En un artículo anterior comenté la necesidad de variabilidad en las poblaciones como un requisito para alejar el peligro de su extinción. Decimos que un gen es polimórfico cuando posee varias formas de expresión, eso es, presenta variabilidad. En
general, en todas las poblaciones existe polimorfismo en mayor o menor grado.
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viernes, 3 de mayo de 2019
viernes, 11 de agosto de 2017
Variabilidad génica 2
En un artículo anterior comenté la necesidad de variabilidad en las poblaciones como un requisito para alejar el peligro de su extinción. En general, en todas las poblaciones existe polimorfismo en mayor o menor grado. No obstante, podemos definir las especies naturales, animales o vegetales, por características morfológicas muy concretas, que inducen a pensar que en ellas no hay polimorfismo. Sabemos que las amapolas son rojas, las violetas dan nombre a un color, los jilgueros tienen forma y color concretos, como los mirlos o los arrendajos. ¿Qué ocurre en estos casos? ¿Cuál es la explicación a esta aparente contradicción?
Darwin, en su obra El origen de las especies, nos comenta que la domesticación crea variabilidad. Hoy lo diríamos de otro modo, pero en la época en la que el libro fue escrito, aún debían descubrirse muchos hechos biológicos para comentar esa realidad con mayor rigor. Hoy sabemos que nuestra información genética está contenida en los cromosomas, y que heredamos dos juegos de ellos, procedentes de cada uno de nuestros progenitores. Tenemos como dos juegos repetidos de cromosomas. De cromosomas y de su contenido, de sus genes. De cada gen tenemos dos copias, uno de procedencia materna y el otro, paterna. Entre estos alelos se establecen las consiguientes relaciones de dominancia, recesividad o de heterosis.
Oculta en esa uniformidad hay gran variabilidad |
En la naturaleza, los seres vivos manifiestan el aspecto, el fenotipo, adaptado al ambiente en que viven. La coloración, la morfología, la estacionalidad y muchas otras variables, están tremendamente fijadas por la selección natural. Por ejemplo, los insectos polinizadores se orientan por la morfología y el color de sus flores, de modo que cualquier modificación, por pequeña que sea, queda sin polinizar ni, por tanto, producir semillas. Otro tanto ocurre con animales y sus posibles modificaciones de morfología o color. Para los animales, la coloración es básica para poderse esconder de sus predadores. Los aspectos, que llamamos “fenotipos” (del griego, aspecto mostrado) presentes en la naturaleza, reciben el calificativo de salvaje, cuando se refieren a animales, y silvestre, en el caso de vegetales.
Estas morfologías son altamente fijas, no existe posibilidad adaptativa de variación en las condiciones ambientales del momento, pero eso no quiere decir que tales condiciones puedan cambiar y, por tanto, esos fenotipos dejen de ser adaptativos. Pienso, por ejemplo, en mamíferos de ciclo biológico corto, presentes en montañas con climas fríos. Si en invierno hay nieve, la coloración más adaptativa será la albina, mientras que en verano será otra, de color castaño En ambos casos se favorece el camuflaje de los animales frente a predadores. Aunque también puede ocurrir que el pequeño mamífero tenga letargo invernal, supliéndose esa necesidad de coloración invernal.
Hay variabilidad oculta |
De todos modos, no he contestado nada acerca del lugar en que se guarda la variabilidad necesaria para afrontar los posibles cambios ambientales. Esa variabilidad está presente en la población en forma de alelos recesivos y, por tanto, ocultas por los correspondientes alelos dominantes que determinan los fenotipos salvaje o silvestre, según los casos. En cada generación nacen individuos, pocos, con esos fenotipos, pero la selección natural los elimina, por no estar adaptados a las condiciones del momento. En la naturaleza hay alelos que causan la muerte de sus portadores cuando están en homocigosis, y son componentes de lo conocido como lastre genético.
Pero si cambian las condiciones ambientales, aunque sea ligeramente, los fenotipos que antes estuvieron rechazados por la selección natural, ahora pueden resultar beneficiados. Este cambio puede comportar una cierta mortandad en la población, pero se mantiene y sobrevive. A esta variabilidad, y por lo explicado, se le conoce también como “preadaptación” en el sentido de que, debido a ella, las poblaciones están preadaptadas a cambios que puedan ocurrir. Me refiero a cambios normales en las condiciones ambientales. Fotoperíodo, humedad, temperatura, disponibilidad de recursos y así. Un cambio drástico puede generar un desastre ecológico. En este sentido, no son pocos quienes piensan que el llamado “cambio climático” en la actualidad, tiene en las poblaciones una incidencia negativa mayor por la velocidad con la que ocurre que por su misma magnitud. Esa velicidad puede incidir de modo negativo en la capacidad de adaptación por parte de las poblaciones.
