viernes, 10 de abril de 2020

Majadas y majaderos

Siempre me han gustado los refranes por la cantidad de saber que encierran. Un saber nacido muchas veces de un proceso intelectual que consistió en relacionar causas y efectos. Hay refranes acerca de costumbres, de relaciones familiares, de agricultura, de mil cosas. También los hay que ayudan a predecir un tiempo más o menos inmediato. 


Como poco, nuestros refranes vienen del mundo romano. Hoy, en diferentes lenguas románicas, encontramos refranes, todos ellos procedentes del latín, con significados similares. Por ejemplo, nosotros decimos “poco a poco, la vieja hila el copo”, y los franceses “pequeño a pequeño, el pájaro hace su nido”. Decimos “La mujer y la sardina, cuanto más pequeña más fina”, y los franceses: “La femme et la sardine, les plus petites sont les plus fines”. En italiano se dice “L’abito non fa il monaco”, cuando nosotros indicamos que “el hábito no hace al monje”. No quiero traer más ejemplos, que los hay. Pero en todos ellos, el sentido es el mismo aunque los enunciados varíen. 

Tema aparte es la existencia del refrán y el adagio. Mientras el refrán tiene todas las licencias para sentenciar, pudiendo ser soez, vulgar o grosero, el adagio siempre tiene un profundo tono poético: “No digas de esta agua no beberé, que el camino es largo y puede apretar la sed”. 



Quiero hablar de refranes y refraneros. En nuestra literatura, no es raro el personaje secundario socarrón, lleno de sabiduría popular, amante de refranes que va soltando oportunamente. Por ejemplo, Sancho Panza. 

Pero al contrario que la Farmacología ha sabido transformar en conocimiento científico las cualidades medicinales atribuidas a las plantas, no ha ocurrido así con la Climatología y los refranes referidos a ella, al menos hasta donde yo sé. Claro que “cielo empedrado, suelo mojado” es de comprensión sencilla, pues los frentes lluviosos vienen precedidos por múltiples y pequeñas nubes altas, y que “cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo” lo comprendemos sabiendo que el grajo es un ave insectívora, que caza sus presas al vuelo y a bajas temperaturas son los insectos los que vuelan a ras del suelo. “Año de nieves, año de bienes”, nos promete la presencia de agua en verano, debida al deshielo. 



Hay un refrán que me gusta mucho, “Hombre refranero, hombre majadero” y es el objeto de este escrito. Lo voy a comentar con algo de detalle, pues siempre me ha dado qué pensar. Cuando yo digo algún refrán, nunca falta alguna persona que me recuerde éste, siempre con afán de molestarme. Suelo contestarle, con mi mejor sonrisa, que sí, que “hombre refranero, hombre de majada”, como bien sabe quien me ha hecho el comentario. Por supuesto, aunque responda que sí, no lo sabe, pues para él, o ella, lo de majadero sólo quiere decir imbécil o similar. 

Lamentablemente, en nuestra lengua los términos relativos a oficios agrícolas pueden terminar siendo despectivos. Por ejemplo, las últimas ediciones del diccionario de la RAE atribuyen a “rústico” una serie de acepciones relativas al campo y su ambiente, pero en ediciones anteriores también incluía “rudo, tosco, grosero”. Tras reiteradas quejas, se retiró esta acepción. En “Fortunata y Jacinta”, Galdós utiliza el adjetivo “hortera” para calificar al hacendado que no vive en la ciudad, sino en el campo, en sus huertas. Vemos que el significado de esta palabra ha cambiado en muy poco tiempo, habiendo adquirido en la actualidad un tono peyorativo. 



Algo así ocurrió con la palabra “Majadero”. Ya Quevedo la utiliza como menosprecio. Creo que deriva de “majada”, relativo a los pastores trashumantes que pasaban las noches durmiendo a la intemperie, en las majadas, y por eso majaderos. Para ellos era útil y necesario el poder saber el tiempo que haría en un futuro inmediato. Les iba todo su trabajo en una buena situación climática y convenía poder predecirla a corto plazo. Aquellos majaderos supieron relacionar muy bien las causas con los efectos y encerraron su saber en dichos cortos generando, de ese modo, unos conocimientos propios del oficio. Diré, con el refrán, que “cada maestrillo, tiene su librillo”. 

