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viernes, 8 de mayo de 2015

DON QUIJOTE, SOLO UNO

Una historia, creo que es Borges quien nos la cuenta, habla de un hombre que admiraba tanto a Cervantes, que decidió vestirse como él. Más tarde, y siguiendo con su afán, consiguió estructurar su habla con frases similares a las del escritor. Finalmente, decidió escribir. Y al hacerlo, escribió un Quijote exacto por completo al original. El imitador de Cervantes no hizo nada nuevo en su vida y malgastó todo su potencial creativo, si acaso lo llegó a tener alguna vez.

YA HE HABLADO DE ESTA
EDICIÓN
¿Qué es el arte? No sé responder a esta pregunta tan básica. Pero sí sé lo que le pido al arte y lo que viene a representar para mi. Nunca me ha dado de comer, pero en dos ocasiones me olvidé de hacerlo, extasiado ante la maravilla que contemplaba. En una ocasión, fue en la Alhambra (“dale limosna, mujer…”), la otra, en el Louvre. En muchas ocasiones corro tras esos gozos del sentimiento del espíritu, que me hacen vivir, de un modo inefable, momentos en los que todo parece adquirir un valor diferente y en los que me centro en aquello que motiva mi sensación momentánea. Una música, una lectura, un olor, pueden ser estímulos que me llegan de modo inesperado y que revuelven mis sentimientos. En una ocasión, esta vez en Santiago, en una tienda de discos tenían puesta una obra concreta que, gracias altavoces, llegaba hasta la calle. Quedé viendo el escaparate aparentando interés, cuando lo que hacía era escuchar, simplemente escuchar.

Todo esto tiene sus factores intrínsecos, inherentes a la obra concreta, y los extrínsecos, los que me afectan a mí, los que hablan de mi condición receptiva en cada momento. Los factores intrínsecos no cambian, los extrínsecos sí. Por eso algo que nos conmueve en un momento, nos puede dejar indiferente en otro, y al revés. En esos casos noto cómo voy cambiando, pues la obra en cuestión sigue siendo la misma. Cambiamos con la edad, con el conocimiento, con muchas cosas, si bien siempre hay algo (un libro, una pieza musical, una película…), a lo que somos fieles pase lo que pase por nuestras vidas.

El arte es rompedor. El artista investiga nuevas formas de expresión, nuevos enfoques para hacernos ver su concepto del entorno. Estudiaba yo en Barcelona cuando se produjo un gran revuelo cultural: Antoni Tapies exponía su obra. Para unos, una maravilla. Otros se preguntaban si aquello era arte. Las discusiones eran enconadas y apasionadas. Cuánta polémica alrededor del arte y del artista. Así, siempre. Mas tarde, un amigo mío pintor, de quien aprendí muchísimo, me dijo que un artista que no genera polémica, no es artista. Así de simple.
PORCHE DE LA IGLESIA DE MORAIME

Siempre que hablo de esto, tengo que decir lo mucho que me ha impresionado la poderosa imaginación de nuestros creadores de la época del románico o del gótico. Su búsqueda de la luz, la que entraría a través de los posibles ventanales, hizo que se resolviesen de modo diverso los múltiples problemas que se plantearon en cada edificio. Hoy vemos esas construcciones como lugares recónditos que definen una gran intimidad. Yo me pregunto si buscaban esa intimidad al construir o si apareció como un valor añadido. Me gusta, y cuánto, pasear por las naves románicas o góticas de los múltiples templos que poseemos en Galicia, catedrales románicas, iglesias conventuales góticas y naves abaciales de diversos estilos, pero éstas son tema aparte. Los maestros superándose en cada obra, buscando siempre soluciones nuevas cada vez que se emprendía otra construcción. Por eso, al leer textos explicativos de esos edificios, encontramos que cada uno de ellos es el “primero en presentar…”, “aprovecha la oportunidad de…”, "aporta...", “se inspira…” Sí, se inspira pero no copia.
MORAIME. PUERTA LATERAL
DE LA QUE HABLO

Galicia debió ser un emporio de creadores en estas épocas, y lo comprobamos si sabemos ver todo cuando nos ofrecen sus obras repartidas por doquier. En San Xiao de Moraime, por ejemplo, un lugar que aún hoy queda algo alejado, (cómo sería entonces) me he encontrado con una antigua iglesia monacal, románica, con pinturas murales, porche con columnas en la que se han esculpido profetas, como en Oviedo, y un sencillo tímpano en una puerta lateral que recuerda la Sagrada Cena. Junto a Jesús en el centro, está Juan. Representado como un adolescente, el escultor nos lo hace ver con una cabeza que no alcanza la altura de las del resto de comensales y unos pies que no llegan a tocar el suelo. Siempre me ha impresionado esa capacidad de esquematizar que tuvieron esos artistas para obligarnos a llevar nuestra atención a donde ellos quisieron desde siempre.

Por todo eso, para mí pasear por estos sitios representa un profundo recreo que, a veces, me gusta hacer en solitario, para hacerlo como quiero y del modo que quiero. Siempre descubro cosas nuevas. La vez en que me olvidé de comer cuando visitaba la Alhambra, estaba solo. Mis grandes paseos por Santiago son en solitario.

