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viernes, 15 de enero de 2016

Transición en Salomé

En estos días de lluvia casi torrencial, me eché a la calle a pensar en cosas diversas, mientras la lluvia me recordaba múltiples hechos que configuran la historia de Compostela. Por las calles todo era agua, soportales, personas apresuradas y arte. Tiempo de reflexión.



SALOMÉ EN LA RÚA NOVA
Me gustan los períodos de transición. Lo nuevo llega arrasando, pero lo viejo se resiste a ceder protagonismo. Si miramos detenidamente, vemos mezcladas cosas de una época y otra formando un conjunto que, normalmente, suele ser armonioso. Quiero comentar una transición que es claramente visible en muchos monumentos, pero que yo voy a centrar en el pórtico de la iglesia compostelana de Santa María Salomé, madre de los Apóstoles Santiago y Juan, esposa de un tal Zebedeo.

La iglesia primitiva fue fundada por el Arzobispo Gelmírez, aunque de la obra original no queda casi nada. La calle en la que se encuentra, Rúa Nova, recibe ese nombre desde que se abrió en el s.XIV para facilitar la ida de peregrinos hacia la Catedral. La calle me evoca encuadres medievales como ninguna otra en Compostela.

MARÍA, SEDENTE EN LO ALTO
A SU LADO, ÁNGELES CON INCENSARIOS
Me dice un amigo que en las iglesias con pórtico, éste se utilizaba para realizar en él algunas funciones religiosas. Éste no iba a ser menos. Quiero detenerme en él y comentarlo. Las esculturas que vemos allí son muy posteriores a la fecha de construcción del templo. En lo alto de las arquivoltas, hay una Virgen sedente, del siglo XIV. A ambos lados de la puerta, más bajas y accesibles a una contemplación serena, encontramos las dos figuras correspondientes a una Anunciación, con María ya embarazada. Es obra del s. XV.

Entonces eran tiempos nuevos, habían terminado los miedos de épocas pasadas, y se presenta a Jesucristo no como Juez, sino como Hombre venido al mundo a redimir. Arranca una nueva idea del cristianismo, con frailes que se han echado a los caminos a predicar la doctrina, lejos de lujos monásticos. Jesucristo ahora no es Juez que castigue, es Hombre que puede ser, incluso, amigo. Hablo del tiempo de comienzos del estilo llamado gótico,  con un espíritu nuevo.

MARÍA, EMBARAZADA Y ACARICIANDO SU VIENTRE,
RECIBE EL RECADO. TRAS ELLA, POLICROMÍA
Se quiere representar esta idea nueva en las fachadas, en tímpanos, pórticos. Bien a la vista de todos, para que cale. Casi escondiendo al Juez de antaño. Y nada mejor para representar al Hombre, que justo el momento en que empieza a serlo, la Anunciación. Gabriel y María, dos figuras que se prestan a una representación simétrica a ambos lados de lugares por donde pasen los fieles. Licencias del arte, en este caso, a la vez que a Maria se le anuncia su maternidad, ya está embarazada para que sea más sencillo identificar el momento. Así la vemos en Salomé (de este modo llamamos en Compostela a esta iglesia, como si fuese de casa), con una mano acariciando su vientre, en posición de reposo, descansada, ilusionada. Feliz con la novedad. Vendrán tiempos mas duros, pero de momento, feliz. María, estatua de piedra que vive, con sentimientos que no esconde. Son cosas del tiempo, de los tiempos del gótico. Mientras, no muy lejos, en otro Pórtico, el de la Gloria, Moisés sueña y Daniel sonríe. Las figuras de piedra nos muestran lo que sienten o sueñan. Mientras, el ángel, divino enviado, hace gala de la dignidad de Aquel a quien representa.

