Cada cierto tiempo tenemos una noticia grata en Lugo, referida al conocimiento que vamos adquiriendo acerca de nuestra ciudad pues, hasta hace poco, ese conocimiento era muy escaso, cuando no erróneo.
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lunes, 18 de junio de 2018
viernes, 26 de enero de 2018
En Carboeiro, mi Carboeiro.
Conocí Carboeiro en años tempranos de la década de 1970. Desde entonces y durante bastante tiempo, fui asiduo visitante del monasterio. Mas bien, de lo que quedaba de él, que no era poco.
Situado sobre un abrupto alcor rodeado casi en su totalidad por un meandro encajado del río Deza, su situación le presta una apariencia temible. Eso es lo que parece hoy, no quiero pensar cómo se le vería en el siglo XIII, cuando era poderoso y para acceder a él se hacía a través de empinadas calzadas tal vez romanas.
Lo que quedaba del monasterio nos hablaba de una iglesia de planta basilical, con tres naves, girola y cripta. La girola es pequeña, con sólo tres capillas absidales, una de ellas con restos de frescos en sus paredes. La cripta es amplia y sirve para proporcionar una buena planta para construir sobre ella la iglesia, que tiene las naves cortas. Del resto del monasterio sólo quedaba en buen estado (es un decir) el palomar. Cuando llegó la noticia de su restauración, desconfié del modo en que se haría y no fui más por allí.
Volví en 2010 con unos amigos, pero nos lo encontramos cerrado. Hace unos días he estado de nuevo en Carboeiro con motivo de una boda y lo recorrí con avidez. Me gustó la restauración. Donde no se pudo poner la piedra ausente, se sustituyó con madera figurando arcos y nervaduras, haciendo patente lo original y lo postizo. El suelo se ha dejado de tierra batida, tal vez sabiendo que a nadie gustaría la solución a la que se recurriese. En la nave central se ha situado una tarima móvil para conferir horizontalidad a los actos que se celebren.
Sí, me asombró la grandiosidad del templo y lo mismo me ocurrió con la profusión de capiteles, ninguno de ellos repetido y todos con decoración vegetal, lejos ya de los historiados del románico con vocaciones doctrinales. También en los capiteles se vislumbra un nuevo estilo que llega. Paseando por las naves y viendo capiteles, pienso que a los fieles de entonces no les debía extrañar ver tanto vegetal hecho piedra después de haber visto tanta frondosidad rodeando Carboeiro. El bosque se hizo piedra.
Pero, en general, como dijo nuestro amigo Pablo, “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.
Situado sobre un abrupto alcor rodeado casi en su totalidad por un meandro encajado del río Deza, su situación le presta una apariencia temible. Eso es lo que parece hoy, no quiero pensar cómo se le vería en el siglo XIII, cuando era poderoso y para acceder a él se hacía a través de empinadas calzadas tal vez romanas.
CALZADA DE ACCESO EN 1975 HOY DESAPARECIDA |
1975. Yo en la entrada a Carboeiro |
Todo bien reconstruido para los ojos de un profano, que es lo que soy. Qué grandiosidad en la iglesia, y no en la superficie de la planta, sino en la altura. Ya dije que es pequeña, pero es alta y esbelta. Una esbeltez bien conseguida gracias a los múltiples arcos y columnas que se esparcen por las naves. Y si los arcos de las naves son de medio punto, los de la girola comienzan a apuntar, como todos los que se construirán poco tiempo más tarde. El gótico está en puertas.
No hay dos iguales. En el techo, la madera substituye a la piedra en la reconstrucción |
Mucha grandiosidad en la iglesia abacial y nada alrededor. La iglesia muestra riqueza, pero ¿cuál era su fuente? Un monasterio solitario, sin huertos que veamos, sin amplios caminos de acceso para llevar y traer, sólo dos calzadas medievales para llegar a él. Ninguna aldea de colonos o siervos, nada de nada. ¿De qué vivían estos ricos monjes? Un amigo, Darío, me dice que, sobre 1980, él ha visto a mujeres peneirando las arenas del río Deza. Intentaban sacar oro de ellas utilizando los artilugios que conocemos de las películas de buscadores de oro. En gallego, un peneiro es un cernidor y las mujeres cernían las arenas buscando oro. Tal vez un delicado oficio para unos monjes de suntuosa iglesia y pequeño monasterio, no lo sé. Pero en aquellas lejanías de entonces debía ser muy caro un portal con evocaciones al Maestro Mateo y el monasterio tenía cómo costearlo.
Otra versión sobre el origen del nombre, nos habla de la función de los monjes, fabricar carbón vegetal para enviarlo a la Abadía que les gobernaba, San Martín Pinario, en Santiago de Compostela. No lo sé.
Otra versión sobre el origen del nombre, nos habla de la función de los monjes, fabricar carbón vegetal para enviarlo a la Abadía que les gobernaba, San Martín Pinario, en Santiago de Compostela. No lo sé.
¡Qué bonito está Carboeiro! Aconsejo a quien pueda ir que no deje de hacerlo, pero que antes se entere del horario de visitas y no les ocurra lo que a mí en enero de 2010.
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¿Y qué más? Hay mucho más, pues en cuanto llegué me asaltaron miles de recuerdos de amigos y amigos con quienes estuve allí en otros tiempos. Atropelladamente se me agolparon situaciones, conversaciones, detalles, mil cosas que traían de nuevo a mi memoria multitud de momentos compartidos con aquellos a quienes quise y sigo queriendo en el recuerdo.
