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viernes, 23 de marzo de 2018

Así, no


Si miramos la historia de la Biología, podemos dividirla en dos grandes etapas: la clásica y la moderna, o molecular. Aristóteles es el padre de la biología clásica: todas las ramas de la biología clásica comienzan en sus estudios y escritos. Francis Crick lo es  de la biología molecular.

Aristóteles estudió e interpretó todo lo que era posible estudiar y explicar en su época. Algunas aportaciones suyas, como su clasificación de los animales, han sido de utilidad hasta hace bien poco. Su obra sobre animales, Historia animalium, sigue un esquema general que nos resulta conocido, pues cada capítulo está dedicado a un animal concreto. En él se describe la morfología del animal, así como sus costumbres, sus comidas y una larga suma de detalles que nos dan una visión completa del animal en cuestión. Y así con todos los que trata en su libro.

Escenario de la vida en el monte

Este método de capítulos dedicados a cada animal, que se convierte en el protagonista de cada uno de ellos, se llamó en algunos casos Historia Natural y fue el utilizado por muchos científicos en épocas posteriores, incluso muy recientes. Nuestro querido, y añorado, Félix Rodríguez de la Fuente fue un seguidor de este modo de presentarnos las vidas de cada uno de los seres de nuestra fauna.

En cierto modo, todo esto se había modificado durante la Edad Media. Teniendo en cuenta que se había consagrado al hombre como Rey de la Creación, se consideraban a los animales como servidores suyos. Con ese criterio, los animales dejaban de tener vidas peculiares, solamente eran poseedores de cualidades que los humanos debían de estudiar para ver si sus conductas se reflejaban ellas. Si eran buenas, deberíamos imitarlos. Si malas, erradicarlas. Las hormigas nos enseñaban a ser trabajadores y ahorradores en previsión de malos tiempos. Las cigarras nos hablaban de las pérdidas de tiempo haraganeando y no previendo tiempos aciagos. La serpiente era traidora, y aún hoy, en 2018, se le considera un animal deleznable y traicionero. Por ella entró el pecado en la humanidad. El lobo es carnicero, el zorro engañoso y su nombre ha dado origen a diversos adjetivos referidos a conductas astutas.

Traidor, y astuto según nuestras
pautas.
Estamos en una época en la que podemos hablar con rigor de una biología moderna. Los documentales que se realizan para televisión se refieren mayormente a grandes ecosistemas en los que se nos enseña el curso de la vida a través de diversos animales concretos, que comparten territorio y lo largo de un período de tiempo previamente acotado. En ellos, la unidad de relato es el territorio y, mejor aún, el ecosistema. Recuerdo el ya antiguo de “Europa a través de un año”, en el que veíamos cómo las diferentes estaciones hacían vivir a los habitantes del continente, hombres incluidos, incidiendo en sus modos y costumbres a lo largo del año. Hay otros, más recientes, sobre grandes parques naturales. Éstos suelen ser espectaculares, pues producidos por grandes compañías, esperan ser distribuidos ampliamente con gran beneficio económico.

¿Cruel?
Las tomas ya digo, son espectaculares y supongo que muy costosas, pues conviene poner cámaras en lugares concretos y esperar que se produzcan hecho interesantes desde su aspecto biológico e impactante. Los consiguen. Vemos efectos inusitados de luz, relaciones materno filiales asombrosas, comportamientos de grupos nunca vistos y, en suma, aplaudimos a los realizadores y distribuidores de estos programas.

Los textos, no iban a se menos, están bien elaborados. Pero hay una palabra , y sus derivados conceptuales, que me sobra en ellos. O un criterio plasmado de varios vocablos, que me molesta, pues corresponde a un criterio anticuado, obsoleto. Según estos buenos documentales, los predadores siguen siendo traidores, astutos, engañosos, taimados y una serie amplia de adjetivos en los que se intenta definir un comportamiento reprensible.  ¿Es reprensible el comportamiento de los animales carnívoros? ¿Se quiere engañar a alguien? No me cabe en la cabeza pensar que exista un deseo de mantener una mentalidad antigua y perfectamente superada. Repito que el único taimado o astuto a la hora de matar en la naturaleza somos nosotros, que añadimos a nuestro instinto una cantidad de artilugios artificiales para hacer más eficaz el deseo de matar.

