sábado, 10 de agosto de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. (XXIII) UN RECUERDO A D. ELÍAS VALIÑA

BUSTO DE D. ELIAS JUNTO AL SANTUARIO
Existen personas que, sin buscárselo, pasan a la historia por derecho propio. Suelen ser, siempre lo son, gente generosa que hace lo que le parece conveniente como sin darle importancia, como si cualquier otro lo hubiese hecho incluso, creen, mejor que él o que ella. Nunca se les ha ocurrido pensar que son personajes históricos también por eso, por servirnos de ejemplo de cómo se actúa, de cómo se derrocha generosidad y de cómo no hay que pedir nada a cambio cuando se trabaja por o para una idea.

D. Elías Valiña ha sido una de esas personas y voy a comentar algunas cosas suyas por las que debemos reconocerle. Sarriano de nacimiento, pronto ingresó en el Seminario de Lugo para acceder al sacerdocio, obteniendo siempre las más altas calificaciones. Posteriormente alcanza el grado de doctor con una tesis doctoral que estudiaba el Camino de Santiago bajo el doble aspecto histórico y jurídico. Era el año 1965 y D. Elías Valiña contaba 36 años de edad. Desde 1959 era párroco de O Cebreiro.
Tal vez no faltó quien le augurase un brillante futuro en Lugo, sede de
la Diócesis. No obstante, D. Elías, que gustaba ser conocido como "el cura de O Cebreiro", nunca pretendió salir del ámbito de su parroquia y, cuando lo hizo, fue debido a motivos de estudios y para dar a conocer el tema de su preocupación intelectual: el Camino.
Porque, y aquí empezamos a ver la importancia de cuanto hizo, D. Elías era consciente del significado que el Camino podía tener en la Europa del siglo XX y en la de tiempos venideros. Por más que he querido conocer qué motivos guiaron sus hechos, no los encuentro salvo el haber poseído una gran fe en el significado del Camino y tener una sólida confianza en que ese significado se mantendría en tiempos futuros.
PLACAS DE HOMENAJE AL PIE DEL BUSTO DE D.ELIAS
Hasta su época, el Camino había sido considerado como un fenómeno terminado, algo que debía ser estudiado en el marco de la historia como un fenómeno propio de tiempos idos. D. Elías quiso contagiar a todos cuantos estaban con él su fe en un Camino que, viniendo del pasado, se proyectase hacia el futuro con una pujanza cada vez mayor y un significado propio de este tiempo.
MONOLITO CON PLACAS
DE HOMENAJE
Convenciendo a unos y a otros, consiguió que se reconstruyesen el santuario y el poblado de O Cebreiro y que las pallozas que quedaban en pie fuesen acogidas bajo protección oficial. En ellas se instalaron diversas entidades culturales, mientras que sus antiguos habitantes fueron realojados en casa acordes con los tiempos de hoy.
Hizo que el Camino comenzase a ser conocido como algo actual, no de otro tiempo. Al principio en soledad y con la incomprensión de muchos, comenzó a desarrollar una actividad consistente en darlo a conoce. Conferencias y publicaciones fueron sus medios para hacerlo y, con el tiempo, se empezó a hablar de sus actividades. D. Elías se movió de un sitio a otro por Europa hablando siempre de su tema mejor conocido: EL Camino de Santiago. Muchos libros y guías referentes a él y que hoy vemos en manos de peregrinos, son obra suya. Se le consideró como un experto conocedor de la senda, en especial del que conocemos como Camino Francés.
Fue en 1984 cuando inició la señalización del camino mediante flechas de color amarillo. Hoy esas flechas jalonan el Camino y todos quienes han pasado por él, las conocen como algo familiar, casi entrañable, en su ruta. En Galicia, el trayecto marcado por las flechas se considera la indicación más fiable del Camino.
Fundamentalmente humilde y asequible, cuando fue objeto de algún tipo de homenaje, casi pedía perdón por recibirlo. Nunca, creo yo, fue consciente de la trascendencia de toda su labor a favor del Camino en todos los aspectos.
Entre el Santuario del Cebreiro y la hospedería hay una pequeña parcela con su busto y gran cantidad de placas, procedentes de asociaciones o entidades, que le reconocen sus méritos y le rinden homenaje. También hay un monolito con placas diversas reconociendo y alabando su labor. 
Siempre que veo flechas amarillas señalando la dirección del Camino pienso en este hombre que, sin quererlo ni proponérselo, ha entrado en su historia tal vez por hacer calladamente lo que él pensaba que debía de hacer. Sólo por eso merece mi respeto y admiración, porque, además, nunca pidió nada a cambio.
+ + +

D. Elías está enterrado en el interior del santuario, a los pies del altar situado en el ábside izquierdo. No soy quien para decir cómo deben hacerse las cosas, pero hace poco tiempo le pusieron unas barras metálicas sosteniendo una cadena que mejor que no se hubiesen puesto, pues las barras parecen ridículas y la cadena hace pensar en las que se venden por metros en cualquier ferretería de arrabal. Sin las barras y la cadena, la tumba estaba mucho más digna, por sobria.



jueves, 1 de agosto de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO. (XXII) EN LUGO, BIEN GUARDADO