Nombres de personas que fueron importantes para mi y de los que ahora no sé nada. O tal vez sí, de varios conozco por dónde van sus vidas, pero allí, en Carboeiro, sentí intensamente la ausencia de muchos de ellos. Qué habría sido de nosotros de haber seguido en contacto. De qué hablaríamos en estos tiempos, cuáles serán sus preocupaciones actuales.
Con relación a muchos de ellos, no sé responder a estas preguntas. Pero con relación a otros, Ángel, Darío, Marisa, José Manuel, Antonio y algunos más, sí sé responder. Seguimos charlando y compartiendo preocupaciones.
Pero, en general, como dijo nuestro amigo Pablo, “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.
Nota: Me dicen que muchas de las esculturas que faltan, están en el Museo Marés, un Museo privado situado en Barcelona. Llegaron al Museo como consecuencia de una compra legal, y allí están dignamente custodiadas.
sábado, 30 de diciembre de 2017
Cumpleaños (7) El Maestro Medieval Bernardo de Chartres.
Siempre me ha estimulado esta descripción del amante del saber y del buscador de conocimiento. Esta reflexión fue de lo primero que publicó el Paseante Silencioso y hoy lo vuelve a traer con el respeto de entonces.
Andaba yo por los treinta años de edad, cuando asistí a una conferencia de aquel Maestro que fue D. Álvaro d’Ors. Habló de los estudios, los estudiosos y citó las características que el maestro Bernardo de Chartes les había atribuido en el siglo XII. Las retuve en la memoria, las apunté al salir y, desde entonces, las he mantenido cerca para reflexionar sobre ellas en más de una ocasión.
Ahora quiero volverlas a traer aquí, pero creo que antes debo presentar al Maestro de Chartres.Andaba yo por los treinta años de edad, cuando asistí a una conferencia de aquel Maestro que fue D. Álvaro d’Ors. Habló de los estudios, los estudiosos y citó las características que el maestro Bernardo de Chartes les había atribuido en el siglo XII. Las retuve en la memoria, las apunté al salir y, desde entonces, las he mantenido cerca para reflexionar sobre ellas en más de una ocasión.
El Maestro Bernardo ejerció su docencia en la Catedral de Chartes, de la que fue canónigo, en los primeros años del siglo XII. Neoplatónico convencido, su fama de intelectual ha llegado hasta hoy. Se le atribuye una frase muy fructífera en la historia del conocimiento.
“Somos unos enanos encaramados en los hombros de gigantes. Así, vemos más lejos que ellos y no porque nuestra mirada sea más aguda o nuestra estatura más alta, sino porque ellos nos llevan encima y nos elevan sobre su altura gigantesca"
Con esta frase, humilde en la concepción del propio valor, hacía un gran reconocimiento del saber a lo aportado por los clásicos. La frase tuvo mucha fortuna, incluso en siglos posteriores.
Su discípulo John de Salisbury (S.XII), le atribuye la autoría del siguiente poema:
Quae vero sint discendi claves senex Carnotensis paucis expressit:
Mens humilis, studium quaerendi, vita quieta, scrutinium tacitum, paupertas, terra aliena.
Haec reserare solent multis obscura legendo.
(El viejo [Bernardo] de Chartres expresó en pocas palabras cuáles son las claves para aprender:
Mente humilde, afán de buscar, vida tranquila, reflexión silenciosa, pobreza, tierra extranjera.
Estas cosas y la lectura suelen aclarar a muchos cuestiones oscuras.)
Quiero presentar esas cualidades que Bernardo de Chartres exigía, en el siglo XII, en la actitud de quienes querían aprender y se adentraban en el mundo del conocimiento.
Mens humilis. Mente humilde.
No conozco a ningún amante del saber que sea soberbio en lo que sabe. Más bien los conozco humildes, con la humildad que confiere creer que cualquiera le puede aportar algún modo de aumentar cuanto sabe. Por eso, el sabio pregunta a quien supone que le puede enseñar algo, independientemente de su rango. Muchas páginas de la historia del saber nos describen cómo un sabio aprendió de un profano cosas, que luego sirvieron para el avance de la ciencia. Iletrados que enseñan a sabios, o sabios humildes que aprenden de iletrados.
Studium quaerendi, afán de buscar.
Tampoco conozco a ningún estudioso que se conforme con lo que sabe. Su afán de conocimiento es constante, con el propio saber como un fin en sí mismo. Para el amante de aprender, nunca existe una meta ni un listón en el conocimiento. Pero el estudio es un acto positivo de voluntad. Se estudia porque se quiere, a nadie se le puede obligar a hacerlo, por eso se enumera el "afán de buscar".
Vita quieta, vida tranquila.
No sé cómo imaginar tal característica si no es contraria a la idea del maestro itinerante o al alumno bullanguero. Lejos del bullicio de los caminos, a Roma o a Compostela, lejos de goliardos y juglares, el estudioso precisa para su labor, del sosiego que confiere disponer de un lugar fijo donde desarrollar su trabajo. Porque conviene no olvidar nunca que el estudio es un trabajo intelectual que precisa sosiego. No creo que el Maestro de Chartes tuviese nada en contra de los actuales planes de movilidad de los estudiantes (Becas Erasmus, Sócrates) o del profesorado. Hoy las cosas se hacen con mayores seguridades y pretendidos criterios de eficacia.