Por cuanto llevo dicho, está claro que el tamaño de población es un factor importante. No es lo mismo una con 20 individuos que otra con 200. La cantidad de variabilidad encubierta que puede soportar cada una es muy diferente. Y conviene no olvidar que esa variabilidad es un componente de su adaptación a posibles y futuros cambios ambientales. Realmente no es “un componente”, es “el componente”, el único.
Diversidad de colores. Cultivo artificial. |
No obstante, he escrito de modo intencionado la palabra “soportar” en el párrafo anterior. Mucha de esta deseable variabilidad presente en una población, mientras no ocurran cambios puede ser componente de su lastre genético. La población, no lo olvidemos, precisa vivir y reproducirse para mantenerse. Un cierto nivel de mortalidad (debido al lastre), es asumible para ella, pero mucha mortalidad también es perjudicial. Por esta nueva razón, un tamaño grande de población es mejor que un tamaño reducido.
Todo esto es válido para las poblaciones naturales, cuando los individuos están sometidos a la acción de la selección natural. En cautividad, bajo los afanes de los cuidadores, la selección natural desaparece y en es ese momento cuando se descubre toda la variabilidad encubierta que poseen las poblaciones, de la que nos habla Darwin en el primer capítulo de su obra El origen de las especies.
viernes, 9 de junio de 2017
Genes problemáticos
La selección natural es implacable. Lo he dicho en varias ocasiones y actúa en fases juveniles, antes de que los individuos alcancen la edad reproductora. Los alelos responsables de malformaciones, o de disminuir la adaptación, no pasan a la generación siguiente, pues sus portadores no se llegan a reproducir.
En poblaciones naturales, esta acción genera una alta mortalidad juvenil y Darwin, al comentarla, dijo que sólo alcanzaban el estado reproductor los más adaptados. Muchas veces, esos efectos adversos son debidos a causas hereditarias y la mortalidad juvenil genera algo similar a una limpieza de los genes perjudiciales, pues al no poderse reproducir sus portadores, no se transmiten a las generaciones siguientes, quedando las poblaciones libres de ellos.
Quiero decir aquí que considero que las ciencias de la salud nunca deben negar su ayuda a nadie, y menos a quienes más necesitan de ellas. No quiero que se malinterprete cuanto digo, pero cuando yo era pequeño, recuerdo que murieron algunos amigos míos, niños hijos de amigos de mis padres, debido a enfermedades incurables en aquel tiempo. Hoy, en 2017, en el llamado primer mundo, la mortalidad infantil casi ha desaparecido, quedando en general reducida a casos de violencia o accidentes. Las malformaciones hereditarias se neutralizan con cirugías mientras que las enfermedades que causaban mortalidad han sido estudiadas y con buenos tratamientos se consigue que ya no representen esos casos extremos. Hablo en términos generales. Niños recién nacidos pueden ser sometidos a severas operaciones, pero al poco tiempo el susto ha pasado. En cuanto a enfermedades hereditarias, o se curan o no aparecen a causa de medicina preventiva. Pero los genes responsables de esas taras siguen presentes en nuestras poblaciones, y transmitiéndose a la descendencia. Eso puede ser preocupante, pues aumentan su frecuencia en de lo que ocurriría si actuase la selección natural.
La medicina ha experimentado un desarrollo espectacular, impensable. Incluso hay ingenuos que aún sueñan con alcanzar la inmortalidad. Pero mientras no se consigue, nuestra población se va apartando más y más de la acción de la selección natural y de lo que dijo Darwin acerca de su acción en el sentido de que se reprodujesen los más adaptados. Estamos en un momento serio, pues son muchos los niños que por sus caracteres heredados no habrían sobrevivido mucho tiempo, pero hoy son adultos y quieren establecer una familia. Todo esto estaría muy bien a no ser el hecho de que transmitirán genes malos a sus hijos. Esto ocurre y en la población humana, la del mundo desarrollado, se están aumentando las frecuencias de alelos indeseables o perjudiciales. Este incremento de la presencia de alelos deletéreos puede ser alarmante y es un componente importante del conocido “lastre genético” cuando ocurre en poblaciones naturales. Tiene efectos negativos para las poblaciones que lo sufren, pues disminuye su adaptación. En las poblaciones humanas también está ocurriendo algo similar.