Tiempos nuevos, y otros modos nuevos también. A María se le representa como gran dama. De alcurnia, con manto, tocado y túnica holgada, ya no es la mujer humilde del románico, aunque faltan siglos aún para que aparezca como la reina barroca que derrocha lujos y joyas superfluas. Pero ya se apuntan maneras. Como Gabriel. Hace honor a su Señor, ya lo he dicho, pero vaya ropaje que se gasta el criado… Túnica holgada, sobrevesta lujosa, manípulo en el antebrazo izquierdo, toda una colección de ornamentos que enaltecen su función, la que realiza en ese momento. Anunciar a Maria las previsiones divinas hacia ella. Lo que dice está escrito en una gran filacteria que sostiene con sus manos y que cae, amplia, desde su regazo al suelo.

Atrás quedan los muchos tímpanos con adoraciones de Reyes ante el Niño Rey, Dios y Hombre, de los que en Compostela existen sobradas muestras. Ahora es el Niño desnudo carente de símbolos de singularidad.

GABRIEL LUJOSAMENTE ATAVIADO
Y POLICROMADO

Me gusta mucho este pórtico en el que es posible encontrar muchos vestigios de pasados mejores. Las esculturas están policromadas. Gabriel es rubio y sus ropas tienen amplias zonas doradas, con cenefas y bordados simulados. También María presenta su policromía, o más bien restos de la que tuvo en su momento. Pero tras esa pareja de esculturas, aún es fácil descubrir una amplia policromía hermosa, con detalles vegetales y simétricos a ambos lados de la puerta, enmarcándola. Es más notoria en la parte izquierda, la correspondiente a la Vigen. Incluso en esa zona, es visible un texto que dice “Yglesia reservada”, que se corresponde con otro, más estropeado, en la derecha, en el que se lee “Refugio  lex…”. Me gusta pensar que, antaño, tuviese derecho de asilo como otros edificios de Compostela, como el antiguo Hospital de los Reyes Católicos, hoy Hostal.

Tal vez para no molestar con demasiados aires de modernidad, se
recurrió a la iconografía tradicional y, en lo alto de las arquivoltas, se colocó una imagen sedente de María, también policromada, con ángeles incensando. Los ángeles son muy pequeños, la verdad. Yo suelo decir que para verlos “hay que quererlos ver”. Y es cierto, pues si no se buscan con premeditación o voluntad de encontrarlos, puede ocurrir que entre la oscuridad del sitio y el diminuto tamaño de los ángeles, más bien se perciban unos bultos similares a nidos de golondrina, que tampoco desmerecerían del lugar.

Me gusta Compostela. Mucho. Al lado de lo grandioso por sus dimensiones, no solo físicas, es posible encontrarse con monumentos casi olvidados, o dejados de lado, que no por eso son menos importantes. Nos permiten adentrarnos en épocas en las que se abrieron expresiones nuevas, o se experimentaron modos nuevos de representar lo de siempre, pero actualizado a los tiempos de cada tiempo.

Por eso es un recreo pasear por esta ciudad, como por cualquier otra que se conoce profundamente y donde se sabe leer lo que dicen sus piedras.

viernes, 23 de enero de 2015

La jarra con azucenas como símbolo mariano

En estos pasados días de tiempo adverso, me dediqué a visitar templos y lugares dedicados al culto. Observé en ellos símbolos marianos y dejé volar a la imaginación.
Al no existir imágenes reales de los seres celestiales, quienes preconizaron su culto los adornaron de símbolos con los que, el pueblo fiel, pudiese reconocerlos. Al santo, o al dios, se le identificaba por su imagen representativa: si tiene alas en los tobillos, es Mercurio; si un águila y el mozo escribe, es San Juan; si tiene un caduceo, es Hermes; si es un triángulo equilátero con un ojo en su interior, es la Trinidad; si es una camarera con dos ojos en su bandeja, se trata de Santa Lucía...; y así un largo, larguísimo etcétera.