Scrutinium tacitum, reflexión silenciosa.
En español tenemos una palabra derivada de scrutinium, escrutinio, y la aplicamos al estudio riguroso y atento de algo en lo que no debe haber error (escrutinio de votos, por ejemplo). Estudio atento en silencio, introvertido, es lo que requiere el Maestro Bernardo. Luego se comentará, se contrastará lo estudiado, pero el proceso de aprendizaje comienza con un ejercicio silencioso que siempre es necesario, y clave, en el aprendizaje.
Paupertas, pobreza
El estudio nunca ha sido un camino ni para la riqueza ni mucho menos hacia la opulencia. El sabio, tal vez por serlo, es parco en sus necesidades. Sabe vivir con lo poco y con dignidad, sin perseguir lujos. Tampoco la sociedad, tal vez por menospreciar su trabajo, se preocupa mucho por sus emolumentos o sus niveles de vida. Casi siempre le parece mucho lo que se destina a su sustento.
Terra aliena, tierra extraña
Tal vez la característica más cruel, pues el sabio o el estudioso, por serlo, será incomprendido desde el principio y considerado como alguien ajeno a la misma sociedad. La sociedad tiene unos fines, los rendimientos y plusvalías de todo tipo. Los afanes del sabio son completamente distintos, pues el mismo conocimiento es la guía de sus desvelos. Por eso es incomprendido y considerado como alguien que vive en otro mundo, en tierra extraña.
Asimismo, de Bernardo de Chartres es esta sentencia, citada también por John de Salisbury:
Inimicus hominis insapientia eius.
Amicus hominis sapientia.
(El enemigo del hombre es la propia ignorancia. Su amigo, el saber.)
sábado, 9 de diciembre de 2017
POR EL CAMINO DE SANTIAGO (vii) o CEBREIRO
Con motivo de su quinto cumpleaños, el Paseante Silencioso sigue trayendo de nuevo aquí aquellas entradas que, por un motivo o por otro, más le han gustado
POR EL CAMINO DE SANTIAGO (vii) o CEBREIRO
Es el lugar del Camino que más veces he visitado en Galicia.
Siempre me ha impresionado estar allí y me ha provocado miles de sensaciones el andar de nuevo por su calle o entrar en su Santuario. La aldea está situada sobre la cresta de una montaña que allí hace las veces de límite de Galicia. Hacia el oeste vemos valles bercianos y hacia el este, los valles son gallegos.
Estamos en una zona de alta montaña con las últimas presencias espontáneas de algunas especies vegetales alpinas, como el capudre (serval de los pastores) o el acibro (acebo). Hay también abundantes bosques de diversos caducifolios, que nos regalan otoños muy coloristas.
Es el lugar del Camino que más veces he visitado en Galicia.
EL SANTUARIO |
Estamos en una zona de alta montaña con las últimas presencias espontáneas de algunas especies vegetales alpinas, como el capudre (serval de los pastores) o el acibro (acebo). Hay también abundantes bosques de diversos caducifolios, que nos regalan otoños muy coloristas.
VISTA GENERAL DEL LUGAR |
El poblado se nos presenta como una sucesión, en cierto modo anárquica, de casas y pallozas (edificaciones de planta mas o menos circular, techumbre de paja y orígenes prehistóricos), muchas de ellas dedicadas a hostelería. Al final de la única calle, ligeramente empinada, encontramos una pequeña explanada, con algunas tiendas de recuerdos y, cerrando todo, el santuario y una hostería que no funciona desde hace algunos años.
PALLOZA |
En cuanto al poblado, sabemos que está reconstruido sobre restos anteriores, o incluso sin restos sobre los que reedificar. El conjunto es armónico y tal vez reproduzca con cierta fidelidad al que pudo haber existido en el siglo XIII, por citar un siglo. Pero la sensación de bienestar no se puede improvisar y allí se siente, como la alegría de haber llegado tras una larga jornada de caminata. El ambiente de reposo, la serenidad que confieren los montes, el notar que se empieza a palpar la cercanía de Compostela, todo eso impregna el ánimo de los peregrinos que se mueven por la calle, que van al santuario y que, después de haber repuesto fuerzas, siguen Camino.
INTERIOR DEL SANTUARIO |
En el Cebreiro, para el caminante lo más atractivo es su santuario. Es el edificio más antiguo del Camino y nadie me ha dicho si eso es en cuanto a la fábrica del edificio, o en cuanto a lugar de oración. Es un edificio sin lugar a florituras, resto de un antiguo monasterio, fundado por el conde de Aurillac, que disponía de hostelería y hospital anexos para atender a los peregrinos. La leyenda dice que en días adversos, los monjes hacían sonar las campanas para que orientasen a quienes andaban por los caminos.
El templo, con restos prerrománicos, tiene tres naves amplias, y tres ábsides cuadradas con ventanales pequeños, tal vez debido a los rigores del invierno. Todo recio, no hay lugar para lo estilizado ni lo airoso y sin embargo, en el interior se define un ambiente de profunda quietud y sosiego. Parece hacerse realidad el tópico de estar en otro mundo, pero aquí casi es cierto. En el altar mayor hay un cristo gótico, aunque en lo que a tallas se refiere, la joya es la imagen románica de la Virgen, del siglo XII, que aún los del lugar la sacan en procesión en el día de su fiesta, el 12 de septiembre.
