Paseo por el claustro del Museo Provincial de Lugo. Camino despacio, dejando a mi derecha el centro del patio, con su pozo y su nogal. A mi izquierda, las paredes presentan piezas de la colección. Relato lo que nos contó, en este mismo lugar, un profesor de bachillerato en una visita que hicimos los niños del colegio.
Al iniciarse un tramo, junto a un gran escudo, en un rincón pero no arrinconadas, vemos unas cuantas cadenas antiguas: hierro oxidado, un par de candados y mucha historia. Una de las cadenas retuvo preso al Mariscal Pardo de Cela. Quiero contar la causa de esta desubicación, pues el Mariscal no estuvo preso en Lugo y sí en Mondoñedo, en cuya catedral está enterrado desde finales del siglo XV.
LAS CADENAS EN SU RINCÓN |
Pero antes conviene presentar a una mujer, desgraciadamente olvidada por muchos. Concepción Arenal fue una ferrolana del siglo XIX, de quien deberíamos sentirnos muy orgullosos. Hija de familia, en principio, acomodada, vivió los rigores de una dictadura, viendo cómo su padre sufría diversos castigos por oponerse al absolutismo de Fernando VII. Siendo aún niña, murió su padre y algún hermano. Eran los tiempos de entonces, con alta mortalidad y baja expectativa de vida.
CONCEPCIÓN ARENAL, FERROLANA |
Muy joven decidió estudiar Derecho y, para hacerlo, debió ir a clase vestida de varón. Era impensable una mujer en las aulas, cuando lo que tenía que hacer era prepararse para ser buena ama de casa. (La única carrera de la mujer es el matrimonio, solía decir). Su vida no debió ser nada fácil en esa época. Pronto destacaron sus escritos a favor de la dignidad de los presos. Sabía que en las cárceles no se respetaba a las personas. Toda su vida giró sobre estas preocupaciones, siendo nombrada Visitadora de Cárceles de Mujeres y, también, Inspectora de Casas de Acogida de Mujeres.
Escritora fecunda, dejó muchas obras y frases que resumieron su modo de pensar, una de ellas ha llegado hasta hoy; Odia el delito y compadece al delincuente.
OTRAS PIEZAS DEL MISMO ORIGEN |
Tras su muerte, frente a cárceles españolas se instalaron monumentos en su recuerdo y, en época de la II República se pensó erigir un monumento en Madrid, utilizando para hacerlo hierro de cadenas existentes en prisiones. Si las cadenas poseían significado histórico, mejor que mejor.
Desde Mondoñedo se mandaron a Madrid algunas cadenas, entre ellas las del Mariscal, pero estalló la Guerra Civil y nunca llegaron a su destino, quedando en Lugo y, consecuentemente, terminando en su Museo Provincial como depósito del Concello de Mondoñedo..
Junto a estas cadenas, hay otras procedentes de castillos de Castroverde y Guntín. Lugares en los que, supongo, no había más ley que el sentir del señor ni mayor baremo que cómo le afectasen las acciones de sus vasallos, de quienes se sentía propietario y ejercía como tal de manera incuestionable.
Hoy, principios de 2020, veo las cadenas con sus grandes eslabones, los candados con sus moldes para apresar tobillos y no puedo dejar de estremecerme pensando en quienes los llevaron, en aquellos que se sintieron sujetos por estas armas de poder dirigidas contra quienes lo cuestionaban.
Las armas del poder contra los indefensos. Prisioneros de guerra, transformados en mercancía a la espera de un rescate. Prisioneros por capricho, prisionero por muchas cosas inexplicables, pero que hicieron que muchos dejasen de disfrutar un bien muy preciado por todos, la libertad. Eso ocurrió muchas veces y no son pocas las cárceles en las que tal situación sigue estando de actualidad. Novelas, películas, historias diversas nos dicen que estas situaciones siguen vivas y siempre se genera un temor al hablar de ellas, por aquello de que “las paredes oyen”.
Si, el monumento a Concepción Arenal no se llegó a levantar, pero sus obras están presentes en muchas bibliotecas públicas y privadas. Se le considera una de las primeras feministas españolas, de aquellas que, valientemente, abrieron camino a toda una pléyade de mujeres que, valientemente todavía hoy, luchan por unos derechos en plano de igualdad con los hombres, de modo que el matrimonio deje de ser su mejor salida profesional.
Aquellas cadenas en el rincón del claustro dan mucho para pensar. En los presos de entonces y, también, en los de hoy.
Precioso y merecido homenaje que haces a Concepción Arenal.
ResponderEliminarBesos chiruca
En ese plan lo he escrito. Por cierto, en los jardines de la cárcel, en Lugo, había un busto de Concepción Arenal, que fue trasladado de luagr para poner una fuente. Creo que desde hace años de ese busto sólo queda el pedestal. Besos, Emilio
ResponderEliminarMe sumo a Mercedes, Emilio. Es necesario poner en valor figuras como la de Concepción Arenal.
ResponderEliminarCreo que en el siglo XIX hubo en Galicia tres mujeres muy importantes en la historia española. Rosalía de castro, Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal. No creo que se les haya hecho justicia, salvo a Rosalía. Tenemos una deuda histórica con muchas mujeres gallegas: María Castaña, maría Pita, Juana de Vega, etc. etc. Un cordial saludo, Norte.
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