El más vilipendiado, aunque noble
En la naturaleza los animales comen para nutrirse, hay animales que cazan a sus presas vivas, y otros las comen muertas, recibiendo diferentes adjetivos según el modo de proveerse de ellas. Pero los documentales no se preocupan en diferenciar estas modalidades, ni muchos menos aclararnos la necesidad que tienen los carnívoros de cazar a sus presas. Ahí, en esos comportamientos, actúa la selección natural, ayudando a los mejor adaptados, pero esto no se dice nunca y los espectadores siguen pensando en costumbres que se deberían erradicar entre los animales, cuando son enjuiciadas solo con criterios humanos, nunca biológicos. He visto intentar matar a un águila por haber cazado un conejo mientras corría por el prado. No se le mató, pero se le maldijo. Repito, somos nosotros los únicos que matamos por matar y muchos piensan que los animales hacen lo mismo.

Como biólogo que llevo años trabajando en biología evolutiva, me duele mucho esta falta de comprensión de las dinámicas biológicas en nuestros montes, que es donde la vida se desarrolla. Me duele que se mantenga la visión errónea de estos procesos de los seres vivos y aún más desde medios  de divulgación tan poderosos como la televisión acompañada de imágenes grandiosas. 

Me gustaría que se explicasen mejor estas dinámicas, tal como las vemos hoy, pues este conocimiento sería una vía eficaz para interpretar mejor lo que ocurre en la naturaleza y gestionar, también de modo más adecuado y eficaz, todo lo concerniente al mundo natural. Explicar de modo adecuado lo que ocurre en la naturaleza es también un medio eficaz de protegerla.

jueves, 30 de enero de 2014

SOBRE SERES VIVOS: SIN COSTUMBRES ASESINAS

 Este artículo lo publiqué aquí hace algo más de un año. Algo modificado, lo traigo de nuevo a este bloque de consideraciones que estoy escribiendo acerca de los seres vivos.
+ + +
Veo en televisión un programa sobre Naturaleza y hablan de "costumbres asesinas" en los animales. Mientras, se ofrecen al espectador imágenes de animales atacando y persiguiendo a sus presas.
PREDADOR Y PRESA