POR ESTA PUERTA ENTRÓ ALFONSO II
Al llegar el peregrino a Lugo, lo primero que le sorprende es su muralla. O sus murallas, que así las denominamos los lucenses, en plural. También debió de sorprender al rey Alfonso II, el Casto, cuando llegó aquí camino de Compostela, al reclamo de un cuerpo que se había descubierto y querían atribuir al Apóstol Santiago. Entró por la puerta que hoy llamamos de San Pedro, donde hay un monolito recordando el hecho y diciendo del rey Alfonso que fue el primer peregrino compostelano. Eran los primeros años del siglo IX. La visión de la ciudad desnuda, rodeada de murallas que seguían las irregularidades topográficas debieron causar impresión al rey y a sus acompañantes. Pero siguió caminando a Compostela, lo mismo que los peregrinos actuales. Lugo sigue siendo una ciudad de paso en el Camino, con méritos sobrados para detenerse y ver lo que hay, que es mucho.

JARRA CON FLORES EN LA TORRE DEL RELOJ
Cuando Lugo era lugar obligado de los peregrinos que venían de Oviedo y más allá, el Camino Primitivo se le llama todavía, era una ciudad bien surtida de hospitales, si bien hemos de tener en cuenta que entonces un hospital atendía más necesidades de la que atiende actualmente: residencia, albergue, lugar de reposo, de curación… Casi junto a cada puerta de la muralla había uno atendido por diferentes asociaciones caritativas: de Santa Catalina, de San Bartolomé, de Sta. María del Campo y más.
En la catedral tenía ocasión de conocer a Santa María, a quien otro Alfonso, el décimo, dedicaría sus Cantigas siglos más tarde. De entonces permanece la imagen, ya sin milagros atribuidos, una plaza adjunta con su nombre y el testimonio, esculpido en lo alto de la torre del reloj, que indica que aquella iglesia está dedicada a la virgen: un ánfora de la que sale un ramo de azucenas.
CRISTO MAJESTAD EN LA
PUERTA NORTE
En su puerta norte, la catedral tiene un hermoso Cristo majestad, muy similar al de Carrión de los Condes, y que nos presenta a un Cristo dispuesto a juzgar. En su mano tiene el libro con los siete sellos apocalípticos aún cerrados.
Puestos a entretenerse y descansar en Lugo, la vida del peregrino giró alrededor de la plaza del Pozo da Pinguela, donde había fuente pública, mesones y un albergue. Dicen los sabidos de hoy que la hospitalidad consistía en dar cama, calor, agua y sal. Sabemos del comercio abusivo que hubo relativo al agua, por eso cito las fuentes públicas, pues rompían esa costumbre y, además, nos indican la preocupación de los gobernantes en relación a los caminantes y sus necesidades. Heredera de aquella plaza es la actual Plaza del Campo, que conserva la fuente, hoy ornamental, y muchos mesones en los que comer adecuadamente por no mucho dinero. Es curioso, en este entorno en el que estaban los lugares de atención a los caminantes, siguen presentes las oficinas dedicadas a los mismos fines.
PLAZA DEL CAMPO
Es en esta Plaza donde se encuentra ambiente de caminantes, en el resto de la ciudad, con su vida definida, los peregrinos pueden pasar bastante desapercibidos. No obstante, en la Plaza del Campo, en sus terrazas y sus lugares de comidas, los caminantes se adueñan sanamente del ambiente, lo hacen suyo sin pretenderlo y prestan un indefinible colorido al lugar, que muchos ven con cierto aire nostálgico. Estamos en el Camino Primitivo, no en el Francés. Aquí no encontramos grandes grupos de peregrinos, mas bien son parejas o pequeños grupos silenciosos, que viven tranquilamente su caminar sin mayores ostentaciones ni jolgorios.
ANTIGUA SEÑAL INDICADORA
DE HOSPITAL DE PEREGRINOS
La salida de la ciudad se hacía por la Porta Miñá, la más antigua de las murallas, que daba a la calzada romana por la que se llegaba al puente, también romano. A los pocos metros de esta salida, los peregrinos saludaban a la Virgen del Camino, hermosa talla, a la que pedían ayuda en su caminar. Es curiosa esta devoción naciente hacia María. En otras localidades del camino, en León, por ejemplo, y también en la salida, existen santuarios suyos bajo la misma advocación “del camino” pidiendo ayuda en los tramos siguientes. La capilla de la que hablo, ahora es de una cofradía privada, pero tienen a la Virgen del Camino dignamente colocada en un altar lateral.
PORTA MIÑÁ
Atrás queda Lugo, el peregrino sólo tiene que dejarse llevar por la calzada romana hasta cruzar el río Miño. Cuando esté sobre el puente, a su izquierda dejará las antiguas termas romanas, aún en funcionamiento. Luego, tuerce a la derecha y camina hacia Orbazai, pero antes pasará por otro hito propio de las urbes con un cierto tamaño: el hospital de leprosos puesto bajo la advocación de S. Lázaro. Como en otras localidades del Camino, se encuentra a la salida de la población, una ubicación que no entiendo mucho, pues considero que sería más sano que estuviesen en las entradas, sin dejar penetrar a los enfermos, como ocurre en Compostela, evitando posibilidades de contagios.
¿Marcharía contento el peregrino? Quiero creer que sí. Había tenido
VIRGEN DEL CAMINO, EN LA CAPILLA DEL CARMEN
agua disponible para asearse y beber, dispuso de varios hospitales, la catedral le dio lugar apropiado para sus actos de devoción. Y, por si fuera poco, la muralla le había brindado una buena protección ante bandidos y salteadores…

