Casi parece que es una obligación hablar de Navidad cuando llega este tiempo. La verdad es que no lo es, pero gusta hacerlo como un balance de lo que vamos viviendo, lo que llega y lo que se va. De niño me enseñaron un villancico, “La Nochebuena se viene/ la Nochebuena se va…/ Y nosotros nos iremos/ y no volveremos más”. Muchos aún no se han enterado de su contenido.
LA VIDA, CAMINO INCIERTO |
Lo efímero nuestro frente a los ciclos permanentes del tiempo. En cierta ocasión, un sobrino, me dijo que alguna vez yo vería a la Esperanza de Triana por última vez. Era Viernes Santo de Madrugada, estábamos en la sevillana Plaza del Triunfo y no lo pensé al contestarle que sí, que era cierto, pero que ojalá no lo supiese cuando viviese ese instante.
Nos asusta morir. Al menos, es una idea con la que no nos familiarizamos. Sin embargo, desde niños hemos cantado eso de que la Nochebuena se viene, la Nochebuena se va. Desde siempre, la idea ha estado junto a nosotros. ¡Cuánto nos cuesta asumir nuestra propia limitación¡ Por eso vienen magnates queriendo inmortalizarse mediante ridículas técnicas engañosas como la clonación o eso de congelarse a temperaturas inciertas para descongelarse vaya usted a saber cuándo. Vanidad de vanidades. El refrán es tajante: el muerto al hoyo y el vivo al bollo. Y no hay más. Si lo asumimos, mejor para cada uno. Y hacerlo cuanto antes.
SAN FIZ DE SALOVIO |
Mientras, la Navidad en puertas. 2016 lleno de sorpresas, sobresaltos, alegrías, adversidades, decepciones e ilusiones rotas. Hemos vivido y en eso consiste la historia de cada uno, lo que nos va pasando casi sin darnos cuenta. He querido a muchos y me he sentido muy querido. Con el tiempo, con los años, hemos formado una piña, no muy amplia pero apretada, de personas que compartimos cariño y nos sentimos cerca unos de otros, aunque haya kilómetros por medio.
Y, claro, no olvido a ese grupo recóndito de personas con quienes comparto historia, antepasados. Familiares que nos sentimos unidos de un modo especial, porque es mucho lo que tenemos en común. Se me han muerto familiares queridos, han nacido niños que llenan de alegría. No lo estamos pasando muy bien en este tiempo, aunque hay niñas que vienen en camino cargadas con promesas de alegría. Otro modo de decir que vivo.
SAN BENITIÑO DO MONTE |
Y todo eso, en el marco envidiable de ciudades que son Patrimonio de la Humanidad, donde es un regalo cultural sentirse en casa. El habla dulce de Galicia en cualquier lugar compostelano, se me confundió una vez con los sones de castañuelas que salían de un portal en la Calleja de las Flores cordobesa, mientras sonaba una sevillana famosa en su tiempo “Sueña la margarita/con ser romero…” Fue aquel uno de esos momentos inesperados en los que, como un sobresalto, me sentí en mi tierra, la tierra que me enseñó a respetar al contrario y a intentar comprender su opción. Por no hablar de lo que siento en lo más íntimo cuando adivino la muralla lucense en una mañana de niebla, veo la Giralda desde cualquier recodo ciudadano o escucho las campanadas pausadas del reloj compostelano. Mis ciudades, mis sitios.
STA. MARÍA DO CAMIÑO |
Sin pensarlo, Navidad un año más. Seguimos los mismos, un año más viejos. Hemos leído libros, visto películas, escuchado música. Hemos vivido y todo eso lo hemos vivido juntos, como enriqueciendo nuestras conversaciones, nuestros puntos de vista, nuestras opiniones. Mis amigos de siempre, con quienes comparto amistad porque, por encima de todo, está el firme deseo de seguir con ese vínculo que nos enriquece a todos. Son aquellos con quienes quiero compartir risas, tristezas, preocupaciones. En una palabra, compartir vida.
Hablo de mí, pero seguro que esto que cuento, que reflexiono como en voz alta, es similar a lo que podrían decir muchos, o todos, acerca de sus propias vidas. Son las historias personales que se entretejen en ocasiones especiales. Pasearé en Navidad y pensaré que en el arte Compostelano hubo muchas representaciones del nacimiento de Cristo en tímpanos de fachadas de iglesias románicas o góticas. Algunas siguen en su sitio, como en San Fiz de Salovio. En otros casos, como en S.Benitiño o Sta. María do Camiño, están bien guardadas en su interior. Muchas Anunciaciones también, la que más me gusta la del porche de Salomé.
NAVIDAD EN EL OBRADOIRO |
No voy a ser tan irreal como para desear felicidad a todos durante esta Navidad y durante todo 2017. Tengo los pies en el suelo y experiencia suficiente como para saber que las adversidades aguardan y que vendrán cuando menos lo esperemos, como a traición. También sería preciso saber qué entiendo por felicidad. Lo que sí deseo a mis amigos es que cuando la vida nos pegue duro, sepamos que eso también forma parte de la historia, la nuestra. Ojalá en esos momentos dispongamos del temple suficiente para mirar cara a cara lo que sea, y tengamos a nuestro lado los amigos que nos quieren y así sentirnos queridos y acompañados. Por suerte, en momentos similares, siempre me he sentido querido y es lo que deseo a mis amigos.
Con estas ideas por delante, deseo lo mejor a todos en esta Navidad y a lo largo del año que está en puertas.
Entrada relacionada:
Transición en Salomé
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