Desde siempre, nuestra cultura receló de los seres monstruosos, aquellos cuyos cuerpos eran mezclas definidas de los de otros bien definidos. Las esfinges, las quimeras, las gorgonas o las sirenas eran seres que, en la mitología griega, jugaron continuamente papeles malvados: mentirosos, criminales, vengativos o traicioneros. Siempre estuvieron del lado de la falsedad y la traición.