Tal vez haya dado cuenta de lo que pudo haber encontrado en Lugo el caminante. Para mí, en Lugo encuentro mucho más. Aquí supe lo que era el Camino, conocí las historias y las leyendas, todas mezcladas sin importarme discernir. Fue en Lugo donde dejé que creciese en mi mente una imagen de peregrino misterioso, erradicado, sin historia ni edad, pero que caminaba a rumbo fijo. Siempre, el peregrino ha representado para mí alguien que salió de su mundo para vivir otro, más íntimo, mientras caminaba tras ilusiones, misterios y promesas, protagonista
SAN LAZARO, FUERA DE LUGO, CON SU HOSPITAL
PARA LEPROSOS
en solitario de un poema épico, el suyo. Así lo empecé a ver siendo muy niño, en el primer Año Santo que recuerdo. Ahora la imagen casi se ha desnudado de los ropajes iniciales, pero siempre conserva en mi mente la idea de algo mágico que hace que cuando veo a un peregrino le mire con un cierto aire de inefable envidia mezclada con un tinte de añoranza. La visión mágica del peregrino se forjó en Lugo en la mente de aquel niño que fui. Aunque sólo fuese por eso, le tengo un tremendo cariño a esta ciudad y no puedo ser imparcial al hablar de ella.

lunes, 29 de julio de 2013

DOLOR EN TODAS PARTES

Hace días que tengo preparada una nueva entrada para mi blog. Una entrada sobre Lugo, en el Camino Primitivo de Santiago de Compostela. Pero un nefasto accidente de tren ha roto todo. Fundamentalmente, ha segado 79 vidas, a día de hoy, pero ha roto todo en esta bendita tierra. También los ánimos, de modo que ni ganas tengo de escribir, pero quiero reflexionar sobre algunas cosas, porque nada volverá a ser como antes.
He dicho “antes” porque está claro que existe un “antes” y le seguirá un “después”. Un antes que conocemos, que podemos decir cómo era, qué variables tenía y un después desconocido al que vamos, pero del que ignoramos prácticamente todo.

A fuerza de datos pasados y conocidos, nos metemos en los futuros, desconocidos por completo. Antes y después, dos partes de un tiempo, depende qué unidades de medidas hayamos tomado, siempre dos partes de un tiempo. Los geólogos lo miden por Eras y hablan de millones de años, conceptos que podemos entender, pero que se nos escapan en cuanto a percibir sus magnitudes. Los historiadores nos hablan de un antes y un después propio de la cultura grecorromana, la nuestra, siendo Cristo el punto cero de esa medida. Luego, están las historias de los pueblos en que determinados hitos parten los tiempos, como pueden ser la invasión de los bárbaros o el descubrimiento de América, por poner dos ejemplos.
Para cada uno de nosotros, los tiempos son más próximos, cotidianos: los años de instituto,  de universidad, los del trabajo, los años en Córdoba, en Barcelona o en Santiago… Así vamos dividiendo nuestras historias para hacerlas más comprensibles, más posibles de racionalizar en etapas.
Todos, absolutamente todos, estábamos en nuestros sitios marcados en la tarde del 24 de julio. Como fichas de un gran juego desconocido para nosotros pero del que, de un modo u otro, éramos protagonistas. El accidente fue como un inesperado jaque a todos y creo que cada cual respondió a su modo, muchos con suma y ejemplar gallardía. Galicia quedó triste, con una tristeza que saliendo de cada corazón se implantó en toda nuestra geografía.
El accidente de tren del 24 de julio, el accidente, nos marca a todos en un triste antes y un triste después. Nada volverá a ser como fue. Esas vidas tronchadas a la edad que fuese, pero segadas sin razón, nos tendrán conmovidos por siempre, lo mismo que la imagen de las familias rotas esperando alegremente a quienes ya no vendrían nunca pero que, en su lugar, mandarían un desgarrador recado.
Por eso no tenía ganas de entrar en el blog a escribir. Hoy, haciéndome ya a la nueva idea, esa idea de “después”, vuelvo aquí como si todo fuese a ser igual que antes, pero temiendo que no.
Todas las víctimas han señalado un punto muy serio, y duro, en nuestra historia, sin saber que serían sus protagonistas. Pero eso, los análisis de lo ocurrido queda para los profesionales, los historiadores. A nosotros nos queda vivir y adaptarnos a la nueva cotidianidad, sin olvidarnos lo vivido y sacando  nuestras  propias consecuencias.
Su memoria permanecerá con nosotros. La memoria de todo esto.



sábado, 20 de julio de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XXI) VISPERAS DE LA LLEGADA

EL CAMINO EN SOLITARIO PUEDE SER DURO
Leo en la prensa de hoy que los albergues del Camino están repletos, que en los atardeceres de estos días estivales, casi hay carreras por llegar pronto a ellos y poderse acoger a su cobijo. Todo el Camino esté lleno de gente que va a Compostela buscando, buscándose, en esta época en que la pérdida de identidad es cada vez más patente. Los miembros de las pandillas de caminantes se conocen por sus nombres propios, mientras que esos mismos nombres, identificativos de cada uno de ellos, se han perdido en las grandes ciudades. En la ciudad, con suerte se es “el del quinto”, “el padre del niño”, “el chico de los auriculares” y otras indicaciones que sirven para identificar a desconocidos.

