Cuando Newton descubrió que todos
los seres estaban sujetos a la acción de una fuerza a la que llamó gravitación
universal, (la gravedad), muchos estudiosos de animales y plantas supusieron que
éstos, los seres vivos, también estaban sujetos a una fuerza interior, que les proporcionaba la energía suficiente para poder desarrollar sus
actividades y, de esta manera, poder vivir.