Tal vez el refrán al que me refiero surgió en una sociedad de apariencias, donde la vanagloria era moneda corriente. Si en las ciudades, la gente deseaba conocer y acertar los orígenes de las fortunas, en este caso lo tenía bien sencillo. Si el investigado recurría a refranes, era clara su procedencia pues “hombre refranero, hombre majadero”. 

Esta capacidad de aprender de la naturaleza, de comparar diversas causas con sus respectivas consecuencias, tal vez no siempre fue entendida y apreciada por los envanecidos habitantes de las ciudades. En vez de querer aprender de ellos, se les menospreció. Más sencillo. Siglos más tarde, Antonio Machado se quejaría de una manía muy nuestra de despreciar lo que ignoramos.

14 comentarios:

  1. Me gusto mucho tu reflexión sobre los refranes, yo tenia una abuela maestra muy refranera, y siempre tenia uno oportuno para cada situación, los asocio a la cultura popular y suelo citarlos aunque eche en falta todos los que no recuerdo de mi abuela, gracias

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  3. Gracias, Antón, por tu comentario. Realmente los refranes sirvieron como un modo de almacenar conocimiento de modo conciso y comprensivo. Realmente hoy tenemos otros modos de almacenamiento del saber, pero es una pena que los refranes se vayan perdiendo, incluso desacreditando.

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  4. Qué interesante e instructivo resultó "Majadas y majaderos".
    Abrazos
    Chiruca

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    1. Hay uno que dice que "quien habla con refranes, es un saco de verdades". Creo que sigue siendo un refrán muy veraz. Gracias por tu comentario, Chiruca.

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  5. Gracias Emilio por tu artículo sobre los refranes, justamente este año he estado utilizándolos como medio de entretenimiento con los ancianos de una residencia que visitaba todas las semanas hasta el confinamiento. Hacíamos concursos y me admiraba la memoria sobre todo de una de 94 años que se los sabía casi todos. Tuve que buscar en internet para aumentar mi repertorio. No sabía realmente que la palabra "majadero" tuviera ese origen y siempre pensé que era un idiota

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    1. Gracias por tu comentario, Unknown. Realmente en los ancianos se guarda mucho conocimiento popular. Has pensado en recoger esos refranes para utilizar luego como sea. Con los ancianos se pierden. Lo de majada y majadero le pasa a muchos. Incluso no se han dado cuenta de que algunos toónimos se refieren a estas estructuras, como Majadahonda. Gracias por tu comentario, Unknown.

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  6. Y es que Emilio, ya se sabe que "A palabras necias, oídos sordos"...
    Cuídate!

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  7. Gracias por recordarme ese refrán, Baile. Algunos parecen contradictorios, como "No hay dos sin tres" y "A la tercera va la vencida". Si hacemos caso del primero que cito, entonces "la tercera" está determinada, ¿A qué viene animar su ejecución? "No por mucho madrugar, amanece más temprano" versus "Al que madruga, Dios le ayuda" En qué quedamos? Hay muchos más aparentemente contradictorios, pero no lo son. Gracias por tu comentario, El Baile de Norte.

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  8. Mira, no sabía yo lo de majadero, y sí conocía la palabra majada. Pero como decía mi suegra; a vella morrendo, a vella aprendendo.
    Gracias Emilio.

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  9. Gracias, Marisa, por tu comentario. Me gusta el que citas. Ya pone a la "vella" como sabia. El refrán podría hacer "A moza " como sujeto del hecho, pero es a "vella" como sinónimo de sabia. Recuerdas que el "diablo sabe más por viejo que por malo"? Si hay buena memoria, con los años se va acumulando conocimiento. Feliz dia, Marisa.

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  10. Nos "ditados" muito usados antigamente há muitas verdades.Deveriam ser respeitados neste tempo muito tumultuado.
    Até hoje me lembro ditados de minha mãe e que se realizaram.Não é ignorância.Ao contrário é sabedoria.

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  11. Acaso he menospreciado los refranes? Tal vez no me se expresar. Gracias por su corrección, Marina.

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  12. Ao contrário Sr.Valadé,com este artigo foi valorizado e trouxe a nossa memória "ditos" populares antigos para o tempo atual.Eu não soube me expressar .O artigo atual como eu gosto .Excelente

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