Muchos de esos caminantes anónimos, pero con necesidad de
LA COMPAÑÍA DE LOS DEMÁS
integrarse en algún círculo, se han echado al Camino buscando identidad propia, amistades, compromisos. Luchando contra el proceso mundial que parece tener como finalidad el hacer un mundo de desarraigados, los caminantes andan por la senda buscando identificaciones con lo propio, con la historia, con la tradición, con uno mismo. Por su aspecto al llegar a Compostela, perece que muchos lo consiguen. Al menos lo vislumbran, saben que existe y ahora toca un largo camino interior, personal e independiente de circunstancias, para encontrarlo y afirmarse en este mundo que llevan dentro de sí mismos.
En todas las culturas de nuestro entorno existe algún relato, mito,
ENTRE EL GENTÍO, UNA BANDA QUE TOCÓ EN
MISA Y LO HIZO MUY BIEN
fábula o lo que sea, que nos viene a indicar que por mucho que busquemos fuera, lo importante, lo que dará sentido a nuestras vidas, lo llevamos dentro de nosotros mismos. Por eso es necesaria la introspección, el buscar valientemente en nuestro interior con la seguridad de que allí se encuentran las respuestas a muchas de las preguntas que creemos consustanciales a nosotros mismos. Esta senda, el Camino, es una buena vía para encontrarlas.
Mientras, todos los lugares a lo largo del Camino han invitado a quedarse por uno u otro motivo. Han existido, se han escuchado los mismos
 HAN LEGADO CANSADOS, PERO ESTÁN AQUI
cantos de sirena que hicieron que Ulises se atase a los palos de su buque y ensordeciese a sus marinos. La tentación del desvío, o del alto, ha sido grande, pero ya casi se está en el Monde del Gozo, con la torres de Compostela como faro. Siempre se anduvo hacia delante, sin huir aunque lo pareciese, mejor tal vez con ganas de atrapar lo prometido. Nunca escapando de nada pero siempre con ganar de pararse para poder, al menos intentar, llevarse consigo paisajes, olores, acentos, o todo junto. Llevarlo consigo como prueba de haber pasado por donde lo han hecho millones de personas a lo largo de siglos y cada uno con su motivo personal, pero todos buscando o buscándose. El viaje ha sido la fidelidad a la idea inicial y ahora se vislumbra su recompensa.
NADA QUE DECIR
Aunque cualquier día es bueno para llegar a Compostela, tal vez el 24 de julio no sea el más apropiado- Mejor uno sin ningún tipo de relieve, un día más del año. No esos repletos de actos de todo tipo que no dejan vivir la propia intimidad con la alegría del Camino hecho. La satisfacción de no darle importancia, porque no la tuvo, a los múltiples inconvenientes que aparecieron. La ilusión de saberse nuevos y con la certeza de saberse dueños de programar, con nuevas coordenadas vitales, la nueva vida que casi ha tropezado con cada uno.

Buen Camino se le ha dicho, y deseado, muchas veces al caminante a lo largo de este viaje. Ojalá haya vivido eso, un buen Camino.