Pienso que no se debe hablar de un modo tan fuera de lugar, pues es necesario ir con cuidado para dar a las cosas, y a los procesos, el nombre que les conviene. En la Naturaleza no hay asesinos, pues nadie mata a nadie con premeditación, alevosía ni con otras modalidades perversas.
Eso sólo es patrimonio del hombre, pues en la Naturaleza se mata para vivir, para nutrirse. Y nada mas. Ni siquiera hay muertes que pudiéramos calificar como "en defensa propia". Para defenderse, los seres vivos han desarrollado mecanismos que "enseñan" a quienes les atacan que conviene no repetir la agresión. Para conseguirlo, provocan que en sus posibles predadores aparezcan los oportunos actos que genéricamente conocemos como reflejos condicionados.
ORTIGA. PRODUCE REACCIONES
ALERGICAS
También en algunos vegetales, aparentemente indefensos, no son pocos los agentes bioquímicos que provocan reacciones de tipo alérgico en los animales herbívoros que intentan comerlos: los efectos urticantes de las ortigas funcionan de esta manera. Del mismo modo, las agujas de silicio o de carbonato presentes en no pocas gramíneas, les pueden servir para satisfacer esas necesidades de defensa, así como las espinas de los cactus. Por no hablar de otros mecanismos más complicados, como sería el de aquellas especies que, si bien son inofensivas, adoptan morfologías semejantes a las de otras especies poseedoras de mecanismos de defensa (se conocen como mimetismo estos tipos de defensa). Pero ninguna planta tiene mecanismos que maten a su posible predador, cuando menos en las dosis en que éste la come. Otra cosa ocurre cuando el hombre se mete por medio de todo, aplicando sus conocimientos (con todos mis respetos, diré que suelen terminar siendo un desastre). Capítulo aparte lo constituyen las plantas carnívoras, que deben ser consideradas como predadoras.
MIMETISMO
También en animales aparecen mecanismos de defensa, que básicamente consisten o en escapar o en esconderse. Hay animales que corren mucho, pudiendo desarrollar velocidades asombrosas. Otros no corren a gran velocidad, pero lo hacen describiendo trayectorias sinuosas, o suben a los árboles, o hacen cosas raras con tal de conseguir huir de su perseguidor. Hay animales que no escapan y, para librarse de sus predadores, o se esconden o se disimulan gracias a coloraciones especiales que hacen que, de permanecer quietos, sea difícil distinguirlos del entorno (se llaman crípticas las coloraciones de este tipo).
+ + +
Los animales necesitan comer por dos razones fundamentales. La primera de ellas es obtener la energía que les llega contenida en las moléculas biológicas presentes en todo cuanto comen. La otra razón que tienen los animales para comer, es la obtención de esas mismas moléculas biológicas para construir con ellas las estructuras necesarias para su propia vida.
A veces no nos damos cuenta de que, a causa de la alimentación, hay moléculas que hoy forman parte de cada uno de nosotros, pero que hace unos pocos días formaban parte de aquellos seres que nos sirvieron de alimento. Una molécula de glucosa, por citar un caso, sintetizada por un vegetal y que fue almacenada en el mismo en forma de almidón, a los pocos días puede estar en nuestro organismo realizando funciones biológicas nuestras. Un argumento similar es válido si hablamos de grasas o de aminoácidos, los formadores de las proteínas. Lo que un predador obtiene de su presa son las moléculas constitutivas de su propia materia y, contenida en ellas, la energía necesaria para realizar las propias funciones vitales.
CARRERA FRENÉTICA
Los animales consiguen sus alimentos mediante la caza, que para ellos representa una necesidad vital. De no cazar, se irían extinguiendo. Gracias a la energía que reciben con la caza, además de realizar todas las actividades vitales que deben realizar, y que le aprovechan a él mismo, tienen que ejercer las funciones relativas a la reproducción, contribuyendo de este modo al mantenimiento de la población a la que pertenecen. Esa, la de la reproducción, es una actividad que tiene que realizar cada individuo y que, generación tras generación, se traduce en el mantenimiento de la especie.
+ + +
En los humanos existe una costumbre, que viene de la Edad Media, que consiste en enjuiciar las prácticas animales como dictadas por virtudes o vicios, sin tener en cuenta que tanto virtud como vicio son calificativos aplicados por múltiples culturas a normas de nuestra propia conducta. Se nos ha enseñado a admirar a las hormigas por laboriosas, a odiar a las serpientes por engañosas, a menospreciar a los zorros por astutos o a los mulos por tercos. Tenemos insultos que hacen referencia a supuestas conductas animales, como zorrería o burrada. En este plan, decimos que es un burro alguien que no se caracteriza por agudeza y llamamos cerdo a quien no es muy limpio. Bajo este mismo concepto, los animales carnívoros son asesinos y, por tanto, no está mal recriminar sus conductas o, incluso, condenarlos a morir, y matarlos. En este caso, deberíamos decir cuál de los dos es el asesino.
PRODUCE REACCIONES ALÉRGICAS
En general, podríamos decir que asesino sería el animal que mata movido por unas motivaciones que serían negativas en caso de ser definidas con criterios humanos.  Pero esas motivaciones están por completo ausentes en las conductas animales. En su mundo se mata para vivir o para sobrevivir, como se prefiera decir. Los biólogos no hablamos ni de conductas criminales ni de los asesinatos que se perpetran en la Naturaleza, porque en no hay nada ni de una cosa ni de otra.
De esas conductas y motivaciones sabemos mucho los humanos, que precisamente nos consideramos civilizados. Hasta donde yo se, la única especie que mata por matar es la nuestra. Triste singularidad, creo yo. Ecológicamente, la especie humana ha generado extinciones desde el principio de su presencia en la Tierra. La paleontología nos enseña que muchas especies diferentes son capaces de convivir en un mismo territorio, pero eso no ocurre en cuanto aparece el hombre. Somos exterminadores.
CEMENTERIO DE GUERRA
Pero hay más. Existen casos en los que algunos deportes y diversiones están basados en la muerte gratuita de otras especies, tal como sucede en la caza, en las corridas de toros o en las modas basadas en pieles de mamíferos o plumas de aves.
La mayor abominación se produce cuando el objeto de las muertes sin sentido son otros seres humanos. Pienso en las guerras, que nunca arreglaron nada, y en los múltiples casos diarios en que alguien quita la vida a alguien.
Cuando yo era niño estudié cosas de los animales “salvajes”, pero nunca me dijeron que esos animales nunca matan por matar.

