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martes, 17 de junio de 2014

BONDAD Y BELLEZA (Y II)

BELLAS EN EL SIGLO XVII
En mi artículo anterior, decía que los rasgos que definen los conceptos de belleza en humanos cambian según las culturas y sus épocas. En una misma zona geográfica, según las modas culturales, el concepto de belleza varía de modo drástico. Sin salir de nuestra Europa, comparemos las Tres Gracias pintadas por Rubens (pintadas en la primera mitad del siglo XVII), con una actual modelo de pasarela.
Ante las Gracias de Rubens, un Paris de hoy no tendría problema en dar media vuelta y marchar. Pero no digamos qué haría el Paris del siglo XVII ante la modelo actual de pasarela. Tal vez el mismo comportamiento ante diferentes prototipos de belleza. Fijémonos que en ambos casos, se enaltece el modelo de belleza que domina cada momento cultural, que es diferente.
BELLA DEL SIGLO
XXI
Mientras que los modelos humanos están sometidos a fluctuaciones de modas y mercados, los modelos morfológicos de animales o flores no están sometidos a ningún tipo de selección cultural. Los perros pintados como bonitos por Velazquez, nos lo siguen pareciendo hoy, así como seguimos encontrando hermosos los tulipanes que Rembrand reprodujo como tales.
En flores polinizadas por insectos, existe coadaptación flor–polinizador. Parece que, cuando en invernadero, se puede experimentar con flores de diversos colores, las abejas se van a aquellas que poseen la coloración silvestre, como si tuviesen fijada en su conducta la atracción hacia las flores que manifiesten ese color. Esta puede ser la causa de que las flores de cada especie manifiesten poca, o ninguna, variabilidad cromática en la naturaleza. Curiosamente, en general, a nosotros también nos gustan más las coloraciones silvestres cuando hablamos de flores con diversidad cromática mantenidas en invernadero.
HERMOSO PARA SUS HEMBRAS
Y PARA NOSOTROS
En aves existen comportamientos bien conocidos relativos a la elección de pareja por parte de las hembras. En general, los machos exhiben plumajes especiales con coloraciones también especiales en la época en que se establecen las parejas. Pasean ante las hembras, presumiendo ante ellas (pavoneándose, decimos) con la pretensión de resultar escogidos para realizar el apareamiento sexual. Los machos considerados como más hermosos por las hembras serán los favorecidos. Si los caracteres que configuran esa belleza son hereditarios, decimos que actúa la selección natural. Pero lo que quiero decir ahora es que las morfologías y las coloraciones que determinan la elección por parte de las hembras, también nos gustan a nosotros.
LE GUSTA ESTA FLOR
Y ESTE COLOR
Darwin, que ya había observado, y estudiado, este comportamiento, llegó a postular la idea de un concepto universal de belleza. Lo hizo en ese trascendental, y hermoso, libro “El origen de las especies mediante la selección natural”, del que todos (o muchos) hablan, aunque por lo que dicen de él, creo que pocos han leído. Al menos, hasta su final.
Ya digo, Darwin lo plantea como una hipótesis que, hoy por hoy, no es científica por no haber modo de comprobarla. Sigue siendo una hipótesis.

Además, aunque en animales los supuestos conceptos de belleza no cambian, en nosotros sí lo hacen por tener un fuerte componente cultural. En ese plan, es difícil encontrar en nosotros relación entre belleza y comportamiento.

miércoles, 11 de junio de 2014

BONDAD Y BELLEZA (I)

Puesto que se tiene la idea de que detrás de cada función biológica está un gen, antes de descifrarse el genoma humano se calculaba que tendríamos unos cien mil genes, pues tal era el número de funciones detectadas en nuestra actividad biológica cotidiana. Luego, el genoma indicó que sólo tenemos veinticinco mil, pero las cien mil funciones estaban descritas.
Estos dos datos, el teórico y el experimental, coincidieron gracias a un concepto antiguo, según el cual cada gen puede ser responsable de más de una función. A esa cualidad se le llamó desde siempre “pleiotropía” y existen diversas explicaciones moleculares que nos indican el modo en que tal propiedad puede ocurrir. Hoy se admite que la pleiotropía es un comportamiento muy general de los genes.
MALO
En los cuentos infantiles se nos hacía ver a princesas y caballeros hermosos adornados con maravillosas virtudes. También en las artes plásticas se nos han representado a los personajes malvados como seres feos, mientras que los buenos son hermosos. Tenemos un refrán que redunda en esto: “la cara es el espejo del alma”. ¿Qué hay de cierto en todo esto? ¿Existe alguna base biológica que sustente tal creencia? Dicho de otro modo, ¿son pleiotrópicos los genes responsables de caracteres morfológicos o de rasgos conductuales?
Para responder a estas preguntas, sería conveniente realizar algún tipo de experimentación. Algún tipo de selección en animales mas o menos próximos al hombre, y ver si existe respuesta positiva a cualquier modo de actuación basada en caracteres conductuales o morfológicos.
BUENA
Tendríamos que decidir qué entendemos por “belleza” y por “bondad”. Unos caracteres en que entran tanto componentes personales como objetivos. Indudablemente, un ser bello ha de ser armónico, infundir serenidad en quien lo contempla o disfruta (pienso en obras musicales), ha de ser digno de ser querido y muchas cosas más y ha de tener unos rasgos objetivos capaces de transmitir esas sensaciones. ¿Existe base genética para estos caracteres determinantes de tales rasgos? La misma reflexión cabría hacerse con relación a “bondad”, carácter más propio de la conducta que de la apariencia.
UN COMPORTAMIENTO - UN ASPECTO
Ocurre que ambos caracteres están muy influidos por condicionantes culturales, de modo que resulta muy difícil una definición universal de “belleza” y “bondad” cuando la referimos a humanos, que es donde radicaba mi reflexión.
Ya digo, sería preciso hacer una selección con animales próximos al hombre para ver si la selección es eficaz, es decir, si después de varias generaciones seleccionando un carácter concreto, vemos que la población sobre la que se actúa se va volviendo más homogénea respecto al carácter seleccionado que, además, incrementa su expresividad en ella.
Por suerte, en este caso, hay dos especies de mamíferos en los que se viene realizando este tipo de selección. Estos mamíferos son especies biológicamente muy próximas a nosotros. Es decir, tenemos muchos genes similares y, en general, un genoma también similar.
Veamos los casos a los que me refiero: Uno de ellos es el toro de lidia. Después de seleccionar durante muchas generaciones teniendo en cuenta su bravura, se ha conseguido obtener un animal con un comportamiento determinado, pero con una morfología también determinada.
El otro caso lo constituyen los perros. Hay infinidad de razas,
COMPORTAMIENTO Y ASPECTO
CONCRETOS
cada una de ellas definida por sus comportamientos concretos, pero también por una morfología, que también es concreta. Tan relacionados están morfología y comportamiento en perros, que a través de su aspecto podemos saber la raza a la que pertenece uno que esté en reposo y sin que sea preciso que muestre sus caracteres conductuales, que son los que, posiblemente, fueron seleccionados.
En ambos casos, vemos que existe una correlación entre morfología y conducta. El que también ocurra en nosotros queda como simple hipótesis no científica, puesto que no se puede comprobar de modo experimental.
OTRO ASPECTO, OTRO COMPORTAMIENTO
Quede como una simple opinión para charlar sobre ella en una tarde como ésta, en la que se nos castiga de nuevo con una entristecedora lluvia de primavera.