miércoles, 17 de julio de 2013

CON LA MELENA AL VIENTO

EL ORIGEN DE MI COMENTARIO
En mi entrada de 11 de julio pasado, decía refiriéndome a una imagen de la Virgen “la melena a la vista”, una frase que tal vez requiera una explicación por mi parte. Voy a darla ahora mismo extraída de mis propias reflexiones, cosas que pienso mientras miro el entorno, evoco recuerdos y contemplo el presente.
En nuestra cultura, la cabellera es un elemento corporal importante. Incluso, solemos referirnos a ella para señalar a una persona alejada y de quien desconocemos el nombre: “aquella rubia”, “aquel calvo”, "aquella morena de trenza”, “aquel de pelo cano”.
Por otra parte, en las mujeres, esa misma cabellera ha alcanzado un cierto significado de intimidad exaltado en las religiones derivadas de la Biblia: digamos que las mujeres recatadas la ocultaban a la vista de extraños, mientras que las de vida licenciosa la exhibían como un exponente más de sus oficios.
Aún hoy, las mujeres árabes tienen su melena suelta al estar en sus
PIETÁ
casas, pero al salir a la calle la ocultan bajo velos u otro tipo de prendas. Las mujeres de religiones cristianas hicieron algo similar hasta hace poco tiempo, si bien algunas, pertenecientes a grupos concretos siguen con estas prácticas. Determinadas monjas católicas continúan ocultando sus cabellos bajo tocas, prendas muy habituales en las mujeres medievales. Hasta después del Concilio Vaticano II, las mujeres católicas cubrían sus cabezas con velos al entrar en iglesias.
INMACULADA DE MURILLO
UNA NIÑA
Dentro de esta tradición cultural, la casi totalidad de representaciones de la Virgen nos presenta a mujeres con la cabellera cubierta. Ésta ha sido una tónica casi general, con algunas excepciones como pueden ser las Inmaculadas de Murillo y Zurbarán, la Virgen del Camino, de Lugo, y algunas pocas más. Si nos fijamos en estas dos Inmaculadas que he citado, podemos comprobar que representan a niñas casi recién salidas de la infancia, una edad en la que no era preciso velar la cabellera. La Virgen del Camino, de Lugo y otras representan maternidades con pelo suelto. Una madre no tiene nada de niña y no encuentro explicación a estas representaciones excepcionales. Es decir, el porqué la inquisición las toleró. Porque la inquisición, aquella abominable manera de interpretar muchos modos de vivir y de pensar, se metió por medio desde que el Concilio de Trento dictó normas sobre todo lo posible. También acerca del culto y el modo de vestir a los santos. La inquisición se erigió en guardiana de los dictados tridentinos sin que nadie se lo pidiera, y ya sabemos lo que ocurrió.
VIRGEN DEL CAMINO. LUGO
A veces me he preguntado cómo la inquisición transigió con estas imágenes que rompían los modelos prefijados de la virgen, sus símbolos. No dispongo de respuesta, la verdad, pero me gusta pensar que una vez que se han fijado los cánones con que se representan determinadas ideas, símbolos o personas, con lo que cuesta conseguirlo (culturalmente hablando), debe ser difícil aceptar representaciones alternativas, que puedan romper las normas pautadas. Por eso comprendo menos esas excepciones en la iconografía mariana.
Ahora quiero volver a hablar de la imagen del monasterio compostelano
MARIA MAGDALENA
de Sampaio Antealtares. Realmente esa imagen es una gran ambigüedad, pues no sabemos si representa a una mujer que está cubierta o destocada. Alguien foráneo diría que, en ese plan, es una imagen muy gallega. Algo así como aquel que, según el tópico, no se sabe si sube o baja una escalera, o el sibilino “sí, pero no, aunque en el fondo no, pero sí”… Aunque tal vez con ese modo que se nos atribuye, podría decir que sí, que se salvó de las iras de Torquemada, tal vez porque en relación a su melena, lo más fácil era que “quién sabe”. Una suerte para nosotros que se haya salvado de las iras del fraile, pues gracias a eso podemos disfrutar de una hermosa talla barroca.  
Por el contrario, María Magdalena, mujer de vida licenciosa declarada, siempre aparece con toda su melena desplegada en plan de recordarnos su vida anterior. Como modelo, debió ser un recreo para los retratistas de cualquier época al poderse entretener  representando su melena al viento.


jueves, 11 de julio de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO:(XX) LO POPULAR EN EL BARROCO COMPOSTELANO

Siempre que lo popular irrumpe en el arte, se genera un resultado que me gusta. Cuando aparecen sus trazas en escultura, pintura, música o donde sea, encuentro como un aire fresco por encima de academicismos en cierto
JUEGOS DE SOMBRAS EN RÚA NOVA
modo muertos, o carentes de vida. Porque para mí, es eso lo que traen las irrupciones de lo popular, los aires vivos.

En Santiago, no iba a ser menos, lo popular está por todas partes, siempre que lo sepamos encontrar. Basta mirar con ojos sabios para encontrarnos con sus pinceladas en múltiples estructuras.
Fundamentalmente, Santiago está construido con granito, piedra dura y difícil de trabajar. En ese plan, jugar con elementos cómplices pudo ser algo de gran rendimiento estético. El cómplice ha sido, y sigue siendo, el sol con los juegos de luces y sombras que proyecta sobre los relieves de las fachadas granítica. Y como el sol se mueve, también lo hacen las sombras, de modo que Santiago va cambiando de aspecto a lo largo del día. Lo sabemos los compostelanos con relación al Obradoiro, que casi nunca es igual a como lo vimos la vez anterior, debido a sus luces y sombras.
CASA DE LA PARRA
Pero también ocurre eso con arcos y peraltes, con bordes de ventanas, molduras de puertas o fachadas de casas sin pretensiones de monumentalidad. El sol pasa por ellas y va dejando su huella en forma de juegos de sombras perecederas.
Por otra parte, en el siglo XVIII, la época de los grandes constructores compostelanos, los productos del campo alcanzaron la categoría de elementos decorativos. Hoy vemos cómo son frecuentes los racimos de uvas, las peras, las manzanas y muchos otros tipos de futas,
CASA DAS POMAS. RUA NOVA
normales en las huertas vecinas compostelanas, elevados elementos ornamentales en la Compostela de la época. Tal vez más de un cantero de los que esculpían aquello, tomó como modelo las frutas que le habían preparado en su casa para la comida. Me gustaría saber qué pensarían las gentes de entonces al ver que las uvas del Ulla aparecían esculpidas en la fachada de la Catedral, por poner un ejemplo no extraño. Lo popular y cotidiano ensalzado como elemento artístico.
Tal vez ya entonces las uvas, y su producto inmediato, el vino, figuraban en las ideas de los santiagueses como un elemento digno de ser encomiado. En las casas, como hoy, se hacía vino con las uvas producidas por las propias viñas. Y esta familiaridad con las vides llegó al arte. Lo cierto es que las quías de las
CATEDRAL. PUERTA SANTA
parras comenzaron a trepar por el surco de las columnas salomónicas de los retablos y hoy, en Santiago, todas parecen haber sido esculpidas en un otoño ubérrimo, tal es la cantidad de racimos que tienen, mientras aportan solemnidad a retablos de múltiples iglesias de diversa categoría (conventuales, monásticas, parroquiales, rurales, catedral, etc).