Por diversos motivos, desde hace tiempo la humanidad está cada vez más separada de sus pautas biológicas. Cada vez somos menos “naturales” si comparamos nuestro modo de vida con la de otros mamíferos o, incluso, con humanos de siglos pasados. Por ejemplo, en la Edad Media las infecciones eran una causa muy importante de muerte y muchas mujeres morían después de su primer parto. A principios del siglo pasado, la tuberculosis causó muchas muertes. Hoy todo aquello ha pasado, gracias al gran descubrimiento de Sir. Alexander Fleming.
La muerte se retrasa, pero no se elimina. Las expectativas de vida son grandes, pero al final “pasa lo que pasa”.
En términos generales, hoy nadie muere de infección en el mundo desarrollado, pero ahora aparecen enfermedades, antes inesperadas, debidas al desgaste orgánico. Las grandes investigaciones médicas están orientadas al conocimiento de la naturaleza del cáncer y la lucha eficaz contra él, mientras enfermedades como el Alzheimer siguen constituyendo un reto a la investigación. Nos dicen que podremos vivir 120 años, pero no nos dicen en qué estado alcanzaremos era edad.
Hay medidas encaminadas al saneamiento genético de las poblaciones, aplicables a las nuestras. Indudablemente, la ruptura de la consanguinidad posee un efecto muy positivo y ya he hablado de esto en varias ocasiones. La gran movilidad humana actual hace que las parejas se formen por personas de procedencias dispersas, disminuyendo de este modo las posibilidades de que ambos miembros posean los mismos alelos deletéreos. Otra medida importante es dificultar la formación de parejas a personas con un cierto grado de parentesco, o incluso hacer más restrictiva esta medida.
También se habla de erradicar los alelos perniciosos mediante terapia génica, actuando directamente contra ellos mediante técnicas especiales. Un poco ciencia ficción, me parece por hoy, y me plantearía la pregunta de que, siendo un tratamiento muy caro, si estaría a disposición de todos o sería un beneficio de “unos cuantos”. No lo sé y creo que son actuaciones mas o menos lejanas.
De todos modos, quiero comentarlo aquí, pues constituye uno de los muchos peligros a los que se enfrenta nuestra población, la humana. No es el único, la baja tasa de nacimientos hace que las pirámides poblacionales se inviertan, al contrario de lo normal. El alargamiento de la expectativa de vida plantea muchos problemas biológicos, que habrá que resolver de modo satisfactorio.
En muchos mamíferos, lo normal es que los progenitores desaparezcan después de haber tenido sus hijos y haberles enseñado lo necesario para defenderse, como mecanismos de caza y de vida en común. Todo el territorio queda a disposición de los progenitores jóvenes y sus descendientes. Las llamadas "pirámides poblacionales" representan el número de individuos según sus edades. En la Naturaleza, los más abundantes son las formas juveniles, y las menos, las formas no reproductoras, ancianos. Entre nosotros sabemos que no es así, que justo se ha invertido esa pirámide, siendo poco frecuentes los niños y más abundantes los abuelos.
Pirámides poblacionales de España en 1900 y 2007 |
No es intención mía sembrar la alarma. Es como queremos que sea, pero hay que adaptarse a estas situaciones, saber dónde estamos y buscar soluciones antes de que se presenten los problemas.
miércoles, 28 de octubre de 2015
El racismo se veía venir
Este artículo apareció en una revista gallega de opinión. Lo escribí en 1995, por eso aparecen como futuras algunas medidas y situaciones que ya pertenecen al pasado.
Actualmente vivimos un tiempo en que la denominada “verdad científicamente comprobada” alcanza el rango de dogma fundamental.