CON MANTO, PARA SALIR DE PROCESIÓN |
La leyenda, siempre ella, nos habla del milagro que conmovió a Europa entera en aquellos tiempos oscuros, cuando había dragones que encerraban princesas y culebras habladoras. Cuenta que al cura de O Cebreiro, hombre de poca fe, le resultaba increíble que un lugareño, de nombre Juan Santín, de Barxamaior, subiese al santuario a escuchar misa, solo por ver hacer unas cosas con un trozo de pan y un poco de vino. Lo volvió a pensar un día de fuerte nevada, con el aldeano como único asistente, cuando la hostia se puso de color rojo y se transformó en un trozo de carne, mientras que el vino se transformaba en sangre. Se dice que el oficiante cayó muerto al momento (las leyendas pueden ser así de crueles). En una urna blindada están las ampollas que guardan los restos de la sangre, además del cáliz de plata y una patena, también de plata, ambos del siglo XII.
Frente al altar del milagro, hay un reclinatorio con libros de oraciones escritos en muchos de los idiomas más frecuentes entre los peregrinos. Los libros muestran señales de ser muy utilizados. También a los pies de la imagen de la Virgen hay múltiples velas encendidas que nos hablan de devociones y devotos. Esas velas no me gustan mucho, pues generan un aire ascendente cálido, que no creo que sean muy convenientes para la conservación de una talla de madera del siglo XII.
TEMPORADA DE PEREGRINOS |
Hoy, O Cebreiro guarda esos tesoros religiosos con devoción. Pero por encima de todo, es una comunidad pujante de vecinos, que atienden a los peregrinos con todas las cualidades (y vicios) que ya el Códice Calixtino atribuía a los mesoneros en lo que al trato a los peregrinos se refiere. Pero el lugar es tan hermoso, es tan posible el recogimiento entre tanta grandiosidad, que yo, la verdad, me siento privilegiado por vivir cerca de este sitio y poder volver a él con frecuencia. Casi siempre que quiero.
VALLES GALLEGOS |
VALLES BERCIANOS |
viernes, 10 de noviembre de 2017
Las preguntas en el desarrollo científico
La ciencia avanza con velocidades diferentes según las épocas o las áreas de conocimiento de que se trate. En la medida en que la ciencia pretende dar respuestas a interrogantes planteados en relación al entorno, el avance dependerá del hallazgo de tales respuestas. Pero, para que la ciencia progrese, conviene que las preguntas sean pertinentes y que estén formuladas desde una óptica científica correcta, pues preguntas erradas solamente producirán respuestas también erradas.
En la historia de la ciencia existen momentos importantes, que son aquellos en los que las preguntas se formulan con el rigor adecuado. Normalmente, los hechos que van a desencadenar el proceso científico están ante nosotros, pero solamente unos pocos, de mentes avisadas, son capaces de reparar en lo desacostumbrado de ellos y considerar estimulante dedicarse a su estudio para, después, poderlos explicar. Con las preguntas que plantean, son esos mismos hechos los que desencadenan la búsqueda de las respuestas que hacen avanzar a la ciencia. Hay veces en que esas respuestas aparecen después de formuladas las preguntas. En otras ocasiones, han de pasar cientos de años antes de ser encontradas. Tal fue el caso que voy a comentar ahora.
SABIOS BUSCANDO RESPUESTAS |
Conviene irnos a la época en que ocurrieron los hechos que comento, los siglos XIV e XV. Era cuando el poder de los señores feudales comenzaba a sufrir limitaciones, surgiendo los burgos como manifestación de la nueva estructura social. El estilo románico había dado paso al gótico y Europa renacía después de una epidemia de peste que había diezmado la población. En las personas de este tiempo aparecieron hondas dudas en relación a Dios, por haber permitido dicha epidemia (estas dudas, con el tiempo, tomarían cuerpo en el protestantismo).
En medio de esta transformación social, no faltaron nuevos conceptos con los que enjuiciar a las personas y sus comportamientos, como podemos notar al fijarnos en los epítetos dados a los reyes: "El Bueno", "El Sabio", "El Magnánimo", "El Ceremonioso" y otros semejantes, muy diferentes a los aplicados en los siglos anteriores: "El Fuerte", "El Bravo" o incluso "El Velloso".
ARMADO, BIEN ARMADO |
Otro tanto podemos detectar en la escultura funeraria, como es posible comprobar en una visita que hagamos a la iglesia de San Francisco, en Betanzos. En ella, junto al sepulcro de Fernán Pérez de Andrade, "O bóo", Conde de Andrade, ataviado con una armadura recia y poderosa, vemos en sepulcros de tiempos más recientes cómo están representadas personas con ropas elegantes, más propias de una vida palaciega y cortesana. El culmen de nuestra escultura funeraria de este tiempo, está en Sigüenza, donde un hombre en la flor de la vida, conocido como el Doncel de Sigüenza, está representado en actitud de reposo, leyendo un libro, lejos de los campos de batalla.