viernes, 28 de diciembre de 2012

ANIMALES SIN COSTUMBRES ASESINAS

Veo en televisión un programa sobre Naturaleza y hablan de "costumbres asesinas" en los animales. Mientras, se ofrecen al espectador imágenes de animales atacando y persiguiendo a sus presas.
PREDADOR CON SU PRESA
Pienso que no se debe hablar de un modo tan fuera de lugar, pues es necesario ir con cuidado para dar a las cosas, y a los procesos, el nombre que les conviene. En la Naturaleza no hay asesinos, pues nadie mata a nadie con premeditación, alevosía ni con otras finalidades perversas.
Eso sólo es patrimonio del hombre, pues en la Naturaleza se mata para vivir, para nutrirse. Y nada mas. Ni siquiera hay muertes que pudiéramos calificar como "en defensa propia". Para defenderse, los seres vivos han desarrollado mecanismos que "enseñan" a quienes les atacan que conviene no repetir la agresión. Para conseguirlo, provocan que en sus posibles predadores aparezcan los oportunos actos que genéricamente conocemos como reflejos condicionados.
ORTIGA. PRODUCE REACCIONES
ALERGICAS
En algunos vegetales, aparentemente indefensos, no son pocos los agentes bioquímicos que provocan reacciones de tipo alérgico en los animales herbívoros que intentan comerlos: los efectos urticantes de las ortigas y de espinas de algunos cactus funcionan de esta manera. Del mismo modo, las agujas de silicio o de carbonato presentes en no pocas gramíneas, les pueden servir para satisfacer esas necesidades de defensa. Por no hablar de otros mecanismos más complicados, como sería el de aquellas especies que, si bien son inofensivas, adoptan morfologías semejantes a las de otras especies poseedoras de mecanismos de defensa (se conocen como mimetismo estos tipos de defensa). Pero ninguna planta tiene mecanismos que maten a su posible predador, cuando menos en las dosis en que éste la come. Otra cosa ocurre cuando el hombre se mete por medio de todo, aplicando sus conocimientos (con todos mis respetos, diré que suelen ser un desastre). Capítulo aparte lo constituyen las plantas carnívoras, que deben ser consideradas como predadoras.
MIMETISMO
También en animales aparecen mecanismos de defensa, que básicamente consisten o en escapar o en esconderse. Hay animales que corren mucho, pudiendo desarrollar velocidades asombrosas. Otros no corren a gran velocidad, pero lo hacen describiendo trayectorias sinuosas, o suben a los árboles, o hacen cosas raras con tal de conseguir huir de su perseguidor. Hay animales que no escapan y, para librarse de sus predadores, o se esconden o se disimulan gracias a coloraciones especiales que hacen que, de permanecer quietos, sea difícil distinguirlos del entorno (se llaman crípticas las coloraciones de este tipo).
+ + +
Los animales necesitan comer por dos razones fundamentales. La primera de ellas es obtener la energía que les llega contenida en las moléculas biológicas presentes en cuanto comen. La otra razón que tienen los animales para comer es la obtención de esas mismas moléculas biológicas para construir con ellas las estructuras necesarias para su propia vida.
A veces no nos damos cuenta de que, a causa de la alimentación, hay moléculas que hoy forman parte de cada uno de nosotros, pero que hace unos pocos días formaban parte de aquellos seres que nos sirvieron de alimento. Una molécula de glucosa, por citar un caso, sintetizada por un vegetal y que fue almacenada en el mismo en forma de almidón, a los pocos días puede estar en nuestro organismo realizando funciones biológicas nuestras. Un argumento similar es válido si hablamos de grasas o de aminoácidos, los formadores de las proteínas. Lo que un predador obtiene de su presa son las moléculas constitutivas de su propia materia y, contenida en ellas, la energía necesaria para realizar las propias funciones vitales.
CARRERA FRENÉTICA
Los animales consiguen sus alimentos mediante la caza, que para ellos representa una necesidad vital. De no cazar, se irían extinguiendo. Gracias a la energía que reciben con la caza, además de realizar todas las actividades vitales que deben realizar, y que le aprovechan a él mismo, tienen que ejercer las funciones relativas a la reproducción, contribuyendo de este modo al mantenimiento de la población a la que pertenecen. Esa, la de la reproducción, es una actividad que tiene que realizar cada individuo y que, generación tras generación, se traduce en el mantenimiento de la especie.
+ + +
En los humanos existe una costumbre, que viene de la Edad Media, que consiste en enjuiciar las prácticas animales como dictadas por virtudes o vicios, sin tener en cuenta que tanto virtud como vicio son componentes de la conducta humana y de cada una de sus múltiples culturas. Se nos ha enseñado a admirar a las hormigas por laboriosas, a odiar a las serpientes por engañosas, a menospreciar a los zorros por astutos o a los mulos por tercos. Tenemos insultos que hacen referencia a supuestas conductas animales, como zorrería o burrada. En este plan, decimos que es un burro alguien que no se caracteriza por agudeza y llamamos cerdo a quien no es muy limpio. Bajo este mismo concepto, los animales carnívoros son asesinos y, por tanto, no está mal recriminar sus conductas o, incluso, condenarlos a morir, y matarlos. En este caso, deberíamos decir cuál de los dos es el asesino.
PRODUCE REACCIONES ALÉRGICAS
En general, podríamos decir que asesino sería el animal que mata movido por unas motivaciones que serían negativas en caso de ser definidas con criterios humanos.  Pero esas motivaciones están por completo ausentes en las conductas animales. En su mundo se mata para vivir o para sobrevivir, como se prefiera decir. Los biólogos no hablamos ni de conductas criminales ni de los asesinatos que se perpetran en la Naturaleza, porque no hay nada ni de una cosa ni de otra.
De esas conductas y motivaciones sabemos mucho los humanos, que precisamente nos consideramos civilizados.