceptos adecuados y Weismann adoptó conceptos adicionales que hicieron aún más comprensible el concepto mendeliano de segregación en gametos. Del mismo modo, los diferentes descubrimientos que se fueron realizando a lo largo del siglo XX, sirvieron para ir modificando y mejorando el concepto que tenemos del cromosoma, haciendo que cada vez poseamos una comprensión más clara acerca de la estructura y de la función de este cuerpo celular. Pronto publicaré aquí mismo cómo ha ido cambiando el concepto que tenemos de genotipo, basado en los paulatinos descubrimientos que se han ido realizando acerca de su funcionamiento.

EL CONCEPTO DE SEGREGACIÓN HA SIDO
FUNDAMENTAL EN LOS ESTUDIOS GENÉTICOS
Para cada progreso de la biología evolutiva o sistemática, se puede demostrar que éste no fue tanto un resultado de descubrimientos como de introducción de mejoras en los conceptos preexistentes, o de aparición de conceptos nuevos. Los historiadores de las ciencias saben eso desde hace tiempo, pero este dato es muy poco comprendido por los no científicos.

Lógicamente, los descubrimientos representan una parte importante del progreso científico y el aparente retraso que sufren ciertos sectores de la biología contemporánea (como el conocimiento acerca del origen de la vida o de la organización del sistema nervioso central), es debido, principalmente, a las lagunas que existen en nuestro conocimiento de ciertos hechos fundamentales. No obstante, en la marcha del progreso científico, la aparición de nuevos conceptos, o la trasformación mas o menos radical de conceptos antiguos, juega un papel tan importante, y a veces mas grande, que los mismos descubrimientos. En biología evolutiva, conceptos como evolución, descendencia de antepasados comunes, especiación geográfica, mecanismos de aislamiento o selección natural, han conducido a una reordenación drástica de un sector anteriormente confuso de la biología, a la formulación de una nueva teoría y a numerosas nuevas investigaciones.

Quienes afirman que el progreso de las ciencias consiste principalmente en el progreso de sus conceptos científicos, no van nada descaminados.





[1] No existe versión castellana de esta obra. La hay en gallego: “Historia do pensamento biolóxico”. USC, 1998, Santiago de Compostela. 

domingo, 4 de octubre de 2015

La vaquera y el marqués

En la medida de que la ciencia pretende dar respuestas a interrogantes planteados relativos al entorno, su avance va a depender del hallazgo de dichas respuestas. Pero, para que la ciencia progrese, conviene que las preguntas sean pertinentes y estén formuladas desde una óptica científica correcta, pues preguntas equivocadas solamente producirán respuestas también erróneas.


En la historia del saber existen momentos importantes, que son aquellos en los que el ambiente científico está pleno de personas que reflexionan con el rigor pertinente. Normalmente, los hechos que desencadenarán el progreso de la ciencia están ante todos, pero solamente unos pocos, de mentes avispadas, son capaces de captar lo que hay de desacostumbrado en ellos y de considerar estimulante dedicarse a su estudio para, después, poderlos explicar. Las preguntas que plantean, esos hechos son los que propician la búsqueda de las respuestas que hacen que la ciencia avance. A veces, preguntas y respuestas aparecen casi a la vez. En otras ocasiones, han de transcurrir cientos de años antes de ser encontradas. Ese fue el caso que voy a contar a continuación. 

No sé, ni poseo datos, que me indiquen la certeza de todo cuanto voy a decir, pero voy a relatar esto como yo creo que bien pudo haber ocurrido. Digamos que esta interpretación mía es consecuencia de dejar vagar la imaginación en una tarde de otoño. 

Vayamos a los siglos XIV y XV, una época de grandes cambios de todo tipo: sociales, culturales, religiosos, etc. El poder de los señores feudales no era lo que había sido, y aparecían los burgos como manifestación de la nueva estructura social. El arte románico era un recuerdo y se utilizaba el gótico. Europa renacía después de una epidemia de peste que diezmara su población. En los hombres de este tiempo surgieron hondas dudas en relación a Dios. Estas dudas, con el paso del tiempo, tomarían cuerpo en el protestantismo. En medio de esta transformación social, no faltaron nuevos conceptos con los que enjuiciar a las personas y sus comportamientos, como podemos ver al tener en cuenta los sobrenombres dados a los reyes: "El Bueno", "El Sabio", "El Magnánimo" y otros semejantes, diferentes a los aplicados en tiempos
EL DONCEL LEE
anteriores: "El Fuerte", "El Bravo" o "El Velloso".

Otro tanto podemos detectar en la escultura funeraria, como comprobamos en una visita que podamos hacer a la iglesia de San Francisco, en Betanzos. En ella, y junto al sepulcro de Fernán Pérez de Andrade, "O boo", Conde de Andrade, ataviado con armadura recia y poderosa, vemos en sepulcros de tiempos posteriores cómo están representadas personas con ropas de gala, más propias de una vida palaciega y cortesana. El máximo de la escultura funeraria de este tiempo está en Sigüenza, donde un hombre en la flor de su vida, conocido como el Doncel de Sigüenza, está representado en actitud de reposo, leyendo un libro, lejos de las preocupaciones de los campos de batalla.

También a través de la pintura podemos ver cómo cambia el vestuario, usando colores nuevos y otros tipos de ropas que hacen que las personas aparezcan más esbeltas. En los frescos de Piero della Francesca, por citar un caso, es posible comprobar esto, pero también en otros pintores contemporáneos suyos.