EL DONCEL DE SIGÜENZA |
También a través de la pintura podemos ver cómo cambia el vestuario, usando colores nuevos y otros tipos de ropas que confieren a sus portadores mayor esbeltez y elegancia. En los frescos de Piero della Francesca, por citar un caso, es posible comprobar esto, pero también en otros pintores contemporáneos suyos.
Gracias a los viajes de Marco Polo a China, se abrieron nuevas rutas y aparecieron nuevas mercancías para el comercio. En ferias y mercados se ofrecían sedas, especias y otros productos exóticos que, por sí mismos, pronto serían signos de singularidad para quienes los usasen. Por todas partes tomaba cuerpo otro concepto sobre la calidad de vida en el que la belleza, no iba a ser menos, era definida de acuerdo con el ideario del momento histórico.
En toda esta compleja transformación de pensamiento y de criterios que se estaba produciendo, no eran pocas las tareas que era conveniente realizar para adecuarse a las novedades. Una de ellas, y no menor, consistía en encontrar medicinas apropiadas para enfermedades que eran históricas en Europa. Tal era el caso de la viruela. Se sabe que fue traída a Europa por los árabes, andando el siglo VI, y desde entonces fue endémica en el continente hasta finales del siglo XIX. Enfermedad muy extendida, comportaba una elevada mortalidad. En caso de que los enfermos sanasen, dejaba profundas cicatrices perfectamente visibles e incompatibles con cualquier concepto de belleza.
EL MARQUÉS |
Moza tan fermosa
non vi en la frontera,
como la vaquera
de la Finojosa ...
Por lo que sé, el Marqués era un noble muy de su tiempo, cortesano y acostumbrado a las comodidades que puede proporcionar cierto estilo de vida. Puede que, sin decirlo, también tuviese miedo de la viruela y otras enfermedades propias da época. Quiero pensar que la hermosura que tanto asombrara al Marqués no era otra cosa más que la ausencia de rastros de viruela en la moza vaquera que, por lo tanto, manifestaría un rostro terso, hermoso y con el color propio de la gente joven que trabaja en la montaña. En aquel tiempo, la capacidad de resistencia al mal sería un bien inestimable atribuido al uso de hechizos y ensalmos apropiados. Por eso, se creía que su posesión era más asequible a personas con un cierto tipo de poder que no poseía la gente común.
SIN SABERLO, SE INMUNIZA |
Siempre me extrañó el hecho de que el Marqués no creyese que la moza fuese vaquera, puede que por considerarlo un trabajo inapropiado para una muchacha tan hermosa. Como si, para él, una cosa estuviese reñida con otra.
La vi tan graciosa,
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.
Nunca creería el marqués que el trabajo de la moza era la causa de que no padeciese la viruela, pero es posible que el el lugar, (hoy, Hinojosa del Duque), escuchase más de un comentario referente a la ausencia de viruela en quienes realizaban tales trabajos.
Nada se sabía acerca de la causa de tal relación. Deberían pasar muchos años antes de que se encontrase. Tal vez, al Marqués le costaba dar crédito a los comentarios de los pueblerinos y no deja de ser curioso que por mucho que se lo diga la moza, el poeta cortesano no salga de su empeño:
Juro por Santana
que no sois villana.
El Marqués se asombra de la belleza de la vaquera, pero no es el único que en aquel tiempo constata la bondad de la vida campesina. Pensando de modo semejante, pero distanciados de nuestro Marqués por miles de Kilómetros, y también por huir de una epidemia de peste, unos adolescentes de Florencia marcharon al campo en busca de refugio, en la espera de que pasase la epidemia. Bocaccio nos cuenta cómo pasaron esos días de reclusión contando cuentos, que recogió en su Decamerón. No son pocas las alusiones literarias que prueban cuanto digo y no voy a citarlas, pues no vienen al caso. Lógicamente, en la vida campestre las personas estaban más protegidas de enfermedades contagiosas de fácil difusión urbana, donde, por otra parte, escaseaban los medios antisépticos necesarios.
GENTE SANA, LOS VAQUEROS |
El Marqués de Santillana deja planteada una pregunta que, posiblemente, estaba en la mente de muchos contemporáneos suyos: Cuál era la causa de que unas personas, con un trabajo concreto, no padeciesen una enfermedad también concreta. Hoy sabemos que esta relación tiene una base científicamente explicable. Gracias al poema, sabemos que en ese tiempo la pregunta, como primer proceso del avance científico, ya estaba planteada y bien planteada: Comprobada la resistencia de unos trabajadores a una enfermedad, mortal en la mayoría de las ocasiones, cuál era la causa de esa resistencia. Si estos trabajadores no tenían mayor acceso al uso de ensalmos y hechizos, la resistencia debía tener base natural.
Con la pregunta apropiada del Marqués ya estaba en marcha el progreso, si bien aún no estaba definido el camino para alcanzar la respuesta adecuada. Antes, deberían ocurrir muchas cosas, convenía incrementar conocimientos y descubrir técnicas. Pero el reto estaba lanzado: Algo poseían los vaqueros que los volvía inmunes a la viruela.
