Cuando se descubrieron las proteínas, casi de inmediato fueron relacionadas con moléculas propias de los seres vivos. Pronto pasaron a formar parte de los compuestos conocidos como “principios inmediatos”, así llamados por ser considerados como las piezas fundamentales con las que se construían los organismos.
En general, hay tres grupos de principios inmediatos, que son los hidratos de carbono, los glúcidos y los prótidos. A diferencia de los otros dos, las proteínas son polímeros de una serie de veinte moléculas diferentes, los aminoácidos, que además de disponer en su composición de una parte constante formada por un grupo ácido, otro amino y un hidrógeno, tienen radicales diferentes, tanto en tamaño como en cualidades químicas. La polimerización de estos aminoácidos da origen a las proteínas, que pueden tener secuencias y estructuras casi infinitas.
ESTRUCTURA DE UNA PROTEÍNA |
Esta diversidad de estructura la determina el alto número de aminoácidos que se pueden polimerizar y la gran diversidad que existe entre ellos, tanto en tamaño como en comportamiento. Así, hay proteínas de carácter ácido o básico o neutras, y eso depende del comportamiento de los aminoácidos que componen cada proteína específica.
Los otros compuestos básicos, como pueden ser los glúcidos, tienen morfologías y estructuras moleculares tremendamente rígidas, por cuanto son polímeros formados por un sólo monómero y, por tanto, las estructuras moleculares derivadas resultan ser muy uniformes, lo cual no deja de tener su importancia biológica. Otro tanto ocurre con los lípidos: pues independientemente de su importancia biológica, hay una gran uniformidad estructural en estas moléculas.
OTRA ESTRUCTURA PROTEICA |
Existen dos hipótesis sobre el origen del nombre “proteína”. Según unos autores, podría derivar del griego, “proteios”, con un significado semejante al término latino “primarius”. El bioquímico holandés G.J. Mulder lo usa en el año 1839 designando con él a los cuerpos albuminoideos para hacer resaltar su importancia básica como constituyentes de los organismos vegetales y animales. Berzelius, en carta dirigida a Mulder el 10 de julio de 1838 sugiere el término proteína para los albuminoides y propone ese término cogiendo como base el mismo “proteios”, pero en este caso en el sentido “de primer rango”.
En el mismo plan de significado, conviene tener en cuenta otro hecho importante en la biología, como fue el asombroso descubrimiento del microcosmos presente en una gota de agua, invisible a simple vista, pero perfectamente estudiable con la ayuda del microscopio. Eso ocurrió a partir del siglo XVII y cada vez fueron apareciendo nuevas formas. Como los primeros animales que aparecieron estaban presentes en hierbas mojadas (infusiones), fueron llamados genéricamente “infusorios” y son los actuales ciliados. Uno de los primeros descubiertos fue la Ameba, conocida por su movimiento por medio de pseudópodos, llamado “ameboide”, lo cual no le permite tener una forma definida, como ocurre con otros ciliados como Voticela, Paramecium o Ceratium. Todos estos seres recibieron el nombre de Protozoos, y también en este caso no falta quien diga que tal nombre tiene un origen semejante al de proteína, con el añadido “zoo”, animal, y que significaría, más o menos, animales “primeros”, “básicos”.
AMEBA |
Con esta misma idea, cuando se descubrió una substancia, aparentemente amorfa y de estructura coloidal, presente en el interior de las células y en la que estaban presentes los orgánulos celulares, se le dio el nombre de protoplasma, “plasma básico”.
Hasta aquí, todo perfectamente lógico y comprensible, pero voy a presentar otra hipótesis acerca del origen de estos nombres. También serían de origen griego, pero en este caso procederían de su mitología. El dios griego Proteus vivía en el fondo del mar. Después de la guerra de Troya es capturado por Menelao, que quiere que lo lleve de regreso a su casa. Proteus se esconde reiteradamente cambiando de forma, y así no presenta ninguna morfología propia suya, adoptando siempre cualquier otra, tanto de ser vivo como de cosa. De este modo, no podía ser definido por su forma, que no tenía, pero sí por sus cualidades. Tanto en las amebas, seres vivos, como en las proteínas, compuestos bioquímicos, se da esta misma característica: no tener una forma definida pero sí disponer de cualidades concretas.
PROTEUS |
No falta quien diga que tanto el nombre de Protozoos como el de Proteínas esté escogido en recuerdo y en honor de ese dios que tampoco tenía forma propia. El nombre que no está de acuerdo con esta explicación es el de protoplasma, pero no por eso vamos a desdeñar la hipótesis, pues sabemos que las palabras cogen vida propia y muchos las usan después sin conocer su origen etimológico. Este pudo ser el caso cuando se dio tal nombre a la sustancia intracelular, al igual que ahora se habla de cementos híbridos, pues el calificativo de híbrido se aplica en este tiempo a cosas que tienen su origen en mezclas, o son intermedios entre situaciones bien definidas.
Qué quieres que te diga Emilio,... para mi el origen del nombre procedente de la mitología griega me parece mucho más sugerente. Buen fin de semana!
ResponderEliminarA mi, también. Y, como biologos que somos, sabemos bien de la versalitidad estructural de las proteínas. Un saludo muy cordial.
ResponderEliminarQué interesante!
ResponderEliminarTambién me quedo con la interpretación griega.
Un abrazo
Chiruca
Si, tiene un regusto clásico muy saludable en nomenclatura científica. Y el que puso tal nombre, sabía lo que hacía con tal bautizo. Gracias, Chiruca.
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