BUENA COSECHA DE UVAS
MADRE CON SU HIJO
Si hablo de popular y arte, comentaré que hay una Virgen, barroca, que me gusta mucho. Al revés de otras coetáneas, propias de la Contrarreforma, que aparecen como amorfas y en pose de no saber posar, ésta que comento representa una joven rolliza, con su hijo, también rollizo y juguetón, y un aspecto de moza sana, contenta de la vida, pareciendo haber venido a Santiago procedente de cualquier aldea de la Mahía. Sonrosada, con la melena a la vista y aspecto de madre alegre y respetable.
Esta imagen se puede ver en la iglesia del convento de S. Paio Antealtares, entre parras que suben por las columnas salomónicas y, con suerte, escuchando música procedente de un órgano del siglo XVIII, tocado por alguna monja.
Una visita recomendable, mucho.


sábado, 6 de julio de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO (XIX) RECORDANDO PORTOMARIN


LA IGLESIA DOMINA TODO
Portomarín. La evocación de este nombre llena de nostalgia a aquellos que lo escuchan y especialmente si tienen cierta edad. En este año de 2013, se conmemora (no digo “se celebra”) el medio siglo desde que el pueblo original fue anegado para la construcción de un embalse que, decían, cambiaría la faz de la zona.
Y la cambió. Cuando las aguas anegaron todo cuanto estaba previsto, ya se habían llevado a un cerro próximo la iglesia-fortaleza de S. Juan, vinculada a los caballeros de San Juan de Jerusalén. Pero no era éste el único edificio que se había trasladado, también
BONITA, ALTIVA Y SUCIA
corrieron igual suerte la fachada románica de S. Pedro y unas cuantas casonas. El traslado se hizo de modo riguroso, piedra a piedra, y con esos edificios en la nueva situación, se quiso configurar un pueblo que salió con un cierto aire castellano. Una plaza central a la que confluían las calles con casas todas iguales, de planta baja, primer piso y soportales adintelados, nada gallegos. Bajo las aguas quedaron las casas en las que habían vivido generaciones de habitantes, los restos del puente de peregrinos y un sinfín de recuerdos y vivencias que no cuentan a la hora de evaluar indemnizaciones.
En aquella situación, era preciso dar vida al pueblo. Hubo veces en que parecía que lo iban a cerrar para mandarle la llave a quien había permitido tales desmanes. De nada valió que de modo artificial se organizasen festivales veraniegos o se abriese un parador de turismo en un edificio de nueva planta. Se le regaló una casona al obispo de Lugo que, palaciego él, lo aceptó para pasar allí parte del verano (Al pueblo se le llamó Portogandolfo de modo jocoso…). Nada. Sólo algo extraordinario sería capaz de salvar a Portomarín. 
Y el hecho ocurrió de modo inesperado. Reunida la Comisión
DENTRO, EVOCO A LOS MONJES GUERREROS
pertinente de la UNESCO en Cartagena de Indias, el 10 de diciembre de 1993, el Camino de Santiago fue declarado patrimonio de la Humanidad. Tal vez muchos no comprendieron entonces la trascendencia que tal declaración tendría para el total de los territorios atravesados por el Camino, pero desde aquel año, todos los lugares por los que pasa han modificado totalmente su aspecto. Uno de los pueblos beneficiados por este cambio ha sido Portomarín y donde antes casi no había dónde alojarse, hoy son numerosos los albergues para peregrinos, además de algún hotel. Aquella plaza, antes desangelada, hoy bulle de gente que va y viene todo el año llenándola de alegría y color. 
Entre los monumentos más significativos de Portomarín está la