LA OBTENCIÓN DE DATOS ES MINUCIOSA PARA EL INVESTIGADOR |
Con frecuencia alguien hace una pregunta inocente: ¿para qué se estudia? La respuesta es sencilla: Para saber, para aumentar nuestro conocimiento. La ronda de preguntas puede seguir: ¿para qué queremos saber más? Podría responderse que para incrementar nuestra calidad de vida, pues es claro que el disfrute del mundo está muy relacionado por el conocimiento que podamos tener de él. Por eso, en algunos casos es posible enjuiciar a una ciencia por su contribución al cuerpo general del conocimiento. Con frecuencia me pregunto por la contribución de la biología al conocimiento humano y, concretamente, por el de la genética, que ha sido mi campo de trabajo durante mi vida laboral. Tal vez su primer éxito científico aplicado a la sociedad fue el del maíz híbrido. Más tarde vinieron otros, de los que el consejo genético no fue el más pequeño. Ahora, con la ingeniería genética y el Proyecto Genoma Humano, no faltará quien diga que se abre una nueva era en la historia de la biología y de la humanidad. Puede que si, puede que no. La ingeniería genética es una técnica y, como todas ellas, su bondad dependerá del uso que se le de. Esa es la esencia del problema, qué se va a hacer con ella, quién se va a beneficiar de esa ingeniería y, también, qué axiomas se van a apuntalar con los conocimientos que aporte el Proyecto
Genoma Humano.
LOS ESTUDIOS SON RIGUROSOS |
En la Europa actual, en las puertas del siglo XXI, hay un gran replanteamiento de problemas antiguos a los que conviene dar solución de una vez por todas. De no ser así, siempre tendremos un lastre ideológico que será fuente de conflictos recurrentes. Pienso que es hora de dejar resueltas algunas dudas, y mucho más ahora que apostamos por emprender una historia común. En una Europa como la de hoy en día, no faltan quienes pretenden replantear situaciones antiguas, pero con la novedad de aparecer científicamente basadas en una perspectiva biológica. Atribuir a una idea una supuesta base científica es transformarla en inamovible, lo cual no deja de ser totalmente engañoso.
En estos momentos, en los que la Unión Europea aparece como una zona económicamente fuerte y próspera, no son pocos los nativos de regiones pobres que tienen como meta esta parte del mundo. Europa siempre fue un continente de fuerte inmigración, pero hoy se cierran sus puertas de acogida en nombre de unas supuestas diferencias raciales y no hay que citar casos, pero pensemos en los miles de africanos que quieren llegar. Algo similar ocurre con los gitanos a quienes se cuestiona su
derecho a ser ciudadanos europeos, aunque lleven siglos aquí.
NEFASTA MEMORIA |
En estos tiempos aparecen libros que canonizan las diferencias, se llega a matar a gente por ser de fuera, se atacan refugios de inmigrantes, y hay partidos políticos con tintes neonazis que ganan puestos de gobierno en elecciones democráticas. ¿Estamos configurando la Europa que queremos? En esta Europa de finales de siglo, cuando muchos grupos temen perder privilegios detentados desde hace más o menos tiempo, parece que se quiera volver, de manera sutil, a hacer valer las supuestas diferencias entre los hombres como justificantes de renovadas discriminaciones.
En biología, a veces ocurre que determinadas palabras tienen un significado diferente al que pueden tener entre la gente de la calle. Así, "evolución" tiene un significado diferente para los biólogos que el que tiene en el mundo tecnológico o industrial. Otro tanto pasa con "herencia", pues tanto puede ser biológica como legal, cosas muy diferentes. En este sentido, para un biólogo, "diferencia" y "variabilidad" representan ideas diferentes a lo que pueden representar para una persona ajena a la biología. La diferencia existe entre grupos (especies) alejados, como serían un hombre y un erizo. Pero dentro de un grupo biológicamente homogéneo, dentro de la humanidad por citar un caso, existe variabilidad. La variabilidad de pigmentación, de agilidad mental, de grupos sanguíneos o de estatura, cae dentro de la normalidad de cualquier especie, incluida la nuestra.
Una verdad científicamente comprobada (ésta sí) es que a más variabilidad, mayor riqueza biológica la de esa especie que la posee. Pero no se puede hablar de formas mejores o peores. Un ser vivo actúa en interacción con su ambiente. En un ambiente una forma puede ser buena y en otro, perniciosa. No hay formas buenas ni malas en modo absoluto, sino como algo relativo que mide la adaptación al ambiente por parte de sus portadores.