Fue Jenner, médico británico, quien, hacia finales del siglo XVIII, observó que en las ubres de las vacas aparecían pequeñas pústulas semejantes a las producidas por la viruela. También se dio cuenta de que las personas que andaban con esas vacas presentaban resistencia a la enfermedad y que, frecuentemente, tenían heridas en los dedos y en las uñas con pequeñas pústulas en ellas. Pensó si acaso habría alguna relación entre tales datos y la inmunidad que presentaban esas personas a la viruela. De modo temerario, en 1796 inoculó a un adolescente el exudado procedente de lesiones presentes en las vacas (vacuna). Hoy sabemos que, en realidad, lo que hizo Jenner fue provocar en el muchacho una enfermedad atenuada, pero suficiente para estimular la formación, en su sistema inmunológico, de anticuerpos que, en su caso, serían capaces de repeler la infección de los virus de la viruela si el chico fuese infectado por ellos. Encontrando un método para prevenir enfermedades contagiosas, había descubierto la vacuna. Pasteur profundizaría en su estudio y perfeccionamiento.
Tenemos que agradecer a Jenner que la viruela dejase de ser una tremenda plaga mundial. En un tiempo, fue obligatorio vacunar a los niños contra ella pero luego, y gracias al mismo método aplicado a lo largo de muchos años, la enfermedad desapareció de manera espontánea. En el año 1979 la O.M.S. la declaró erradicada del mundo, dejando de ser obligatoria su vacuna.
En relación a la viruela, vemos cómo en el siglo XIV ya estaba marcado el camino para encontrar su remedio, es decir, ya estaban formuladas las preguntas apropiadas. Con el tiempo, vendría la constatación de datos, la búsqueda de respuestas en un ambiente cultural y de conocimientos apropiado y, finalmente, se alcanzarían las respuestas. El proceso científico siempre sigue este camino, comenzando con la formulación correcta de preguntas para explicar hechos que resultan raros según los conocimientos de la época. Pero mientras no aparezcan formulaciones concretas de preguntas sabiamente planteadas, no será posible abrir los caminos adecuados en la obtención de sus respuestas.
jueves, 28 de mayo de 2015
LA CADENA DEL MARISCAL
Sigo paseando por el claustro del Museo Provincial de Lugo.
Camino dejando a mi derecha el centro del patio, el pozo y el nogal. A mi izquierda, las paredes presentan piezas de su colección.
CADENAS Y CANDADOS |
Al iniciarse un tramo, junto a un gran escudo, en un rincón pero no arrinconadas, vemos unas cuantas cadenas antiguas: hierro oxidado, un par de candados y mucha historia. Una de las cadenas retuvo preso al Mariscal Pardo de Cela. Voy a contar la causa de esta desubicación, pues el Mariscal no estuvo preso en Lugo y sí en Mondoñedo, en cuya catedral está enterrado desde finales del siglo XV.
CONCEPCIÓN ARENAL |
Pero antes de seguir, me conviene presentar a una mujer, injustamente olvidada por muchos. Concepción Arenal fue una ferrolana del siglo XIX, de quien más de los que son deberían sentirse muy orgullosos. Hija de familia, en principio, acomodada, vivió los rigores de una dictadura, viendo cómo su padre sufría diversos castigos por oponerse al absolutismo de Fernando VII. Siendo aún niña, murió su padre y algún hermano. Eran los tiempos de entonces, con alta mortalidad y baja expectativa de vida.
Muy joven, ya en Madrid, decidió estudiar Derecho y, para hacerlo, debió ir a clase vestida de varón. Era impensable una mujer en las aulas, cuando lo que tenía que hacer era prepararse para ser buena ama de casa. (La única carrera de la mujer es el matrimonio, solía decir). Su vida no debió ser nada fácil en esa época. Pronto destacaron sus escritos a favor de la dignidad de los presos. Sabía que en las cárceles no se respetaba a las personas. Toda su vida giró sobre estas preocupaciones, siendo nombrada Visitadora de Cárceles de Mujeres y, también, Inspectora de Casas de Acogida de Mujeres. Escritora fecunda, dejó muchas obras y frases que resumieron su modo de pensar. Una de ellas ha llegado hasta hoy; Odia el delito y compadece al delincuente.
Tras su muerte, frente a cárceles españolas se instalaron monumentos en su recuerdo y, en época de la II República se pensó erigir un monumento en Madrid, utilizando para hacerlo hierro de cadenas existentes en prisiones. Si las cadenas poseían significado histórico, mejor que mejor.
Desde Mondoñedo y otros lugares de la provincia y a través de Lugo, se mandaron a Madrid algunas cadenas, entre ellas las del Mariscal, pero estalló la Guerra Civil y nunca llegaron a su destino, quedando en Lugo y, consecuentemente, terminando en su Museo Provincial. Allí están, a la vista de todos. Junto a estas cadenas, hay otras procedentes de fortalezas de Castroverde y Guntín. Lugares en los que, supongo, no habría más ley que el sentir del señor, ni mayor baremo que el modo en que le afectasen las acciones de sus vasallos, de quienes se sentía propietario y ejercía como tal de manera incuestionable.
Hoy, mayo de 2015, veo las cadenas con sus grandes eslabones, los candados con sus moldes para apresar tobillos y no puedo dejar de estremecerme pensando en quienes los llevaron, en aquellos que se sintieron sujetos por estas armas de poder dirigidas contra quienes lo cuestionaban.