ESCUELA DE MATEO
iglesia de S.Juan, un robusto edificio románico de una sola nave. Hasta hace poco tiempo, los sillares aún conservaban, en color rojo, los números que se les asignaron antes de su traslado a su nueva ubicación. El edificio está coronado de almenas y, si lo miramos con ojos avispados, vemos cómo las ventanas laterales son estrechas y altas, casi saeteras. Sus dos únicas amplias fuentes de luz son los rosetones (de 5 mts. de diámetro), que ya no son fácilmente accesibles desde el exterior. Además de iglesia, era una fortaleza y al construirla no se quiso disimular su función. Los guardianes de la iglesia eran guerreros y debían estar dispuestos a que en algún momento sería preciso defender el edificio. Por eso todas estas defensas, además de las cuatro torretas que tiene. Pero es una iglesia hermosa, monumental, con una fachada que muestra intensas influencias conceptuales del Maestro Mateo, hasta el punto de atribuírsele su factura a algún discípulo suyo. 
En las paredes exteriores e interiores, es fácil ver las señas de los canteros que trabajaron en su construcción. A veces, he pensado que esas piedras debieron haber sido traídas de lejos, pues es piedra caliza extraña en la zona. No sé qué pretendieron sus constructores con esta forma de edificación, tal vez impresionar, no lo sé. Hoy la fachada está muy sucia, tal vez por su exposición a vientos y lluvias, y parece que nadie clame por su limpieza.
Ya he dicho que, en su día, Portomarín fue un pueblo al lado del río Miño. Para cruzarlo habría un barquero que cobraría sus tasas. Con el tiempo, se erigió un puente que resultó más
OTROS AFANES
cómodo de pasar, aunque siguió siendo preciso pagar las correspondientes tasas por utilizarlo. Cuando se trasladaron al pueblo “de arriba” los monumentos que he mencionado antes, también se pasó un arco de este puente y la garita donde estaban las oficinas recaudatorias del pontazgo, el fielato. Bajo las aguas quedó algún otro arco, que también es posible ver cuando se retiran las aguas.
Con vistas al embalse de Belesar, hoy se han creado numerosos albergues con bonitas vistas al río y el pueblo bulle de gente que descansa en sus terrazas, paseando, realizando algunas rutas de senderismo, o haciendo uso de los paseos en catamarán que se ofertan para moverse a lo largo del embalse. En este plan, Portomarín casi representa un remanso en el Camino después de una etapa cómoda y ante la perspectiva de otra que tampoco
AQUI SE PESCABAN ANGUILAS
amenaza con mucha dureza. El paisaje es bonito y la gastronomía tentadora. En épocas anteriores a ser anegado, el pueblo era famoso por las anguilas que se podían pescar en el Miño. Aún hoy, cuando las aguas bajan por completo y es posible ver las bases de las antiguas casas, también quedan al descubierto las estructuras desde las que se pescaban anguilas.
Gusta ver los restos del pasado, se intuye un futuro asentado en
OTROS TIEMPOS
el Camino, pero el sentimiento más intenso cuando se está en Portomarín es una intensa e indefinible nostalgia. Los jóvenes ya no la sienten, y me alegro.

domingo, 30 de junio de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XVIII) FUENTES DE COMPOSTELA

LA MAS ANTIGUA
En la época del Imperio Romano, entre las funciones del Estado estaba el mantenimiento de las vías de comunicación y el suministro de agua a las poblaciones. Aún hoy permanecen en nuestra geografía múltiples testimonios de las estructuras precisas para cumplir estas misiones. En unos casos son huellas o recuerdos, en otros aún están en funcionamiento. Pienso en puentes, calzadas, acueductos y más.

Veinte siglos más tarde, en nuestro país el Estado mantiene estas funciones respecto a los ciudadanos. Y no es preciso que cite ejemplos, pues todos tenemos claro quién debe mantener las vías de comunicación o construir nuevas y, también, quién nos suministra el agua.
En los núcleos urbanos peninsulares, antes de haber agua corriente en
DE BARRIO
las viviendas, el abastecimiento de agua se realizó mediante fuentes de diverso tipo, situadas en calles, plazas o jardines. Debido a su función, las fuentes tuvieron también un importante papel en la vida ciudadana, haciendo las veces de lugares de encuentro para el vecindario. No son raras las fuentes a cuyas veras hay bancos de fábrica dispuestos para el descanso, la espera o la tertulia.
UNA FUENTE BONITA EN UNA PLAZA RECÓNDITA
En la Compostela de comienzos del siglo XII hubo bastante escasez de agua. Tal vez un incremento inesperado de población fija o tal vez un mayor número de peregrinos pudieron ser causantes de esta carencia. Como estas situaciones no son excluyentes, pudieron actuar ambas causas juntas o, incluso, existir bastantes causas más. Lo cierto es que faltaba el agua y quienes tenían la suerte de disponer de pozo en su vivienda, la vendieron a sus convecinos a precios abusivos. A los peregrinos se les suministró más cara, que esa costumbre del trato diferencial a propios y a extraños viene de lejos. Era tal la escasez que los monjes de San Martín Pinario no disponían de ella ni para lavarse las manos. Para terminar con esa situación, el arzobispo Gelmírez encargó al tesorero, de nombre Bernardo, que arreglase el problema. Gracias a su trabajo, llegó la primera agua por conducción al palacio episcopal y a San Martín Pinario. En el año 1022 se inauguró una gran fuente de plato junto a la Catedral, en la entrada llamada del Paraíso, donde hoy está la de Azabachería. En ella los peregrinos pudieron asearse con decoro y sin tener que abonar ningún tipo de tasas.
DEL SIGLO XVIII
En cualquier ciudad en la que estoy, sé si me encuentro en el casco histórico simplemente por la presencia de fuentes en las calles. Si las hay, considero que corresponden a la época en la que los vecinos debían aprovisionarse de agua en las instalaciones públicas, de atención municipal. A veces hay barrios alejados del centro, pero con fuentes. Tal vez sean un indicio de que en tiempos pasados estuvieron lejos, pero ya formaban parte del núcleo urbano municipal y era preciso suministrarles agua. Es el caso, por ejemplo, de la fuente que hay en el barrio da Ponte, en Lugo o en  el de San Lázaro, en Santiago de Compostela.
Tal vez en Santiago hubo más fuentes de lo que cabría esperar
NEOCLÁSICA Y ROMÁNTICA
atendiendo a su población residente, pero ese aumento pudo ser debido a la permanente población de paso, los peregrinos. No lo sé. Lo cierto es que en el núcleo urbano hay muchas fuentes de un solo caño, para beber directamente de ellas, o fuentes con aspecto ornamental, de columna central y varios caños altos, que además de adornar, también suministraban agua a quienes fuesen a ellas con vasijas apropiadas.
El método de las cañas perforadas en su interior que, luego de acoplar
ENTRE EL BULLICIO DEL TRÁFICO
uno de sus extremos a un caño, servían para dirigir los chorros a discreción, fue muy utilizado para aprovisionarse de agua en estas fuentes. Las tiendas vecinas tenían cañas de ese tipo, que alquilaban por muy poco dinero a quienes querían llenar sus cántaros en las fuentes. Hay fotos de la fuente de Platerías y del Toral con mujeres cogiendo agua en sus sellas y ayudándose de este tipo de cañas.
Hoy no son pocas las fuentes que se pueden ver en nuestra ciudad. La mayoría manan agua no potable, como se avisa de modo visible,
VECINA MIA. CIEGA DESDE HACE TIEMPO
pero en ellas se disfruta del sosiego que representa el escuchar el sonido del agua y dejarse llevar por el ensueño que provoca el mismo. Son pocas las fuentes ciegas. En caso de disponer de tiempo suficiente, y ganas de hacer un paseo descansado y singular por las zonas alejadas del bullicio del centro, cualquier itinerario visitando fuentes de Santiago es un itinerario muy agradable de hacer.
No sé la causa, pero lo cierto es que no está nada explotado.