Gracias a los viajes de Marco Polo se abrieron nuevas rutas y se conocieron nuevas mercancías para el comercio (y la jardinería). En ferias y mercados se ofrecían sedas, especias y otros productos exóticos que, por sí mismos, constituirían signos de singularidad para quien los usase. Por todas partes tomaba cuerpo un nuevo concepto de calidad de vida en el que la belleza, no iba a ser menos, era definida de modo acorde con el ideario del momento histórico.

EL MARQUÉS CORTESANO,
REZA Y ESCRIBE
En toda esta compleja transformación de pensamiento y de criterios que se estaba produciendo, no eran pocos los cambios que convenía hacer para adecuarse a las novedades. Uno de ellos, y no pequeño, consistía en encontrar medicinas apropiadas para las enfermedades que llevaban tiempo asentadas en Europa. Tal era el caso de la viruela. Se sabe que había sido traída a Europa por los árabes andando el siglo VI y, desde entonces, fue endémica en el continente hasta finales del siglo XIX. Enfermedad muy común, comportaba elevada mortalidad y, en caso de que sanasen los enfermos, les dejaba cicatrices profundas, perfectamente visibles e incompatibles con los conceptos de belleza imperantes.

Quiero creer que la gente de aquella época, en la que tanto se veneraba la belleza, pudiese estar envidiosa de quien mostrase tener salud o, incluso, estar defendido (hoy diríamos inmune) ante enfermedades concretas. Tal vez esto fuese lo que pudo sentir el Marqués de Santillana (1398-1458) antes de escribir:

Moza tan fermosa
non vi en la frontera,
como la vaquera
de la Finojosa ...

Por lo que sé, el Marqués era un noble muy de su tiempo, acostumbrado a las ventajas que puede proporcionar un cierto estilo de vida acomodado. Es posible que, en secreto, también tuviese miedo a viruela y otras enfermedades propias de la época. Quiero pensar que la hermosura que tanto asombrara al Marqués no era otra cosa más que la ausencia de viruela en la vaquera que, por tanto, tendría un rostro terso, hermoso y con el color propio de la gente joven que trabaja en la montaña. En aquel tiempo, la capacidad de resistencia al mal sería un bien inestimable atribuido al uso de hechizos y ensalmos apropiados. Por eso, se pensaba que tal estado era más asequible a personas con un cierto tipo de poder adquisitivo y no a la gente común.
LA MOZA SE INMUNIZA

Siempre me extrañó el hecho de que el Marqués no creyese que la moza fuese vaquera, tal vez por considerarlo un trabajo inapropiado para una muchacha tan hermosa. O por considerar que su oficio debería estar reñido con la salud que mostraba. Como si, para él, una cosa estuviese reñida con la otra.

la vi tan graciosa
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.

Nunca creería el Marqués que el trabajo de la moza era el causante de que no padeciese la viruela, pero supongo que en la Finojosa (hoy, Hinojosa del Duque), escucharía más de un comentario sobre la ausencia de viruela en quienes desarrollaban tales actividades. De la causa de tal relación, no se sabía nada. Tendrían que transcurrir muchos años antes de que se encontrase. Tal vez al Marqués le costaba admitir cuanto le decían, y no deja de ser curioso que por mucho que se lo diga la muchacha, el poeta cortesano no salga de su opinión:

Juro por Santana
que no sois villana.

El Marqués de Santillana deja planteada una pregunta que, posiblemente, estaba en lo pensamiento de mucha gente contemporánea suya: Cuál era la causa de que unas personas, con un trabajo concreto, no padeciesen una enfermedad también concreta. Hoy sabemos que esta relación tiene una base explicable por la ciencia. Gracias al poema, sabemos que en ese tiempo la pregunta, como primer proceso del avance científico, ya estaba planteada y bien planteada: Comprobada la resistencia de unos trabajadores a una enfermedad, mortal en la mayoría de las veces, cuál era la causa de esa resistencia. Si estos trabajadores no tenían mayor acceso al uso de brujerías, la resistencia debía tener base natural.

GENERAN INMUNIDAD
Con la pregunta apropiada del Marqués, y de más gente de entonces, estaba en marcha el progreso, aunque en aquel tiempo todavía no se conocía el camino para encontrar la respuesta. Antes, tendrían que ocurrir muchas cosas, era preciso incrementar conocimientos y descubrir técnicas apropiadas. Pero el reto estaba sobre la mesa: Algo poseían los vaqueros que los hacía inmunes a la viruela.

El resto de la historia no lo voy a contar, es conocido y terminó con el descubrimiento de la vacuna correspondiente por parte de Edward Jenner, un científico con quien la Humanidad está en deuda. Por cierto, como el suero se extraía de las vacas, al suero se le llamó “vacuna”.

El proceso científico siempre ha sido así, la formulación de preguntas apropiadas y la búsqueda de sus respuestas. Sabemos que Newton buscando respuestas a la caída de la manzana, descubrió la gravitación universal, Mendel estudiando la transmisión de caracteres simples descubrió las leyes de la herencia, y Fleming mediante procesos similares descubrió los antibióticos.

Hoy, con nuevas técnicas y de mayores capacidades  de análisis, se buscan respuestas a preguntas, digamos, de siempre. No creo que se lleguen a descifrar por completo, pues nuevas respuestas casi siempre plantean nuevas preguntas. Es un modo de avance de la ciencia.