Las armas del poder contra los indefensos. Prisioneros de guerra, transformados en mercancía a la espera de un rescate. Prisioneros por capricho, por rencor u odio, prisioneros por diversas cosas inexplicables, pero que hicieron que muchos dejasen de disfrutar un bien muy preciado por todos, la libertad. Eso ocurrió en múltiples ocasiones, y no son pocas las cárceles en las que tal situación sigue estando de actualidad. Novelas, películas, historias diversas nos dicen que todo esto sigue vivo y siempre se genera un temor al hablar de eso, por aquello de que “las paredes oyen”.
Si, el monumento a Concepción Arenal no se llegó a levantar, pero sus obras están presentes en muchas bibliotecas públicas y privadas. Se le considera una de las primeras feministas españolas, de aquellas que, esforzadamente, abrieron camino a toda una pléyade de mujeres que, con valentía aún hoy, luchan por unos derechos en plano de igualdad con los hombres, de modo que el matrimonio deje de ser su mejor salida profesional.
Aquellas cadenas en el rincón dan mucho para pensar. En los presos de entonces y, también, en los de hoy.
jueves, 16 de abril de 2015
UNA CATEDRAL DESCOYUNTADA
Hablo de terremotos y me gustaría disponer de suficientes conocimientos de arquitectura para comentar con acierto lo que voy a comentar como el profano que soy.
A veces encuentro que los edificios se comportan como realizados en bloques yuxtapuestos destinados a formar el todo que conocemos, usamos y, en todo caso, admiramos. Si hay un descalabro, el edificio puede venirse a tierra por partes y mientras algunas se derrumban, otras permanecen en pies. Eso lo vemos en múltiples ruinas, en las que hay paredones derechos junto a restos de tejados u otras estructuras esparcidos por tierra. En Santiago ocurrió eso en la Colegiata del Sar, cuya ruina comenté aquí mismo (http://emiliovalade.blogspot.com.es/2014/08/por-el-camino-de-santiago-colegiata-del.html) con una opinión personal mía. Las Torres del Oeste, allá en Catoira, también nos dejan ver muros erectos junto a otros derribados.
MONASTERIO DE STA. CLARA |
Otras veces los edificios, y no sé la causa de esto, se comportan como una unidad estructural. Aunque también construidos por millares de bloques de piedra, éstos se comportan como si estuviesen tan perfectamente ensamblados entre sí, que adquieren un comportamiento más comprensible si el edificio constituyese una unidad estructural.
Como ejemplo, tenemos la Torre de Pisa. A nadie se le ha ocurrido pensar que se le cayese un lado, a pesar de su inclinación. Estamos muy acostumbrados a que se incline o se restaure, se impida su deterioro, se le haga lo que sea, teniendo en cuenta algo que le añadimos mentalmente, que es una unidad y no una suma de unidades más pequeñas, los bloques de piedra que la constituyen. Las relaciones que establecen esos bloques entre sí para conseguir ese efecto final me resultan completamente desconocidos.
CATEDRAL DE TUI |
En Portugal, concretamente en Coimbra y a orillas del río Mondego, en una zona sedimentaria se alzó el monasterio de Santa Clara. Pero el sustrato sobre el que estaba construido era muy suelto (similar al de nuestra colegiata del Sar) y el edificio comenzó a hundirse. Sí, a hundirse. No puedo imaginar lo que pesará el edificio, pero que se hundió está a la vista. Hoy se accede al interior de la iglesia a través de lo que fue un ventanal. Las piedras de las cubiertas se cayeron, pero los arcos se mantienen en pie confiriendo al conjunto un aire de encanto y misterio difícil de definir. Ni una grieta, ni una pared por tierra. El edificio de hunde (ignoro si se ha detenido el proceso) como un todo hecho con muchas piezas de piedra.
Algo similar ocurre en nuestra catedral de Tui. Gótica, hermosa, medio catedral, medio fortaleza, su mejor vista es desde Valença, lo mismo que la mejor vista de Valença es desde Tui. Entre las dos ciudades, el río Miño y el deseo compartido de ser nombradas, ambas, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
CATEDRAL DE TUI FIJARSE EN LOS ARCOS DEL FONDO |
Pero, ¿qué le ocurre a la catedral tudense? Nada, pero le ocurrió con motivo del terremoto de Lisboa de 1755. Antes tal vez convenga que comente algo de ella, por si resulta desconocida para alguno. Como he dicho, es una catedral fortaleza, con torres de defensa y muros almenados. No olvidemos que se trata de una ciudad fronteriza. La catedral es pequeña y bonita. El estilo gótico se patente en la ornamentación, en su pórtico, y en las bóvedas, arcos, ventanales y otras estructuras que conforman un interior definido según ese estilo y muy acogedor.
CATEDRAL DE TUI |
Me gusta imaginar lo que ocurrió en ese interior durante los diez minutos que duró el terremoto de Lisboa. Quiero creer que el edificio crujió como si fuese de madera, que se levantó una gran polvareda en su interior, que hizo imposible ver nada, que el ruido debió ser tremendo y que, cuando termino toda aquella breve eternidad, cuando se asentó la polvareda y volvió a reinar el silencio, cuando, en fin, pareció que todo volvía a ser como antes, apareció la catedral completamente desvencijada, pero en pie. Destartalada, como es posible verla hoy, pero sin mayores remiendos que los necesarios para consolidar algún que otro arco de las naves o del claustro.
La catedral, el edificio, tembló como un todo estructural. No cayó, aunque quedó bastante alterado. Ya no son líneas rectas lo que marcan las bóvedas a lo largo de las naves, pero a mí me sobrecogen más que lo que puedo ver en cualquier otra catedral gótica.