domingo, 23 de junio de 2013

POR EL CAMINO DE SANTIAGO: (XVII) AL PASAR POR EL PUENTE....

Santiago de Compostela está flanqueada, a cierta distancia, por sendo ríos que la bordean por el norte y por el sur: el Tambre y el Ulla. En ellos hay múltiples pueblos cuyos nombres tienen la raíz Ponte, a la  que sigue otra partícula que designa diferentes circunstancias topográficas: Pontemaceira, Ponteledesma, Ponteulla, Pontealbar, Pontecesures… y muchos mas.
Hay otros pueblos con puente cuyo nombre comienza por Porto: Portomarín o Portomouro pueden servirme de ejemplo-



Pontemaceira
A veces, uno se puede poner travieso conceptual, y preguntar al aire:
- Qué fue primero, ¿el puente o el pueblo?
La respuesta puede ser una que siempre me ha gustado mucho:
- Depende…
En verdad, el mismo nombre nos orienta en la respuesta. Pero antes conviene que reflexionemos un poco.

Esos puentes suelen ser romanos o medievales, de épocas de asentamientos de población y de expansiones comerciales. A veces, para facilitar la comunicación entre núcleos, se erigía un puente en despoblado. Por regla general, ese puente no tenía nombre y, en caso de tenerlo, éste hacía referencia al lugar en que estaba ubicado. Al poco, a los dos lados de él comenzaron a asentarse comerciantes, algún centro religioso, lugares de acogida a peregrinos, etc. Así surgió una nueva población que tomó el nombre del puente y hoy podemos ver cómo su casco histórico se encuentra a ambas márgenes suyas. Éste puede ser el origen de lugares como Ponte de Lima, Pontemaceira, Ponteledesma y otros. Para cruzar el puente solía ser preciso abonar unas tasas llamadas pontazgo. En el centro del puente de Pontemaceira aún existen los muros de la oficina recaudatoria. También el de Ponte de Lima era de pontazgo.
PONTE DE LIMA
En otras ocasiones, los pueblos existían a la orilla de un río y no disponían de puente. Para cruzar el río era precisa la ayuda de un barquero que actuaba con un horario regulado. Normalmente, por las noches no había este servicio, aunque siempre se le podía sobornar.
Si el tráfico humano o de mercancías lo requería, para facilitar el cruce del río se construyó un puente, que pudo haber sido de pontazgo, como el de Portomarín.
PORTOMARIN
Por regla general, en los casos en que el pueblo es anterior al puente, el nombre del pueblo tiene la raíz Porto y el casco histórico de la población está ubicado en una sola orilla del río. Es el caso de Portomarín o de Portomouro. Aunque Portomarín está lejos de Compostela, lo cito por estar en el Camino y ser, por tanto, conocido por los caminantes.
El puente de Portomarín se construyó para dar servicio a los peregrinos. A su entrada estaba la garita para el abono del portazgo. Cuando hace medio siglo, el pueblo fue anegado por las aguas del embalse de Belesar, aguas abajo en el Miño, se trasladó al nuevo poblado un arco del viejo puente, así como su escalera de acceso y la garita del cobro de tasas. Hoy es posible verlo junto al río en un lugar adecuado.
ARCO DEL PUENTE PRIMITIVO TRASLADADO
AL NUEVO POBLADO.. PORTOMARIN 
Hablando de barcas, barqueros y tasas, siempre me hizo pensar aquella canción infantil:
“Al pasar la barca/me dijo el barquero/las niñas bonitas/ no pagan dinero…”
Está claro que se trata de una niña que va a abonar su tasa para cruzar el río, a quien corteja el barquero. Hoy se le acusaría de intento de seducción de la niña, si no se tiene en cuenta la mención del dinero, pues eso podría complicar más los cargos.
Menos mal que, en la canción infantil, la niña no se queda corta:
“Como no lo soy/ni lo quiero ser/ tome usted los cuartos/ y a pasarlo bien…”
Creo que, entonces, se cantaban muchas cosas sin saber el sentido real de lo que se cantaba. Pero eso es otra historia.