En estos tiempos se oye de nuevo (pretendidamente con base científica) que las personas de determinadas razas, o pertenecientes a sexos concretos, son inferiores a otras por presentar características biológicas diferentes. Eso es falaz y, tal vez, quiere aportar una supuesta base científica a determinadas posturas, interesadas en mantener las diferencias. Una cosa es ser más inteligente y otra, muy diferente, disponer de más información. Cuando pretendidos científicos dicen que los negros son menos inteligentes que los blancos, o las mujeres en relación a los hombres, me gustaría que nos dijesen en qué basan tal afirmación, cuál fue el tamaño de la muestra de personas estudiadas, cuál el tamaño de la de hombres control con la que se comparó, cuántos años duró el estudio, si los grupos comparados dispusieron del mismo ambiente cultural desde su nacimiento (cuando digo ambiente cultural quiero decir, alimenticio, sanitario, educacional, etc., etc.) y cuáles los análisis estadísticos utilizado para trabajar con los datos. En la mayoría de los casos falta todo eso y sobran conclusiones.
Por eso, no faltan ocasiones en las que me preocupa pensar que, de aquí a poco, estaremos en la Europa de la moneda única y todo cuanto trae acarreado consigo la Europa del bienestar. Pero, también, en una especie de paraíso para nosotros (blancos, europeos y cristianos de nacimiento), en el que puede ser posible que algunos quieran poner impedimentos a terceros para entrar. Una especie de club de gente autoelegida en el que otros no tienen entrada. A no ser que pasen, de tapadillo, por la puerta trasera. Tengo la sensación de que debemos pensar muy en serio si es esa la Europa que queremos, pues aún estamos a tiempo, y somos capaces, de configurarla como tendría que ser.
sábado, 19 de enero de 2013
UN RACISMO EMERGENTE
Este artículo apareció en una revista gallega de opinión (Boletín Galicia Europa). Lo escribí en 1995, por eso aparecen como futuras algunas cosas que ya pertenecen al pasado.
Actualmente vivimos un tiempo en que la denominada “verdad científicamente comprobada” alcanza el rango de dogma fundamental.
Con frecuencia alguien hace una pregunta inocente: ¿para qué se estudia? La respuesta es sencilla: Para saber aumentar nuestro conocimiento. La ronda de preguntas puede seguir: ¿para qué queremos saber más? Podría responderse que para incrementar nuestra calidad de vida, pues es claro que el disfrute del mundo está muy relacionado por el conocimiento que podamos tener de él.
Por eso, en algunos casos es posible enjuiciar a una ciencia por su contribución al cuerpo general del conocimiento. Con frecuencia me pregunto por la contribución de la biología al conocimiento humano y, concretamente, por el de la genética. Tal vez su primer éxito científico aplicado a la sociedad fue el del maíz híbrido. Más tarde vinieron otros, de los que el consejo genético no fue el más pequeño. Ahora, con la ingeniería genética y el Proyecto Genoma Humano, no faltará quien diga que se abre una nueva era en la historia de la biología y de la humanidad. Puede que si, puede que no. La ingeniería genética es una técnica y, como todas ellas, su bondad dependerá del uso que se le de. Esa es la esencia del problema, qué se va a hacer con ella, quién se va a beneficiar de esa ingeniería y, también, qué axiomas se van a apuntalar con los conocimientos que aporte el Proyecto Genoma Humano.
Por eso, en algunos casos es posible enjuiciar a una ciencia por su contribución al cuerpo general del conocimiento. Con frecuencia me pregunto por la contribución de la biología al conocimiento humano y, concretamente, por el de la genética. Tal vez su primer éxito científico aplicado a la sociedad fue el del maíz híbrido. Más tarde vinieron otros, de los que el consejo genético no fue el más pequeño. Ahora, con la ingeniería genética y el Proyecto Genoma Humano, no faltará quien diga que se abre una nueva era en la historia de la biología y de la humanidad. Puede que si, puede que no. La ingeniería genética es una técnica y, como todas ellas, su bondad dependerá del uso que se le de. Esa es la esencia del problema, qué se va a hacer con ella, quién se va a beneficiar de esa ingeniería y, también, qué axiomas se van a apuntalar con los conocimientos que aporte el Proyecto Genoma Humano.
En la Europa actual, en las puertas del siglo XXI, hay un gran replanteamiento de problemas antiguos a los que conviene dar solución de una vez por todas. De no ser así, siempre tendremos un lastre ideológico que será fuente de conflictos recurrentes. Pienso que es hora de dejar resueltas algunas dudas, y mucho más ahora que apostamos por emprender una historia común. En una Europa como la de hoy en día, no faltan quienes pretenden replantear situaciones antiguas, pero con la novedad de aparecer científicamente basadas en una perspectiva biológica. Atribuir a una idea una supuesta base científica es transformarla en inamovible, lo cual no deja de ser totalmente engañoso.
