Los nombres científicos no se dieron a voleo cuando se trató de designar a animales y plantas. Tales nombres pretendían describir, aunque de modo somero, al ser en cuestión así como indicarnos algunas de sus propiedades más sobresalientes.
El concepto de especie es difícil de definir y está
en constante revisión. Su última definición comprendió caracteres morfológicos,
ecológicos y genéticos. Me gusta que en biología no tengamos casi nada definido
por completo y sin necesidad de revisión. Como es una ciencia viva, sus
conceptos están en constante revisión. De no ser así, ¿Qué significado tendría
el ser “una ciencia viva”?
Jasione montana |
Supongamos varios géneros diversos, pero en ellos hay algunas especies que son “oficinales”, por ej. Parietaria oficinalis. El nombre de esta especie nos indica que tal vegetal fue utilizado en farmacia. Recordemos que aún hoy día los farmacéuticos llaman “oficina” a sus tiendas expendedoras de medicamentos. Hay géneros que tienen especies llamadas “edulis”, ej, Cerastoderma edulis, (berberecho). Tal nombre indica que la especie en cuestión es comestible. Hay nombres de especies que nos hacen referencia al hábitat: Jasione “montana” es del monte, Calendula “arvensis” se refiere a frecuente en los campos, etc, etc. En otras ocasiones, el nombre de la especie hace referencia al origen geográfico: Drosophila “mauriciana”, de las Islas Mauricio, Daboecia “cantábrica”, de nuestra cordillera. Hay veces en que la especie nos habla de cualidades de la planta, como “somnifera”, que es la especie a la que pertenece el opio. Y un largo, e ilustrativo, etcétera.
Osmunda regalis |
Hay un helecho cuyo nombre me gusta mucho: Osmunda regalis. Traducido dice “boca limpia de los reyes”. En latín, “os” es boca, “munda” es limpia, y “regalis”, del rey. Este helecho lo utilizaban los emperadores para masticar después de las comidas y, de ese modo, limpiar sus bocas.
Pera |
El fuego ha inspirado varios nombres de cuerpos
naturales y científicos, también en biología ha dejado su impronta. Pensemos en
la morfología de una llama. Una sola. En griego se llamaba pyros y tenemos un
cuerpo geométrico al que llamamos pirámide. Hay un fruto que cuando cuelga del
árbol recuerda mucho a una llama. Le llamamos “pera” y el nombre científico del
género al que pertenece es “Pyrus”. Siguiendo con el fuego, en el argot
infantil de diversas zonas del país, al pene se le llama “Pirola” y siempre he
visto en esta denominación una clara referencia al Pyrus, (fuego) Esta pervivencia del nombre en un
reducto cerrado, es algo que ocurre con cierta frecuencia en otras
circunstancias léxicas y evolutivas.
En cuanto a árboles hay dos especies diferentes,
pero con hojas parecidas. Las características para distinguir árboles son el
aspecto del tronco, la morfología de la hoja y del fruto. El arce y el plátano
de sombra poseen unas hojas muy similares. Yo los distingo porque las hojas de
arce tienen el pecíolo rojo y las del plátano, no. Pero son tan parecidas, que
quien les asingó nombre jugueteó con ellos y les puso: Acer seudoplatanus y
Platanus acerifolia, es decir, Arce falso plátano y Plátano con hoja de arce.
Arce |
Capsella bursa-pastoris |
Este ha sido un pequeño recorrido por nombres
científicos para indicar que no son consecuencia de un capricho. Más bien es el
resultado de un estudio riguroso que pretendió compendiar en dos palabras la
máxima información sobre una especie.
Emilio, muy interesante y agradable tu artículo sobre la nomenclatura binomial.
ResponderEliminarMuy bien escogidos los ejemplos.
Un abrazo, ya casi de primavera.
Carmina
Gracias, Carmina, poer tu comentario. Pondré significados de nombres en próximas entradas. Saludos.
ResponderEliminarMuy bien Emilio. Como siempre.
ResponderEliminarGracias, Antonia.
EliminarMe encanta la explicación de la nomenclatura binomial. Te imaginas al ir a comprar berberechos y pedir Cerastoderma edulis, menuda cara de interrogación nos pondrían!
ResponderEliminarBesos
Chiruca
Pues tal vez sí, tal vez, no. No sé qué decirte. Yo si acaso, pediría berberechos de la ría.
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