Una amiga entrañable está preocupada
por nuestra fauna. Yo soy pesimista en
cuanto a la conservación de muchas especies. Depende de políticas acertadas y proyectadas a largo
plazo. Pero también depende de cada uno de nosotros, y tengo mis dudas. Para
ella, para mi amiga, escribo estas reflexiones.
Hace un tiempo, reunidos unos amigos
charlábamos de temas relacionados con el medio ambiente de Galicia. Uno de
ellos, bien intencionado, comentó que, en la Sierra de Ancares, el urogallo “ya”
no estaba en peligro de extinción, pues había unos veinte ejemplares por la
Sierra. Como biólogo, me pareció una población pequeña, pero para tener más
datos pregunté que cómo se distribuían por sexos esos veinte individuos. Mi
amigo, algo picado, comentó con retranca que ya “salió el genetista…” La
conversación cambió de tono, siempre cordial.
Se me hizo preciso aclarar cuatro
conceptos. Una cosa es el tamaño censal de una población. Es decir, el número
de individuos que encontramos después de realizar un censo y que simbolizamos
como N. Tiene importancia biológica, pues ese tamaño puede venir determinado
por criterios de territorialidad, disponibilidad de recursos, número de
predadores y demás factores que lo limiten. El número de individuos que puede
haber en un territorio no es ilimitado, hay que tenerlo claro.
Esos veinte urogallos que había en
los Ancares, deberían constituir una población biológica para suponer que por
sí solos son capaces de eliminar el peligro de extinción, como nos quiso hacer
ver nuestro contertulio. ¿Es así?
Primero, conviene comentar lo que en
biología entendemos por “población”, un concepto muy operativo. Para los
biólogos, una población es un conjunto de individuos de la misma especie que
comparten espacio, tiempo y algunas más características biológicas que
determinan una alta cohesión reproductiva y ecológica. Indudablemente, los
miembros de una población se reproducen entre sí y tienen hijos fértiles. El
requerimiento conceptual y funcional de que se produzcan hijos fértiles implica
que esa población es capaz de autoperpetuarse sin necesitar ayudas externas de
ningún tipo para hacerlo.
Entramos en terrenos evolutivos al
decir que una población debe (biológimente hablando) originar la siguiente.
Esto garantiza, dentro de lo que cabe, la perpetuidad de esa población en ese
hábitat concreto. Para que se produzca ese proceso, insisto, cada población
debe generar la siguiente. Desde una óptica biológica, a la población le
resulta indiferente reproducirse, pero el proceso es fundamental para la
especie a la que pertenece. En urogallos (como en todas las aves, mamíferos y
muchas otras especies animales y vegetales), la reproducción es sexual, es
decir, implica machos y hembras. Por eso yo preguntaba que, dentro de la población
censal de 20 urogallos, cómo se repartía este censo entre machos y hembras. Es
aquí donde aparece el concepto de “tamaño eficaz de población” (Ne), que viene
a decir a cuántos individuos reproductores equivaldrían los 20 de los que
hablaba nuestro amigo.
Existen fórmulas para calcular este
tamaño eficaz. Todas ellas tienen en cuenta el número de machos y de hembras,
además de factores influidos por el modo de reproducción. Y en todas, el número
de machos y el de hembras interactúan como producto, de modo si una de las
cantidades es igual a cero, el total también lo es. Si todos son machos,
(hembras = cero) o todas hembras (machos = cero), el tamaño eficaz es cero.
Cuando el tamaño es cero, la población está abocada a la extinción, para
comprenderlo no hace falta aplicar fórmula ninguna. En esas fórmulas es fácil
ver que, dentro de un tamaño censal dado, el valor máximo se produce cuando el
número de machos es igual al de hembras.
Una fórmula muy utilizada es la
siguiente, aunque tiene sus limitaciones:
(nº de machos) x (nº de hembras)
Ne = 4 x
--------------------------------
número total de individuos
Donde Ne representa el tamaño
eficaz,-
¿Por qué el calificativo de eficaz?
Porque se define en términos evolutivos, desde el punto de vista de permanencia
de la población en un territorio dado. Esos individuos, los reproductores,
serán los que transmitan sus genes a la generación siguiente y quienes
contribuirán, a que ésta permanezca en su hábitat.
Algún machista cateto (todos los
machistas lo son), dirá que el tamaño ideal está formado por un macho y las
demás, hembras. Corroborará su dicho con una sonora carcajada de hombre sabido.
Yo le diría que no tratamos de una granja, donde el ganado está sometido al cuidado
humano. Queremos una población autónoma. Y esa que él propone con risotadas
estentóreas produciría una descendencia en la que todos los miembros serían
medio hermanos, existiendo una fuerte tendencia a la consanguinidad en
generaciones sucesivas. Mejor que calle el machista, escuche e intente
aprender, que siempre queda algo.
Estupendo artículo, amigo
ResponderEliminarCon tu permiso me lo quedo
Un abrazo y cuidate, espero que estés bien.
Sí, bien, gracias por tu interés. Supongo que tú también. En cuanto al artículo y su contenido, es algo que me preocupa, que no se tienen en cuenta los tamaños de población y sólo son de interés los tamaños censales. Gracias por tu comentario. Quédate con todos los artículos que te resulten de interés, gracias.
ResponderEliminarLo de las carcajadas barbaro Emilio,la poblacion increchendo y pululando como decia en sus clases,un profe de Biologia,que fue alumno tuyo y que hoy se estara desde El cielo riendose de esto que escribo,ya sabes un besiño.
ResponderEliminarEl artículo explica con mucha claridad el concepto de población biológica. Si no te importa lo utilizaré como lectura inicial en mis clases de Ciencias de la Tierra y el medio ambiente. Me encanta tu blog
ResponderEliminarComo siempre muy ilustrativo. Gracias
ResponderEliminarEl mítico urogallo. la primera vez que oí hablar del urogallo fue a mi hermano Eduardo, a su regreso de una excursión a los Ancares cuando era alumno de Preuniversitario. Los había llevado Xesús Alonso Montero.
ResponderEliminarAbrazos
Chiruca