En estos momentos, en los que la Unión Europea aparece como una zona económicamente fuerte y próspera, no son pocos los nativos de regiones pobres que tienen como meta esta parte del mundo. Europa siempre fue un continente de fuerte inmigración, pero hoy se cierran sus puertas de acogida en nombre de unas supuestas diferencias raciales y no hay que citar casos, pero pensemos en los miles de africanos que quieren llegar. Algo similar ocurre con los gitanos a quienes se cuestiona su derecho a ser ciudadanos europeos, aunque lleven siglos aquí.
En estos tiempos aparecen libros que canonizan las diferencias, se llega a matar a gente por ser de fuera, se atacan refugios de inmigrantes, y hay partidos políticos con tintes neonazis que ganan puestos de gobierno en elecciones democráticas. ¿Estamos configurando la Europa que queremos? En esta Europa de finales de siglo, cuando muchos grupos temen perder privilegios detentados dende hace más o menos tiempo, parece que se quiera volver, de manera sutil, a hacer valer las supuestas diferencias entre los hombres como justificantes de renovadas discriminaciones.
A veces ocurre que determinadas palabras tienen en biología un significado diferente al que pueden tener entre la gente de la calle. Así, "evolución" tiene un significado diferente para los biólogos que el que tiene en el mundo tecnológico o industrial. Otro tanto pasa con "herencia", pues tanto puede ser biológica como legal, cosas muy diferentes. Para un biólogo, "diferencia" y "variabilidad" representan cosas diferentes a lo que pueden representar para una persona ajena a la biología. La diferencia existe entre grupos (especies) alejados, como serían un hombre y un erizo. Pero dentro de un grupo biológicamente homogéneo, dentro de la humanidad por citar un caso, existe variabilidad. La variabilidad de pigmentación, de agilidad mental, de grupos sanguíneos o de estatura, caen dentro de la normalidad de cualquier especie, incluso de la nuestra.
Una verdad científicamente comprobada (ésta sí) es que a más variabilidad, mayor riqueza biológica la esa especie que la posee. Pero no se puede hablar de formas mejores o peores. Un ser vivo actúa en interacción con su ambiente. En un ambiente una forma puede ser buena y en otro, perniciosa. No hay formas buenas ni malas en modo absoluto, sino como algo relativo en cuanto a la adaptación al ambiente por parte de sus portadores.
En estos tiempos se oye de nuevo (pretendidamente con base científica) que las personas de determinadas razas, o pertenecientes a sexos concretos, son inferiores a otras por presentar características biológicas diferentes. Eso es falaz y, tal vez, puede aportar una supuesta base científica a determinadas posturas, interesadas en mantener las diferencias. Una cosa es ser más inteligente y otra, muy diferente, disponer de más información. Cuando pretendidos científicos dicen que los negros son menos inteligentes que los blancos, o las mujeres en relación a los hombres, me gustaría que nos dijesen en qué basan tal afirmación, cuál fue el tamaño de la muestra de personas estudiadas, cuál el tamaño de la de hombres control con la que se comparó, cuántos años duró el estudio, si los grupos comparados dispusieron del mismo ambiente cultural desde su nacimiento (cuando digo ambiente cultural quiero decir, alimenticio, sanitario, educacional, etc., etc.) y cuáles los análisis estadísticos utilizado para trabajar con los datos. En la mayoría de los casos falta todo eso y sobran conclusiones.
Por eso, no faltan ocasiones en las que me preocupa pensar que, de aquí a poco, estaremos en la Europa de la moneda única y todo cuanto trae acarreado consigo la Europa del bienestar. Pero, también, en una especie de paraíso para nosotros (blancos y europeos de nacimiento), en el que puede ser posible que algunos quieran poner impedimentos a terceros para entrar. Una especie de club de gente elegida en el que otros no tienen entrada. A no ser que pasen, de tapadillo, por la puerta trasera. Tengo la sensación de que debemos pensar muy en serio si es esa la Europa que queremos, pues aún estamos a tiempo, y somos capaces, de configurarla como tiene que ser.
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