MORAIME. TIMPANO EN LA PUERTA LATERAL
SE VE A SAN JUAN NIÑO
Aquellos que, de un modo u otro, crearon, han quedado como referentes para la historia. Los que enriquecieron los modos de expresión aportando su propia visión de la realidad, siguen vivos en nuestra cultura.

Pero era preciso, siempre lo fue, hacer cosas nuevas, crear. Por eso, el escritor del que nos habla Borges no hizo nada.

jueves, 23 de abril de 2015

MI CERVANTES

Hoy hace años que murió Cervantes, pero para mí sigue vivo. Sigue vivo cuando leo sus cosas o, mas aún, cuando recorro los lugares por los que pasó y puso en danza a sus personajes.
Le evoco en Córdoba, en la plaza del Potro, en cuyo Mesón pernoctaron D. Quijote y Sancho, o en la Plaza de la Corredera, por donde pasaron en venturosa marcha.

PICAROS CERVANTINOS
Le recuerdo en las gradas de la catedral de Sevilla, las de la calle Alemanes, donde jugaban aquellos pícaros, Rinconete y Cortadillo, que luego irían a las del Salvador pasando por la calle Placentines, para terminar en la Alfalfa subiendo por la Cuesta del Rosario. O, frente a Sta. Paula, viendo pasar, entrar o salir, a Isabela, la Española Inglesa con sus padres. Por no citar más lugares, que no es cosa de aburrir.
Buscan sus restos mortales y se olvidan de su presencia indeleble en nuestra cultura. Entre otros, en mi casa hay un ejemplar del Quijote que fue de mi padre. Editado en la década de 1920, el Estado Español lo regalaba a cada niño que accedía a los estudios primarios. Como ahora justamente. Es un libro más bien feo, la verdad. Había que editar muchos cada año, pero es lo que había y se guardaba hasta hoy, que lo guardo yo cuando mi padre sigue vivo en mi memoria.
La presencia de Cervantes en La Mancha la evoco y me entra vértigo al intentar contar el sinnúmero de datos, de hechos, de anécdotas que pueden enriquecer estas evocaciones.
EDICIÓN QUE COMENTO
Hace pocos días, en el Ateneo de Santiago escuché una conferencia en la que se hablaba del Quijote como una novela de humor. Muy bonita e interesante la visión del conferenciante. El Quijote, como obra de arte, y obra maestra, puede y debe ser contemplada desde muchos puntos de vista. También el de la obra de un escritor sagaz que pone en boca de un loco todo aquello que no podría haber puesto en boca de un cuerdo. En ese plan, también es una novela de crítica. Todos vemos en los consejos que da D. Quijote a Sancho antes de ser nombrado gobernador de la Ínsula Barataria, una crítica a los gobernantes de turno. Crítica que los poderosos de entonces perdonan por venir de boca de un loco.
También hay tiempos de estremecimiento como la quema de libros, esa acción nefanda por parte de los intelectuales locales, que hacen todo lo posible para que la cultura no sea patrimonio de todos y siga siendo monopolio de unos pocos, de ellos, los que queman. Una afición de la que parece que, cuatro siglos más tarde, aún no hemos abominado.
A veces, no pocas, he tenido la tentación de poner cara a los personajes del Quijote. Muchos de ellos tendrían cara de gente corriente, personas con quienes nos cruzamos por la calle. Los más odiosos para mí son Los Duques, aquellos a quienes Cervantes llama por su rango sin atribuirles nombre de pila. A esos sé qué cara les pondría, muy conocidas por ser frecuentes en los telediarios.



MOLINOS DE VIENTO DE ENTONCES
Hay algo que no he oído mucho a los múltiples exégetas del Quijote. El libro apareció en 1605, poco tiempo después de la llegada de los Habsburgo al trono español. Al llegar Carlos I, quiso actualizar España y había dinero para hacerlo. Lo primero que intentó hacer, fue modernizar las fuentes de energía, pues aquí aún se utilizaban los molinos de agua como único recurso y él venía de los Países Bajos, donde el viento representaba esa fuente.
La implantación de los molinos de viento, salvo en La Mancha, resultó ser origen de fuertes conflictos, de modo que se terminó por abandonar la idea y seguir con los de agua, donde se disponía de ella. Los inconvenientes que se ponían a los molinos de viento eran el ruido que hacían y el destrozo paisajístico que acarreaban. Curiosamente, cuatrocientos años más tarde, seguimos con la pugna sin resolver, a los parques eólicos se les sigue achacando los mismos inconvenientes y sigue siendo el agua la principal fuente de energía.
Cuando D.Quijote sale del lugar, de cuyo nombre no quiere acordarse Cervantes, se encuentra con molinos de viento y los ataca muy enfurecido, confundiéndolos con perversos gigantes. Quiero pensar que Cervantes desea poner en entredicho a quienes, con ese ataque, ya habían frenado el primer paso del pretendido desarrollo español. Los lectores de entonces entenderían el sarcasmo. A D. Quijote le hace aparecer como loco, pero los enemigos de los molinos de viento habían ganado esa batalla.

MOLINOS DE VIENTO DE HOY