A partir de mi anterior artículo, tal vez pueda generarse la impresión de que creo que algunos fenómenos naturales, como la emergencia de caracteres, no se pueden estudiar. Nada más lejos de mi opinión, si bien creo que hoy por hoy no existen métodos para hacerlo de modo científico. Pero los habrá.
Uno de los grandes retos de quienes quisieron interpretar el entorno fue el de explicar la causa BACO JUGABA MALAS PASADAS |
DEMASIADAS VECES LA CAUSA FUE EL AZAR |
Mas tarde, cuando atribuir a los dioses la causa de los fenómenos cayó en decadencia y los hombres de ciencia buscaron los orígenes naturales que los provocaban, muchas veces se recurrió al azar como última explicación causal de los fenómenos. En realidad, atribuir al azar esas causas era una forma elegante de esconder la propia ignorancia. Muchos fenómenos atribuidos al azar hace apenas cincuenta años, hoy son perfectamente predecibles. Y predecir con éxito un fenómeno, indica que se conocen sus causas y las variables que las rigen.
Para mi, siempre ha sido motivo de reflexión que existan sabios que no quieran admitir la propia ignorancia en temas ajenos a lo que estudian. Otra cosa es qué entendemos por sabio. Tal vez ese concepto esté trasnochado y sólo sea aplicable a personajes del pasado, con saberes enciclopédicos, pero no hoy, cuando hay maestros que saben muchísimo sobre cosas puntuales, pero que pueden ser grandes ignorantes de otras materias.
Voy a exponer algunas cosas protagonizadas por eximios sabios.
- En la década de 1940, uno dijo que ya no quedaba nada por descubrirl
- Cuando en 1906 se concedió el Premio Nobel de física a Niels Bohr por su contribución al conocimiento del átomo, no faltó quien dijera que se premiaba un trabajo inútil.
- Cuando en 1962 se concedió el premio Nobel a J.D.Watson, F.Crick y M.Wilkins, tampoco faltaron quienes lamentaron el que se premiase la inutilidad de sus estudios.
- Un Premio Nobel de medicina, anunció que pronto toda la biología no sería mas que biología molecular, demostrando saber poca biología.
No voy a comentar estos hechos protagonizados, seguramente de buena fe, por eminentes hombres de ciencia.
¿Sabemos mucho? Es una pregunta simple, que pocos se plantean. Personalmente, creo que es mucho más lo que ignoramos que lo que conocemos. A la ciencia le corresponde ir interpretando el entorno en función de los conocimientos que se poseen en cada momento. Ya no es Eolo quien sopla, ni Baco quien juega con nosotros, ni Morfeo quien nos lleva en sus brazos. El azar va siendo acorralado como causa de muchos fenómenos y, como dijo Einstein, “Dios no juega a los dados” pera eliminar a Dios como causa de fenómenos aleatorios.
DIOS NO JUEGA A LOS DADOS |
Creo que muchos científicos estudian cosas cotidianas, intentando explicarlas de modo que conozcamos mejor el entorno en el que nos movemos. Otros, a veces con espíritu más aventurero, se adentran en el difícil camino de buscar las causas de algunos fenómenos que aún nos resultan inexplicables. (Las causas, las causas, las causas, siempre las causas en ciencia). A los no científicos les apasiona conocer las causas de todo cuanto nos rodea y demandan explicaciones a quienes se dedican a la ciencia.
Ante fenómenos que no se pueden explicar con nuestros conocimientos actuales, he visto varias posturas por parte de hombres de ciencia. Unos dicen que son fenómenos inexistentes e intentan ridiculizar a sus defensores. Otros menosprecian las interpretaciones que puedan surgir a partir de otras culturas. Otros dicen desconocer sus causas, que existen pero que aún no se pueden estudiar, pues incluso no se dispone de métodos para hacerlo de modo adecuado, pero que esos fenómenos representan un reto para el estudio.
Me quedo con estos últimos.