 En nuestra cultura nos hemos movido con símbolos que nos aportaron más información de la que podemos imaginar. Y no debemos creer que los símbolos son propios de tiempos pasado, pensemos en un actual mando a distancia de tv o dvd, por no hablar de los paneles infortativos en autopistas y autovías, todos ellos con numerosos símbolos que encierran información precisa. Las personas que forman parte de cada cultura disponen de los medios intelectuales adecuados para interpretar los símbolos propios de cada tiempo. 
La religión cristiana no iba a estar libre de esta costumbre. Veamos. A comienzos de la época gótica se deja de representar a Cristo como juez, y su imagen se cambia por la de un hombre. Lejos queda el pantocrátor justiciero que, incluso, muestra sus llagas como señal de haber conquistado su derecho a juzgarnos, como vemos en nuestro Pórtico de la Gloria. Las órdenes mendicantes, franciscanos y dominicos, se han echado a los caminos a predicar un Cristo próximo, amigo. Un hombre.
RIBADAVIA

ANTIGUO CONVENTO, HOY RESIDENCIA
DE ANCIANOS. RIBADAVIA
En los accesos a edificios religiosos, fue frecuente en esta época representar la Anunciación del ángel, el momento en que Cristo se encarna y, por tanto se hace hombre. Aparece la pareja de personajes, María y Gabriel, que sostiene unos pergaminos en los que está escrito su saludo: Ave, Maria, gratia plena… Esta pareja es frecuente en muchas portadas góticas o románicas de transición, como el pórtico de la catedral de Tuy o parte superior de la fachada de platerías de la catedral de Compostela. También aparece en el porche de Sta. María Salomé, en Compostela, o en la fachada de Sta. María del Azogue, en Betanzos. Hay múltiples ejemplos esparcidos por nuestra geografía.
STA. MARIA SALOMÉ. SANTIAGO
STA. MARIA SALOMÉ. SANTIAGO

A propósito de la iglesia brigantina, he de decir que hay más iglesias dedicadas a Sta. María del Azogue, como la de Benavente o la de Ureña. Siempre me intrigó este nombre y nadie me lo ha explicado. Azogue, en la alquimia, era el nombre aplicado al mercurio, elemento químico al que los griegos llamaron hidrargirium “plata líquida”. Mercurio también era el nombre de un dios romano, concretamente el recadero de Zeus. Tenemos  que, según los Evangelios, el recado de su futura maternidad lo trajo San Grabriel a María de parte de Dios Padre. ¿Hay confusión de nombres para esos personajes? ¿Se
STA. MARIA DEL AZOGUE
confunde a Mercurio con Gabriel? ¿Por qué se esconde a Mercurio tras su nombre cabalístico de Azogue? Tal vez el desconocimiento era grande entre la gente, analfabeta y con vidas tan llenas de penurias como para entretenerse en dilucidar confusiones que, quiero creer, tampoco les quitaban el sueño. Tal vez, también hubo un intento de esconder creencias perseguidas...
Volviendo al tema de inicio, en la iconografía que mencioné al principio, María ya se representa embarazada. Tanto en las imágenes de Sta. María Salomé, como en la de Sta. María del Azogue, está claramente embarazada, con su mano amorosamente acariciando su vientre.
MERCEDARIAS. COMPOSTELA
No obstante, ante aquella gente inculta, era preciso que algo recordase su virginidad. Así surgió un símbolo mariano que ha perdurado durante siglos, más allá del estilo gótico, que fue el que lo generó. Me refiero a la jarra con azucenas. Este adorno acompaña a María en múltiples representaciones de la Anunciación, desde una temprana época gótica (Ribadavia) a la barroca (Mercedarias de Santiago, siglo XVII)
La jarra representa la feminidad más íntima. Las azucenas han sido símbolo de la pureza. Por eso, estas flores saliendo frescas de la jarra, evocan la pureza de María en un momento, el de la concepción de su Hijo, en que es más preciso creer en ella.

El símbolo ha sido utilizado incluso sin la presencia de la imagen de María, como adorno y señal en los edificios y construcciones dedicadas a ella, como en el campanario de la Giralda de Sevilla, en la torre del reloj de la catedral de Lugo, así como en múltiples fachadas de monasterios cistercienses, como en el de Meira.

GIRALDA DE SEVILLA
TORRE DEL RELOJ. CATEDRAL DE LUGO

FRONTAL DEL ANTIGUO MONASTERIO DE MEIRA