CATEDRAL DE TUI - CLAUSTRO |
jueves, 5 de febrero de 2015
PASEANDO POR LA MURALLA LUCENSE
En Lugo siempre la hemos llamado en singular, la Muralla, escapándonos de los grandilocuentes plurales que no vienen al caso, (las Murallas). Ese, el plural, queda para regidores y capitostes cuando hacen de tal: “Visitais nuestras Murallas…”y creen que con su perorata copan un sitio en la historia.
HERMOSA, CON DIECISEIS SIGLOS DE EDAD |
Ya lo digo, para nosotros, los de a pie, siempre ha sido singular, la Muralla, y un montón de calificativos mas, tal vez muchos de ellos indicadores del modo en que este Monumento está integrado en nuestras vidas. Para mí, viene a ser como un telón de fondo de mi vida lucense.
Cuando yo era niño, me gustaba acceder a su adarve por la rampa de la Puerta de Santiago. La rampa me resultaba cómoda y eliminaba los vértigos que me inspiraban las diferentes escaleras. Ahora me ocurre lo mismo. Incluso en pequeños detalles, parece como que con la edad regresamos a los principios.
CHIMENEAS CERCA DE S. FERNANDO, VESTIGIO POPULAR, HOY PERDIDO |
Lo revivo cada vez que subo: en cuanto piso su superficie, me parece haber entrado en otro mundo. Y creo que ese aspecto mágico de llegar a “otro mundo” lo hemos sentido muchos lucenses al hablar, por ejemplo, de dar un paseo por la Muralla. Los paseos por su adarve han formado parte de nuestros ritos cotidianos. Y como el Monumento está completo, es posible pasear en cualquiera de las dos direcciones que uno quiera tomar al llegar arriba. Siempre volverá al sitio de origen, no como en “la vida”, que nunca se puede volver.
Se ha dicho que el paseo por la Muralla es un hermoso muestrario de todo lo representativo que hay en la ciudad, y lo creo totalmente. Desde los hermosos paisajes que se pueden ver hacia el Oeste, con sus puestas de sol, hasta los lejanos Ancares, allá en los límites con León, el paisaje es generoso en eso de aportar imágenes para soñar o disfrutar.
LAS GRUAS HABLAN DE UN PROGRESO QUE DESTRUYÓ ESTE PAISAJE URBANO |
Pero siempre me gustó más el paisaje urbano. Desde el hermoso skay line visible desde lo alto de la Puerta del Hospital, al deteriorado del Barrio del Miño y la Tinería. El paisaje en que se veían las torres de la catedral sobre un mar de tejados, siempre me recordó a una gallina con sus polluelos. Presento una foto de 2008 y vemos en ella la cantidad de grúas que nos querían infundir la idea de progreso que tan de moda estaba entonces. Por cierto, la foto es irrepetible, pues los mamotretos construidos mientras se progresaba, han estropeado todo, como suele ocurrir.
UN PASEO DE ESTE TIEMPO |
También han desaparecido las casas adosadas en la cara externa de la Muralla, y con ellas sus tejados. Fue una larga tarea aquella de ir eliminando tales casas, dejando libre la perspectiva del Monumento. Recuerdo las obras de apuntalamiento, reconstrucción y restauración de los paramento dejados al descubierto, conforme iban desapareciendo las casas.
POR UNA DE ESTAS VENTANAS SALIA EL SONIDO DE UNA RADIO |
Ganó mucho la Muralla. Tal vez ganó, no lo dudo, para el visitante que viene a verla, pasear por ella, fotografiarla y marchar con sus fotos y su recuerdo. Creo que a los lucenses, a mí al menos, nos han dejado una Muralla descafeinada, esterilizada, falta de aquella vida que tenía cuando veíamos las chimeneas echando humo en sus casas adosadas o escuchábamos la radio gracias a alguna casa con las ventanas abiertas. Todo aquello se nos fue y de modo irrecuperable, como muchas otras cosas.
VESTIGIOS DE OTRO TIEMPO, HOY DESTROZADOS |
Otra cuestión es si lo echo de menos. No sé para otros lucenses, para mí esta Muralla de ahora es más impersonal. Más monumental, qué duda cabe, pero carece de aquel aire como de familia. Ya no me parece integrada en el conjunto ciudadano como lo estaba antes. Tal vez sea una apreciación muy personal, pues pasear por su adarve me sigue pareciendo adentrarme en otro mundo, pero no sé.
UN LUGAR PARA PASEAR DISFRUTANDO O DISFRUTAR PASEANDO |
Hay dos cosas que se me han quedado clavadas de mis paseos infantiles por la muralla: detrás del convento de franciscanos había una huerta. Si veíamos algún fraile haciendo labores de labranza decíamos que estaba haciendo penitencia. (Hoy aquella huerta está substituida por unas pistas de baloncesto donde juegan los alumnos de un colegio franciscano de pago). Otra cosa que recuerdo de modo entrañable es que por la Mosquera había una casa de la que salía el sonido de una radio. Siempre había personas sentadas en las barandas de la Muralla escuchándola.
Tal vez hoy la muralla está mas para ser vista por los de fuera, pero puede que los de aquí la vivamos menos. Es difícil de explicar, pero yo me entiendo.
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