viernes, 5 de marzo de 2021

Sobre el trabajo de C. Linneo

 Los nombres científicos no se dieron a voleo cuando se trató de designar a animales y plantas. Tales nombres pretendían describir, aunque de modo somero, al ser en cuestión así como indicarnos algunas de sus propiedades más sobresalientes. 

Los nombres científicos se rigen por la nomenclatura binominal, establecida a finales del siglo XVIII por el botánico sueco Carlos Linneo. Este nombre comprende dos partes (de ahí, binominal), la primera se refiere al Género y representa las caracerísticas generales de todas las especies comprendidas en él, por ej. Drosophila, Euphorbia. El segundo nombre es el llamado específico y se refiere a peculiaridades de un grupo, de tamaño variable de individuos, que comparten caracteres morfológicos y de comportamiento que los diferencian del resto de individuos pertenecientes al mismo género.

El concepto de especie es difícil de definir y está en constante revisión. Su última definición comprendió caracteres morfológicos, ecológicos y genéticos. Me gusta que en biología no tengamos casi nada definido por completo y sin necesidad de revisión. Como es una ciencia viva, sus conceptos están en constante revisión. De no ser así, ¿Qué significado tendría el ser “una ciencia viva”?

Jasione montana

Supongamos varios géneros diversos, pero en ellos hay algunas especies que son “oficinales”, por ej. Parietaria oficinalis. El nombre de esta especie nos indica que tal vegetal fue utilizado en farmacia. Recordemos que aún hoy día los farmacéuticos llaman “oficina” a sus tiendas expendedoras de medicamentos. Hay géneros que tienen especies llamadas “edulis”, ej, Cerastoderma edulis, (berberecho). Tal nombre indica que la especie en cuestión es comestible. Hay nombres de especies que nos hacen referencia al hábitat: Jasione “montana” es del monte, Calendula “arvensis” se refiere a frecuente en los campos, etc, etc. En otras ocasiones, el nombre de la especie hace referencia al origen geográfico: Drosophila “mauriciana”, de las Islas Mauricio, Daboecia “cantábrica”, de nuestra cordillera. Hay veces en que la especie nos habla de cualidades de la planta, como “somnifera”, que es la especie a la que pertenece el opio. Y un largo, e ilustrativo, etcétera.

Osmunda regalis

Hay un helecho cuyo nombre me gusta mucho: Osmunda regalis. Traducido dice “boca limpia de los reyes”. En latín, “os” es boca, “munda” es limpia, y “regalis”, del rey. Este helecho lo utilizaban los emperadores para masticar después de las comidas y, de ese modo, limpiar sus bocas.

Pera


El fuego ha inspirado varios nombres de cuerpos naturales y científicos, también en biología ha dejado su impronta. Pensemos en la morfología de una llama. Una sola. En griego se llamaba pyros y tenemos un cuerpo geométrico al que llamamos pirámide. Hay un fruto que cuando cuelga del árbol recuerda mucho a una llama. Le llamamos “pera” y el nombre científico del género al que pertenece es “Pyrus”. Siguiendo con el fuego, en el argot infantil de diversas zonas del país, al pene se le llama “Pirola” y siempre he visto en esta denominación una clara referencia al Pyrus, (fuego) Esta pervivencia del nombre en un reducto cerrado, es algo que ocurre con cierta frecuencia en otras circunstancias léxicas y evolutivas.

En cuanto a árboles hay dos especies diferentes, pero con hojas parecidas. Las características para distinguir árboles son el aspecto del tronco, la morfología de la hoja y del fruto. El arce y el plátano de sombra poseen unas hojas muy similares. Yo los distingo porque las hojas de arce tienen el pecíolo rojo y las del plátano, no. Pero son tan parecidas, que quien les asingó nombre jugueteó con ellos y les puso: Acer seudoplatanus y Platanus acerifolia, es decir, Arce falso plátano y Plátano con hoja de arce.

Arce
Una de las primeras plantas que determiné se llama Capsela bursa-pastoris, es decir, “Fruto en forma de zurrón de pastor” y realmente es acertado tal nombre, por lo descriptivo.


Capsella bursa-pastoris


Este ha sido un pequeño recorrido por nombres científicos para indicar que no son consecuencia de un capricho. Más bien es el resultado de un estudio riguroso que pretendió compendiar en dos palabras la máxima información sobre una especie.

6 comentarios:

  1. Emilio, muy interesante y agradable tu artículo sobre la nomenclatura binomial.
    Muy bien escogidos los ejemplos.


    Un abrazo, ya casi de primavera.

    Carmina

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  2. Gracias, Carmina, poer tu comentario. Pondré significados de nombres en próximas entradas. Saludos.

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  3. Me encanta la explicación de la nomenclatura binomial. Te imaginas al ir a comprar berberechos y pedir Cerastoderma edulis, menuda cara de interrogación nos pondrían!
    Besos
    Chiruca

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    Respuestas
    1. Pues tal vez sí, tal vez, no. No sé qué decirte. Yo si acaso, pediría berberechos de la ría.

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