ASÍ LUCÍA EL CIRCO ATLAS |
Hace pocos días, en un programa de tv en el que se comentaban cosas de un pasado reciente, se habló de aquel poblado madrileño conocido como El Pozo del Tío Raimundo. De él ya no queda nada, sólo el recuerdo y el respeto por unas personas que, luchando por su dignidad, supieron hacer de aquel territorio algo de lo que enorgullecerse.
Se metía la cámara en un tugurio, que hacía las veces de bar, y en una pared vi un póster del Circo Atlas. Aquel anuncio, como se llamaba entonces, hizo volar mi imaginación y mis recuerdos.
El Circo Atlas venía a Lugo con asiduidad y aquí se le quiso mucho, al circo en concreto y a sus gerentes, los Hermanos Tonetti, payasos que supieron llenar de ilusión y sonrisas nuestra cotidianidad de aquellos años. Tal vez… no recuerdo bien cuándo.
PEPE TONETTI. JUNTO A ÉL SERVIL, LA SARDINERA |
Estando en Lugo, si acaso veíamos a alguna chica fumando o en pantalones, los muchachos decíamos con rotundidad que “son del circo”. Es curioso, más tarde comprendería que en nuestras mentes atribuíamos una especie de zona franca al circo. Veíamos a aquellas gentes como poseedoras de un estatus moral que no era el nuestro y en el que les estaba permitido hacer cualquier cosas. Por ejemplo que una mujer fumase o llevase pantalones, ¡incluso por la calle!.
Íbamos al circo por ver a los hermanos Tonetti. Su risa era contagiosa, aunque la nuestra la tenían ganada de antemano. Seguramente unos días antes mandaban a alguien a Lugo para que se enterase de problemas locales, para hacer chanza con ellos en sus actuaciones. Chistes que, luego, eran repetidos por todos.
Más tarde, cuando mi trabajo me permitió recorrer ciudades españolas del norte, con frecuencia pregunté a compañeros, en caso de hablar de la época infantil, si habían conocido a los Hermanos Tonetti. Siempre en sus caras se dibujaba el mismo gesto, una sonrisa entre nostálgica y agradecida. Claro que los habrían conocido y los recordaban...
LA SARDINERA, FALTONA Y DE BOCA FÁCIL |
Fueron muy críticos los Tonetti en lo relativo a administración local. Inteligentes como eran, sabían que la censura les permitiría decir algunas cosas si se ponían en boca de personas de baja condición social, o pocas luces intelectuales. Su sardinera, la vendedora callejera de sardinas, decía verdades como puños que nos gustaban, también, por ver que había gente con la valentía necesaria para proclamarlas. Siempre simulaba que ella, vendedora de sardinas, se encaraba a una mujer “fina” que despreciaba su producto para, de ese modo, regatear y obtener precios más baratos. Lo que tenía que oir la tal compradora… Siempre ha sido un tandem fructífero en nuestra literatura: el rico ignorante y el pobre, sabio y destemido, pero respetuoso.
OTROS TIEMPOS |
De los dos, Manolo era el listo, siempre vestido con ropa blanca y brillante y Pepe el ingenuo, el más entrañable. Recuerdo a Manolo, ya casi terminada la función, tocando “Candilejas” con saxo, con todo el circo a obscuras y él iluminado por un potente haz de luz blanca. Para mí el es recuerdo de la magia circense. Aún me emociona el recuerdo ahora, al evocarlo..
Pero por mucha magia que hubiese allí, fue incapaz de sobrevivir al empuje de la tv. La televisión terminó con el circo y con los hermanos Tonetti, aunque siempre hay actos en su recuerdo y homenaje.
También en 2014, en este año que termina, los ha habido.
También en 2014, en este año que termina, los ha habido.
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